martes, 11 de agosto de 2009

El Exorcista IV: La Jubilación (A130)


Foto: Diario La Nación / F. Massobrio
En estos días, Carlos Mancuso, sacerdote católico de la ciudad de La Plata y autoproclamado exorcista, se retira voluntariamente del ejercicio de echar demonios luego de más de 33 años, y en el diario La Capital de Mar del Plata aparece una nota increíblemente mal escrita al respecto.

Locos y fanáticos hay por todas partes, pero la Iglesia Católica favorece más a los segundos que a los primeros, seguramente porque los locos dan una mala imagen y tienden además a ser desobedientes a la autoridad, mientras que los fanáticos, en cambio, pueden adherir a la locura de sus superiores. Y quién podrá ser el superior eclesiástico de Mancuso sino nuestro viejo conocido, el arzobispo Héctor Aguer, que tiene en su Colegio de Consultores al cura y le dio permiso para seguir tratando con Belcebú a su manera...

Carlos Mancuso nunca estudió para ser exorcista ("No hay que aprender en ninguna parte. Es como los bautismos."). Simplemente encontró, cuando hizo falta, que le servían para el asunto sus incursiones pre-sacerdotales en "temas esotéricos, lo que es el espiritismo, lo que es la masonería, esas sectas que son secretas y que la gente no conoce", vale decir, esa tierra de nadie intelectual que se extiende entre lo real poblado por pobres idiotas y lo completamente imaginario fruto de la paranoia y las teorías conspirativas. Tampoco estudió psiquiatría, pero dice tener un "sexto sentido" para darse cuenta de cuándo debe mandar a alguien al médico y cuándo es cosa del Maligno.

De Mancuso se dice que curó a un niño con fibrosis quística, aunque, se apresura a aclarar, eso fue un milagro y Dios no va a ir curando a todos porque sí. En sus encuentros con jóvenes se hablaba mucho de la mortificación. Es que, según explica, Dios deja hacer al demonio y que el sufrimiento continúe porque "cuando la gente soporta las tentaciones y desdichas que vienen del Maligno, alcanza mayor grado de santidad".

El notero del diario marplatense (llamarlo periodista sería un abuso de la palabra) no hace ningún intento por cuestionar las extrañísimas, a veces repugnantes, otras vagamente incoherentes, declaraciones del cura. No plantea preguntas espinosas o incómodas y no consulta a nadie más para contrastarlas; si lo dice un sacerdote tan querido por su comunidad, pensará, está bien. Si hubiera navegado un poco por internet, hubiera descubierto algunas desagradables cosas sobre el tenebroso mundo en el que ha vivido Mancuso desde hace décadas: el mundo de un hombre obsesionado con lo oculto, con lo preternatural, con la presencia de Satanás, con el marxismo y el comunismo, con las tentaciones del sexo, con las sectas. Al cura le preocupa que la gente busque magia fuera de la Iglesia: "Una familia bien constituida que va a misa todos los domingos, que recibe los santos sacramentos no se va a sentir tentada de ir a consultar al curandero, ni al tarot, ni al espiritismo, ésa está a salvo."

Hace menos de un mes, el diario La Nación le hizo una nota a Mancuso, "el exorcista de la calle 6". El cronista, un "agnóstico culposo" según sus propias palabras, no fue mucho más crítico. Luego de advertir "me gustan las historias de exorcistas como me gustan los cuentos de fantasmas y de vampiros", con la típica, amable falta de compromiso de los que no se animan a reírse de la estupidez, concede que "el cielo y la tierra están llenos de asuntos que no comprendemos". Y le da paso a una serie de historias que sólo un buen guión cinematográfico y una credulidad a toda prueba podrían acercar a la realidad.

En Crítica hay una nota más larga y más interesante, con opiniones múltiples sobre el tema, sobre la práctica del exorcismo en el siglo XXI, donde se consulta a Mancuso pero también a un psiquiatra. Éste último habla claramente de lo que significa recurrir a un exorcista o a un curandero: “Es una tendencia al pensamiento mágico, la mejor manera de no resolver un problema para que lo haga otro a través de algún poder”. Señala que el paciente debe asumir responsabilidad por su vida, en vez de suponerse en manos de Dios o el Diablo.

Como parece que está de moda esto de la internet, Mancuso tiene un grupo en Facebook: Padre Carlos Alberto MANCUSO, Exorcista de La Plata. El creador y administrador del grupo es la Arquidiócesis de La Plata, la misma que mantiene la página del arzobispo Aguer.

[Me enteré de esta noticia a través de la difusión del Congreso Nacional de Ateísmo vía Facebook.]