
Bruno Bimbi, activista y blogger de la comunidad homosexual, revela que el gobierno encargó una encuesta que “indica que el 66,3% de los argentinos está a favor de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y que el 57,3% de quienes afirman profesar la religión católica apostólica romana rechaza la actitud de la Iglesia frente al tema.” Aunque el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández admitió haber pasado de la oposición a la aprobación, el gobierno en sí no ha dado muestras en ese sentido. El partido kirchnerista ha sido cuidadosamente ambiguo; el jefe del bloque de diputados, Agustín Rossi, dijo por un lado que “cada diputado actuará de acuerdo a su opinión personal”, y a continuación aclaró: “mi posición personal será la posición que adopte el bloque” (!). (Vale la pena leer todo el artículo, que da otros detalles jugosos e indignantes.)
En una nota enojadísima, titulada Consenso y pelotas, que aparece hoy en Crítica, Bimbi se despacha con razón contra quienes miran para otro lado ante el reclamo:
Si en vez de putos fuéramos ruralistas, la Marcha del Orgullo habría salido por todos los canales en vivo y en directo. Hubo más de 50 mil personas y no había un solo micro estacionado por el centro, ni revistas repartiendo velas como para el falso ingeniero, ni De Angeli con un megáfono en la ruta, ni los caciques del conurbano poniendo todo el aparato. No hablaban Néstor ni Biolcati ni el pastor Palau ni cantaba Shakira. ¿Cuán seguido se juntan 50 mil personas, de a pie, llegando solitos y solitas con sus cuerpos? De eso se trata: de un acto político de visibilidad, de poner el cuerpo. La manifestación más masiva que hay en Buenos Aires desde el conflicto del campo, para los noticieros, no existió.Bimbi sigue dando detalles de cambios de opinión a último momento de diputados que, hay que decirlo, tienen tan pocos conocimientos sobre el tema como convicciones firmes, y de cómo el gobierno de Kirchner, que se ha publicitado siempre como progresista y pro-derechos humanos, se ha mantenido en un cobarde silencio ante los ataques discriminatorios destinados a torpedear el proyecto de matrimonio homosexual.
Esperaremos hasta más tarde a ver si la cosa progresa o si, como es lamentablemente de esperarse, la pusilanimidad y la presión religiosa triunfan.