Resulta sorprendente pero retorcidamente alentador que nuestra pequeña idea de transformarnos en apóstatas de la fe católica, publicada en un diario local, tuviera repercusión. Los comentarios inmediatos fueron negativos en su mayor parte, pero a esas críticas breves, desordenadas y con mala ortografía les faltaba la coherencia en el fanatismo y la amplia difusión de la propia idiotez que sólo da una carta de lector pensada y escrita a conciencia.
Quien se identifica con el documento L.E. 6.347.664 en su carta titulada "Te juro por Dios que soy ateo", publicada en la sección relevante del diario La Capital el día 5 de enero pasado, es un hombre que afirma tener "una larga trayectoria" (más de cincuenta años) en esto de tratar con ateos, o con creyentes que simulan ser o volverse ateos; esta expresión, que me intrigó por su petulancia al principio, quedó resuelta cuando averigüé (por medios no muy difíciles de imaginar) que se trata de un miembro laico de alto perfil del movimiento local de los Salesianos de Don Bosco. Los salesianos ponen un gran énfasis en la formación de los alumnos de sus colegios y de los miembros de sus movimientos juveniles. Por otras referencias incluso sé que este señor se dedicó a la docencia. Es decir que probablemente ha visto pasar por delante de él a muchos jóvenes con dudas de fe o listos para abandonar su religión; quizá haya convencido a alguno de no hacerlo, mientras que otros se le habrán escapado (cosa nada extraña si sus argumentos fueron de la clase que se leen en la carta). De ahí su virulencia y cerrazón contra el ateísmo.
Este señor da el primer paso, lamentablemente, mostrando su falta de integridad al referirse a "un grupo de jóvenes informando que se han recibido de ateos" a través de un artículo del diario, a lo que llama una "parodia mediática". Quitando el mal elaborado sarcasmo, parece creer que de pronto montamos una rebelión juvenil contra Dios y corrimos a contarlo a una periodista amiga, cuando una simple mirada a la foto revela que algunos ya no somos tan jóvenes como para esa clase de comportamiento, y la lectura del artículo (más un mínimo de reflexión y de beneficio de la duda) revela que nuestros caminos en torno a la fe, como los de todos, fueron variados. Este buen hombre falta a la caridad, virtud tan pregonada y tan poco practicada, al asumir automáticamente lo peor de todos nosotros.
Después, sin salir del mismo párrafo, dice que "cuando analiza nuestros motivos los ve tan inconsistentes y burdos que es difícil tomarlos en serio", a pesar de que los motivos de nuestro ateísmo no están explicitados. La nota es sobre la apostasía vista como una manera de quitar apoyo a una institución religiosa, no sobre el ateísmo, y explica con toda claridad: "Sólo queremos que se respete nuestro derecho a no sostener un culto que no profesamos". Por qué este señor quiere ignorar este sencillo propósito, lo ignoro.
Sigue la carta con la burrada mayor, una que con cierta frecuencia encontramos: "el ateo, en realidad, no existe como tal", dice este hombre, ya que "el ateísmo es tan sólo un deseo ferviente de negar y/o rechazar y/o desconocer la existencia de un ser superior", es decir, mentimos cuando decimos que no creemos en Dios, porque en realidad sabemos que existe y queremos vivir como si no, para que nuestras acciones queden "exentas de potenciales juicios posteriores". En primer lugar, por supuesto, es de una arrogancia mayúscula presumir que uno sabe qué piensa y siente otra persona, y negar que piense o sienta lo que afirma en voz alta. En el diván del psicoanalista o de boca de un amigo íntimo, quizá, uno puede tolerar esta clase de cosa, pero no de un desconocido con aires de superioridad.
Hago el experimento. Supongamos la siguiente proposición: "Los cristianos no existen como tales. El cristianismo es tan sólo un deseo ferviente de negarse a asumir que no existe vida más allá de la muerte, para sofocar el miedo a la disolución final." Desagradable forma de decirlo, ¿no? Yo no lo creo así; yo creo que los cristianos en general realmente creen lo que dicen creer, y sería bueno que los creyentes se dieran cuenta de que los ateos realmente no creemos en el dios en que ellos creen. No se gana nada suponiendo cosas erradas del otro.
Después viene la frase magistral, tan teatral como poco sofisticada: "En otras palabras, como no creo en Dios puedo hacer cualquier cosa." Ésta es una favorita de los creyentes, desde Dostoievski. Es tan redonda que para algunos ateos novatos parecerá cierta y existencialmente preocupante, aunque es increíblemente tonta. Si uno no cree en Dios puede hacer cualquier cosa, claro está, aunque hay muchas cosas que uno no va a querer hacer nunca, porque acarrearían sufrimiento o muerte a uno mismo o a quienes uno ama, y eso es así con dios o sin él. Y aun si uno cree en Dios (y a veces precisamente porque uno cree) uno puede hacer cosas espantosas, espeluznantes, cosas que ninguna moral razonable aprobaría. Cosas como quemar gente viva, o comandar una marcha a lo largo de toda Europa matando judíos a su paso, o apoyar dictadores de la peor calaña, o preferir que millones se contagien de SIDA antes que enseñarles a protegerse con preservativos.
Sigue la carta (y es jugosa, créanme). Dice el señor que ha visto muchos ateos "que dejaron de serlo cuando le[s] aparece un grave problema o una desgracia… o en el ocaso de su vida". Imagino (y observo por los comentarios) que muchos creyentes aprueban con una sonrisa sardónica esta expresión cabal de la bajeza humana. Si una persona deja de ser atea en esas circunstancias, ¿no era atea antes? Y si no ¿en qué ha cambiado? Este supuesto triunfo de la fe, ¿no es una demostración de que creer es un signo de debilidad, no implica que los creyentes son cobardes, que sólo creen por temor, que sólo buscan a Dios cuando les conviene? Claro que puede tener razón... Yo mismo no sé si, llegado un momento crítico de desesperación e inestabilidad emocional, no regresaré a la fe en la que fui (sin mi consentimiento) indoctrinado en la infancia. Quizá lo que no pudieron los sermones lo haga el miedo o la senilidad. ¿Tiene algo que ver esto con la verdad o falsedad de mi fe o la falta de ella? ¿Prueba algo, aparte de mi fragilidad humana?
La carta termina con un supuesto ejemplo de conversión de un ateo temeroso. No sabremos jamás la verdad con seguridad, pero se considera casi seguro que Voltaire (que no fue ateo ni "padre del ateísmo" sino apenas deísta y notorio anticatólico) no pidió un sacerdote en su lecho de muerte, ni profesó arrepentimiento ni se convirtió. Los creyentes sin integridad podrán seguir transmitiendo su versión impunemente, pero aquellos que tengan al menos un poco de educación saben que es falso, como tantas otras cosas que proclaman.
Parece terrible que con más de cinco décadas de ver pasar ateos y creyentes por delante, este buen hombre que escribe al diario no haya pensado en lo que decía, y en cuán injusto e ignorante lo muestra esta carta a quienes no lo conocemos en persona ni tenemos oportunidad de charlar con él para explicarnos (si es que quiere oírnos). Ojalá alguien le señale esta modesta comunicación y lo haga pensar.
PD: Acabo de enviar una carta de lectores a La Capital, siguiendo el ejemplo de DrGEN que mandó la suya. Fue difícil decir lo que quería decir en menos de 200 palabras pero lo logré...
Muy buena tu respuesta, obviamente se extiende más allá de lo burda ironía de este señor.
ResponderEliminarMe doy cuenta de que es muy dificil para los creyentes aceptar el ateismo aunque no les cuesta nada aceptar que existan otras religiones, a lo mejor porque sus respectivos fieles son potenciales conversos.
Concuerdo en todo Pablo.
ResponderEliminarLa ignorancia demostrada por este tipo es incompatible con los pergaminos que acarrea, lo más probable que se trate de un acto de mala fe.
Me causó mucha gracias cuando el "ignorante" habló de Voltaire como "creador de la escuela" del ateísmo. Esto pinta de cuerpo entero el total desconocimiento de qué es el ateísmo.
Saludos!
Y no mandaste este texto al diario como carta de lector?
ResponderEliminarMandé un link. El espacio que te dan para las cartas de lectores es pequeñísimo. Igualmente me voy a sentar con tiempo a resumirlo y lo mandaré. Me cuesta porque soy verborrágico. :(
ResponderEliminarDrGEN escribió un texto más corto y lo mandó al diario, a ver si sale, además de postearlo en su blog. (Me había olvidado de decirlo.)
Respuesta resumida, enviada recién recién al diario (si publican la mía y la de DrGEN van a ser dos ateos escribiendo en el diario, qué horror!!!)
ResponderEliminarRespondo a quien se identifica como L.E. 6.347.664 en su carta titulada "Te juro por Dios que soy ateo" del 5 de enero. A pesar de una "larga trayectoria", resulta evidente que no ha tratado a muchos ateos, o ha ignorado lo que pudieron decirle.
Los ateos no somos un grupo cerrado ni uniforme. Nuestras experiencias de vida son muy variadas y nadie más que nosotros puede decir qué pensamos. El autor de la carta citada nos falta el respeto cuando implica que mentimos, nos autoengañamos o somos sólo rebeldes. La mayoría simplemente no vemos sentido al concepto "Dios" y sólo queremos que nos dejen tranquilos, y no ser contados dentro de esa Iglesia a la cual nos inscribieron. Lo hacemos público para que otros sepan que puede hacerse.
Este hombre también descalifica nuestros motivos, que no conoce, y se burla diciendo que los ateos dejan de serlo en momentos difíciles o cuando están al fin de su vida. ¿Le parece un triunfo para la fe? Esto implicaría que mucha gente cree en Dios por miedo al dolor o a la muerte.
¡Señor, charle con ateos antes de escribir tan confiadamente sobre ellos! De lo contrario queda Ud. como cerrado e ignorante.
Gracias por hacer este trabajo que yo también haría pero me cuesta ponerme!! =P
ResponderEliminarTienes razòn.pero por ejemplo yo soy muy religioso,y sè que es inmoral y antiètico forzar la voluntad de una persona.A mì no me gustarìa que un Testigo de Jehovà me estè tumbando la puerta un domìngo a las 7 a.m de la mañana!,y sè que a ningùn creyente de otra religiòn le gustarìa esto.Por lo tanto creo en la Tolerancia y respeto a mis semejantes.
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