Digo que me sorprendí porque el asunto parecía estar bastante avanzado (casi dado por hecho) y sobre todo porque, incluso cuando el tema comenzó a instalarse en la campaña electoral, no había saltado a la tapa de los diarios a causa de las protestas y amenazas metafísicas de algún jerarca religioso fanático, de ésos que —con sueldo a cargo del Estado argentino y la bandera papal frente a sus oficinas— pregonan la ideología represiva de la teocracia vaticana.
Mi sorpresa, en el segundo de estos respectos, no tardó en apagarse. La Iglesia Católica, a través de una de sus fachadas (un grupo de autotitulados “expertos” del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina), no tardó en descalificar el proyecto (en realidad un par de proyectos similares) y advertir de los riesgos de “redefinir el matrimonio”. Para no ser menos, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA) también clamó, con tan variados como falaces argumentos, contra los “nuevos tipos de familia” que el cambio de la ley impondría a la sociedad.
Resulta algo cansador repetir estas argumentaciones y sus refutaciones, pero brevemente se puede resumir el asunto así:
- El matrimonio civil es una institución secular. Por razones históricas, lleva el mismo nombre y acarrea muchas de las connotaciones de la institución religiosa, o sacramento, que se conoce como matrimonio en la mayoría de las religiones. Pero un estado secular moderno no tiene por qué moldear sus instituciones en paralelo con una religión.
- Lo “natural” no es necesariamente lo más deseable. Lo que es natural (sin comillas), además, suele ser bastante distinto de lo que las religiones tradicionales consideran “natural”, como viene demostrando la biología en su interacción con la sociología y la antropología. Hace no mucho se consideraba natural que la mujer estuviera subordinada al hombre y que la sociedad estuviera estructurada en forma estratificada, con un soberano en la cima, hombres libres en el medio, y esclavos abajo. El ser humano puede cambiar, y ha cambiado considerablemente, su visión de lo que es “natural”.
- El matrimonio civil es un contrato entre dos personas tutelado por el estado. El estado no tiene poder para negar el derecho a celebrar este contrato a dos personas por el hecho de que sean del mismo sexo, en tanto se cumplan otras condiciones (el mutuo consentimiento, la mayoría de edad o estado emancipado).
- El recurso al miedo por la posibilidad de que los matrimonios entre homosexuales puedan adoptar niños no tiene fundamento (este temor nacido de la homofobia se ha discutido aquí, y no es exclusivo de los creyentes, desde luego). No existe ninguna evidencia de que las personas homosexuales sean peores padres que las heterosexuales. En todo caso, si existiera tal evidencia, sería de naturaleza estadística, no de carácter individual. (De la misma manera que la evidencia estadística de una alta proporción de pedófilos entre los sacerdotes de la Iglesia Católica no debe conducir a la discriminación por presunción de pedofilia de los sacerdotes como individuos.)
- Las sociedades humanas conocen y han experimentado una variedad de organizaciones familiares. Es alarmista e irresponsable afirmar que la sociedad va a sufrir por un cambio de la definición de la institución matrimonial, especialmente siendo que se trata de un sector minoritario, y siendo que las uniones de hecho de homosexuales, y uniones civiles con derechos parciales, existen en distintos lugares desde hace tiempo.
El argumento de la "anti-naturalidad" no resiste el menor análisis si consideramos que las conductas homosexuales se han observado en numerosas especies animales por lo tanto son perfectamente naturales: aparecen espontáneamente en la naturaleza.
ResponderEliminarTan buena era la naturaleza que nuestros ancestros se bajaron de los árboles, evolucionaron y escaparon de ella creando finalmente la civilización...
ResponderEliminarEstos cambios siempre causan alarmismo. Lo mismo pasó con el divorcio, y hoy día se acepta como lo más natural.
ResponderEliminarQue la Iglesia deje de joder a los gay, basta!
ResponderEliminarQue la Iglesia deje de joder a los gay, basta!
ResponderEliminarNo quiere joder a los gays,,lo que ocurre es que los gays no quieren llamar las cosas por su nombre y quieren cambiar el significados de las palabras a su conveniencia.se estan volviendo muy totalitarios..
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