viernes, 30 de noviembre de 2012

Ningún fundador de una gran religión

Una de las cualidades más apreciadas en el ámbito de la fe religiosa —y de cualquier fe, en realidad— es la hipocresía capaz de pasar desapercibida por el mismo que la emite: quizá una forma de doublethink (“doblepensar”) que imaginó Orwell en 1984. Sólo el más completo autoengaño explica manifestaciones como la que aparece en un reciente artículo de la agencia apologética católica Zenit con motivo del Día Mundial por los Derechos de la Infancia y de la Adolescencia, celebrado el 20 de noviembre.
Están en la memoria de todos los casos emblemáticos de las menores Rhimsa o Malala. Estas adolescentes se han convertido en símbolos de una lucha contra costumbres ancestrales o prejuicios que seguro que no estaban en la mente de ningún fundador de una gran religión.
La “Rhimsa” a la que se refieren es Rimsha Masih, una niña paquistaní de padres cristianos que fue acusada de quemar páginas de un Corán y que despertó las simpatías de la jerarquía católica internacional, que la utilizó para denunciar la ley paquistaní contra la blasfemia. Una ley bárbara y ridícula, propia de una cultura atrasada y supersticiosa… igual que la ley española que castiga la ofensa a los sentimientos religiosos y que la ley anti-blasfemia que rige en Irlanda, que no parecen preocupar en nada a los católicos, seguramente porque en España e Irlanda son ellos quienes las aplican contra otros, y no otros contra ellos. El caso de Malala Yusafzai es más grave pero similar en el fondo: se trata de otra joven paquistaní que fue baleada en la cabeza por los talibanes a los que el gobierno les entregó la región de Swat para manejar a su antojo, por el “crimen” de promover la educación para las mujeres.

Sólo una exégesis perversa podría evitar encontrar en el Corán o las hadices del Profeta las bases, o al menos muy buenas justificaciones a posteriori, de la misoginia feroz que es endémica al islam y que el cristianismo y el judaísmo sólo han moderado. Mahoma no era distinto de la mayoría de los hombres de su época y cultura: consideraba a las mujeres seres delicados pero peligrosamente tentadores, a los cuales había que aislar y reservar para el placer sexual de sus esposos/dueños y para la crianza de los niños; la idea de que las mujeres debían tener derecho a educarse igual que los hombres le habría resultado risible, si no totalmente subversiva. De la misma manera, y si bien era analfabeto, seguramente no tomaría a broma la destrucción de libros sagrados; sin más, los regímenes musulmanes consideraban a los cristianos y judíos ciudadanos de segunda pero no infieles completos porque eran “gentes del Libro”, es decir, porque seguían una Sagrada Escritura revelada por (supuestamente) el mismo Dios único que había hablado con Mahoma. No sabemos qué castigo habría encomendado para quien destruyese un Corán, porque el Corán no fue compilado como tal hasta después de su muerte. La sura 56 explicita que sólo quien es “puro” puede tocar el Corán, lo cual implica —según algunas interpretaciones— que no se puede tocar un Corán sin haberse lavado los dientes.

Continúa diciendo el texto de Zenit:
… algunas [iniciativas] tratan de devolver su dignidad como hijas de Dios a mujeres que desde la infancia son demonizadas o estigmatizadas.

La más infamante marca que reciben es la de "brujas". Es el modo de solucionar los problemas de las familias en la cultura tradicional ancestral no cristianizada de algunas zonas. Si algo pasa es porque los malos espíritus han entrado en el hogar, y la manera de solucionarlo es expulsar de él al presunto "brujo", casi siempre un niño o niña.
Es cierto que la acusación de brujería descansa sobre una concepción mágica ancestral, que precede a las grandes religiones. También es cierto que la Biblia condena explícitamente la brujería y que con argumentos similares a los de hoy (supuestos maleficios sobre un hogar o un pueblo, una plaga o una mala cosecha) la Cristiandad encerró, torturó y quemó vivas a muchas “brujas”, en culturas que difícilmente podrían llamarse “no cristianizadas”. El islam también cree enfáticamente en brujas, demonios y en el mal de ojo. Por mera estadística no cabe duda de que la mayor parte de los que persiguen a las “brujas” modernas son cristianos o musulmanes, y como en el caso de los castigos por cometer blasfemia o sacrilegio, no les falta justificación escritural o dentro de su tradición religiosa para hacerlo, aunque la mayoría de sus correligionarios han abandonado, afortunadamente, esas prácticas, igual que otras que sus libros sagrados recomiendan, como la lapidación de las parejas adúlteras.

Hoy en día quienes realmente cuidan a los niños y niñas deberían enfatizar que su dignidad no depende de que sean hijos e hijas de un dios. Creer en esta débil contingencia, en esta supuesta generosidad de un ser imaginario que concede dignidad a sus creaciones porque así le parece, es una debilidad del sistema ético de los creyentes. ¿Qué les impide imaginar que su dios le retira a una persona su dignidad cuando comete tal o cual falta contra sus imaginarios mandamientos?

lunes, 26 de noviembre de 2012

El lobby gay francés vs. la objeción de conciencia

El presidente de Francia, François Hollande, hizo campaña prometiendo que haría aprobar legislación para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, y se está preparando ahora para cumplir su promesa. Hace pocos días, luego de grandes manifestaciones de gente que —según ellos mismos— ama a los homosexuales pero quiere que sigan siendo ciudadanos de segunda —pero los aman profundamente, ojo—, Hollande sugirió que podría dejar que cada alcalde de cada ciudad de Francia decidiera según su conciencia si casaría a parejas del mismo sexo o no. Ante el furor que desató, tuvo que desdecirse. El ida y vuelta es una mancha en su curriculum político pero terminó, al menos, del lado que correspondía.

¿Cómo se decidió Hollande a respetar su promesa de campaña sin medias tintas ni compromisos indebidos? Aparentemente el “lobby gay” lo amenazó. Probablemente un grupo comando formado por hombres musculosos, vestidos de spandex rosa y cuero con tachas, irrumpió en su oficina tirando abajo la puerta y lo amenazaron con someterlo sexualmente. El lobby gay es terrible.


Los fanáticos cristianos, sean católicos o evangélicos, aman hablar del lobby gay. Es posible que incluso fantaseen con él, en la forma en que yo lo he presentado hipotéticamente. El lobby gay tiene el poder de torcer la voluntad de casi cualquiera, incluso el presidente de un país del Primer Mundo elegido por más de la mitad del voto popular. El lobby gay controla la Casa Blanca, Hollywood, las Naciones Unidas, las escuelas públicas británicas… La gente común y normal (o sea heterosexual) sólo apoya a los candidatos del lobby gay porque les han lavado el cerebro, luego de privarlos en la niñez de ese muro infalible contra las influencias homosexuales y otras perversiones que solían proveer el catecismo obligatorio y la educación segregada por sexos bajo el férreo control de curas y monjas.

Ya en serio, ¿por qué no permitir a un funcionario que haga objeción de conciencia si no desea oficiar una ceremonia que contraría sus creencias? En primer lugar, porque si la ceremonia es civil, las creencias religiosas deben quedar afuera; lamentablemente, explicar esto no sirve de nada porque los creyentes devotos del cristianismo, como los del islam, son inherentemente integristas, totalitarios: la religión no es una parte separada de sus vidas civiles. Esto es inconveniente pero razonable. En segundo lugar: porque un funcionario que no puede cumplir con una tarea debe renunciar a su puesto; una objeción de conciencia es un acto excepcional, no un pase libre para no hacer lo que no me cae bien. En tercer lugar, y esto sí va al fondo del asunto porque es de la esencia de lo que significa objeción de conciencia en el derecho: no se puede utilizar la objeción de conciencia como si fuese un derecho para quitarle a un tercero un derecho suyo. Si tengo derecho a casarme con otra persona (del sexo opuesto o del mismo, de otro color de piel y ojos o del mismo, más alta que yo o más baja que yo) en el lugar donde resido, entonces ningún funcionario puede negarme ese derecho amparándose en sus creencias. Puede, teóricamente, rehusarse si otro puede suplirlo; pero el espíritu de toda ley que admita una objeción de conciencia es que el derecho del tercero no se vea afectado en lo más mínimo. Por eso no sirve decir “yo no voy a hacerlo pero otro puede en mi lugar” si de hecho esta suplencia obligada retrasa u obstaculiza el derecho de otro, como sin duda es el objetivo de estos pretendidos objetores franceses. Si tengo que rogarle a un funcionario subalterno que haga algo que su jefe no desea y por lo cual puede tener problemas en su trabajo; si tengo que irme a otra ciudad o pasar por varias oficinas; si tengo que esforzarme para ejercer un derecho que no debería ser más que un trámite, entonces la objeción de conciencia es una trampa, un engaño a la legalidad.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Día del Orgullo Primate 2012

Por tercer año consecutivo celebramos hoy el Día del Orgullo Primate, propuesto originalmente por Sin Dioses para reivindicar nuestra pertenencia a tan exitoso grupo de animales y contrarrestar, dentro de lo posible, la ignorancia de tanta gente sobre el tema, ignorancia tanto honesta (causada por falta de educación y por tanto fácilmente remediable) como la interesada u obstinada, típicamente religiosa.

Hace un par de días, estando yo en un establecimiento público, un hombre me invitó con gran amabilidad a tomar uno de esos execrables panfletos coloridos que publica el órgano de difusión de los Testigos de Jehová y que invariablemente cierran con una visión de gente habitando en el reino de Dios, vestida con ropas apropiadamente modestas y con sonrisas tan marcadas que evocan cirugías estéticas. Los siempre correctos miembros de esta secta me inspiran lástima más que otra cosa. Quizá no debería molestarme en protestar porque sean negacionistas de la evolución cuando hay cosas tanto peores que reprocharle a esta funesta religión, desde la explotación financiera hasta su resuelta voluntad de dejar morir a “sus” fieles con tal de no autorizar una transfusión de sangre. Pero en fin, esto es lo que dice el susodicho panfleto:


Hay que decir que al menos van al punto: las falacias son claras y precisas como el cristal. Algunos dicen que los seres vivos evolucionan, pero algunos otros no, y un científico cualquiera dice que fuimos diseñados, y obviamente fue Dios, porque lo dice la Biblia, que es verdadera porque es la palabra de Dios, y Él mismo lo dice allí en la Biblia. Como dije, esta gente me da un poco de lástima. Michael Behe es un bioquímico (no un biólogo) que en 1996, en la cumbre del movimiento político-religioso bautizado “Diseño Inteligente” para esconder su obvio creacionismo, escribió un libro antievolucionista donde popularizó el término “complejidad irreducible”. Algo es irreduciblemente complejo cuando tiene diferentes partes y sólo puede funcionar correctamente si todas las partes lo hacen al mismo tiempo. De hecho, el término no quiere decir nada claro en el contexto de la biología, las ideas de Behe han sido refutadas mil veces, y el Diseño Inteligente fue hace tiempo reconocido legalmente como un burdo intento de hacer pasar religión por ciencia para poder adoctrinar a los niños en las escuelas públicas. Y sin embargo, los creacionistas de todas las sectas cristianas siguen citando a Behe (que es católico, dicho sea de paso).

Hace 153 años que Charles Darwin publicó El origen de las especies, y a esta altura imagino debe ser claro que la religión es la única culpable de tan largo tiempo de oscurantismo. Tendremos que seguir proclamando que no tenemos vergüenza de ser primates, mamíferos, animales, eucariotas, parientes de todos los seres vivos de la Tierra.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Noticias retituladas

A veces hace falta corregir ciertos titulares tendenciosos, como éste de los fanáticos homofóbicos evangélicos de Noticia Cristiana.


jueves, 22 de noviembre de 2012

El progreso es una ideología foránea

Sólo una corta nota en este caso, porque este asunto ya es repetido. Si la Iglesia Católica ha podido sobrevivir y prosperar tantos siglos no es, como dicen creer sus fieles, porque el creador del universo los proteja especialmente, sino por su adaptabilidad. De ahí que en Bolivia, como en otros países subdesarrollados en América Latina y África donde el recuerdo del colonialismo y el de la más cercana y continuada intervención de los países ricos están todavía bien frescos, los obispos católicos estén diciéndoles a sus fieles que las ideas progresistas son oscuros productos de extranjeros poderosos que quieren destruir a los países pobres.
El Arzobispo Coadjutor de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Mons. Sergio Gualberti, llamó a la población a participar “masivamente y con entusiasmo de la Marcha por la Vida” (…), y así rechazar el aborto y la eutanasia que quieren imponer grupos movidos por ideologías extranjeras. (…) Según informó la oficina de prensa del Arzobispado, Mons. Gualberti denunció que en Bolivia y otros países hay grupos que “muestran un desprecio por el don de la vida”. “Movidos por ideologías foráneas y por distintos intereses de tipo económico y demográfico, son pregoneros de muerte, buscando implementar leyes que favorecen el aborto y la eutanasia, cuyas víctimas son seres humanos inocentes e indefensos”, advirtió.
La teoría conspirativa que supone que los países ricos quieren que haya aborto libre en los países pobres para detener su crecimiento demográfico se basa en ciertos datos de la realidad, pero no tiene asidero lógico alguno. Por otro lado, si los países ricos quieren que los pobres sigan sometidos económicamente, no van a estar promoviendo el aborto. Si existe una forma sencilla de asegurarse que un país pobre no logre levantar cabeza es negarle a sus mujeres que controlen su reproducción.

Lo curioso es que toda es esta supuesta fundamentación, con teoría de conspiración incluida, es parte del guión estándar de la izquierda latinoamericana. La Iglesia combatió denodadamente contra los postulados de la izquierda que la amenazaban, tanto mediante presión política legítima como aliándose directamente con dictaduras, e incluso intentó “limpiarse” a sí misma marginando a los teólogos de la Liberación y sus simpatizantes. Tuvo éxito; prácticamente todos los jerarcas actuales, nombrados por Benedicto XVI o por su antecesor, son ferozmente conservadores. Pero no les importa tomar de sus enemigos ideológicos —y usar— el miedo, ya instalado entre los fieles más pobres e ignorantes, a que las grandes potencias estén tramando algo horrible para seguirlos sometiendo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Ese ridículo fantasma

Donatien Alphonse François de Sade
“Si algo hay extravagante en el mundo es ver a hombres que no conocen a su dios ni lo que ese dios puede exigir, más que a través de sus ideas limitadas, y que sin embargo quieren decidir acerca de la naturaleza de lo que complace o molesta a ese ridículo fantasma de su imaginación.”
Donatien Alphonse François de Sade, La philosophie dans le boudoir (1795).

viernes, 16 de noviembre de 2012

Coincidencias entre cristianos y musulmanes

"The love of liberty brought us here" ("El amor a la libertad nos trajo aquí"), sello nacional de la República de Liberia.
El lema de Liberia:
“El amor a la libertad nos trajo aquí”.
Como cualquier grupo con poder político y social, las religiones suelen aliarse con otras según sus conveniencias a nivel local, mientras en otros lugares pelean furiosamente. En el mundo actual pocos ejemplos de esta clase de coincidencias son más claros que las múltiples alianzas de los cristianos devotos de toda clase con las distintas sectas musulmanas contra alguno de sus blancos preferidos, como las mujeres, los gays o la libre expresión. Nada sorprendente, entonces, es la noticia de que los seguidores de Cristo y los de Mahoma se han unido, en Liberia, para impulsar una legislación contra el matrimonio igualitario.

Lo único extraño, si acaso, es que Liberia no está preparándose para aprobar, ni siquiera debatir, la posibilidad de matrimonios entre personas del mismo sexo. En este pequeño país de África occidental la homosexualidad es un delito, al igual que cualquier forma de actividad sexual que no se realice entre un hombre y una mujer unidos en matrimonio. Un paraíso para quienes odian el sexo, o más bien aman prohibírselo a los demás (que no es lo mismo). No deja de ser irónico, y un poco triste también, que este baluarte de la intolerancia haya sido fundado por esclavos liberados (de ahí su nombre), con un sistema político modelado según el liberalismo estadounidense, que con todas sus fallas llevaba en sí al menos un germen de tendencias igualitarias. Quizá tampoco sea casualidad que la presidenta de este país fundado por esclavos americanos —que es la primera presidenta mujer de África— haya recibido en 2011 el mismo honor que el primer presidente estadounidense de origen afroamericano recibiera dos años antes: el Premio Nobel de la Paz.


Ellen Johnson Sirleaf es una luchadora por los derechos de la mujer y no ha mandado bombardear ningún país, pero no le molestan para nada las leyes que condenan con un año de prisión a los homosexuales: “Tenemos ciertos valores tradicionales en nuestra sociedad que nos gustaría preservar”, dijo cuando le preguntaron qué haría con la ley antihomosexual vigente, negándose a contestar más sobre el tema. De todas formas, su defensa del statu quo es la actitud menos intolerante hoy en día. Hay grupos en Liberia que quieren extender la pena de la homosexualidad a diez años o hacer que se castigue con la muerte. Pero Liberia tiene lazos con Estados Unidos y Sirleaf, que recibió una reprimenda del Departamento de Estado de ese país, no quiere problemas. El representante del Consejo de Iglesias de Liberia, Rudolph Marsh, no fue tan político: dijo que no pensaban “copiar lo malo” de Estados Unidos (en referencia, probablemente, a los avances en materia de matrimonio igualitario allí) y pidió a los cristianos y musulmanes que
“… permanezcan unidos y le digan al mundo que Liberia es un lugar de gente civilizada y no permitirá el matrimonio entre personas del mismo sexo.”
Tanto escándalo parece injustificado porque es impensable que en un lugar donde es ilegal ser homosexual alguien intente legalizar el matrimonio homosexual. En toda Liberia hay un único activista LGBT (fuera del incógnito, al menos), Archie Ponpon, y los buenos cristianos y musulmanes han recompensado sus esfuerzos amenazándolo y quemando la casa de su madre.

jueves, 15 de noviembre de 2012

El catolicismo mata a otra mujer

Los hospitales católicos no son seguros para las mujeres”, escribí hace menos de una semana, refiriéndome al tratamiento poco ético del aborto en los centros de salud regenteados por devotos con más respeto por su propia religión que por estándares científicos o de mera humanidad. Hoy tengo que volver sobre el tema, con gran dolor, porque ha quedado demostrado que nada es demasiado cruel para los falsos “pro-vida”. Savita Halappanavar, una mujer india de 31 años, fue dejada agonizar durante varios días, hasta morir de septicemia, en el Hospital Universitario de Galway (GUH), Irlanda, porque le negaron un aborto.

Savita Halappanavar
Era para salvar su vida, y el feto —de 17 semanas de gestación— no tenía posibilidad de sobrevivir en ningún caso, según los mismos médicos le dijeron. Pero no le permitieron terminar con el embarazo porque Irlanda “es un país católico”. Sólo se hicieron cargo de tratarla cuando el corazón del feto dejó de latir. Para entonces la infección generalizada había debilitado a Savita, que murió entre dolores atroces dos días después.

La ley irlandesa permite el aborto si el médico considera probable que exista riesgo grave para la vida de la mujer. En la práctica la ley es demasiado vaga para servir de algo, y el médico tiene demasiada libertad para decidir si aplicarla o no. El GUH no es oficialmente un “hospital católico”, pero la presencia de profesionales devotos de esa religión en puestos clave (y de capellanes para vigilar e interferir cuando sea necesario) hace que lo sea de hecho. Más aún: aunque parezca ridículo afirmar que un país “es católico”, ésa es la visión profundamente arraigada de la Iglesia y de sus fieles, una visión que pone el supuesto catolicismo identitario nacional por encima de las leyes seculares, que de por sí son favorables a la Iglesia. Savita no era, como bien se ocupó de decirlo, ni irlandesa ni católica, pero el catolicismo irlandés, impuesto sobre las leyes y sobre la ciencia médica, fue lo que la mató.

PZ Myers escribió a propósito del tema uno de los artículos más furibundos que le he leído desde hace mucho (Es hora de abortar a la Iglesia Católica).
Sangrientos carniceros, sapos beatos que disfrazan su ignorancia medieval con falsa caridad y cuidado; demasiado tiempo hace que debimos terminar con la ilusión y reconocer el barbarismo de la iglesia.

Los obispos católicos ya lo racionalizaron:
Para aquéllos que vemos la vida a través del prisma de la fe cristiana, nuestros cuerpos son sagrados; templos del Espíritu Santo, creados a imagen de Dios y redimidos a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Para los cristianos, nuestros cuerpos no son nuestros, para hacer con ellos lo que queramos. Nuestros cuerpos vienen de Dios, son creados por Dios a su imagen y destinados a la vida eterna con Él en el Cielo. Ésta es nuestra fe y esto es lo que nos distingue de aquéllos que no comparten nuestra fe.
¡Por Jebús, cuánta palabrería idiota, cuántas tonterías piadosas! Ésta es apenas la última atrocidad. Que se joda la Iglesia Católica. Que vacíen los bancos de las iglesias, saqueen sus cofres, dispersen a toda su jerarquía, tomen todas sus propiedades y se las entreguen a autoridades seculares para que sean administradas ética y racionalmente.
Savita no es el primero ni será el último caso, en Irlanda ni en ninguno de los otros países que han tenido la desdicha de ser, y que todavía son, bastiones del catolicismo.

PD: Hay muchísima información y debate sobre este tema en la web, ahora mismo, sobre todo en relación a las justificaciones y excusas de los católicos antimujeres, la necesidad de que el gobierno irlandés se saque de encima de una vez el miedo a la Iglesia Católica y cambie las leyes, y las protestas planeadas para presionar y reclamar para que no se repitan estos casos. Me es imposible recolectar y traducir todo.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Una Iglesia muy cauta

No existe ni un solo caso verificado de ese tipo de milagro, bastante popular entre los católicos, que consiste en que una estatua de la virgen María o de un santo o un crucifijo “lloren”. En cada ocasión en que alguien se molesta en investigar, se trata de pérdidas de agua, condensación, depósitos de materiales fluidos varios, o simple fraude. Por eso la Iglesia Católica es muy cauta antes de certificar milagros tan obviamente falsos. O al menos eso dicen.

Cuando el reconocido escéptico indio Sanal Edamaruku apareció en la iglesia de Nuestra Señora de Velankanni en Mumbai para investigar un supuesto Cristo que lloraba o goteaba sangre (según las versiones), perturbando seriamente el negocio montado en su torno por el sacerdote local, la cautela de la Iglesia pareció desvanecerse más rápido que el tiempo que toma decir Jesús. Bajo las ridículas leyes vigentes, Edamaruku fue acusado de ofender los sentimientos religiosos de la comunidad. Los miembros de al menos tres organizaciones católicas locales fueron por varias comisarías poniéndole denuncias, todo porque Edamaruku había explicado el fenómeno (simple efecto de la capilaridad) y había afirmado por TV que los líderes eclesiásticos estaban aprovechando para vender un milagro —un pasatiempo históricamente bastante común para los católicos—, incluso repartiendo fotografías del crucifijo donde se hablaba del mismo para atraer a más gente.

Edamaruku fue acosado por la policía y se le anunció que iban a arrestarlo. El arzobispo de Mumbai, cardenal Oswald Gracias, apoyó todo este teatro entusiastamente (las organizaciones católicas no suelen actuar sin aprobación de su obispo local, como es lógico).

Eso fue en abril. La Arquidiócesis de Mumbai desoyó el pedido, repetido por muchas organizaciones racionalistas y escépticas, de solicitar a sus fieles que retiraran las denuncias. Edamaruku, viéndose cercado, salió del país; a fines de julio se supo que estaba en Finlandia.

Pero como la Iglesia es muy cauta, a principios de noviembre el cardenal Gracias emitió un comunicado explicando que el Cristo goteante nunca fue reconocido como un fenómeno sobrenatural (cosa que no les impidió dejar que la gente lo creyera) y que “la denuncia [contra Edamaruku] fue hecha por un grupo de creyentes que se sintieron ofendidos y no por la Iglesia institucional de Bombay [Mumbai] o por el Arzobispo”. El cardenal dice que apenas si sabía del caso, hasta que salió por televisión. Según ACI Prensa,
En el espíritu cristiano de paz y reconciliación, el Cardenal Gracias apela a Sanal Edamarukun, pidiéndole "que presente sus disculpas por herir los sentimientos de la gente", y pide a los cristianos que han presentado la denuncia "que acepten las disculpas y retiren la denuncia".
Uno escribe sobre la malevolencia solapada y viperina de esta clase de gente durante años y años y aún así no deja de sorprenderse cuando su hipocresía sale a la luz tan incontestablemente. ¿Disculparse por decirle a la gente que la están engañando y que quienes la engañan lo hacen desde hace milenios? ¿Disculparse para no ser arrestado? ¿Disculparse ante un grupúsculo de fanáticos desgraciados, matones religiosos, tan aterrorizados de la realidad que meterían preso a todo aquel que les revele las fragilísimas bases de su patética idolatría? ¿Y todo porque un funcionario de la monarquía teocrática más vieja del planeta lo pide, siendo él el responsable de que la situación haya llegado a tal punto que un hombre honesto tenga que huir de su país mientras los proxenetas de lo sobrenatural siguen tan campantes?

Hace unos pocos siglos los ancestros ideológicos del cardenal Gracias les quitaban las últimas monedas a los pobres a cambio de perdonarles pecados inventados por ellos mismos. Hemos avanzado un poco, pero ¡cuánto nos falta!

lunes, 12 de noviembre de 2012

La Iglesia argentina y su amnesia selectiva sobre la dictadura militar

Si el amable lector escuchase por ahí que “Fulano de Tal va a revisar su actuación durante el período tal o cual”, siendo Fulano de Tal una persona conocida por haberse comportado de manera dudosa durante dicho período, pensaría seguramente que Fulano está finalmente dispuesto a asumir sus errores y faltas, a hacer una autocrítica. No tendría sentido que Fulano anunciase formalmente que “va a revisar su actuación” y luego no admitiese ningún error sino que reafirmase su postura de siempre, ¿verdad?

Está visto que esperar que la Iglesia Católica tenga sentido, o que muestre un mínimo de decencia institucional, es una pérdida de tiempo.
La Iglesia católica argentina anunció hoy su intención de revisar su actuación durante la última dictadura militar (1976-1983), aunque insistió en rechazar cualquier tipo de "connivencia" entre los obispos y el régimen de facto, tal como había sugerido en 2010 el expresidente de facto Jorge Rafael Videla.
(Videla dijo que había hablado “muchas veces” de la desaparición forzada de personas con el cardenal primado Raúl Primatesta, con la Conferencia Episcopal y con el nuncio apostólico Pio Laghi, y que en algunos casos la Iglesia había ofrecido “sus buenos oficios” para con los familiares de los desaparecidos.)


El comunicado de la Iglesia argentina sobre su “revisión” es de una falsedad repulsiva, casi alucinante. La connivencia de la jerarquía eclesiástica con la dictadura está tan documentada (y no precisamente por personas cuya palabra tiene nulo valor, como Videla) que resulta perverso negarla. La regla en la relación Iglesia-dictadura fue la colaboración, por cobardía o por aprobación explícita; hubo honrosas excepciones, pero fueron precisamente eso: casos excepcionales de valentía individual, algunos de los cuales costaron vidas. La dictadura estaba obsesionada con la preservación del mito de Argentina como país católico, con las Fuerzas Armadas como garantes del orden y la tradición de la Patria; la Iglesia les suministraba argumentos teológicos y justificaciones espirituales para la represión, bajo el paraguas de la lucha contra la subversión marxista y atea, bendiciendo sus armas, conminándolas a continuar el exterminio y asistiendo a los torturadores para que no flaquearan en su dura pero necesaria tarea.

Quien no le crea a este humilde blog puede consultar la amplísima documentación disponible, que no puede impugnarse salvo recurriendo a hipótesis conspirativas alocadas, y que hasta un grupo de sacerdotes se ha encargado de señalar, con profunda vergüenza por las evasivas de sus superiores. Mucha de la colaboración entre Iglesia y dictadura se hizo en secreto, pero otro tanto fue público o al menos abierto: discursos, homilías, cartas y documentos de jerarcas religiosos que quizá pensaban que jamás llegaría el día en que tendrían que dar cuenta de ello. Afortunadamente para ellos, la mayoría ya están muertos. De los pocos que quedan, como Christian von Wernich, sólo hemos obtenido silencios y falsos olvidos que hablan mucho más fuerte y claro que cualquier excusa de las que pueda inventar la jerarquía católica en su pretendida “revisión”.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Los hospitales católicos no son seguros para las mujeres

Hace más de un año escribí una breve reflexión sobre “la inhumanidad básica de los pro-vida” en la que ponderaba no sólo la hipocresía de los antiabortistas sino especialmente la desorientación moral de quien prefiere un embrión a una mujer. Entonces planteaba la cuestión particular de los embarazos ectópicos, que son siempre letales para la mujer si se les permite progresar y que no dejan ninguna opción aparte de un aborto temprano. Basándome en la doctrina declarada de la Iglesia Católica, teoricé que los médicos “pro-vida” no tendrían más opción, en el caso de un embrión implantado en la trompa de Falopio, que extirpar la trompa entera, procedimiento conocido como salpingectomía: una cirugía invasiva y peligrosa, que priva a la mujer de la mitad de los óvulos que le queden y por tanto de la mitad de su fertilidad futura. No tenía de hecho pruebas de que tal cosa ocurriera, aunque todo indicaba que debía ser así.



Finalmente puedo confirmar que no estaba errado, a través de un artículo de la Dra. Jen Gunter, una tocoginecóloga estadounidense que habla de estos “regalos explosivos de Dios”. Gunter explica que un embarazo ectópico nunca, jamás, puede llegar a ser un bebé; que esperar a ver qué pasa no es opción y que hay tratamientos probados: metotrexato, una droga abortiva, o una salpingostomía, que consiste en abrir la trompa de Falopio, cortar el embrión y cerrarla de nuevo. Es tan sencillo que no debería ser controvertido para nadie, pero…
Sí, algunos eticistas católicos argumentan que las directivas católicas prohíben que los médicos en hospitales católicos traten los embarazos ectópicos de alguna manera que involucre actuar directamente sobre el embrión.
La única salida, si no se provoca un aborto, es la remoción de la trompa. Esto es algo parecido a encontrar una mancha de humedad en una pared y demoler toda la habitación para librarse de ella, con la diferencia de que la habitación puede reconstruirse.
¿Qué tan común es esta práctica? Bien, es triste decir que alguien tuvo que ponerse a investigarlo. Según un estudio de 2011 de Foster et al. (Womens Health Issues, 2011), algunos hospitales católicos se niegan a ofrecer metotrexato (tres de dieciséis hospitales estudiados). Esta falta de metotrexato llevó a cambiar el tratamiento, transferir pacientes a otros hospitales e incluso administrarlo subrepticiamente. Todas estas cosas exponen a las mujeres a riesgos innecesarios y gastos, y son francamente incorrectas.
No me queda claro qué significa “administrarlo subrepticiamente”. Confío en que se trata de médicos que, contra las directivas del hospital y las absurdas doctrinas católicas, les suministran metotrexato a las pacientes. Hacer esto a escondidas es peligroso y una vergüenza para un profesional, pero es un mal menor que simplemente rechazar a la paciente u obligarla a una cirugía innecesaria.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

10 preguntas sobre el aborto

Para demostrar (una vez más, y como si hiciera falta) la ignorancia mezclada con deshonestidad intelectual de los antimujeres defensores de la gestación obligatoria (conocidos como “pro-vidas”), les traigo aquí una lista, supuestamente matadora, de “diez preguntas que nunca hacen a los candidatos abortistas”, traída a nosotros por el blogger católico Juanjo Romero, director técnico de la plataforma integrista InfoCatólica y, como se presenta con cierto orgullo de origen desconocido, “fumador y padre de familia numerosa”. Romero a su vez las traduce de un original estadounidense, escrito por Trevin Wax, un cristiano evangélico (que curiosamente escribe en una plataforma propagandística cuyos integrantes proclaman estar preocupados “por la politización de la fe”). En estos días de elecciones presidenciales en Estados Unidos, se trata de preguntas con las cuales, supuestamente, ningún periodista incomoda a los candidatos.
  1. Usted dice que apoyará el derecho de la mujer a tomar sus propias decisiones en lo que respecta al aborto y a la anticoncepción. ¿Hay alguna restricción en su propuesta?.
  2. La portada de The Economist, marzo de 2010, estaba dedicada a la «guerra contra las niñas» y el crecimiento del «femenicidio» en el mundo (el aborto como método de selección del sexo del bebé). ¿Este fenómeno constituye un problema para Vd, o cree en el derecho absoluto de una mujer para abortar ya que el feto es de sexo femenino?
  3. En muchos estados un adolescente puede abortar sin el consentimiento paterno, pero no puede conseguir una aspirina en el colegio sin la autorización de los padres. ¿Apoya Vd que haya restricciones para los menores o que al menos se deba notificar a los padres que su hija va a abortar?
  4. ¿Si Vd no cree que la vida humana comienza en la concepción, cuándo cree que comienza? ¿En qué etapa del desarrollo del niño le «sobrevienen» los derechos humanos?
  5. En la actualidad, cuando las pruebas de análisis genético revelan que el niño tiene síndrome de Down, la mayoría de las mujeres optan por abortar. ¿Cómo respondería a la acusación de que este fenómeno recuerda al movimiento «eugenesico» de hace un siglo que pretendía purgar a nuestra sociedad de los «no aptos»?
  6. ¿Cree Vd que un empresario debe ser obligado a violar su conciencia al proporcionar acceso a los medicamentos abortivos y anticonceptivos a sus empleados?
  7. Alveda King, sobrina de Martin Luther King, dijo que «el aborto es el mejor amigo del supremacista blanco», señalando el hecho de que los negros y los latinos representan el 25% de la población pero suponen el 59% de todos los abortos. ¿Cómo respondería Vd a la acusación de que la mayoría de las clínicas abortistas se encuentran en el centro ciudades en las que abundan las minorías?
  8. Vd describe el aborto como una «opción trágica». Si el aborto no es moralmente objetable, ¿por qué es trágico? ¿Significa esto que hay algo en el aborto que es diferente a otros procedimientos quirúrgicos?
  9. ¿Cree Vd que el aborto debe ser legal una vez que feto es viable, es decir, capaz de sobrevivir fuera del útero?
  10. Si son asesinados una mujer embarazada y el niño en sus entrañas, ¿cree que el criminal debe enfrentarse a dos cargos de asesinato y cumplir una condena más dura?
Quizá sea cierto que a ninguno de los dos candidatos les han hecho estas preguntas. Yo no soy un candidato presidencial, y ya varios de los comentaristas han dado sus respuestas, pero no creo que esté de más contestar aquí otra vez, dado el nivel de idiotez de la mayor parte de los planteos. Así que aquí están:
  1. Las restricciones que pondría al aborto y a la anticoncepción tendrían que ver con criterios médicos (por ejemplo, limitar el aborto al primer trimestre puesto que luego de eso el cerebro fetal está desarrollado —esto es un ejemplo, no un criterio firme—) y de derechos humanos (por ejemplo, posibilitar el acceso a la anticoncepción de los y las menores de edad incluso sin consentimiento de sus padres, dado que es parte de su derecho a la salud).
  2. Para empezar escribiría bien feminicidio. La discriminación contra las mujeres es un problema independiente del derecho al aborto. Personalmente creo que abortar un feto femenino es mejor que tener una hija y luego mutilar sus órganos sexuales y venderla como esclava sexual a un hombre mayor que ni siquiera conoce, lo cual es lo habitual en muchas sociedades actuales. También es discriminación imponerle a la mujer el modelo único de esposa-y-madre.
  3. Los menores tienen los mismos derechos humanos que los adultos. En muchos casos, notificar a los padres de que sus hijos han hecho uso de sus derechos provoca castigos durísimos, desde la expulsión del hogar hasta el asesinato. En un mundo ideal los padres deberían saber qué está ocurriendo con sus hijos y estar enterados de sus decisiones para poder aconsejarlos, pero en el mundo real muchos padres anteponen sus creencias personales al bienestar de sus hijos, cosa que no se puede permitir.
  4. Los derechos humanos se refieren a personas. Las leyes en casi todo el mundo no consideran persona al nascituro, aun cuando protejan la vida del ser humano en desarrollo dentro del útero. (Y usted que pregunta, señor católico o evangélico, ni siquiera cree en los derechos humanos.) Las leyes por fuerza marcan discontinuidades en un proceso que es naturalmente continuo. El fondo de la pregunta no tiene sentido.
  5. En aquellos lugares donde se puede abortar libremente, la mayoría de las mujeres no desean tener hijos con anormalidades cromosómicas, pero pueden elegir tenerlos. El movimiento eugenésico trataba a ciertas personas como sujetos incapaces de decidir y forzaba abortos o esterilizaciones sin respetar los derechos reproductivos. El derecho al aborto es exactamente lo contrario. Por el contrario, la postura religiosa conservadora sobre las mujeres es idéntica a la de los eugenistas; los “pro-vida” también consideran a la mujer como un sujeto incapaz de decidir sobre su propio cuerpo.
  6. Si un empleador tiene una empresa, debe aceptar las reglas de juego del país donde vive, que hoy en día incluyen generalmente la cobertura sanitaria. Si esa cobertura sanitaria incluye servicios de salud reproductiva, el empleador debe suministrarla. De todas formas este tema pertenece más a una discusión entre estatismo y liberalismo que a la del aborto.
  7. Alveda King está diciendo una estupidez. Las mujeres negras y latinas (en Estados Unidos) abortan más que las blancas porque viven en peores condiciones socioeconómicas, en promedio. Si no pudieran abortar su situación sería aún peor.
  8. Yo no considero que un aborto sea una opción trágica. Sí es una opción indeseable en aquellos casos en que se trata simplemente de un embarazo no deseado que podría haber sido evitado. En otros casos es simplemente la única opción. El aborto en sí puede ser trágico para la mujer si se trata de un hijo largamente esperado y se ve obligada a abortar para salvar su vida, por ejemplo.
  9. La cuestión (para mí) no es la viabilidad del feto sino su grado de desarrollo. En el estado actual de la medicina, no se plantea una contradicción porque la legislación sobre aborto que la mayor parte de la gente apoyaría no lo permite más allá del primer trimestre, mucho antes que sea viable.
  10. No, porque el “niño en sus entrañas” no es tal. Las leyes castigan a aquél que fuerce a una mujer a abortar, incluso si el aborto voluntario es legal en esa jurisdicción, pero ninguna ley castiga el aborto como homicidio. La protección de la vida intrauterina se considera deseable pero no está por encima de los derechos de la mujer gestante.
Sería interesante que éstas y otras preguntas fueran respondidas por nuestros propios políticos, aquí en Argentina y en el resto de Latinoamérica, adaptadas según corresponda. La posibilidad de que nuestro periodismo las haga es ínfima, casi tan pequeña como la de que nuestros políticos, acostumbrados a la obsecuencia y a la ofuscación, las respondan.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Curiosos especímenes antiabortistas

El 1° de noviembre pasado, al cumplirse un año de la primera —luego malograda— discusión parlamentaria sobre el derecho al aborto en Argentina, organizaciones varias marcharon al Congreso y de allí a Plaza de Mayo. Allí cerca, en la puerta de la Catedral Metropolitana, los esperaba un grupo rival, compuesto por católicos, puestos allí para manifestarse “pro-vidas” y defender el templo ante previsibles graffitis o huevazos. Los separaba un cordón policial. A través de él volaron algunas botellas de plástico, hubo algunos forcejeos, insultos, etc. Hasta aquí todo bastante habitual. Incidentes similares ocurren durante cada Encuentro Nacional de Mujeres, en cada ciudad elegida, y ocurrieron en 2010 en La Plata durante una manifestación de la campaña Apostasía Colectiva. A veces los grupos anticlericales están exaltados, otros no, pero del otro lado es invariable la presencia de elementos verdaderamente siniestros, más que simples católicos devotos.

Este último caso no fue la excepción, pero en las fotos y videos difundidos aparecieron un par de elementos que yo no había visto antes y que me sorprendieron un poco, elementos que mucha gente desconoce y que la cobertura mediática no se molestó en dilucidar.


La bandera “Religión o Muerte” no es una invención de los “pro-vida” sino un recordatorio de una vieja lucha. Facundo Quiroga, caudillo de la provincia de la Rioja en la primera mitad del siglo XIX y ferviente católico, la adoptó cuando el gobernador de la provincia de Buenos Aires (y encargado de las Relaciones Exteriores de la todavía no formada Argentina), Bernardino Rivadavia, garantizó un régimen de libertad religiosa, por un acuerdo hecho con sus aliados comerciales británicos. (Hasta entonces, y como siempre había sido en la muy católica Argentina colonial y en la fanáticamente católica España, no ser católico era ser un paria. Para los extranjeros de religión anglicana o protestante eso complicaba mucho asentarse en el país o realizar inversiones.) “Religión o Muerte” fue el grito de guerra de Quiroga contra el gobierno liberal porteño, centralista y europeizante. No era una proclama muy pro-vida que digamos; de hecho era un llamado contra la libertad religiosa, hoy curiosamente tan ensalzada por los católicos.

El hombre canoso de bigotes que sostiene la bandera argentina es —según parece— uno de los mellizos Gristelli, integristas bien conocidos, dueños de una librería porteña que publica libros católico-fascistas y que ya han tenido varios choques con la Justicia (en un caso, por atacar a militantes de izquierda, en defensa del ex-comisario de la dictadura y asesino Miguel Etchecolatz; en otro, por entrar con un grupo de choque a destruir una exhibición “blasfema” de obras de León Ferrari).

Detrás de la bandera de la muerte, justo sobre Gristelli, asoma una bandera argentina burdamente emparchada con un dibujo redondeado y flanqueado por puntas rojas. A la derecha, en un plano bastante posterior, se ve de canto otra bandera, blanca y roja. Lo que vemos en el centro de la bandera argentina intervenida es de hecho un emblema del Corazón de Jesús, sobreimpreso en una variante de la Cruz de San Andrés, que es el mismo dibujo que luce, en grande, la bandera más al fondo: un par de aspas rojas con “ramas” diagonales como de árbol, sobre un fondo blanco: una Cruz de Borgoña, emblema originalmente del Imperio Español y, más tarde, del carlismo, un movimiento tradicionalista antiliberal español del siglo XIX. La Cruz de Borgoña fue también el emblema de la Comunión Tradicionalista de los años 1930, hasta 1937, en que la CT se fundió con la Falange Española, la milicia fascista que ayudó a desatar la Guerra Civil y sirvió de base al gobierno del dictador Francisco Franco. Increíblemente la CT sobrevive hoy en una Comunión Tradicionalista Fascista y hay en Argentina un grupúsculo, Carlismo Argentino, que sigue en la misma tónica, algo modernizados (hasta un blog y página en Facebook tienen).

La Fundación María Reina de Luján, que se presenta en Facebook como encargada de “la coordinación y promoción de todo tipo de actividades de caridad, solidaridad o capacitación”, subió además este video de la “defensa de la Catedral y de la Vida”, explicando que “Cientos de Argentinos resitieron todo tipo de improperios e insultos con su cuerpo y espiritu altivos e inquebrantables. Hombres, mujeres y niños contra los paladines de la muerte y la anarquía social.”


Luján (provincia de Buenos Aires) es el centro del culto nacionalista a la Virgen de Luján, patrona de Argentina, es decir, la semidiosa imaginaria que según el estado argentino protege a todo el país, sean católicos o no. En el ideario de estas asociaciones nacionalcatólicas está muy presente la concepción de los no católicos como, básicamente, extranjeros o “vendidos”: así se manifiesta en el contraste que hacen entre argentinos resistiendo en la Catedral, casa de Dios y santuario de argentinidad, contra los demás, que quieren destruir el país.

De poco sirve, pienso yo, ir a manifestarse frente a un templo o insultar a la Iglesia. Creo que es un gesto inútil y que coloca a los movimientos de derechos humanos (como el derecho al aborto) en una posición de agresores que no les corresponde, y peor aún, que permite a los medios mostrarlos a ellos y a los fanáticos religiosos como dos caras de la misma moneda. Si hay algún mérito a esta provocación es, en todo caso, el hacer salir de abajo de las piedras a este conjunto de bichos arcaicos.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Trascendencia

Leo por enésima vez una justificación perentoria de la necesidad imperiosa de dejar que curas, monjas y catequistas formateen el cerebro de los educandos con un sistema dogmático específico al tiempo que se embolsan sueldos del Estado, es decir, pagados del bolsillo de los contribuyentes de cualquier religión o de ninguna. Como tantas otras veces el argumento es el de la “trascendencia”, palabra que implica un ir más allá de las circunstancias coyunturales, de las modas y costumbres, del beneficio inmediato, de lo egoísta y cortoplacista, de lo no duradero, etc.

Esta justificación la explicita en este caso Francisco Pérez González, uno de los vasallos de la monarquía vaticana en España, que desde luego equipara trascendencia con religiosidad, o más bien con la forma específica de religiosidad organizada que le da de comer y le permite ir por la vida con vestido negro largo, gorrito púrpura en la cabeza, faja púrpura en el abdomen y una cruz colgando del cuello.

Y todo esto de la trascendencia está muy bien, aunque obviamente sea una mera excusa para —como dije— demandar que una mayoría de indiferentes, católicos de nombre, agnósticos, judíos practicantes, ateos, budistas, musulmanes o testigos de Jehová (entre otros) subsidie la educación sectaria de una minoría de católicos devotos que no pueden sufrir la idea de enviar a sus hijos a escuelas públicas donde les enseñen que los homosexuales no son pervertidos enfermos violaniños o les den a entender a las niñas y jóvenes que tener hijos sin parar no es lo mejor de lo mejor que puede pasarles.

Es discutible que la trascendencia (sin comillas) sea algo imprescindible en la educación escolar. Mi opinión es que es imprescindible en la educación, aunque no necesariamente en la escuela. Los padres deberían educar a sus hijos en una visión de la vida que vaya más allá de sus miras inmediatas y de sus inquietudes materiales más urgentes, porque de lo contrario estarían educando pequeños psicópatas. Los niños deberían preguntarse, y tener con quién consultar y debatir, cosas como “¿Qué pasará en el mundo después de que yo muera?” o “¿Qué puedo hacer yo para que el mundo mejore?”. Eso es trascendencia, y no idioteces como “¿Hay un Dios que nos libera de nuestra propia culpa, necesitamos Salvación?”, que no es una pregunta sino una gigantesca y poco disfrazada petición de principio.

El Estado puede reconocer las inquietudes trascendentes en sus ciudadanos pero no tiene por qué plantear las preguntas directamente: sólo debe garantizar que puedan hacerse y que puedan responderse con libertad. Enseñar  respuestas prefijadas a los niños sobre sus grandes interrogantes trascendentes es exactamente lo opuesto a la libertad.