miércoles, 2 de diciembre de 2009

Que no se hable de salud reproductiva (A156)

Uno de esos movimientos católicos cuya función es enseñar a los jóvenes a repetir felizmente los prejuicios transmitidos por el Vaticano le está pidiendo a los diputados de la Nación que retire toda referencia a los temas de salud reproductiva de la ley de salud escolar “porque se trata de un tema que atañe a los padres de familia según sus principios éticos y morales”.

El grupúsculo en cuestión es el “Servicio a la Vida” de FUNDAR, movimiento que actúa en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su definición de sí mismos es algo confusa para el no iniciado, porque casi toda está escrita en términos de entidades ficticias, pero de entre toda esa palabrería inútil sobresale que su misión es “evangelizar la cultura”, lo cual parece consistir en oponerse a todo lo que la Iglesia Católica declare inmoral o indeseable, y forzar su eliminación por ley. (Los valores evangélicos no juzgar a los demás y aceptar la división entre Estado e Iglesia nunca figuran en las misiones de esta clase de movimientos, por no hablar del de vivir en la pobreza y otros aun menos convenientes.)

¿Tienen razón? No he podido encontrar el proyecto de ley en cuestión, por lo cual es difícil saber qué es lo que se está debatiendo. Es verdad que “las cuestiones vinculadas con la planificación familiar atañen a los padres de manera indelegable de acuerdo a principios éticos y morales”, pero esto se refiere claramente a la cantidad de hijos y al espaciado entre los embarazos, cuestiones que (por el momento) estamos de acuerdo en que deben corresponder exclusivamente a los padres (y digo por el momento porque, si el mundo continúa llenándose como hasta ahora, quizá nos veamos forzados a instituir medidas coercitivas similares a las que ha adoptado China para detener su crecimiento demográfico).

Pero los niños ya nacidos no son propiedad de los padres, y el estado debe encargarse de su salud reproductiva y de su educación sobre el tema. En general, las leyes que tienen que ver con estos temas siempre siguen el mismo trámite: son descalificadas por la Iglesia antes incluso de empezar el trámite, los proyectos se cajonean durante uno, dos o tres períodos legislativos, se ejercen presiones sobre los legisladores, se alimenta la desinformación, y así hasta que la ley eventualmente sale, castrada a medias por concesiones y compromisos, generalmente absolviendo a los cultos religiosos de cumplir con ella, sea en lo que se refiere a la provisión de servicios de salud reproductiva (en el caso de sanatorios o clínicas privadas) o a contenidos sobre educación sexual (en el caso de instituciones educativas confesionales).

La Iglesia Católica mantiene como línea oficial que ellos sí quieren educación sexual y salud reproductiva, pero dentro de un marco más amplio que atiende a la “espiritualidad” de la persona. A la pseudo-educación la llaman “educación para el amor”, y de la pseudo-salud sólo recalcan que “no se reduce a la genitalidad”. En realidad, lo único que hacen es indoctrinar (transformando asuntos de salud y bienestar personal en asuntos de índole moral) y difundir falsedades, como la supuesta ineficacia de los preservativos en la prevención del SIDA o la supuesta eficacia de la abstinencia sexual o de los “métodos naturales” de control de la natalidad.

Los reclamos en favor de la primacía de los padres son ridículos; los padres no pueden educar a sus hijos, porque (salvo excepciones) ellos mismos no fueron educados, ni saben cómo hacer para explicar estos temas a sus hijos, y las convicciones éticas y morales no son sustituto para el conocimiento científico. ¿Puede este conocimiento objetivo de las cosas ser transmitido sin una ideología subyacente? Es debatible. Pero esa posibilidad no es excusa para suprimirlos.

3 comentarios:

  1. Ayer leí la nota de ACI prensa y le dejé un mensaje respetuoso con la idea de que lo publiquen. Aún nada.

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  2. La perorata es igual en todos lados cuando de salud reproductiva se trata. En Guatemala resulta la misma opinión intransigente de la Iglesia como si efectivamente los padres cumplieran con la obligación de educar a sus hijos respecto de la sexualidad de forma objetiva y real, sin tapujos o prejuicios.

    Finalmente la Iglesia pretende que no se toque el tema aunque eso contribuya a mantener a la población sumida en la ignorancia.

    Saludos

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  3. Acá hemos avanzado en algo al respecto, pero cada cierto tiempo la basura conservadora saca sus garras.

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