Es probable que Dios no exista. Ahora deja de preocuparte y disfruta la vida.Los que estamos en el asunto ya lo sabíamos, pero ahora hasta Rosario3 publica la noticia: ¿Dios existe? Publicidad atea interpela a los pasajeros de bus en Londres. Llamativamente, la publican en la sección "¿EN SERIO?", cuyo título es sarcásticamente retórico, como si poner un anuncio motivacional sobre Dios en un ómnibus fuera algo ridículo.
El caso sin duda les parece desconcertante a los editores porque el anuncio planeado para circular por las calles de Londres en su flota de buses urbanos pone las cosas en negro sobre blanco en un terreno donde casi nadie se permite hacer tal cosa, por temor a ser calificado de cerrado, intolerante, insensible o simplemente bruto. Se trata de una idea que comenzó con una persona y se convirtió en una causa para una asociación humanista. La campaña recaudó más de 80.000 libras (¡como 100.000 euros!) en donaciones, mucho más de las 5.500 que se habían propuesto, y ahora están pensando qué hacer con la plata que sobra; probablemente pague anuncios en otros lugares de Gran Bretaña.
¿Se podría hacer algo así en Argentina? ¿Pondrían objeciones las empresas de colectivos? ¿Se presentarían recursos de amparo, acusaciones de discriminación? Imaginamos lo que dirían los obispos católicos, que se caracterizan por su total falta de humor y poca tolerancia al disenso, pero ¿qué diría la gente común?
Adivino que ver pasar un colectivo con una leyenda como la de arriba provocaría conversaciones, pero dudo que fueran muy interesantes o profundas. En Argentina es común no practicar religión alguna, cumplir con ritos formales unas pocas veces en la vida (bautismo, casamiento, funeral) y vivir como si Dios no existiera o como si "Dios" fuera sinónimo de buena suerte o algo incluso más fantasmal, pero fuera de ciertos círculos el ateísmo es algo exótico, como ser vegetariano o budista. El argentino promedio urbano de clase media es católico nominal o judío no practicante y no piensa mucho en Dios ni le dedica tiempo, pero está bastante seguro de que existe. No le importa que otros piensen distinto en este apartado, pero le choca si se lo dicen en la cara, y estoy seguro de que le chocaría un poco y lo desconcertaría terriblemente constatar que existen personas que pagarían por expresar públicamente la idea de que quizá Dios no sea una presencia obvia. Y ni hablar si tratan de convencerlo.
Me aventuro a asegurar que el 99% de los argentinos creyentes jamás ha pensado en Dios en profundidad, ni tampoco en el porqué de sus creencias. Casi todos mis amigos se dicen católicos, pero dicen que "no creen en la Iglesia", como si fuera posible una cosa sin la otra, y evidentemente no han parado a razonar jamás que la existencia de la Iglesia es la causa última de que ellos crean en Dios. Si las iglesias de todo tipo (por medio de sacerdotes, pastores, rabinos, catequistas, maestros de religión) no hubieran adoctrinado desde pequeños a la mayoría de nuestros antepasados, formando así una cultura embebida de supernaturalismo que acepta crédulamente la existencia de entidades invisibles, ninguno de nosotros creería en Dios, ni en la Virgen María, ni nada similar. Posiblemente habría otros ídolos, otras creencias, otras supersticiones, pero no Dios tal como lo conocemos, el Dios judeocristiano que nos ama y nos amenaza con el infierno, que nos observa todo el tiempo pero necesita que le recemos para enterarse de nuestros problemas.
Sería bueno desparramar esta inquietud y este desconcierto por las calles de una gran ciudad argentina, ver las caras de sorpresa, las sonrisas torcidas o cómplices, los gestos de rechazo, y sobre todo las miradas meditabundas de esa minoría que se toma tiempo para pensar en estas cosas, por sobre el ruido blanco de Maradona DT de la Selección Nacional o de los gritos de Tinelli o de las patéticas irrealidades de la inflación del INDEC o los bonos en Wall Street. Éste es un experimento que deberíamos hacer, pero para el que quizá no estemos preparados.