viernes, 30 de diciembre de 2011

Sagrada Familia

Hoy es la fiesta católica de la Sagrada Familia, es decir, Jesús, María y José: la familia que debe servir de modelo a los devotos. Como obispos, sacerdotes y vendedores de similar especie se la pasan hablando de “defender la familia” (ante los ataques de todo tipo de villanos, desde lesbianas abortistas hasta malos ejemplos de la televisión), pensé que sería un buen ejercicio de crítica considerar qué clase de familia es ésta, la más sagrada de todas.


Comencemos por Jesús. De más está decir que la llamada a imitarlo pide lo imposible. Como Jesús es Dios, ningún ser humano puede llegar a su nivel. Todos nacemos pecadores, sucios de la mancha original incluso antes de haber emergido del útero materno. Pero podemos seguir a Jesús como modelo si consideramos su actitud hacia sus padres. El pequeño Jesús no tenía mucho que decirle a su padre (o más bien padrastro); en las Escrituras no hay indicios de una relación filial. Con su madre, Jesús nunca fue amable: cuando se dignaba hablarle, era para darle instrucciones (era una mujer, a fin de cuentas) o para aclararle que sus relaciones familiares eran menos importantes que su misión. (Su advertencia de que no había venido a traer paz sino a poner a los hijos contra los padres tampoco es, a mi entender, un buen indicio de lo que pensaba Jesús sobre la familia.)

Continuando por María, he aquí el espejo en el que todas las mujeres deben mirarse: una mujer joven, entregada sin su consentimiento (como era costumbre entre los pueblos atrasados de ayer y hoy) a un hombre mucho mayor que ella, virgen, que se encuentra embarazada de pronto y ante el anuncio de que se trata del hijo de Dios y que deberá tenerlo a pesar de que le causará un gran dolor, se proclama felizmente esclava y súbdita del tirano celestial, y mágicamente conserva su sacrosanto himen intacto luego de que Jesús nace y hasta su muerte. (Si bien la Biblia habla repetidas veces de los hermanos de Jesús, la Iglesia Católica descuenta esas obvias menciones como casos en que la palabra hermano no quiere decir hermano.)

Y finalmente José, el padrastro, que no sólo debe afrontar el hecho de que su joven novia virgen está embarazada sino que su hijo es Dios. Tan eclipsado queda que las Escrituras ni lo mencionan luego de los episodios de la juventud de Jesús, y la tradición quiere que haya muerto en algún momento sin haber podido ni deseado tocar a su esposa. José es alabado como santo en la Iglesia porque aceptó a un hijo ilegítimo y porque se mantuvo, según la tradición, totalmente casto.

Una familia donde el hijo único vive para una causa superior (el sacerdocio y el martirio parecen una buena aproximación) y donde el padre y la madre jamás tienen sexo: ése es el edificante ejemplo que nos ofrece la Iglesia. Claro está que lo del sexo es negociable, siempre y cuando se practique sin la menor intención de gozar; alguien tiene que gestar y parir a las futuras ovejas y a los futuros pastores…

domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz Newtondad

Como todos sabemos, hoy es el aniversario del nacimiento de una persona muy especial, cuya obra dividió la historia en dos. Me refiero, naturalmente, a Isaac Newton (1642–1727).


En la época en que nació Newton, Inglaterra seguía utilizando el calendario juliano; en el gregoriano, vigente en toda la Europa católica, el día de la Navidad inglesa de 1642 en que el pequeño Isaac llegó al mundo, prematuro y ya huérfano de padre, era ya el 4 de enero del año siguiente. No es fácil resumir su producción científica. Lo conocemos sobre todo por su postulación de la teoría de la gravitación universal, pero a él le debemos también la generalización del teorema del binomio, el cálculo infinitesimal (descubierto independientemente por Leibniz), las leyes del movimiento y mucho de lo que hoy sabemos de óptica y teoría del color.

Los defensores de la religión suelen utilizar a Newton como ejemplo de que un creyente devoto puede ser también un gran científico (y por implicación, que la ciencia y la religión no se oponen sino que se complementan, o incluso que la fe religiosa es una inspiración necesaria para los grandes hallazgos científicos). Newton era de hecho un creyente bastante problemático. Practicaba la alquimia (que estaba prohibida) y se interesó en el ocultismo y las doctrinas herméticas. Se dice, y quizá sea cierto, que no hubiera concebido la fuerza de gravedad si no hubiese sido “preparado” para ella por los conceptos ocultistas de acción a distancia. Newton declaró famosamente —cuando lo acusaron precisamente de inventar una extraña fuerza sin medio de transmisión— que él no pretendía tener ninguna hipótesis (hypotheses non fingo) sobre el mecanismo de la gravedad, ya que no había podido observarlo y tales cosas eran suposiciones que no tenían lugar en su filosofía experimental. En otros trabajos especuló sobre la existencia de un éter que fuera ese medio de transmisión, pero nunca los publicó.

Decir que Newton era cristiano es casi una obviedad dada su época; si una palabra lo describe más fielmente es “hereje”. Escribió y estudió sobre las profecías bíblicas y buscó mensajes ocultos en las Escrituras, pero no creía en la Trinidad y consideraba idolatría adorar a Jesucristo como a Dios. Tuvo que ocultar esta fe heterodoxa para poder progresar en su carrera científica, ya que en el Trinity College de Cambridge, donde estudió y luego enseñó, los fellows debían por reglamento ordenarse sacerdotes anglicanos. Newton postergó todo lo posible su ordenación y finalmente consiguió que el rey lo eximiera de la misma. Sus teorías científicas no incluyen la intervención divina. Creía que el mundo era racional como fruto de un diseño divino, pero no perfecto sino inestable, necesitado de Dios para corregirlo periódicamente. Su rival Leibniz se burlaba de esto diciendo: “Dios Todopoderoso desea darle cuerda a su reloj de tanto en tanto: de otra manera dejaría de funcionar. Parece que no ha sido suficientemente previsor para hacerlo un móvil perpetuo.” (En vista de lo que hoy sabemos, Newton tenía razón, aunque por razones equivocadas.)

En esta fecha, en que buena parte de la humanidad dice celebrar el nacimiento (mal datado) de una figura sobrenatural mitológica y sólo logra gastar dinero en regalos obligatorios, comer demasiado sin necesidad y emborracharse sin diversión frente a sus parientes, no está de más alguna vez recordar la vida de personas reales y relevantes. ¡Feliz Newtondad!

viernes, 23 de diciembre de 2011

Una canción navideña de Tim Minchin

El compositor-comediante británico Tim Minchin, conocido por sus canciones ateas y escépticas, fue invitado a componer un tema para la Navidad por la producción del Jonathan Ross Show en ITV. Un poco enfermo y con el apuro que caracteriza esta época del año, Tim se las arregló para escribir una cancioncita que tituló Woody Allen Jesus y la interpretó en el estudio.


El video que han podido ver ustedes es del archivo, ya que la canción nunca fue emitida al aire. El director del canal, Peter Fincham, obligó a Jonathan Ross a suprimir ese segmento, según Tim,
porque le tiene miedo a la prensa despotricadora y revuelvemierda de la derecha y a la pequeña minoría de británicos que creen que tienen derecho a ir por la vida protegidos de cualquier cosa que los confronte.
Tim continúa explicando que escribió una larga diatriba sobre el significado de la comedia y de los riesgos que hay que correr y después la tiró a la basura porque era demasiado seria y no valía la pena. Era una tontería.
Estamos en 2011. La reacción apropiada ante personas que creen que Jesús es un ser sobrenatural es una leve incomodidad, un suspiro tolerante y una paciente educación. Y enojo, cuando se ponen intolerantes. Oh, y la sátira. Siempre queda la sátira.
Como el segmento estaba grabado y él ya lo tenía y el material era suyo, lo posteó en internet y escribió contando lo que había ocurrido. Y la BBC levantó la noticia y el video, que ahora pueden ver (y de hecho están viendo) millones de personas en todo el planeta. La embarazosa censura de ITV salió en The Telegraph, que luego de explicar que se eliminó la canción porque “podría ofender a los cristianos” procedió a transcribir varias estrofas, además de embeber el video, en formato grande. ¡Ah, el poder del efecto Streisand! Qué bueno que los censores nunca lo entiendan, así podemos seguir riéndonos de ellos.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Christopher Hitchens (1949–2011)

Es difícil sentarse a escribir el obituario de Christopher Hitchens. Algo tiene que ver el hecho de que han pasado cuatro días y el mundo ya ha leído cientos de versiones de ese obituario, destacando sus luces y sombras y citando profusamente sus mejores y sus peores palabras, que fueron su vida (“Si no pudiera [escribir], lo sé por adelantado, mi deseo de vivir se vería terriblemente disminuido”, escribió en su último artículo para Vanity Fair) y que son lo único que de él nos quedará. Pero para mí cuenta mucho también el hecho de que no he leído a Hitchens, ni a sus múltiples referencias literarias, con la asiduidad que siento que merece y que él mismo se hubiera exigido. De manera que tendré que conformarme con una crónica de mi experiencia de Hitchens, que no termina con su muerte, el pasado jueves 15, sino que seguirá en tanto sus obras existan.


No recuerdo de qué manera llegué a Hitchens, pero podría arriesgarme a imaginar que fue a través de aquella memorable conversación entre él, Richard Dawkins, Daniel Dennett y Sam Harris, los “Cuatro Jinetes” del Nuevo Ateísmo. Hitchens está sentado a la izquierda según lo ve la cámara, con un cigarrillo en la mano que cuelga a un lado de la silla y un vaso de whisky frente a él. Su inglés profundo pero rápido y cortante, es el más difícil de entender de los cuatro; contrasta con el moderado perfil y la figura paternal de Dennett, el tono didáctico de Dawkins, la juventud y el pausado discurso de Harris.

De allí pasé, probablemente, al libro que en el mundo hispanohablante se conoció, por funesta decisión editorial, como Dios no es bueno, pero que yo siempre he citado con su título original god Is Not Great (el nombre de la divinidad está siempre, estudiosamente, en minúscula) y que pude sostener en mis manos, en el idioma en que fue escrito, hace bastante poco. gING tiene la cualidad, que comparten muy pocos libros, de poder ser abierto en cualquier momento, en cualquier página, y leído brevemente sin dejar de encontrar jamás, al cabo unos pocos párrafos, una sentencia memorable o una genialidad o al menos un hecho sorprendente o un hecho común re-expresado de forma admirable como ilustración de algo más profundo.
Tal vez estos portentosos eruditos [Agustín, Tomás de Aquino, Maimónides, Newman] hayan escrito muchas cosas depravadas o absurdas o hayan sido irrisoriamente ignorantes […]; y ésta es la sencilla razón por la que no hay más como ellos hoy día, y por la que no habrá más como ellos el día de mañana. La religión dijo sus últimas palabras inteligibles, nobles o inspiradoras hace mucho tiempo; a partir de ese momento, se convirtió en un humanismo admirable pero nebuloso […]. [L]as devociones de hoy día son únicamente ecos y repeticiones del ayer, a veces amplificadas hasta el grito para mantener alejada la terrible vacuidad.
Hitchens estaba recorriendo Estados Unidos a principios de 2010, presentando Hitch-22, sus memorias, cuando su cuerpo habituado a los excesos comenzó a darle signos de lo que sobrevendría menos de dos años después. Tengo conmigo la edición revisada de Hitch-22, con su epígrafe postdatado en el que Hitchens reflexiona:
Cuando por primera vez me surgió la idea de escribir unas memorias, tuve las acostumbradas reservas sobre cómo podría ser quizá “demasiado pronto” para esa gran concepción. Nada quiebra más rápidamente esta combinación de falsa modestia y de reticencia natural que el brusco descubrimiento de que el proyecto podría, en cualquier momento, verse imposibilitado fuera de toda cuestión por haber sido encarado demasiado “tarde”.
Podemos dar gracias, supongo, a la natural necesidad de Hitchens de volcar sus pensamientos en palabras por contar hoy con ese relato de sus días. Hitch-22 salió editado en español a mediados de año, y no tengo intenciones de resumirlo aquí. Como obra autobiográfica, es menos rigurosa y argumentativa que God Is Not Great, aunque el tema de la religión, por supuesto, no está ausente.


Para Hitchens el ateísmo militante era parte de una lucha mucho más grande contra toda tendencia totalitaria. Es ya famosa su imagen de Dios omnipotente, conocedor y juez de todos los pensamientos humanos, como una “Corea del Norte celestial” (y al contrario de muchos otros, Hitchens podía contar que él había estado en Corea del Norte, como antes en el Kurdistán asolado por Saddam Hussein, antes en la Argentina de los primeros años de la dictadura de Videla, y antes aún en la Checoslovaquia inmediatamente posterior a la Primavera de Praga). A esta vívida imagen, los debatientes y retóricos del movimiento ateo le podemos sumar una infinidad de otras, como aquella devastadora “Lo que se afirma sin evidencia puede rechazarse sin evidencia” y la advertencia sobre las religiones moderadas de hoy:
Muchas religiones se aproximan a nosotros hoy día con una sonrisita obsequiosa y la mano tendida, como un comerciante lisonjero en un bazar. Ofrecen consuelo, solidaridad y apoyo, ya que tienen que competir en un mercado. Pero tenemos derecho a recordar la brutalidad con que se comportaban cuando eran fuertes y hacían una oferta que la gente no podía rechazar.
El mundo pierde a un gran polemista, a un gran periodista y escritor. No lo veremos más en acalorados debates. Como sociedad global asediada por totalitarismos seculares y religiosos, por personas grandes y pequeñas que prefieren la seguridad de la sumisión antes que la incertidumbre de la libertad, por promotores de supersticiones debilitantes y por hipócritas que llaman falsamente “moderación” a la cobardía o a la corrección política, necesitamos a Christopher Hitchens. Nadie en la Tierra es irreemplazable, pero el terrible hueco que la desaparición de Hitch ha dejado no va a llenarse pronto, ni fácilmente.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Hitchens, Dawkins y la estridencia

(Preparé este artículo hace un par de días para publicarse hoy. La conversación de Christopher Hitchens con Richard Dawkins para la revista New Statesman, que aquí comento, resultó ser la última entrevista. Hitchens murió ayer, 15 de diciembre, en Texas, a causa de una neumonía, a la edad de 62 años. Lo que sigue quedará tal cual como lo escribí originalmente.)

Pensaba escribir sobre esto y De Avanzada se me adelantó, pero escribiré de todas formas, porque quisiera agregar una reflexión personal. Se trata de una conversación o entrevista entre Richard Dawkins y Christopher Hitchens: ambos famosos como ateos militantes, provenientes de campos distintos de experiencia y con visiones a veces opuestas, pero siempre interesantes.

Dawkins y Hitchens. Foto: Michael Stravato, para New Statesman.
Dawkins es el editor invitado del especial de Navidad de la revista New Statesman, una publicación británica de izquierda, en la que Hitchens escribió durante un tiempo. Hitchens está físicamente muy débil luego de un largo tratamiento contra el cáncer de esófago (cuyo pronóstico es definitivamente malo en el corto plazo) pero perfectamente lúcido y sólo atemorizado, según dice, por la posibilidad de que su enfermedad le quite la capacidad de escribir. New Statesman ha ofrecido breves extractos de la conversación; hay que comprar la revista para leer el resto, pero lo poco que se puede ver es ya delicioso. Hoy quisiera comentar la primera parte, en la que Hitchens aconseja a Dawkins no callarse lo que desea decir:
Dawkins: Una de las cosas que más me irritan de la religión es la manera en que se etiqueta a los niños como “un niño católico” o “un niño musulmán”. Me he puesto un poco pesado con ese tema. (Dawkins de hecho repite esta queja con frecuencia, explicando que un niño no tiene madurez para profesar una religión o ideología. Debería decir “un hijo de padres católicos” o “una niña con padres musulmanes”, por ejemplo.)
Hitchens: Nunca debes temerle a esa acusación, ni tampoco a la estridencia. (La palabra inglesa strident, “estridente, de sonido duro o discordante”, es una de las más aplicadas a Dawkins por sus críticos.) 
La fuerza de la artillería retórica de Hitchens es ya conocida y justamente temida por sus oponentes en debate. Dawkins es de hecho mucho más moderado que Hitchens y la acusación de estridencia es casi siempre falsa. Como el mismo Dawkins ha señalado, mucho peores cosas que las que él dice sobre la religión se escriben todos los días en críticas literarias, de películas o de locales gastronómicos, sin que nadie haga un escándalo por ello. Sólo la religión queda socialmente exenta de críticas, debiendo ser protegida como si la fe de los creyentes fuera una frágil figura de porcelana que pudiera quebrarse al menor golpe.

La primera observación de Dawkins es también muy pertinente. Los creyentes que no reaccionan a la crítica con furiosa indignación, exigiendo “respeto” a sus creencias (pero nunca explicando por qué lo merecen), pueden en cambio recurrir a una postura de fingida superación. Qué aburrido que es Dawkins, qué poco originales estos “nuevos ateos”, al venir contra la religión siempre con los mismos argumentos, algunos de corrección política, otros propios del positivismo del siglo XIX. La religión es más compleja que los crudos reclamos de evidencia empírica de la ciencia; la teología moderna es sofisticada y ya no discute sobre Dios como si fuera un señor con barba sentado en una nube. Y así en esa misma vena.

Ante esto Hitchens le recomienda certeramente a Dawkins: no temas, Richard, que te acusen de ser aburrido o de repetirte. Hay cosas que no pueden negociarse. Quien ha estudiado biología sabe que las especies evolucionan y no puede tolerar que otros engañen a sus hijos en la escuela enseñándoles que Dios nos creó hace unos pocos miles de años. Quien sabe de historia sabe que el Holocausto ocurrió y no puede tolerar que se propale la mentira negacionista. Los que creemos en la libertad de expresión como derecho sabemos que constantemente está amenazada y que se debe luchar por ella todos los días, porque ningún derecho conquistado se mantiene solo. Hay hechos ciertos y causas que son moralmente correctas y nadie debería cansarse de defenderlas.

Si los argumentos contra la religión son viejos o repetidos, ocurre simplemente que los contraargumentos, falacias y sofismas a los que nos enfrentamos son también viejos y repetidos. ¿En qué ha cambiado el cristianismo en los últimos cien años? Muy poco y siempre obligado por la presión externa. El cristianismo sigue igualando sexo y género y asignando a cada sexo un rol fijo, tocándole a la mujer un lugar inferior y de obediencia. Sigue despreciando el placer y ensalzando el sufrimiento y el sacrificio. Sigue pidiendo a los fieles que respeten la autoridad y no cuestionen la tradición. Sigue promoviendo la incultura por sobre la intelectualidad, el oscurantismo y los fetiches de la “fe popular” por sobre la exploración madura de la espiritualidad. Christopher Hitchens lo sabe bien y por eso no teme repetirse. Algo me dice que no va a dejar de gritar su verdad hasta el último minuto en que pueda hacerlo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sacerdotes felices


En septiembre salió publicado en Forbes un estudio de la National Opinion Research Center (NORC, Centro Nacional de Investigación de Opinión) de la Universidad de Chicago —luego republicado en medios a nivel mundial— que entre otras cosas comparaba el nivel de satisfacción promedio de personas con distintos empleos, y encontraba que los sacerdotes o párrocos son los más felices (seguidos por bomberos y fisioterapeutas).

Es innecesario decir que los propagandistas religiosos se sintieron muy felices con este hallazgo. La interpretación del estudio sugiere que los trabajos en los que la gente se siente mejor son aquellos que se perciben como más útiles y en los que se puede ayudar a los demás. Si los sacerdotes son felices, debe ser porque saben que están dándole a los demás lo mejor que pueden darle a un ser humano, vale decir, el conocimiento de Dios. Su satisfacción sería entonces una recompensa.

(Supongo que si el estudio hubiera dado un resultado totalmente opuesto, los mismos propagandistas hubieran “explicado” que los sacerdotes son los más infelices porque su trabajo es una importancia gravísima y la responsabilidad de predicar a un mundo egoísta, pecaminoso, alejado de Dios, los agobia, aunque este sufrimiento terrenal desde luego les será devuelto al ciento por uno en beatitud en el cielo.)

En una nota publicada en el diario Cambio, de Salto (Uruguay), el obispo Pablo Galimberti aprovecha el hallazgo del estudio para hablar del fabulado “laicismo”. Dice el obispo que un vecino le contó que en una radio argentina, el periodista de origen uruguayo Víctor Hugo Morales leyó la noticia y luego se manifestó incrédulo, basado en supuestos prejuicios contra el estado sacerdotal (esto no me consta pero es lo que el obispo dice que le contaron). Del rol del sacerdote, Galimberti pasa tan rápida como forzadamente al rol de la religión en la sociedad y de allí a la laicidad del Estado.

Les dejo que lean ustedes mismos los zigzagueantes razonamientos de Galimberti en torno a la “laicidad positiva” de Sarkozy, el papel de la religión en el arte y el estudio del hecho religioso en las escuelas. Está claro que no ha entendido nada o prefiere ignorarlo. La “laicidad positiva” es un oxímoron; un estado es laico en tanto no se involucre con la religión, es decir, ni favorezca ni entorpezca la libertad de culto. Una política estatal positiva hacia la religión no es laicidad sino pluriconfesionalidad. La laicidad no implica el anticlericalismo ni un revisionismo histórico que borre el rol de la religión en el desarrollo de la sociedad. Un estado laico no prohíbe que una iglesia pague por una obra de arte religioso.

Un estado verdaderamente laico tampoco prohíbe a un periodista expresar sus opiniones, fundamentadas o no, sobre la felicidad de los sacerdotes. En Latinoamérica es frecuente, en cambio, que un estado prohíba o censure opiniones o expresiones contrarias a la religión mayoritaria. A la cabeza de los pedidos de censura siempre están obispos y sacerdotes. Quizá una de las razones de su felicidad en el trabajo sea la amplia libertad de la que gozan para decirles a los demás, quieran o no oírlo, cómo deberían comportarse, y las facilidades que el estado les da para obligarnos a esas conductas.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Apostasía Colectiva 2011

Las iniciativas de apostasía colectiva, destinadas a promover el rechazo formal de la fe católica entre los bautizados que ya no creen (o que nunca creyeron), se han ido multiplicando desde aquella primera vez que comenzó a planearse en 2008. Para este año hay planes en varias ciudades del país. Ateos Mar del Plata lo convoca para su ciudad el viernes 16 de diciembre, de manera de encontrar abierto el Arzobispado. En La Plata, Rosario, San Juan y Chubut se está planeando para el sábado 17. También hay previstos actos en otros países de habla hispana. Llego tarde a reportar el evento para Costa Rica (que fue el 9 de diciembre). En Montevideo (Uruguay) se realizará la primera apostasía colectiva el día 19, y en Madrid el 20 de diciembre. Seguramente me faltan más.

Este año no estoy metido en el tema, así que para cualquier consulta recomiendo visitar la página de Apostasía Colectiva en Facebook, o bien la página web (www.apostasiacolectiva.org). Finalmente, les dejo un video de difusión:

viernes, 9 de diciembre de 2011

Primer Congreso de Ateísmo en Chile

El 1° Congreso de Ateísmo en Chile se celebrará este fin de semana, sábado 10 y domingo 11, en La Florida (Gran Santiago). Lo organizan Ateos Unidos de Chile (AUCH) con la colaboración de la Asociación Escéptica de Chile (AECH). A los que tengan Facebook, les recomiendo seguir su página allí.

Por si alguien se lo estaba preguntando, sí, debería haber escrito sobre esto antes para ayudar a su difusión, aunque confío en que los compañeros chilenos han podido llegar a su público. Ayer mismo salió una extensa nota —con una entrevista a Hamlet Muñoz, uno de los organizadores— en el diario La Nación.*

¿Cuál es el objetivo del Congreso de Ateísmo en Chile? Según ellos mismos lo expresan, es “abrir diálogos y cerrar mitos”. No se trata de una junta de ateos dedicada al ataque a los creyentes, sino de personas que desean, exponiéndose y expresándose, terminar con la falsa concepción (culturalmente instalada) de que los ateos, al prescindir de Dios, somos amorales o inmorales.
“Muchas personas me han preguntado, ¿por qué un Congreso Ateo?. La respuesta es fácil. Para conversar. Para abrir el diálogo en un país conservador como lo es Chile. Y producto de esa conversación desmitificar la figura del ateo. Y no sólo la del ateo. También del agnóstico, del escéptico y del que duda de la existencia de uno o más dioses.” 
Me parece una buenísima idea para el primer evento de este tipo en Chile. Les deseamos éxito y desde aquí los saludamos y acompañamos.

* En la versión original de este post escribí que esta difusión mediática era “más de lo que la mayoría de las iniciativas ateas en Argentina han logrado en su primer intento o los subsiguientes”. Me han señalado que Ateos Mar del Plata, que ha organizado tres ediciones del Congreso Nacional de Ateísmo en Argentina y puso a circular un “bus ateo”, logró ya desde la primera vez una difusión amplia de sus actividades en televisión, radio y diarios nacionales. No haber chequeado esto como acostumbro y confiar en una memoria poco fiable fue causa de este grave error, que pudo interpretarse como un menosprecio o el planteo de una competencia mediática entre activistas ateos, y que no volveré a cometer. Mil disculpas a Ateos Mar del Plata y todos los lectores.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Uruguay: el aborto y los sospechosos de siempre

El Parlamento de Uruguay tendrá ante sí, el año próximo, la tarea de votar un proyecto de despenalización del aborto, síntesis de dos proyectos presentados a principios de 2011 por una senadora y un diputado.

(Si recordamos, hace tres años se había aprobado un proyecto similar, pero el presidente Tabaré Vázquez lo vetó.) Ante la posibilidad de este terrible retroceso en el status tradicional de las mujeres como obedientes incubadoras ambulantes, la Iglesia ya ha comenzado a dar señales de incomodidad y a lanzar advertencias, como la que la semana pasada comunicaron dos miembros laicos de la Conferencia Episcopal Uruguaya a la Comisión de Salud Pública del Senado:
“Ahora le tocó el turno a Uruguay. Lamentablemente este tipo de proyectos no son una iniciativa local de algunos legisladores sino una de las estrategias internacionalmente promovidas por instituciones que pretenden engañar a los pueblos y a los legisladores, y hacerlos aprobar una cosa pensando que aprueban otra.”
El tema del conspiracionismo cristiano no me es ajeno: lo mencioné cuando en octubre de 2010 Héctor Aguer, el arzobispo de La Plata (Argentina), advirtió que “Hay una conspiración tendiente a homogeneizar el pensamiento y la conducta en el mundo entero y esto procede de los centros de poder mundial.” (En este caso se trata de católicos, pero digo “cristiano” porque muchos evangélicos tienen lo suyo.) Lo levemente curioso del caso uruguayo es que la advertencia no proviene un lunático antimodernista, ultraconservador y paranoico antimarxista como Aguer en su papel de defensor de la cultura occidental y cristiana contra la globalización compulsiva impulsada por las Naciones Unidas, sino de personas a primera vista preocupadas por una especie de colonialismo encubierto efectuado a través de un lavado de cerebro a los legisladores pagado por empresas multinacionales basadas en los países centrales. El discurso casi podría venir de una facción particularmente idiota de la izquierda (el de Aguer provendría del extremo opuesto), pero no hay tanta diferencia: donde estos lacayos de los obispos temen que el derecho al aborto logre “debilitar la propia base popular”, Aguer teme por el debilitamiento y degeneración de la Nación. En el fondo todos esos términos significan lo mismo: un pueblo cuyas mujeres pueden decidir sobre su reproducción sin intervención de los hombres y sin referencia a las tradiciones cristianas podría terminar perdiendo el respeto a sus líderes espirituales no electos y progresar. ¡El horror!

Estas ideas alucinadas e insultantes para la inteligencia no merecen más comentario, salvo el que sigue. Tan naturalizada está la presencia de la Iglesia Católica como actor supra-político que a casi nadie se le ocurre bajarla del pedestal y plantearle por qué, si la influencia de las Naciones Unidas o de los programas auspiciados por la Fundación Rockefeller es inadmisible y atenta contra los pueblos de los países en vías de desarrollo, la influencia del Vaticano (el único estado absolutista y teocrático del Primer Mundo) no puede ser considerada igualmente indeseable. A fin de cuentas, ¿qué son los obispos sino agentes de un gobierno extranjero, con políticas en muchos casos diametralmente opuestas a los derechos humanos y al bienestar general tal como lo entendemos hoy, incluso en nuestra pobre y postergada Latinoamérica?

viernes, 2 de diciembre de 2011

Podcast, ep. 17: en San Luis, libres siempre que no moleste


En esta edición del podcast de Alerta Religión: el juez Jorge Sabaíni Zapata, de la provincia de San Luis (Argentina), prohíbe la venta de una línea de ropa por ofender los sentimientos religiosos y discriminar a los católicos, demostrando así que es inepto para juzgar y que no sabe lo que es la libertad de expresión ni la discriminación.


sábado, 26 de noviembre de 2011

¡Demonios!

Me causan mucha gracia los que se toman en serio a los personajes mitológicos. Soy un fan de El Señor de los Anillos, tengo simpatías por la fantasía épica/heroica (aunque casi toda es una mala copia de El Señor de los Anillos…), debo confesar incluso haber jugado rol por esos territorios de la imaginación, pero como la mayoría de los que alguna vez nos entretuvimos discutiendo sobre las virtudes o habilidades de tal o cuál personaje, sé que todo es un gran juego. La Biblia, la ficción más vendida de la historia, tiene bastante que ofrecer en esa misma vena, aunque está mezclado con tanta porquería de escasa calidad literaria y con tantos detalles sórdidos que en verdad no me resulta. Lo único que me impulsa a leerla alguna vez es saber que hay mucha gente que cree literalmente en lo que está escrito allí, e incluso ha creado sus propias elucubraciones montadas sobre esa infraestructura: lo que entre católicos se llama, con cierta reverencia y mayúsculas, la Tradición.


Gabriele Amorth es uno de esos fanboys de la Tradición y además es un experto en los tratos con una de las figuras más populares de la misma, el Enemigo conocido variadamente como Satán o Satanás (“el acusador”), el Demonio, el Diablo (que según algunos podría significar “el calumniador”) o Lucifer (“portador de luz”), amén de otras designaciones pintorescas. La entrevista a Amorth que reproduce Zenit no tiene desperdicio. Allí el exorcista expone todos sus “conocimientos” y es escuchado con gran interés mientras explica que el Diablo triunfa precisamente porque estamos convencidos de que no existe, y habla de los peligros del yoga o de leer los libros de Harry Potter.

Amorth cree que el Diablo y sus demonios menores aliados pueden poseer los cuerpos de las personas y que él (Amorth) puede hablarles y convencerlos, a veces, o bien obligarlos, a que abandonen esos cuerpos. Que existan esta clase de ideas (posesiones, exorcismos) tiene un cierto sentido en culturas primitivas, pero Amorth no es un brujo ni un chamán sino un sacerdote católico nacido en pleno siglo XX, y más aún, se lo conoce y reconoce como el mayor “experto” en expulsar demonios. La entrevista pinta a las claras la locura (una locura con método, como decía Shakespeare por boca de Polonio) en la que vive el creyente convencido: un mundo donde todo está involucrado en una lucha entre el bien y el mal. Como en la ficción heroica que tanto nos entretiene… pero de verdad.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Podcast, ep. 16: Misoginia


En esta edición del podcast de Alerta Religión: dos episodios de misoginia y machismo — la policía religiosa saudita ahora va tapando los ojos tentadores de las mujeres por la calle, y los judíos ortodoxos de Jerusalén primero segregan y luego quieren borrar a las mujeres del espacio público.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Capitanich, en nombre de Dios

Pocas cosas hay más desagradables en un líder que asumir que sus ideas son compartidas acríticamente por todos quienes lo escuchan. Si se trata de un político electo la falta es aún peor, ya que debe saber que lo han votado una variedad de personas y que su posición no es la de un predicador ante su rebaño sino la de un administrador de la diversidad de las necesidades y anhelos humanos. Jorge Capitanich, gobernador de la provincia argentina del Chaco, no consideró prudente atenerse a estos principios de sentido común y sí, en cambio, decidió hacer explícita su incapacidad dando un discurso donde reniega de los proyectos legislativos sobre el derecho al aborto con base en su religión —es decir, en su ideología personal— pero utilizando lo que casi podría oírse como un plural mayestático: “Nosotros, como creyentes…”.


(Hay una transcripción del discurso si desean leerlo en vez de escucharlo.) Poco me importan a mí las creencias de Capitanich, y estoy seguro de que a muchos de sus votantes tampoco, al menos no hasta el punto de resultar necesario enfatizarlas en un discurso. (Es probable que si Capitanich hubiera anunciado en su campaña que es un ateo anticlerical militante hubiera sacado algunos votos menos, pero no definitorios. El gobernador no fue reelegido por sus ideas ni por méritos individuales, ni siquiera por su adhesión a la moral religiosa.) Sí debería importar la exclusión implícita de los no creyentes y el obvio conflicto de intereses entre los gobernados por Capitanich y aquellos a quienes realmente se dirigió el discurso. Porque es ingenuo pensar que Capitanich necesita asegurar a los ciudadanos que no va a apoyar el aborto. Chaco no define el debate nacional; los diputados y senadores que responden a Capitanich son pocos; el debate apenas empezó y ya se interrumpió. El mensaje de Capitanich está dirigido más bien a sus jefes de la Iglesia Católica y a los referentes religiosos antiderechos en general, no al pueblo de Chaco, al cual poco le pueden interesar las disquisiciones metafísicas del gobernador habiendo tantos problemas más urgentes que resolver.

No es la primera vez que Capitanich pone su catolicismo recalcitrante y genuflexo por delante de sus deberes como funcionario. Hizo lo mismo en noviembre de 2009, apenas comenzado el debate por el matrimonio igualitario, aunque aquella vez tuvo aunque sea el recato de esperar a que una movilización “espontánea” de ciudadanos le entregara un petitorio “en defensa de la familia” (es decir, anti-gay). Esto ya es historia antigua, igual que los rumores que por un tiempo corrieron sobre la supuesta candidatura a vicepresidente de este felpudo episcopal, que afortunadamente no llegó a concretarse.

En Página/12 hay una nota bastante buena (Ateos, abstenerse) sobre el tema, que vale la pena leer porque concluye con lo obvio que casi nadie quiere decir con claridad: que no se puede hablar racionalmente de Dios en el ejercicio de la política. Le falta, para ser muy buena, mencionar que tal irracionalidad no es en modo alguno patrimonio exclusivo de Jorge Capitanich dentro del movimiento kirchnerista, hoy mayoritario. Del otro lamesotanas mencionado allí, Juan Manuel Urtubey, he escrito sin nombrarlo al mencionar la implantación de la indoctrinación religiosa en las escuelas públicas de la provincia que gobierna. La cronista, Nora Veiras, le reprocha a Capitanich haber falseado el discurso de Cristina Kirchner sobre la extensión de la Asignación Universal por Hijo a las embarazadas desde el fin del primer trimestre de gestación, pero esa única mención del kirchnerismo es defensiva en vez de crítica. Deja afuera a la presidenta, que hace pocos días recibió formalmente al jefe de los obispos católicos y le confirmó que ella está, como siempre ha estado, en contra del derecho de las mujeres a decidir sobre su reproducción. Si no hay señales positivas hacia la laicidad desde ese nivel, hoy fortalecido por un caudal de votos y de aprobación social inéditos, ¿qué se puede esperar de personajes de la calaña de Urtubey o Capitanich, cómodamente atrincherados en sus feudos?

viernes, 18 de noviembre de 2011

Ya casi es el Día del Orgullo Primate

Como desde hace un año, este 24 de noviembre celebramos nuevamente el Día del Orgullo Primate, una "festividad" o conmemoración propuesta originalmente por Sin Dioses. El año pasado no pude, desde Alerta Religión, más que anunciar y difundir el evento. Este año, ya como parte del Círculo Escéptico Argentino, tengo el gusto de poder participar activamente: el sábado 19 voy a estar junto con mis compañeros escépticos promocionando nuestra pertenencia al grupo de los primates en la Plaza Pringles (Rosario), y el jueves 24 tendré el honor de ofrecer una charla sobre evolución en el Museo de Ciencias Naturales Dr. Ángel Gallardo (los detalles se pueden consultar en el sitio web del CEA; quienes tengan Facebook pueden confirmar su asistencia al evento allí).


Como ya varias veces he hablado de la relación, o más bien interferencia, entre la teoría científica de la evolución y las teorías pseudocientíficas de matriz religiosa, no voy a agregar mucho más aquí. Basta decir que, a juzgar por la cantidad de material creacionista (y criptocreacionista, especialmente católico) que he estado descubriendo en la web últimamente, sólo podemos atribuir a la ignorancia generalizada del público el hecho de que la teoría de la evolución no sea un tema controvertido en Argentina. El literalismo bíblico viene ganando terreno de a poco de la mano de las iglesias evangélicas “nuevas”, pero el catolicismo dominante es en gran medida creacionista también, requiriendo de los fieles que crean que todos los seres humanos descendemos de una pareja única y únicamente dotada de libre albedrío, por Dios y para un fin especial. Estas ideas son insostenibles ante la evidencia científica, pero ni los representantes de la ciencia ni los de la religión parecen interesados en asumir sus posiciones en los lados opuestos de la muralla que los divide.

Desde el CEA no nos interesa forzar este posicionamiento: eso es cuestión de la coherencia de cada uno. Sí creemos importante lograr que el público en general sepa, al menos, de qué se habla cuando se habla de evolución, tema sobre el cual circulan muchísimos mitos y concepciones anticuadas. Una vez logrado eso, el resto se sigue, según cada persona pueda elaborarlo.

A todos aquellos que puedan acercarse el sábado o el jueves que viene, los invito a venir y compartir un rato. A los que están lejos, ¡feliz Día del Orgullo Primate!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Bienvenido, monseñor Arancedo

El arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, fue nombrado presidente de la Conferencia Episcopal Argentina hace unos días, luego del retiro del cardenal Jorge Bergoglio. Poco debería importarnos esta noticia si no fuera porque este nombramiento exclusivamente interno a la Iglesia Católica (y ni siquiera de gran importancia dentro de la misma, excepto en el nivel político) transformó a Arancedo en el vocero de las opiniones de la corporación religiosa más grande del país y la única que es, según como se la mire, parte del Estado.

José María Arancedo y Cristina Fernández de Kirchner
Una de las primeras tareas de Arancedo en su nuevo puesto, entonces, fue responder a la invitación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la Casa Rosada para... bien, no sabemos muy bien para qué. Recibido Arancedo con las mismas formalidades, supongo, que otros líderes corporativos (sindicalistas o empresarios), habrá habido el habitual intercambio de frases hechas, y luego Arancedo habrá quizá puesto sobre la mesa el tema que ocupa la mayor parte de los afanes de la Iglesia hoy, vale decir, asegurarse que las mujeres continúen reproduciéndose sin control mientras les sea físicamente posible. Arancedo salió satisfecho de su entrevista, proclamando que la presidenta le manifestó su total oposición a las iniciativas legislativas abortistas que han pasado recientemente por el Congreso, refrendando sus dichos de otros tiempos.
"La Presidenta, como mujer, me comunicó su posición contraria a la aprobación del proyecto de ley de despenalización del aborto", señaló el Prelado según la agencia AICA, al comentar la reciente visita de la Comisión Ejecutiva de la CEA a la mandataria.
Estas declaraciones fueron ratificadas por Mons. Arancedo al diario El Litoral el 14 de noviembre. "La Presidenta es clara en que no es una mujer pro-aborto. Al contrario, es una mujer pro-vida, como actitud. Es un tema que presenta dificultades, pero la postura de ella ha sido clara", señaló el Prelado.
Cristina Fernández de Kirchner tiene ciertamente defectos, pero decir lo que no desea decir no parece ser uno de ellos, por lo que suponemos que Arancedo preguntó sabiendo lo que iban a responderle, y la respuesta fue totalmente libre. Esto no debería dar lugar a la desesperanza total entre los seguidores de Cristina que además son pro-derechos reproductivos (una intersección de tamaño considerable, al menos según mi impresión, pero no claramente en mayoría), pero espero haga reflexionar a todos sobre el grado de cambio revolucionario que el kirchnerismo está dispuesto a producir en las relaciones entre el estado y las corporaciones. Si la visita de Arancedo y su triunfal salida son indicadores de algo, es de que ese cambio no va a llegar, en este caso particularmente desagradable de injerencia corporativa, muy lejos que digamos.

martes, 8 de noviembre de 2011

Debate abortado sobre el aborto

Dip. Cecilia Merchán
Hace unos días hubo un revuelo menor en Argentina cuando se comenzó a debatir, por primera vez en el ámbito legislativo, un grupo de proyectos que promueven o regulan el derecho al aborto. El primer paso de un proyecto de ley es su debate en comisiones, es decir, grupos de legisladores (dentro de la Cámara de Diputados o del Senado) que se especializan en ciertos temas. La Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados aceptó el desafío y emitió un dictamen, es decir, aprobó un proyecto para ser tratado en el pleno de la Cámara (una vez emitidos los dictámenes correspondientes de otras comisiones pertinentes). El proyecto estaba firmado en primer lugar por la diputada Cecilia Merchán y despenalizaba el aborto hasta la 12ª semana de gestación en todos los casos.

El pretérito imperfecto es lamentablemente correcto porque el proyecto de Merchán está casi efectivamente muerto, al menos hasta el año que viene. El dictamen emitido no contaba con las firmas necesarias y tras el entusiasmo inicial debió aceptarse que es inválido. Las otras dos comisiones que deben tratar el proyecto están presididas por antiabortistas que ya han manifestado que no les interesa debatir. Y a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que está según sus propias palabrasen contra del aborto”, tampoco le interesa promover el debate y no lo tiene en la agenda legislativa de su partido.

Niños etiquetados pro-vida.
Incluso esta leve esperanza de derechos ampliados para las mujeres hizo entrar en alerta a la Iglesia Católica y a los evangélicos, que se pronunciaron en editoriales en los medios nacionales, en sus propios portales de propaganda y en manifestaciones públicas. Esto era de esperarse y en cierto modo es alentador. Pero el problema del debate radica en que los argumentos de los militantes políticos del derecho al aborto son siempre los mismos: basados en el paradigma de la igualdad social (si las mujeres ricas pueden abortar en secreto en clínicas privadas, como de hecho todos sabemos que lo hacen, las mujeres pobres deben tener derecho a hacer lo mismo aunque no puedan pagarlo, sin ser criminalizadas) o bien en el “derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo”.

Estos argumentos no tocan el fondo de la cuestión tal como la plantean los creyentes antiabortistas. La defensa de la igualdad social no pasa por hacer legales para los pobres los delitos que los ricos cometen amparados en su dinero. Si el aborto es un crimen, hay que argumentar planteando que no lo es porque no tiene víctimas, no que no debe serlo “porque todo el mundo lo hace”. Que la mujer (o el hombre, para el caso) tiene derecho a disponer de su propio cuerpo parece una obviedad, pero de ese punto se desprenden dos debates distintos que no se han dado, que yo sepa, a nivel público y en los medios:
  1. ¿Somos dueños de hacer lo que queramos con nuestro propio cuerpo?
  2. ¿Es un embrión o un feto, antes de ser viable fuera del útero, parte del cuerpo de la mujer?
Las respuestas que el cristianismo (católico o evangélico) da a esas dos preguntas son enfáticamente negativas. El cuerpo, para el cristianismo, es el templo del Espíritu Santo. No somos sus dueños. No tenemos derecho a hacer cualquier cosa con él, aun cuando no afecte a nadie más. No podemos matar nuestro propio cuerpo (no hace demasiado que la Iglesia no permitía enterrar en cementerios católicos a los suicidas). No se considera correcto maltratarlo para (o como efecto secundario de) lograr placer (el sufrimiento está bien). Existe un cierto consenso social, reciente, en contra de esta ridícula idea de que el dueño del propio cuerpo es Dios y no uno mismo, pero es generalmente inconsistente.

Con respecto al asunto del embrión o feto, el consenso social es que definitivamente no es parte del cuerpo de la mujer; se lo llama “el bebé”, se lo nombra, a partir de cierto momento se conoce su sexo y su estado de salud. En esto hay cierto sentido común, sobre el que la doctrina cristiana se monta para insistir con que incluso un óvulo fecundado sin implantar no sólo no es parte del cuerpo de la mujer sino una persona. Sin llegar a tanto, a nivel meramente biológico hay razón para hablar realmente de otro cuerpo. Que dependa de la mujer para subsistir, que sea un parásito, es irrelevante. Es un argumento pobre y no entiendo por qué se lo sigue empleando.

Embriones de mamíferos (sólo uno es humano). 
En tanto no se enfrente decisivamente y sin tabúes la creencia metafísica de que un cigoto es una persona, el debate no va a progresar. Pero para eso haría falta que nuestros legisladores, periodistas y demás formadores de opinión entiendan y asuman la escasa diferencia real, tangible, entre un feto humano y un feto de chimpancé o de rata en la misma etapa temprana de la gestación, junto con el hecho de que no sentiríamos ningún prurito moral en matar al feto de chimpancé o al de rata si fuera necesario para el bienestar de un ser humano adulto. Esa idea, escasamente revolucionaria hoy a la luz de la ciencia, todavía no ha prendido.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El Vaticano es superfluo

Irlanda ha anunciado el cierre de su embajada en el Vaticano, ya que “no produce nada a nivel de inversión”, según lo expresó el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Como dije cuando comenté el (hasta entonces inédito y hasta ahora único en el mundo) posicionamiento firme del gobierno irlandés ante la “Santa” Sede por el asunto del informe Cloyne, no suelen verse noticias de Irlanda en Alerta Religión, pero en este caso hay una justificación. Irlanda es el país católico europeo: el prototipo, el modelo de país de población devota y a veces fanáticamente católica en un continente cada vez más secularizado, el bastión de resistencia ante el anglicanismo y el protestantismo, el único país del Primer Mundo (y de gran parte del resto también) donde todavía en los años 1990 podía plantearse seriamente que las parejas casadas no tuvieran derecho a divorciarse. El cierre de la embajada manda un mensaje a nivel europeo y a nivel mundial, y el mensaje es: no nos importa tener relaciones diplomáticas con ustedes.

Este mensaje es aún peor de lo esperable. Irlanda no retira simplemente su embajador por el escándalo causado por los curas abusadores de niños. Ese gesto hubiera sido potente y desafiante; éste parece más bien de un desprecio desapasionado, distraído. La embajada se cierra porque no vale la pena tenerla abierta. ¿Para qué tiene un país embajadas en otro? Para negociar tratados más fácilmente, para realizar eventos interculturales, para poner cerca a funcionarios y empresarios, para hacer cócteles y fiestas: para socializar. La gerontocracia que hoy reina sobre el pedazo de Roma que Mussolini les concedió a los papas hace casi un siglo no vale eso. ¿Qué puede obtener de la Iglesia Católica un país moderno, salvo obstáculos para el progreso? El Vaticano es la sede de una organización religiosa con franquicias a nivel mundial, al que sólo una tradición difícil de romper le garantiza un lugar entre las naciones. Tener una embajada ante la Santa Sede es como tener una embajada ante Walmart.

Ojalá Irlanda sea sólo el primer país en terminar con esta farsa.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cerdos y creyentes

“Según muchas autoridades de la Antigüedad, la actitud de los primeros semitas hacia el cerdo era tanto de veneración como de repugnancia. Comer carne de cerdo se consideraba algo especial, incluso un privilegio con ciertos rasgos rituales. (Esta demencial confusión de lo sagrado y lo profano puede encontrarse en todos los cultos y en todas las épocas.) La atracción y repulsión simultáneas procedían de una raíz antropomórfica: el aspecto del cerdo, su sabor, sus chillidos agónicos y su evidente inteligencia recordaban demasiado desagradablemente al ser humano. La porcofobia y la porcofilia se originaron tal vez en la noche de los tiempos de los sacrificios humanos e incluso del canibalismo, del que los textos «sagrados» suelen hacer algo más que una insinuación. Nada que sea optativo, desde la homosexualidad hasta el adulterio, se castiga jamás a menos que quienes lo prohiben (y exigen castigos furibundos) sientan un deseo reprimido de participar.” 
— Christopher Hitchens, Dios no es bueno, cap. 4, “Breve digresión sobre el cerdo, o por qué el cielo detesta el jamón”.

lunes, 31 de octubre de 2011

La inhumanidad básica de los pro-vida

Me vengo guardando hace un tiempo mi indignación para escribir sobre una nota que apareció hace bastante en InfoCatólica. La escribe un médico ginecólogo perteneciente a una organización contra los derechos reproductivos (“pro-vida”, que les dicen). En ella este profesional del cuidado de la salud afirma que las embarazadas no deberían realizarse el test prenatal para saber si están gestando un feto con síndrome de Down. Dado que en los países donde el aborto es legal y este test es de rutina ya casi no nacen niños con síndrome de Down porque los embarazos son interrumpidos en la mayoría de los casos, no hacerse el test “salva vidas”.

He escuchado mucha desinformación pseudocientífica, mucho argumento filosófico retorcido, mucha teología vacua y mucho discurso de culpabilización de parte de los “pro-vida”, incluso de gente que debería saber de qué está hablando, pero es la primera vez que soy testigo de un pedido activo —de parte de un médico, nada menos— de no informar al paciente, de bloquear el acceso a un dato médico importantísimo. Este médico español pide a las mujeres que se priven a sí mismas de información. No es difìcil imaginar que si estuviera en sus manos (y de hecho debe estarlo en su consulta particular), el test prenatal simplemente sería eliminado y esa ignorancia sería obligatoria en vez de electiva.

El asunto me puso a pensar en qué otras cosas pueden estar haciendo los ginecólogos y obstetras antiabortistas. Uno de los casos más claros donde hay peligro claro e inminente es el del embarazo ectópico, que ocurre cuando el embrión se implanta donde no debe, generalmente en una trompa de Falopio. Tal embarazo es sumamente peligroso para la madre y además es casi siempre inviable, por lo cual el dilema ni siquiera debería existir. Pero como la doctrina católica no permite el aborto sino sólo como consecuencia indirecta y no deseada de otra acción, el médico católico practicante debe pensar seriamente qué va a hacer: es decir, tiene que comportarse como si tuviera que decidir entre matar a un niño indefenso y dejar morir a su madre.

Hay varias formas de lidiar con un embarazo ectópico. Una posibilidad es utilizar una droga llamada metotrexato para inducir el aborto; es el procedimiento más seguro y menos invasivo, pero el médico católico no puede emplearlo. Otra posibilidad es la salpingostomía, que consiste en hacer una incisión en la trompa de Falopio para retirar el embrión implantado; no es factible en todos los casos pero es recomendable si la opción medicamentosa no está disponible. La salpingostomía tampoco es admisible para el católico, porque es un atentado directo contra el “niño indefenso”. La tercera posibilidad es la salpingectomía, que es la remoción quirúrgica de la trompa. Esto, claro está, mata al embrión, pero es permisible para el católico porque la muerte es consecuencia indirecta de un acto destinado a salvar la vida de la mujer. Esta vía de escape bastante hipócrita para la conciencia del médico, además de ser la opción más invasiva, tiene el desafortunado efecto secundario de esterilizar a la mujer en un 50%, dejándola con la mitad de sus óvulos disponibles (salvo que se empleen métodos artificiales para extraerlos y fecundarlos… métodos que la Iglesia también condena).

Llamamos humano o humanitario a lo que se hace en reconocimiento de la dignidad de los seres humanos, e inhumano a lo opuesto. Tratar a una bolita de células apenas diferenciadas como a un ser humano y a la vez tratar a un humano adulto como a un mero recipiente, haciendo al segundo sacrificable al bienestar del primero, es profundamente inhumano. Debería inquietarnos bastante cómo esta inhumanidad de raíz infecta la moral de algunos de aquellos en cuyas manos ponemos nuestra salud y nuestras vidas.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Podcast, ep. 15: Elecciones, la continuidad y el no-debate de temas importantes


En esta edición del podcast de Alerta Religión: pasadas las elecciones en Argentina y reelecta Cristina Fernández de Kirchner, un recuento de lo que el gobierno kirchnerista hizo y no hizo en temas de laicidad y religión, un repaso por las posturas partidarias, y la advertencia de Héctor Aguer (por una vez con razón) sobre los candidatos que rehúyen los temas conflictivos.

sábado, 22 de octubre de 2011

Feliz Día de Juan Pablo II

Hoy, 22 de octubre, es la fiesta del Beato Juan Pablo II. Se supone que el papa polaco, nombrado beato en mayo de 2011, debe servir como ejemplo para todo aquél que desee estar más cerca de Dios, aunque por ahora su uso principal ha sido azuzar la superstición y la necrofilia de las multitudes. Esto es bastante inofensivo, pero no deja de ser molesto cuando el venerable ídolo sale del ámbito de la secta católica devota e invade el espacio público a hombros de políticos sin nada mejor que hacer, generalmente, y con el mensaje implícito de que todos deberíamos ser como Juan Pablo II.

Juan Pablo II con el dictador argentino Leopoldo Galtieri.
Quizá dentro de algunos años, quizá incluso el año que viene, haya en el mundo unos cuantos niños católicos nombrados Juan Pablo (o Jean-Paul, Giovanni Paolo o João Paulo) por haber nacido en esta fecha. La costumbre de buscar el nombre del recién nacido en el santoral es antigua, pero debe conservarse en más de un lugar (de hecho, el Papa lo recomienda). Sin más, no hace demasiados años yo recibí de mis padres dos nombres famosamente bíblicos y sólo un cromosoma Y me salvó de ser nombrado como una advocación de la virgen… Tampoco faltarán, probalemente, niñas donde se esperaba un varón y que terminen llamadas Juana Paula (o Jeanne-Pauline, etc. —creo que ya me entienden) en honor a este papa que protegió a uno de los más desagradables y corruptos “hombres de Dios” que hayamos visto en tiempos recientes, su amigo Marcial Maciel, que alegremente abusaba de niños y procreaba hijos (de los que también abusaba luego) con mujeres aquí y allá mientras Juan Pablo pontificaba llamando inmorales a millones de adultos que practicaban el sexo con otros adultos, de pleno acuerdo mutuo y sin romper ningún voto sagrado, sólo porque lo hacían con una pareja del mismo sexo o porque utilizaban un medio anticonceptivo. Una persona enferma de entrometimiento en la vida ajena, que pasaba por ecuménico y abierto yendo a celebraciones interreligiosas mientras su teólogo en jefe, Joseph Ratzinger, escribía diciendo que los no católicos son deficientes ante Dios, y él mismo, Juan Pablo, declaraba en una conmemoración del Holocausto que sólo una ideología atea podía cometer un acto tan horrible. Un beato —que quiere decir bendito por Dios— que estrechó gustoso la mano ensangrentada de Augusto Pinochet y que premió a Carlos Menem, artífice de la peor crisis social y económica de la historia argentina, con una condecoración por haber defendido a los “niños por nacer”, mientras los niños verdaderos nacían a un país puesto de rodillas por una pobreza feroz.

Feliz día, sí, o mejor dicho, que sea un día provechoso: un día para recordar los orígenes de los ídolos y derribarlos.

jueves, 20 de octubre de 2011

Superstición de origen

(…) El comisario los miró [los libros] con temor, casi con repulsión. Luego, se echó a reír.
—Soy un pobre cristiano —repuso—. Llévese todos esos mamotretos, si quiere; no tengo tiempo que perder en supersticiones judías.
—Quizás este crimen pertenece a la historia de las supersticiones judías —murmuró Lönnrot.
—Como el cristanismo —se atrevió a completar el redactor de la Yidische Zaitung. Era miope, ateo y muy tímido.
— Jorge Luis Borges, La muerte y la brújula 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Los teólogos

“Proscribiendo el uso de la inteligencia moderna para la vida moderna, la Iglesia se ha habilitado para continuar explicando los hechos del presente con la inteligencia del pasado, y pudiendo así acuñar verdad obligatoria para sus fieles, con errores, mentiras y absurdos, puede confeccionarles dogmas de fe sobre lo inexplicable, lo desconocido y lo incomprensible, sobre el pasado y el futuro de la existencia humana. De ahí que los teólogos se hayan distinguido siempre, como dice Buckle, por su profundo conocimiento sobre las cosas de que no se sabe nada.”

martes, 18 de octubre de 2011

Espiritualidad oriental

“Con el fin de establecer la paz eterna en el Asia oriental, despertando la magnánima benevolencia y compasión del budismo, a veces somos transigentes y a veces contundentes. Ahora no nos queda otra elección que ejercer la benévola contundencia de «matar a uno con el fin de que sobrevivan muchos» (issatsu tashō). Esto es algo que el budismo mahayana aprueba únicamente con la máxima seriedad.”

— Expresión de apoyo de los líderes budistas japoneses a la invasión a China y demás operaciones militares en el este asiático. Entre 1937 y 1945 el ejército japonés mató (según cálculos conservadores) a unas seis millones de personas, en su mayoría chinos étnicos, y esclavizó a muchas más o las usó para experimentos (vivisección, pruebas de armas biológicas, etc.). Citado por Christopher Hitchens en God Is Not Great.

viernes, 14 de octubre de 2011

Muerte digna en el Congreso argentino (V)

Senador César Gioja (FpV/San Juan) 
Sigo estudiando los proyectos relacionados con la muerte digna que están en danza en el Congreso argentino. El proyecto de testamento vital del senador César Gioja (Expediente S-1391/10) no me merece más que un breve comentario.

Como los demás, el texto está lleno de reaseguros y promesas de salvaguardia de la dignidad humana y a la libertad individual del paciente, de los que se desdice pocas líneas más abajo. Dejar de alimentar o hidratar un cuerpo vivo es eutanasia pasiva y está prohibida explícitamente. De hecho también está prohibido no tratar una complicación que acelere la muerte, y hasta dejar de suministrar calmantes.
El Testamento Vital no podrá contener instrucciones que resulten contrarias al ordenamiento jurídico y además aquellas que dispongan restricciones al tratamiento necesario para aliviar el dolor, hidratarse y alimentarse, como así también todas aquellas acciones médicas que impliquen una eutanasia activa o pasiva.
Vale decir que si uno es uno de esos fanáticos cristianos que desea agonizar en medio de un dolor insoportable para ofrendárselo a su dios, la ley le obliga a recibir analgésicos. Le pondrán sedantes y calmantes aunque explícitamente haya dicho que quiere sufrir. (Esto tiene sentido, porque tal deseo de sufrir es casi seguramente patológico, pero por otra parte el autosacrificio y el sufrimiento es lo que le gusta al dios cristiano. ¡Qué dilema!)

Como los demás proyectos, éste falla porque pone un límite irrazonable a la dignidad del paciente. Para mí y sin duda para muchos otros sería sumamente indigno que mantuvieran mi cuerpo durante años penetrado y atravesado por tubos de plástico con el objeto de alimentarme e hidratarme (y de evacuar, es de suponer, los desechos resultantes del metabolismo); incluso si estuviese inconsciente, sería un espectáculo desagradable y grotesco para mis seres queridos, si es que no hay esperanza realista de que mi estado cambie para mejor.

Pero no nos ha de sorprender que el senador Gioja presente un proyecto tan poco humano y tan poco respetuoso de la libertad humana. Sus fundamentos están firmemente enraizados en el oscurantismo religioso de su elección (el del catolicismo). Así lo explica (las negritas son mías):
Para ser más claro respecto a lo que pretendo, quiero transcribir textualmente el modelo de testamento vital de la Conferencia Episcopal Española, que expresa el espíritu de este proyecto de ley:
“A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento. Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrenal, pero desde la fe creo que me habré el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
(…) Este testamento vital está en un todo de acuerdo con lo expresado por su Santidad Juan Pablo II en su discurso ante la Organización Mundial de Gastroenterología (…) También hace referencia a este tema en su Encíclica Evangelium Vitae (…).
Tomar como modelo para un documento legal sobre un tema ético importantísimo los dichos de obispos católicos o una encíclica papal es aproximadamente como preparar un paper científico sobre el descubrimiento de una nueva partícula subatómica basándome en los manuscritos de alquimistas medievales: simplemente no llegan al mínimo necesario para una discusión inteligible. ¿Cómo vamos a basar nuestro manejo de algo tan crucial en una ética que depende de los supuestos deseos o disposiciones de figuras mitológicas? ¿Cómo vamos a permitir que un médico le diga a un familiar de un paciente en agonía: “Disculpe, pero no puedo desconectarlo porque según la ley la vida en este mundo es una bendición de Dios”?

miércoles, 12 de octubre de 2011

Muerte digna en el Congreso argentino (IV)

Hace varios posts que vengo siguiendo el debate sobre el tema de la muerte digna en el ámbito legislativo argentino. Hay que decir que en realidad el debate en el Congreso ha sido muy poco. En cambio, lo que vemos es debate a nivel televisivo, lo cual no está mal para que al menos parte de la ciudadanía esté informada. Lo que sigue es una discusión en el programa A Dos Voces, en la cual participaron el senador Samuel Cabanchik (autor del proyecto de muerte digna que comenté en el post anterior), la diputada Cynthia Hotton, la doctora en bioética Nelly Espiño, y el Dr. Eduardo Tanus (médico, del Comité de Bioética del INCUCAI).




De Cynthia Hotton poco podemos decir porque la conocemos; pertenece a la iglesia evangélica pentecostal y su único propósito aparente en el Congreso es la propalación de la doctrina cristiana en su forma más fundamentalista, oponiéndose con argumentos sentimentales a todas las iniciativas que impulsen la libertad individual por sobre los caprichos de su dios imaginario. Ser testigo de su incapacidad discursiva y legal es penoso pero en modo alguno una experiencia extraordinaria. Para “informarse” sobre el complejísimo debate ético que rodea a las decisiones de muerte digna y encarnizamiento terapéutico, lo que hizo fue ir a visitar a Camila (una niña en estado vegetativo persistente que está en el centro de la escena mediática actual) y allí en ese cuerpo que sólo funciona porque está conectado a máquinas, dice, “Vi vida”. Eso fue lo más profundo que dijo, aparte de explicar que le costaba articular la palabra “encarnizamiento” porque ella es economista.

Nelly Espiño es un caso más complicado porque está de acuerdo con que Camila, como otros casos donde claramente no hay nada que hacer, debería ser dejada morir, pero en el debate también se encarga de sembrar dudas (de una manera absolutamente irresponsable) sobre la veracidad de los diagnósticos de muerte cerebral. Su afiliación hace más fácil dilucidar su postura: es miembro del Comité de Bioética del Hospital Austral, que depende directamente del Opus Dei. A Espiño le preocupa que, con proyectos de ley como éste, se pase del paternalismo médico a una autonomía exagerada del paciente. Argumenta en favor del respeto a la lex artis, vale decir, el criterio por el cual el médico debe regirse según el estado actual de la ciencia, más allá de lo que el paciente desee; esto está muy bien, porque el paciente no puede saber si su propia situación es terminal, valorar su propia calidad de vida futura hipotética si sigue tal o cual tratamiento, etc. El problema es que este dilema no tiene verdadera solución, y que el paciente siempre puede terminar cayendo en manos de los médicos del Hospital Austral o de alguna otra institución que privilegie una doctrina dogmática o revelada por sobre otras consideraciones.