lunes, 28 de abril de 2008

Alerta especial: El Síndrome de Down es una bendición

La gobernadora de Alaska (Estados Unidos) da gracias a Dios por el privilegio de haberle dado un hijo con Síndrome de Down, según cuenta ACI Prensa. Es el quinto niño de la gobernadora Sarah Palin y, a pesar de que supo desde bien temprano en su embarazo que el niño nacería con Síndrome de Down, no quiso abortar porque cree que Dios la eligió "para recibir una bendición", ya que "todo bebé es creado para una buena causa".

Tuve que leer dos veces el título para cerciorarme de que no había error, y leí la nota atentamente para ver dónde podría haber una distorsión o exageración de lo dicho, pero no. Realmente esta mujer ha dicho que Dios quiso que el hijo que ella concebió padeciera una trisomía del cromosoma 21 que le causará todo tipo de discapacidades y problemas, desde el retraso mental a una esperanza de vida sustancialmente menor a la normal, pasando por una amplia variedad de trastornos del corazón, el sistema digestivo y el sistema endocrino; y no sólo eso, sino que ella está feliz por esto.

Para más datos, Sarah Palin es republicana, conservadora, y miembro vitalicia de la Asociación Nacional del Rifle. Es conocida como "feminista pro-vida" (antiabortista), y gracias a ella Alaska fue uno de los primeros estados de los Estados Unidos en prohibir constitucionalmente el matrimonio homosexual, lo que en cristiano se traduce como "defensa del matrimonio y la familia" (cuya lógica parece ser que, si los gays pudieran casarse, millones de hombres de pronto se volverían gays, abandonarían a sus mujeres y correrían a casarse con otros hombres).

Sarah Palin quiere presentarse como una persona piadosa y una madre ejemplar, moralmente superior a las que, por cualquier motivo, deciden terminar con un embarazo cuyo producto será un niño deforme, retrasado mental, perpetuamente enfermo, o simplemente inviable.

Palin tiene cinco hijos y tiene todo el derecho a procrear una docena más, si le cabe, aunque a los 44 años ya debía saber perfectamente que era muy alta la probabilidad de que su próximo vástago tuviera síndrome de Down o alguna otra enfermedad genética. Estoy seguro de que el niño recibirá todos los cuidados que necesite, aunque sabemos que los autoproclamados "pro-vida" suelen ocuparse más de la vida cuando está en el útero que cuando ya ha salido de él. Lamentablemente, el "ejemplo" de Palin sirve para negarle el derecho a elegir a otras mujeres que, no contando con un sueldo de gobernadora de estado para pagar la atención de un niño con retraso mental, o bien incapaces de realizar las bizarras contorsiones mentales necesarias para creer que la enfermedad es una bendición, desean evitarse el problema y posiblemente reservar sus fuerzas para criar a sus otros niños.

Ya una vez comenté sobre la tenebrosa idea cristiana de que el sufrimiento y la muerte son meritorias y deseables, que el martirio (padecer y morir por la fe) es un buen fin. Esta otra idea es una variante que encierra una defensa de lo indefendible. Si Dios nos ama, ¿por qué permite que un inocente nazca con un defecto genético que lo condenará a una vida plagada de problemas de salud? La fe no puede sobrevivir sin responder a esta pregunta, y la respuesta es suponer de antemano que todo está bien. El niño es un mártir desde su mismo nacimiento; sus padres son mártires a través de él. Su sufrimiento es su bendición, una prueba que Dios plantea para nuestro bien. La enfermedad nos da la oportunidad de vencer la adversidad; ya sabemos que la fe prospera en la miseria pero muere en la felicidad.

A veces el resultado de este autoengaño es cómico; otras veces, como ahora, es asqueroso. Un niño enfermo no deja de ser un hijo amado y una persona con la capacidad de amar, pero una madre que se regocija en la enfermedad y la justifica de esta forma para que su fe no se quiebre está olvidando al hijo y poniendo sus creencias, su religión, sus muletas psicológicas, por delante de una persona humana.