
Las críticas, advertencias y amenazas dirigidas a Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por su decisión de no apelar el fallo judicial que
permitirá el matrimonio civil entre dos hombres, comenzaron con esa fuerza y esa soltura que sólo dan el hábito de la homofobia y la presunción:
- El Arzobispado de Buenos Aires lanzó un comunicado diciendo que el fallo que permitiría el matrimonio refleja “un claro desapego a las leyes” y que es “absolutamente ilegal”. El desprecio de los obispos por las instituciones de gobierno (cuando no los favorecen) y su hipocresía llega al punto de citar tratados internacionales supuestamente opuestos al fallo (la Iglesia rechaza las partes de los tratados internacionales que hablan de derechos reproductivos y de la no discriminación a minorías sexuales.)
- La pomposamente nombrada Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina secundó (¡qué sorpresa!) al arzobispado de Buenos Aires en su pronunciamiento anti-derechos, poniendo como escudo el bienestar de la familia argentina que, de alguna extraña manera no especificada, sufriría los efectos del matrimonio homosexual.
- La Facultad de Derecho de la Universidad Católica Argentina sigue la misma línea, balbucea algo sobre la competencia de la jueza que autorizó el matrimonio, y saca a pasear el cuco del relativismo. De manera reveladora, al reporte citado en AICA se le escapa la palabra sodomitas, que proviene, como todos sabemos, del nombre de la ciudad bíblica que Dios, en un arranque de justicia, destruyó (con niños, mujeres, ancianos y todo lo demás) porque en ella había demasiados homosexuales.
- Un ciudadano privado, Jesús María Silveyra, dirigió una carta abierta a Macri recordándole la definición etimológica de la palabra matrimonio, que (según su lógica) debería entenderse como un contrato en el que una mujer se obliga a tener hijos con su esposo. Silveyra además pretende que un juez no puede tomar esa decisión sino que debería consultarse al pueblo (citando el caso de la Proposición 8 en California). (Para darse cuenta de por qué no debe ser así, imagine el lector lo que hubiera ocurrido si el fin de las leyes de segregación racial en el sur de Estados Unidos, en los años ’60, hubiera sido dejado en manos de la mayoría en referendum.)
- Un abogado denunció que la jueza Seijas, que falló a favor del matrimonio entre dos hombres, es incompetente para hacerlo. Desconozco si es así. La Corte Suprema deberá determinarlo, pero por lo pronto ya tiene dos casos particulares en espera.
- Nuestros amigos los Abogados Católicos (cuyas posturas homofóbicas ya conocemos) tronaron “¡relativismo moral!”, “¡pragmatismo hedonista!” contra Macri, acusándolo de favorecer la “desintegración de la familia” y vinculando esta tendencia a la drogadicción, el terrorismo, el aborto y la eutanasia (!). Nunca entenderemos por qué “el derecho de cada persona a elegir libremente con quien formar pareja y ser feliz” (Macri dixit) es tan peligroso, pero estaremos atentos.
Les dejo el video que grabó Macri. No es un estadista, ni mucho menos, pero por una vez decidió como debía.