Ecuador acaba de aprobar por referendum una nueva constitución nacional, impulsada por el presidente Rafael Correa, que (con sus puntos oscuros, que los tiene) debe ser de las más progresistas de América y del mundo. Como era de esperarse, las iglesias, las clases altas y la derecha política se aliaron para denostarla, montando una durísima campaña por el No.
La Iglesia Católica, siguiendo su antigua y viperina tradición, se colocó oficialmente por encima de las miserias de la política y al mismo tiempo hizo una campaña que envidiarían Obama y McCain. La Conferencia Episcopal Ecuatoriana lanzó un comunicado que comenzaba diciendo "No nos corresponde como Obispos asumir una actitud política. Nos corresponde, en cambio, iluminar las conciencias de los católicos con la doctrina del Evangelio…". En Guayaquil, con la presencia del líder de la CEE y arzobispo local, Antonio Arregui, se instó a decenas de miles de fieles a "reflexionar" sobre la nueva Constitución. "Y ay del feligrés que reflexione distinto de lo que le hemos iluminado", podría haber agregado.
La organización ultracatólica HazteOír se hizo eco de supuestas amenazas al arzobispo Arregui y a la organización antiabortista ProVida, acusando al presidente Rafael Correa de alentar a la gente a insultar y ridiculizar a los católicos. (Correa recomendó a los que escucharan sermones contra la constitución levantarse en misa y gritar "Padre, usted es un mentiroso, no me venga a hacer política en esta iglesia." Bruto pero pertinente, diría yo.) El tema preferido de HazteOír y de los católicos integristas en general es la persecución a la que supuestamente están sometidos.
Ahora que el referendum constitucional ganó por el Sí con dos tercios del voto popular, la Iglesia quiere dialogar ("siempre hemos estado abiertos al diálogo"). Difícil creerlo luego de que descalificaran la Constitución por su "manifiesta aceptación del aborto, perversión de la institución familiar, sofocante totalitarismo estatal en materia de educación, restricciones a la libertad religiosa" y otras cositas de este tipo, señaladas como "innegociables". Sospecho que el diálogo pasará por conservar los privilegios que la Iglesia tiene, como en todos los países de nuestra pobre América Latina, en muchísimos campos, como herencia de la colonización española; en particular la financiación estatal a la educación religiosa, por la cual el pueblo paga para que a sus hijos los adoctrinen en la escuela pública. Estoy adivinando, pero no creo estar lejos.
Acabo de darme cuenta que si uno toma los puntos "innegociables" ut supra mencionados, resulta mutatis mutandis una descripción sucinta de muchos gobiernos que la Iglesia ha apoyado, especialmente en el siglo XX: "manifiesta aceptación del terrorismo de estado, perversión de las instituciones políticas, sofocante totalitarismo eclesiástico en materia de educación, restricciones a la libertad religiosa". Como que suena conocido, ¿no?
martes, 30 de septiembre de 2008
lunes, 29 de septiembre de 2008
De la Biblia y de un teólogo bocón
Nada nuevo, sino avisarles que estamos parloteando en los comentarios sobre la Alerta 37: A un cura católico le cae la Inquisición, donde se cuenta cómo la Iglesia Católica censuró al sacerdote y teólogo Ariel Álvarez Valdés por enseñar que la Biblia no contiene casi nada de hechos históricos reales, lo cual es sabido y reconocido desde hace siglos.
Este tema de la mezcla de historia y mitología en la Biblia, y de cómo la Iglesia a lo largo del tiempo ha ido admitiendo y admitiéndose que su libro sagrado es una serie de metáforas ambiguas (aunque sin decirlo con todas las letras al rebaño), me fascina personalmente, como así también la disposición mental de quien sabe que no hubo Adán ni Eva ni la Serpiente con su manzana en el Edén pero sin embargo cree en el pecado original, para dar sólo un ejemplo. Los dejo para que lean...
Este tema de la mezcla de historia y mitología en la Biblia, y de cómo la Iglesia a lo largo del tiempo ha ido admitiendo y admitiéndose que su libro sagrado es una serie de metáforas ambiguas (aunque sin decirlo con todas las letras al rebaño), me fascina personalmente, como así también la disposición mental de quien sabe que no hubo Adán ni Eva ni la Serpiente con su manzana en el Edén pero sin embargo cree en el pecado original, para dar sólo un ejemplo. Los dejo para que lean...
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domingo, 28 de septiembre de 2008
Alerta 41b: Llévese su Sharia a otra parte
Unas cuantas cosas más sobre la Declaración Universal Islámica de Derechos Humanos de la que hablé en el último post...
Es claro que, como dije, los musulmanes radicales no van a detener sus abusos y violaciones a los derechos humanos porque así lo digan las Naciones Unidas, y desde este punto de vista podría ser una solución de compromiso dejar a los países islámicos tener su propio marco jurídico, que al menos estará consensuado a nivel supranacional, en vez de ser dependiente del nivel de locura del mullah o ayatollah local. Pero un vistazo a la Declaración islámica basta para poner los pelos de punta:
Como el Islam es "lo correcto", hablar mal del Islam o desafiar sus postulados es "propagar falsedades". Al igual que el cristianismo, el Islam muestra esa contradictoria mezcla de arrogante seguridad absoluta sobre su propia verdad, y absoluta intolerancia hacia los que se animen a sugerir algo en contrario. Es decir que, para esta Declaración, criticar al Islam es delito.
Vuelvo a la idea de mi último post, idea que ha sido repetida muchas veces y que hay que seguir repitiendo, ya que el mundo parece haberse convencido de lo contrario: son las personas las que deben ser protegidas de la discriminación; las ideas no deben gozar de una protección equivalente. Las ideas deben ser discutidas, diseccionadas, expuestas a la luz.
No existe un "derecho a no ser ofendido". Nadie tiene derecho a obligar a los demás a callarse para seguir creyendo que su ideología es la mejor o la única verdadera. Si a los musulmanes les ofende que les digan que su religión oprime a las mujeres y alienta el terrorismo, bien, están en su derecho de manifestarse en desacuerdo; pero no tienen derecho, no deben tener derecho, a pedir que la ley castigue a los que los ofenden.
(Resulta molesto pero hay que aclararlo: esto vale para todos. Si a los judíos radicales les ofende que no creamos que un libro viejo los autoriza a bombardear e invadir Palestina, que protesten, pero que no pidan que la ley castigue a sus críticos al grito de "¡antisemitismo!". Si a los católicos integristas les ofende que mostremos cómo la política vaticana hacia los preservativos está ayudando a propagar el SIDA, que protesten, pero que no hablen de "persecución" y pidan censura. Etcétera.)
El efecto de permitir que un grupo de seres humanos se considere tan especial que para ellos valen derechos humanos distintos de los demás, y que además no se permita a los demás opinar sobre esta dudosa excepcionalidad so pena de ser acusados de intolerancia, es crear ghettos y dividir a la sociedad, pero sobre todo, dejar desprotegidos y sometidos a otros seres humanos. Es una ingenuidad creer que los musulmanes pueden darse a sí mismos una Declaración de Derechos Humanos por consenso; son los fanáticos que los gobiernan quienes tienen esa prerrogativa, quienes dicen hablar por Dios y por su pueblo. Si en los países islámicos las mujeres, los homosexuales, los creyentes de otras religiones, los no creyentes, y todos los demás como ellos no pueden contar con la protección de la Declaración Universal de los Derechos Humanos porque la ONU decide poner la corrección política por delante del bienestar individual, entonces están (estamos) fallándoles a los más desamparados.
Es claro que, como dije, los musulmanes radicales no van a detener sus abusos y violaciones a los derechos humanos porque así lo digan las Naciones Unidas, y desde este punto de vista podría ser una solución de compromiso dejar a los países islámicos tener su propio marco jurídico, que al menos estará consensuado a nivel supranacional, en vez de ser dependiente del nivel de locura del mullah o ayatollah local. Pero un vistazo a la Declaración islámica basta para poner los pelos de punta:
Toda persona tiene derecho a expresar sus pensamientos y creencias siempre que se mantenga dentro de los límites prescriptos por la Ley. Nadie, sin embargo, tiene licencia para diseminar falsedades o hacer circular informaciones que puedan ultrajar la decencia pública, ni para difamar […] a otras personas.Eso fue una traducción libre del texto inglés provisto amablemente por los redactores de la DUIDH. El original árabe, según los que lo han leído, admite una traducción aún más alarmante. Traduzco nuevamente:
Toda persona puede pensar, creer y expresar sus ideas y creencias sin interferencia ni oposición de nadie siempre que obedezca los límites impuestos por la Sharia. No está permitido propagar falsedades, ni diseminar aquello que involucre alentar la abominación, ni abandonar la comunidad islámica.La "abominación" en cuestión se refiere a la indecencia sexual. Para la ley islámica es correcto que un hombre mayor tenga sexo con una niña de nueve años, y si vamos al caso, con hasta cuatro de ellas, siempre que no pertenezcan a otro hombre, pero casi cualquier otra combinación está prohibida y castigada con la muerte. No sólo se prohíben la homosexualidad o el adulterio, sino también "alentar" esta clase de cosas, o sea que abogar por la tolerancia también es delito.
Como el Islam es "lo correcto", hablar mal del Islam o desafiar sus postulados es "propagar falsedades". Al igual que el cristianismo, el Islam muestra esa contradictoria mezcla de arrogante seguridad absoluta sobre su propia verdad, y absoluta intolerancia hacia los que se animen a sugerir algo en contrario. Es decir que, para esta Declaración, criticar al Islam es delito.
Vuelvo a la idea de mi último post, idea que ha sido repetida muchas veces y que hay que seguir repitiendo, ya que el mundo parece haberse convencido de lo contrario: son las personas las que deben ser protegidas de la discriminación; las ideas no deben gozar de una protección equivalente. Las ideas deben ser discutidas, diseccionadas, expuestas a la luz.
No existe un "derecho a no ser ofendido". Nadie tiene derecho a obligar a los demás a callarse para seguir creyendo que su ideología es la mejor o la única verdadera. Si a los musulmanes les ofende que les digan que su religión oprime a las mujeres y alienta el terrorismo, bien, están en su derecho de manifestarse en desacuerdo; pero no tienen derecho, no deben tener derecho, a pedir que la ley castigue a los que los ofenden.
(Resulta molesto pero hay que aclararlo: esto vale para todos. Si a los judíos radicales les ofende que no creamos que un libro viejo los autoriza a bombardear e invadir Palestina, que protesten, pero que no pidan que la ley castigue a sus críticos al grito de "¡antisemitismo!". Si a los católicos integristas les ofende que mostremos cómo la política vaticana hacia los preservativos está ayudando a propagar el SIDA, que protesten, pero que no hablen de "persecución" y pidan censura. Etcétera.)
El efecto de permitir que un grupo de seres humanos se considere tan especial que para ellos valen derechos humanos distintos de los demás, y que además no se permita a los demás opinar sobre esta dudosa excepcionalidad so pena de ser acusados de intolerancia, es crear ghettos y dividir a la sociedad, pero sobre todo, dejar desprotegidos y sometidos a otros seres humanos. Es una ingenuidad creer que los musulmanes pueden darse a sí mismos una Declaración de Derechos Humanos por consenso; son los fanáticos que los gobiernan quienes tienen esa prerrogativa, quienes dicen hablar por Dios y por su pueblo. Si en los países islámicos las mujeres, los homosexuales, los creyentes de otras religiones, los no creyentes, y todos los demás como ellos no pueden contar con la protección de la Declaración Universal de los Derechos Humanos porque la ONU decide poner la corrección política por delante del bienestar individual, entonces están (estamos) fallándoles a los más desamparados.
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viernes, 26 de septiembre de 2008
Alerta 41: !¿Derechos humanos islámicos?!
Llega a mi vista (vía Pharyngula: An Islamic assault on human rights) el análisis de un documento con el alarmante título de "Declaración Universal Islámica de Derechos Humanos", producido por el Concilio Islámico, a través de "eminentes académicos musulmanes, juristas y representantes de movimientos y del pensamiento islámico". Es ya antiguo (fue escrito en 1981) pero, según se informa en un análisis aparte, ha sido desde entonces "presentado con éxito al Concejo de Derechos Humanos [de las Naciones Unidas] como meramente 'complementario' a la Declaración Universal de los Derechos Humanos." En otras palabras, los musulmanes están logrando que su fanatismo medieval sea respetable en la ONU.
Desde un principio los gobiernos islámicos pusieron obstáculos a la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), creada en 1948. Pero en los últimos tiempos, han recurrido a la táctica del excepcionalismo: los musulmanes, dicen, ya tienen su propio código de conducta moral y ética, que deriva del Corán y los dichos atribuidos a Mahoma. No pueden aceptar la exclusividad de una DUDH creada por fuera de este código, y más aún, imponerles tal cosa sería una falta de respeto a su fe, un avasallamiento de sus derechos como comunidad de creyentes, una forma de imperialismo del Occidente cristiano secularizado sobre el Islam (y siguen los lugares comunes). En todo caso, la DUDH se debe "complementar" con una Declaración Universal Islámica de los Derechos Humanos (DUIDH).
Eso es lo que dicen. Ahora bien, quienes han estudiado la DUIDH han observado que la misma va en contra de la DUDH en varios puntos. Además de invocar su propia revelación religiosa como ley, la DUIDH, al igual que su similar, la Declaración de Derechos Humanos en el Islam (dada a conocer en El Cairo en 1990), limitan casi todos los derechos humanos, en vez de garantizarlos.
El caso no sería tan grave (con Declaración de cualquier tipo o no, los fundamentalistas islámicos siguen violando los derechos humanos) si no fuera porque las Naciones Unidas se han volcado al mismo ejercicio de "respeto de la religión" que la mayoría de los gobiernos de Europa. Se ha llamado a combatir la "difamación de las religiones" y la "islamofobia", y se ha asignado a un miembro especial de la Comisión por la Libertad de Expresión a la tarea de reportar "abusos de la libre expresión que ofendan las creencias religiosas", mientras que ONGs independientes han sido silenciadas. Se está considerando incluir la difamación religiosa en la ley internacional.
¿Qué tiene de malo esto? Que equivale a silenciar el disenso e impedir la crítica a los abusos de las religiones. La DUDH ya protege ampliamente a los creyentes de todas las religiones, dándoles derecho a profesar y practicar su fe, a cambiar de religión según sus convicciones, etc. La protección es para los individuos, no para las ideas. Los activistas musulmanes quieren prohibir la crítica a sus ideas. Para quienes escuchan con atención, el argumento es que son "especiales" porque han recibido la Verdad de parte del mismísimo creador del universo, aunque en público se esgrimen razones de tolerancia; el uso de este último término sería cómico si no fuera porque las cortes islámicas en muchos países rutinariamente condenan a personas a prisión, castigos corporales o muerte por no cumplir con las normas más estrictas de la Sharia, por hablar en contra de esa ley, o por atreverse a pasarse del Islam a otra religión o a ninguna.
Hay muchísimo más que decir sobre esto, pero por hoy lo dejo estar para no dispersarme. Son bienvenidos los comentarios.
Desde un principio los gobiernos islámicos pusieron obstáculos a la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), creada en 1948. Pero en los últimos tiempos, han recurrido a la táctica del excepcionalismo: los musulmanes, dicen, ya tienen su propio código de conducta moral y ética, que deriva del Corán y los dichos atribuidos a Mahoma. No pueden aceptar la exclusividad de una DUDH creada por fuera de este código, y más aún, imponerles tal cosa sería una falta de respeto a su fe, un avasallamiento de sus derechos como comunidad de creyentes, una forma de imperialismo del Occidente cristiano secularizado sobre el Islam (y siguen los lugares comunes). En todo caso, la DUDH se debe "complementar" con una Declaración Universal Islámica de los Derechos Humanos (DUIDH).
Eso es lo que dicen. Ahora bien, quienes han estudiado la DUIDH han observado que la misma va en contra de la DUDH en varios puntos. Además de invocar su propia revelación religiosa como ley, la DUIDH, al igual que su similar, la Declaración de Derechos Humanos en el Islam (dada a conocer en El Cairo en 1990), limitan casi todos los derechos humanos, en vez de garantizarlos.
El caso no sería tan grave (con Declaración de cualquier tipo o no, los fundamentalistas islámicos siguen violando los derechos humanos) si no fuera porque las Naciones Unidas se han volcado al mismo ejercicio de "respeto de la religión" que la mayoría de los gobiernos de Europa. Se ha llamado a combatir la "difamación de las religiones" y la "islamofobia", y se ha asignado a un miembro especial de la Comisión por la Libertad de Expresión a la tarea de reportar "abusos de la libre expresión que ofendan las creencias religiosas", mientras que ONGs independientes han sido silenciadas. Se está considerando incluir la difamación religiosa en la ley internacional.
¿Qué tiene de malo esto? Que equivale a silenciar el disenso e impedir la crítica a los abusos de las religiones. La DUDH ya protege ampliamente a los creyentes de todas las religiones, dándoles derecho a profesar y practicar su fe, a cambiar de religión según sus convicciones, etc. La protección es para los individuos, no para las ideas. Los activistas musulmanes quieren prohibir la crítica a sus ideas. Para quienes escuchan con atención, el argumento es que son "especiales" porque han recibido la Verdad de parte del mismísimo creador del universo, aunque en público se esgrimen razones de tolerancia; el uso de este último término sería cómico si no fuera porque las cortes islámicas en muchos países rutinariamente condenan a personas a prisión, castigos corporales o muerte por no cumplir con las normas más estrictas de la Sharia, por hablar en contra de esa ley, o por atreverse a pasarse del Islam a otra religión o a ninguna.
Hay muchísimo más que decir sobre esto, pero por hoy lo dejo estar para no dispersarme. Son bienvenidos los comentarios.
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domingo, 21 de septiembre de 2008
Sobre fanáticos y moderados (cont.)
Termino con mi pequeño ensayo sobre cómo los elementos moderados de la religión funcionan como sustento y dan legitimidad a los fanáticos.
Decía que los creyentes moderados pueden apoyar implícitamente a los fanáticos por omisión (dejar hacer sin enterarse o sin protestar) o a causa de una identificación con los fanáticos, generalmente alentada por la autovictimización de los mismos.
La respuesta tiene que apuntar a ambas formas de legitimación. Los moderados que se identifican con los radicales en ciertas ocasiones son probablemente una minoría poco informada, aunque visible. Son los que se pliegan a las campañas de indignación y desinformación, los que envían cartas de lectores a los diarios, los que quizá se acerquen a participar de una manifestación. Es difícil convencer a una persona creyente y crédula con un umbral de indignación bajo y mucho tiempo libre de que esta clase de apoyo a los fanáticos no es justificable, pero al menos hay que tratar de que vean las cosas desde un punto de vista distinto y entiendan que hay una gran desproporción entre, por ejemplo, una burla grosera contra el Papa y una paliza propinada al burlón. Por algo la ley, en los países civilizados, permite lo primero y castiga lo segundo.
Contra los moderados que callan la estrategia se presenta más complicada, porque éstos son una mayoría que suele ser completamente ajena a las controversias religiosas a menos que salgan en primera plana de los diarios, y a veces ni siquiera eso. Aquí los medios masivos de comunicación tienen un rol que cumplir, exponiendo los hechos como son y llamando las cosas por su nombre.
Lamentablemente, en estos días el ejercicio del periodismo consiste en simplificar, exagerar y cubrir las cuestiones espinosas con eufemismos, y más aun en la TV, que es el medio más popular. En la TV ya casi no hay periodismo de opinión, ni se contrastan hechos, ni se recurre a los archivos; sólo se proyectan imágenes acompañadas de descripciones obvias, y ocasionalmente se crea una apariencia de debate llamando a las partes en controversia por separado para que digan algo en dos minutos. (Esto dificulta que el público en general debata sobre todos los temas, no sólo los religiosos.) Un debate con un oponente sensato es una buena forma de hacer emerger lo peor de los fanáticos, pero para eso debe haber un foro suficientemente abierto y un moderador que no tenga miedo de, por ejemplo, permitir hablar a un secularista y a un obispo de igual a igual, sin títulos honoríficos ni deferencias especiales.
En último término, los "moderados" deben reconocer que tienen una responsabilidad y que deben protestar en voz alta contra los abusos de los fanáticos de su misma religión. Cuando un fanático viola la ley, el sistema puede actuar; pero para todo lo demás nos queda sólo la presión social. Los elementos radicales de todas las religiones deberían sentir la presión y el cuestionamiento de sus respectivas comunidades. No basta con pronunciamientos a posteriori, ambiguos o matizados, por parte de líderes religiosos que quieren salvar su imagen; las masas de creyentes son las que deben trazar la línea y dejar a los fanáticos afuera.
Decía que los creyentes moderados pueden apoyar implícitamente a los fanáticos por omisión (dejar hacer sin enterarse o sin protestar) o a causa de una identificación con los fanáticos, generalmente alentada por la autovictimización de los mismos.
La respuesta tiene que apuntar a ambas formas de legitimación. Los moderados que se identifican con los radicales en ciertas ocasiones son probablemente una minoría poco informada, aunque visible. Son los que se pliegan a las campañas de indignación y desinformación, los que envían cartas de lectores a los diarios, los que quizá se acerquen a participar de una manifestación. Es difícil convencer a una persona creyente y crédula con un umbral de indignación bajo y mucho tiempo libre de que esta clase de apoyo a los fanáticos no es justificable, pero al menos hay que tratar de que vean las cosas desde un punto de vista distinto y entiendan que hay una gran desproporción entre, por ejemplo, una burla grosera contra el Papa y una paliza propinada al burlón. Por algo la ley, en los países civilizados, permite lo primero y castiga lo segundo.
Contra los moderados que callan la estrategia se presenta más complicada, porque éstos son una mayoría que suele ser completamente ajena a las controversias religiosas a menos que salgan en primera plana de los diarios, y a veces ni siquiera eso. Aquí los medios masivos de comunicación tienen un rol que cumplir, exponiendo los hechos como son y llamando las cosas por su nombre.
Lamentablemente, en estos días el ejercicio del periodismo consiste en simplificar, exagerar y cubrir las cuestiones espinosas con eufemismos, y más aun en la TV, que es el medio más popular. En la TV ya casi no hay periodismo de opinión, ni se contrastan hechos, ni se recurre a los archivos; sólo se proyectan imágenes acompañadas de descripciones obvias, y ocasionalmente se crea una apariencia de debate llamando a las partes en controversia por separado para que digan algo en dos minutos. (Esto dificulta que el público en general debata sobre todos los temas, no sólo los religiosos.) Un debate con un oponente sensato es una buena forma de hacer emerger lo peor de los fanáticos, pero para eso debe haber un foro suficientemente abierto y un moderador que no tenga miedo de, por ejemplo, permitir hablar a un secularista y a un obispo de igual a igual, sin títulos honoríficos ni deferencias especiales.
En último término, los "moderados" deben reconocer que tienen una responsabilidad y que deben protestar en voz alta contra los abusos de los fanáticos de su misma religión. Cuando un fanático viola la ley, el sistema puede actuar; pero para todo lo demás nos queda sólo la presión social. Los elementos radicales de todas las religiones deberían sentir la presión y el cuestionamiento de sus respectivas comunidades. No basta con pronunciamientos a posteriori, ambiguos o matizados, por parte de líderes religiosos que quieren salvar su imagen; las masas de creyentes son las que deben trazar la línea y dejar a los fanáticos afuera.
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viernes, 19 de septiembre de 2008
Sobre fanáticos y moderados
—¿Usted… no establece diferencias entre musulmanes radicales y musulmanes moderados?
—No. Ésa no es mi tarea, ése es el trabajo de los propios musulmanes. Al final unos apoyan a los otros. Yo no he visto a ningún imam criticar abiertamente la quema de sinagogas o la quema de templos cristianos por parte de los musulmanes radicales.
Más de una vez, con más de una persona, he discutido corta o largamente sobre el tema de las religiones, de sus interpretaciones liberales y más estrictas, de los moderados y los radicales, de los practicantes pacíficos y los fanáticos violentos. Me resulta difícil dar a entender mi postura, que yo considero sencilla y defendible, de que los moderados de hecho y por omisión sirven de defensa a los fanáticos. Hitchens le añade este toque al tema, un toque magistral en mi opinión.
Quiero pasar por alto algo que yo tiendo a repetir y que otros han afirmado, el que desde un punto de vista lógico el fundamentalista religioso es más "honesto" que el moderado, que suele soslayar los aspectos más desagradables de su propia religión. Los fanáticos (en general) tienen así más sustento doctrinario que los moderados. Pero ése no es el tema de este corto artículo.
Lo que quiero decir aquí tiene que ver con la legitimación real de los fundamentalistas, especialmente los violentos, los que llamamos radicales o fanáticos (podría argumentar que los fundamentalismos, es decir, las interpretaciones estrictas de las tradiciones, escrituras o dogmas religiosos, son siempre violentos en un sentido u otro, pero eso es tema para otro ensayo, y posiblemente para otro autor mejor preparado). Mi postura es que, más allá de lo que digan las palabras del libro sagrado o de la autoridad religiosa oficial, los fanáticos de todas las grandes religiones obtienen sustento y legitimidad de la comunidad de creyentes que los rodea, creyentes que en su gran mayoría se calificarían como buenas personas, moderados, o incluso "liberales".
La forma más directa de legitimación de los radicales por parte de los moderados suele ser por omisión. A los radicales se les permite hablar en nombre de una religión, usar sus símbolos, e incluso dictaminar (más allá de si se los obedece o no) los modos de vida de los demás creyentes. Estos últimos permanecen en silencio, o protestan muy levemente o sólo en privado. En algunos casos (casi todos los países islámicos, por ejemplo) cualquier protesta contra los elementos radicales resulta peligrosa, pero por supuesto eso es precisamente con lo que cuentan los fanáticos. Si una masa crítica de creyentes moderados dejara de tolerar a los radicales violentos y hablara en contra, suprimir su opinión por medio de la violencia sólo sería viable en casos extremos (como la férrea dictadura teocrática de Arabia Saudita).
La resistencia pasiva es una opción. La otra es su contraria. Se cuenta que cuando los nazis tomaron control de Dinamarca durante la Segunda Guerra Mundial ordenaron que los judíos daneses usaran en un lugar visible una estrella de David amarilla para poder identificarlos y apartarlos para ser eliminados. Según esta historia, el rey de Dinamarca proclamó "Yo soy el primer judío de mi país" y al otro día todos los ciudadanos daneses, sin distinción de religión, aparecieron con estrellas de David amarillas cosidas a la ropa. Esto es sólo una leyenda, inspirada en el comportamiento ejemplar que el gobierno y el pueblo de Dinamarca tuvo para con sus ciudadanos judíos, pero tiene su fuerza. Si en verdad son mayoría los moderados y no violentos del Islam, del cristianismo y del judaísmo, y realmente no quieren que los fanáticos hablen por ellos, ¿por qué no hay un movimiento masivo en su contra, por qué cuándo un disidente es atacado, encarcelado o condenado a muerte por blasfemia no aparecen centenares o miles proclamando las mismas críticas, en su defensa?
Cuando Salman Rushdie fue mandado matar por una autoridad religiosa islámica, los musulmanes "moderados" no lo defendieron, aunque todos siguieron proclamando que el Islam es una religión pacífica. Lo mismo cuando las caricaturas de Mahoma causaron varias muertes. Los cristianos, que dicen adorar al mismo Dios que los musulmanes, tampoco hicieron nada; de hecho, varios líderes europeos, incluyendo el monarca vaticano Joseph Ratzinger, disculparon a los fanáticos porque las caricaturas eran "ofensivas", "irresponsables", "una provocación", y "un incentivo al odio". Aparentemente emitir una fatwa homicida no es "incentivo al odio".
En mucha menor escala, cuando ocurrió lo de la hostia secuestrada, el autor del "secuestro" recibió amenazas y por poco debió de dejar sus estudios, y otra persona, por el hecho de burlarse de estos fanáticos y tirar una hostia a la basura en repudio, recibió una inundación de mails con amenazas de muerte, y se inició una campaña para que lo despidieran de la universidad donde trabaja. Incluso unos cuantos ateos y muchos creyentes liberales consideraron que estas dos personas habían cometido una imperdonable ofensa y una provocación (otra vez esas palabritas), y matizaron su repudio a las amenazas con cobardes "peros". Ninguna autoridad religiosa católica salió al cruce de los fanáticos, y los católicos "moderados" que supuestamente son mayoría y que deploran estas cosas permanecieron, como grupo, en total silencio.
Cuando los moderados no acallan a los fanáticos, no queda más que suponer que son cobardes. Cobardes porque tienen miedo de denunciar la barbarie que surge de su propia fe, o cobardes porque quisieran ser ellos los que amenazan y atacan, pero no se animan. En este sentido, llama la atención lo que PZ Myers, el autor de la profanación de la hostia a la que me refería arriba, llama fatwa envy o "envidia de la fatwa", por analogía con el concepto psicoanalítico de la "envidia del pene": cuando un caso como éste trasciende, los católicos hablan de "persecución a la Iglesia", murmuran algo sobre lo cansados que están de "poner la otra mejilla", y luego rencorosamente añaden: "Si esto se lo hubieran hecho a los musulmanes, ya les habrían puesto una bomba". Lo que esto sugiere es algo ambiguo pero sin duda alarmante, especialmente si consideramos que hace apenas unos pocos siglos que las iglesias cristianas dejaron de encarcelar, torturar y matar personas por supuestos crímenes contra la religión.
Las doctrinas que les permitieron justificar estas cosas a los cristianos siguen siendo válidas, en el sentido de que las partes más bárbaras de las Sagradas Escrituras no han sido repudiadas. Basta con que la marea cambie, como si dijéramos, para que las interpretaciones escriturales liberales de hoy den paso a otras más estrictas y mucho más agresivas. En un panel de discusión Hitchens hizo una vez una referencia a La Peste, de Camus, donde la plaga finalmente se termina, pero queda claro que las ratas infectadas por la enfermedad siguen viviendo en las alcantarillas, y la peste eventualmente emergerá de nuevo.
Fundamentalismo deriva de fundamento, que equivale a cimiento, base, sustento (al-Qa'ida significa precisamente "la Base"). El sustento es típicamente una escritura sagrada, sobre la que se funda una tradición religiosa. El fundamentalismo es reaccionario, un "volver a las fuentes", y esas fuentes son justamente las escrituras en su interpretación más estricta. En tanto los fundamentos estén presentes, el edificio de la barbarie puede ser demolido, pero siempre puede ser reconstruido. Cuando los "moderados" evitan criticar los fundamentos de su propia religión, lo que hacen es preservar la base para su uso presente y futuro por parte de los radicales.
La otra forma en la que los creyentes moderados ayudan a los fanáticos es identificándose con ellos por motivos corporativos. Es bien sabido que no hay nada mejor para unir un grupo disperso o insatisfecho con sus autoridades que una amenaza externa. Se han declarado guerras con esa excusa. Una caricatura de Mahoma o una rana de juguete crucificada no hacen daño a nadie, pero si un fanático tiene suficiente acceso a los medios, no le será difícil presentar estas tonterías como ofensas terribles a la fe y llamar a una reacción masiva.
En estos años se ha promovido entre las dos más grandes religiones monoteístas la idea de que su fe está bajo ataque y que la modernidad y el secularismo buscan ridiculizar a las religiones; en este contexto, los fanáticos siempre encontrarán a unos cuantos idiotas útiles dispuestos a gritar por ellos. Cuando las aguas se calman, lo que queda es que hubo un gran tumulto y que muchos creyentes moderados, en su mayoría personas pacíficas, terminaron tan indignados como insatisfechos, mientras que los fanáticos obtuvieron una victoria simbólica y su postura fue reivindicada.
En una próxima entrega escribo sobre la respuesta a los moderados. Continuará...
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Dos anuncios cortitos:
- Acabo de añadir a la barra lateral (izquierda) una sección con un extracto de los últimos comentarios publicados en todo el blog. Está en tercer lugar de arriba a abajo, a continuación del archivo de posts.
- Para complementar esto, he hecho más ancha la barra lateral. Como efecto secundario la parte del contenido principal queda más angosta y "cuadrada" en la pantalla, lo cual (creo yo) redunda en mejor legibilidad.
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miércoles, 17 de septiembre de 2008
Alerta 40b: El juez también es "pro-vida"
Hace un par de días escribí sobre la niña de 12 años violada a la que le negaron el aborto. En ese momento entendí, como los periodistas, que la cuestión estaba cerrada. Al otro día, no obstante, el juez se pronunció formalmente, según nos cuentan los diarios.
El juez de familia Germán Ferrer rechazó el pedido de aborto porque la niña, dice, manifestó claramente que quería tener al bebé, y porque quitárselo le podría crear un trastorno aún mayor (la doctrina de elegir el mal menor). Además ordenó al estado que le provea una vivienda digna y medios de subsistencia. Qué bello, ¿no?
En mayo de este año el mismo juez Ferrer recibió una denuncia de maltrato hacia la madre y la niña por parte del mismo padrastro que finalmente violó a la niña. No hizo nada. En cambio, cuando el personal médico del hospital Humberto Notti de Mendoza pidió autorización judicial para realizar el aborto (autorización que era innecesaria, no nos cansemos de repetir, ya que la salud de la niña estaba claramente en riesgo), el juez le quitó la custodia a la madre argumentando que ésta quería hacer abortar a la niña para proteger a su concubino, el violador, y se la dio a su abuela, una cristiana evangélica devota con predecibles opiniones sobre la interrupción del embarazo. Además, sacó a la niña de su casa y la hizo internar en un hospital para aislarla de su madre y así "protegerla", privándola de su libertad y de ver a su familiar más cercano durante tres semanas.
Aparentemente la protección no era tan buena porque hace dos semanas un grupo de fanáticos católicos se metieron en la habitación y le mostraron a la niña folletos antiabortistas, llenos de fotos de fetos ensangrentados y mutilados. Le dijeron que abortar era un asesinato, y le ofrecieron dinero para criar al bebé. Los antiabortistas también le enviaron al juez Ferrer más de 300 mensajes exigiéndole que no autorizara un "asesinato".
La niña cambió de idea, dice el juez, y quiere ser madre. ¡Qué extraño que una niña de 12 años "cambie de idea" cuando un montón de extraños le dicen que va a ser una asesina! Y qué sensato este juez al aceptar como válida la voluntad mal informada de una menor de edad traumatizada y aislada.
Ayer, en su pronunciamiento, el juez criticó la "radicalización", "fanatismo" e "irracionalidad" de ambas partes (a las que llamó "los pro-vida y los pro-aborto"). Ahora parece que hacer campaña para que se cumplan derechos básicos es fanatismo. "Estos grupos están tan radicalizados que deberían recordar los estragos que este país ha sufrido por los fanatismos", dijo Ferrer, aparentemente creyendo que manifestarse en contra de las creencias cristianas que condenan a la mujer a ser una incubadora sin voz ni voto es comparable al terrorismo (de estado o del otro). Qué mediocre. Qué poca consistencia legal y ética, qué ignorancia, que poca convicción de parte de un magistrado.
Si los "pro-aborto" hubieran entrado la habitación de la niña para explicarle claramente que las promesas de los ultracatólicos son vacías, que nunca va a ver dinero ni asistencia para criar a su hijo más allá de unos pocos meses, que ni la Iglesia ni el Estado le van a dar a su hijo lo que requiere para crecer y educarse, que ambos van a pasar aún más hambre que el que ella sola pasa ahora, y demás cosas que por sentido común todos sabemos, entonces el juez podría haber dicho con justicia que dos bandos en discusión habían utilizado cruelmente a la niña para su lucha y transformado un tema desgraciado en una batalla ideológica. Pero no ocurrió así. Lo que ocurrió fue que uno tras otro y concertadamente, los médicos, la dirección del hospital, los fanáticos católicos y el juez, se cagaron en la ley.
Un comentario que leí por ahí decía lo que también todos sabemos: si la niña violada hubiera sido hija del juez, el aborto se hubiera realizado sin problemas, sin jueces entrometidos, sin controversia pública, sin aviso a los medios, sin fanáticos de por medio; se hubiera llevado a la niña al hospital y se hubiera hecho lo que la ley manda, sin que nadie más se enterara. Y hubiera sido lo correcto.
El juez de familia Germán Ferrer rechazó el pedido de aborto porque la niña, dice, manifestó claramente que quería tener al bebé, y porque quitárselo le podría crear un trastorno aún mayor (la doctrina de elegir el mal menor). Además ordenó al estado que le provea una vivienda digna y medios de subsistencia. Qué bello, ¿no?
En mayo de este año el mismo juez Ferrer recibió una denuncia de maltrato hacia la madre y la niña por parte del mismo padrastro que finalmente violó a la niña. No hizo nada. En cambio, cuando el personal médico del hospital Humberto Notti de Mendoza pidió autorización judicial para realizar el aborto (autorización que era innecesaria, no nos cansemos de repetir, ya que la salud de la niña estaba claramente en riesgo), el juez le quitó la custodia a la madre argumentando que ésta quería hacer abortar a la niña para proteger a su concubino, el violador, y se la dio a su abuela, una cristiana evangélica devota con predecibles opiniones sobre la interrupción del embarazo. Además, sacó a la niña de su casa y la hizo internar en un hospital para aislarla de su madre y así "protegerla", privándola de su libertad y de ver a su familiar más cercano durante tres semanas.
Aparentemente la protección no era tan buena porque hace dos semanas un grupo de fanáticos católicos se metieron en la habitación y le mostraron a la niña folletos antiabortistas, llenos de fotos de fetos ensangrentados y mutilados. Le dijeron que abortar era un asesinato, y le ofrecieron dinero para criar al bebé. Los antiabortistas también le enviaron al juez Ferrer más de 300 mensajes exigiéndole que no autorizara un "asesinato".
La niña cambió de idea, dice el juez, y quiere ser madre. ¡Qué extraño que una niña de 12 años "cambie de idea" cuando un montón de extraños le dicen que va a ser una asesina! Y qué sensato este juez al aceptar como válida la voluntad mal informada de una menor de edad traumatizada y aislada.
Ayer, en su pronunciamiento, el juez criticó la "radicalización", "fanatismo" e "irracionalidad" de ambas partes (a las que llamó "los pro-vida y los pro-aborto"). Ahora parece que hacer campaña para que se cumplan derechos básicos es fanatismo. "Estos grupos están tan radicalizados que deberían recordar los estragos que este país ha sufrido por los fanatismos", dijo Ferrer, aparentemente creyendo que manifestarse en contra de las creencias cristianas que condenan a la mujer a ser una incubadora sin voz ni voto es comparable al terrorismo (de estado o del otro). Qué mediocre. Qué poca consistencia legal y ética, qué ignorancia, que poca convicción de parte de un magistrado.
Si los "pro-aborto" hubieran entrado la habitación de la niña para explicarle claramente que las promesas de los ultracatólicos son vacías, que nunca va a ver dinero ni asistencia para criar a su hijo más allá de unos pocos meses, que ni la Iglesia ni el Estado le van a dar a su hijo lo que requiere para crecer y educarse, que ambos van a pasar aún más hambre que el que ella sola pasa ahora, y demás cosas que por sentido común todos sabemos, entonces el juez podría haber dicho con justicia que dos bandos en discusión habían utilizado cruelmente a la niña para su lucha y transformado un tema desgraciado en una batalla ideológica. Pero no ocurrió así. Lo que ocurrió fue que uno tras otro y concertadamente, los médicos, la dirección del hospital, los fanáticos católicos y el juez, se cagaron en la ley.
Un comentario que leí por ahí decía lo que también todos sabemos: si la niña violada hubiera sido hija del juez, el aborto se hubiera realizado sin problemas, sin jueces entrometidos, sin controversia pública, sin aviso a los medios, sin fanáticos de por medio; se hubiera llevado a la niña al hospital y se hubiera hecho lo que la ley manda, sin que nadie más se enterara. Y hubiera sido lo correcto.
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martes, 16 de septiembre de 2008
La Madre Teresa beatificada: una más de Hitchens
Para completar la serie de traducciones de la entrevista a Christopher Hitchens sobre la Madre Teresa de Calcuta, que publiqué en cinco partes, paso a un artículo que Hitchens escribió para Slate en 2003. Se titula Mommie Dearest ("Queridísima madrecita") y fue escrito unos ocho años después de la entrevista anterior, cuando ya se había cumplido una predicción de Hitchens: que el Papa Juan Pablo II apuraría los tiempos para acercar a la Madre Teresa a la declaración de santidad oficial, por su valor propagandístico más que por sus virtudes. Como siempre, vínculos y aclaraciones son míos.
[Este artículo ha sido re-posteado en mi sitio web personal: La Madre Teresa beatificada.]
Llama la atención que todas estas cosas que ha dicho (y sigue diciendo) Christopher Hitchens no aparecen jamás fuera de ciertos sitios web independientes y otras fuentes explícitamente ateas, secularistas, o escépticas. Por supuesto que Hitchens es un polemista profesional e intragable para ciertas sensibilidades, pero dejando de lado sus opiniones, hay hechos relatados por testigos veraces, y otras opiniones también muy críticas, que han tenido muy poca prensa. Los medios, aun los que se venden a sí mismos como polémicos o sensacionalistas, en realidad no gustan de polémicas reales.
Las biografías de la Madre Teresa de Calcuta que uno lee en Internet son siempre parciales, en ambos sentidos de la palabra. El vergonzosamente corto artículo de Wikipedia en español sobre ella no dice una palabra sobre sus alabanzas al dictador de Haití, sobre su afirmación de que el SIDA es un castigo de Dios por una sexualidad impropia, o sobre el hecho de que la "atención" prestada a los enfermos en sus hospicios no es tal; es tan sucinto que ni siquiera tiene espacio para errores, excepto los de omisión, que por supuesto son de importancia en este caso. Internet está llena de recopilaciones de frases sentimentales y aforismos superficialmente significativos de la Madre Teresa, pero hay poco o nada de verdadera sustancia. Cuando una cultura coloca a una persona en un pedestal, perdemos una oportunidad de conocerla. Creo que muchas personas no saben quiénes son realmente sus referentes culturales. Que esta fanática religiosa adicta al sufrimiento ajeno sea un ícono, simplemente porque todos la adoran pasivamente, es lamentable.
[Este artículo ha sido re-posteado en mi sitio web personal: La Madre Teresa beatificada.]
Querídisima madrecitaAquí termina mi traducción del artículo.
El Papa beatifica a la Madre Teresa, una fanática, una fundamentalista, un fraude.
por Christopher Hitchens
Lunes 20 de octubre de 2003
Creo que fue Macaulay el que dijo que la Iglesia Católica Romana merecía un gran reconocimiento por, y debía su longevidad a, su capacidad para manejar y contener el fanatismo. Este retorcido cumplido pertenece a épocas más serias. Lo más sobresaliente acerca de la "beatificación" de la mujer que se llamó a sí misma "Madre" Teresa es la abyecta rendición por parte de la Iglesia a las fuerzas del espectáculo, la superstición y el populismo.
Lo primero que salta a la vista es el espectacular mal gusto de todo el tema. Solía ocurrir que una persona no podía ser nominada para la "beatificación", el primer paso hacia la "santidad", hasta cinco años después de su muerte. Esto servía para prevenir que el entusiasmo local o popular se volcara a la promoción de personajes dudosos. El Papa [Juan Pablo II] nominó a la Madre Teresa un año después de su muerte, en 1997. También solía ocurrir que se ponía en marcha un mecanismo de investigación, incluyendo el examen minucioso por parte de un advocatus diaboli ("abogado del diablo"), para poner a prueba cualquier afirmación extraordinaria. El Papa ha abolido este cargo y ha creado más santos instantáneos que todos sus predecesores juntos desde el siglo XVI.
En cuanto al "milagro" que debía ser comprobado, ¿qué se puede decir? Seguramente cualquier católico que se respete se estremecerá de vergüenza ante la obviedad de la falsificación. Una mujer bengalí llamada Monica Besra afirma que un rayo de luz brotó de una foto de la Madre Teresa, que ella tenía en su casa, y la libró de un tumor canceroso. Su médico, el Dr. Ranjan Mustafi, dice que ella no tenía un tumor canceroso, para empezar, y que el quiste tubercular que sí tenía fue curado por un tratamiento con medicamentos. ¿Fue entrevistado por los investigadores del Vaticano? No. (Resulta ser que yo mismo fui entrevistado por ellos, aunque de la manera más superficial posible. El procedimiento sigue requiriendo algo que se parezca a una consulta con personas incrédulas, y una mera apariencia fue lo que en este caso se dio.)
Según un informe no desmentido en el periódico italiano L'Eco di Bergamo, el secretario de estado del Vaticano envió una carta a algunos cardenales con cierta antigüedad en junio, preguntando de parte del Papa si ellos veían bien hacer santa a la Madre Teresa inmediatamente. El Papa ha mostrado claramente que su intención es apurar el proceso de manera de poder celebrar la ceremonia mientras él viva. La respuesta fue negativa, según el padre Brian Kolodiejchuk, el sacerdote canadiense que actuó como postulador o abogado por la "canonización". Pero el daño a la integridad del proceso (en la medida en que posea alguna integridad) ya había sido hecho.
Durante las deliberaciones en torno al Concilio Vaticano II, bajo la supervisión del Papa Juan XXIII, la Madre Teresa encabezó la oposición a toda sugerencia de reforma. Lo que se necesitaba, mantuvo ella, era más trabajo y más fe, no revisión doctrinal. Su posición era ultrarreaccionaria y fundamentalista incluso en términos de la ortodoxia católica. A los creyentes se les ordena, sí, que abominen del aborto y no recurran a él, pero no se les requiere que afirmen que el aborto es "el más grande destructor de la paz", como la Madre Teresa fantásticamente proclamó ante una confundida audiencia cuando recibía el Premio Nobel de la Paz. A los creyentes de la misma manera se les ordena abominar del divorcio y no recurrir a él, pero no se les requiere que insistan en incluir en la constitución del estado una prohibición del divorcio y del casamiento en segundas nupcias, como la Madre Teresa reclamó en un referendum en Irlanda (que su bando perdió por poco) en 1996. Más adelante ese mismo año, dijo al Ladies Home Journal que la complacía el divorcio de su amiga la Princesa Diana, porque su matrimonio había sido obviamente infeliz...
Esto nos regresa a la corrupción medieval de la Iglesia, que vendía indulgencias a los ricos mientras predicaba el fuego del infierno y la continencia a los pobres. La Madre Teresa no era amiga de los pobres. Era amiga de la pobreza. Decía que el sufrimiento era un regalo de Dios. Pasó su vida oponiéndose a la única cura conocida contra la pobreza, que es el empoderamiento de la mujer y su emancipación de una forma de vida similar a la del ganado reproductor. Y tuvo amistad con lo peor de los ricos, aceptando dinero malhabido de la atroz familia Duvalier en Haití (cuyo gobierno ella alabó a su vez) y de Charles Keating, [el estafador] del Lincoln Savings and Loan. ¿Dónde fue ese dinero y todas las otras donaciones? El arcaico hospicio de Calcuta estaba tan decrépito cuando ella murió como siempre había estado (ella prefería clínicas en California cuando caía enferma), y su orden siempre se negó a publicar cualquier auditoría. Pero ella misma afirma que inauguró quinientos conventos en más de cien países, todos con el nombre de su propia orden. Disculpen, pero ¿es esto modestia y humildad?
El mundo rico tiene mala conciencia, y a mucha gente le gustaba aliviar su propia inquietud enviando dinero a una mujer que parecía ser una activista por "los más pobres de los pobres". A la gente no le gusta admitir que han sido tomados por tontos o engañados, así que se permitió que surgiera un interés en el mito, y unos medios de comunicación perezosos nunca se molestaron en hacer más preguntas. Muchos voluntarios que fueron a Calcuta volvieron, brutalmente desilusionados por la severa ideología y la práctica del amor a la pobreza de las "Misioneras de la Caridad", pero no encontraron quien escuchara su historia. La admonición de George Orwell en su ensayo sobre Gandhi, que los santos siempre deben presumirse culpables hasta que se pruebe su inocencia, fue ahogada en una catarata de propaganda sentimental, tonta y sin ánimo de investigación.
Una de las maldiciones de la India, al igual que otros países pobres, es el curandero charlatán, que despluma al sufriente con promesas de curación milagrosa. El domingo fue un gran día para estos parásitos, que vieron cómo sus métodos recibían apoyo oficial de Su Santidad y apariciones gratis en la prensa internacional. Olvidadas fueron las reglas elementales de la lógica, que afirmaciones extraordinarias requiren evidencias extraordinarias, y que lo que puede afirmarse sin evidencia también puede ser desechado sin evidencia. Más que eso: fuimos testigos de la exaltación y consagración del dogmatismo extremo, de la fe miope, y del culto a una personalidad humana mediocre. Muchas más personas son pobres y están enfermas a causa de la vida de la Madre Teresa; aún más serán pobres y estarán enfermas si se sigue su ejemplo. Ella era una fanática, una fundamentalista y un fraude, y una iglesia que oficialmente protege a aquellos que violan la integridad de los inocentes nos ha dado otro claro signo del lugar donde verdaderamente está posicionada en temas morales y éticos.
Llama la atención que todas estas cosas que ha dicho (y sigue diciendo) Christopher Hitchens no aparecen jamás fuera de ciertos sitios web independientes y otras fuentes explícitamente ateas, secularistas, o escépticas. Por supuesto que Hitchens es un polemista profesional e intragable para ciertas sensibilidades, pero dejando de lado sus opiniones, hay hechos relatados por testigos veraces, y otras opiniones también muy críticas, que han tenido muy poca prensa. Los medios, aun los que se venden a sí mismos como polémicos o sensacionalistas, en realidad no gustan de polémicas reales.
Las biografías de la Madre Teresa de Calcuta que uno lee en Internet son siempre parciales, en ambos sentidos de la palabra. El vergonzosamente corto artículo de Wikipedia en español sobre ella no dice una palabra sobre sus alabanzas al dictador de Haití, sobre su afirmación de que el SIDA es un castigo de Dios por una sexualidad impropia, o sobre el hecho de que la "atención" prestada a los enfermos en sus hospicios no es tal; es tan sucinto que ni siquiera tiene espacio para errores, excepto los de omisión, que por supuesto son de importancia en este caso. Internet está llena de recopilaciones de frases sentimentales y aforismos superficialmente significativos de la Madre Teresa, pero hay poco o nada de verdadera sustancia. Cuando una cultura coloca a una persona en un pedestal, perdemos una oportunidad de conocerla. Creo que muchas personas no saben quiénes son realmente sus referentes culturales. Que esta fanática religiosa adicta al sufrimiento ajeno sea un ícono, simplemente porque todos la adoran pasivamente, es lamentable.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Alerta 40: Los "pro-vida" contraatacan
Hace menos de tres meses, a una niña de 12 años en la provincia de Mendoza, Argentina, le ocurrió algo que no olvidará jamás: alguien (presuntamente su padrastro) la violó y la dejó la embarazada. Su madre solicitó que se le realizara un aborto, bajo el artículo del Código Penal que exime de pena a esta operación cuando la vida o la salud de la madre corren riesgo. El hospital que debía realizar el aborto a su vez solicitó autorización de un juez, a pesar de que ésta no es necesaria y en casos similares se ha visto claramente que tiene un fin dilatorio. La justicia le quitó la custodia a la madre de la niña y se la dio a su abuela, una ferviente cristiana evangélica. En medio de esto, un grupo de militantes "pro-vida" irrumpieron en la habitación del hospital donde estaba internada la niña y la aterrorizaron mostrándole imágenes de fetos mutilados y diciéndole que el aborto pondría en peligro su vida.
Todo esto y más se puede leer en el artículo Un debate que quedó interrumpido, publicado por Página/12 el sábado pasado. El caso del pedido de aborto quedó cerrado, ya que el Comité de Bioética que debía aconsejar sobre él (como se hace habitualmente), junto con un grupo de expertos independientes, decidieron que no tenía sentido expedirse ya que el pedido fue retirado. Esta niña de 12 años, por lo tanto, va a intentar llevar a término un embarazo para el cual ni su cuerpo ni su mente están preparados en absoluto, todo porque las creencias dogmáticas de un familiar en segundo grado y de la dirección de un hospital público en un país supuestamente laico pesan más que el sentido común y que el clamor de una madre a la cual le han dicho que no tiene derecho a cuidar de su hija en la peor de sus horas.
No sabemos qué hubiera dicho el Comité de Bioética, pero todo indica que hubieran votado en contra de la realización del aborto. Participando de este grupo hay un sacerdote católico, por razones que desconozco y que sospecho no deben tener en absoluto que ver con sus credenciales académicas o con su capacidad de análisis ético desapasionado. ¿Por qué hay un cura en un comité que debe decidir sobre abortos? Si hay que conformar un grupo de gente que pueda considerar opciones, ¿qué sentido tiene incluir a una persona que tiene un mandato de decir que no automáticamente?
Otra cosa más. Las pericias realizadas a la niña por distintos grupos de profesionales se contradicen. Una dice que la niña está bien. La otra dice que el trauma de la violación y el embarazo, más el "lavado de cerebro" al que fue sometida por los "pro-vida" (además de lo que podamos suponer de parte de su abuela y de los médicos) la ponen en serio riesgo mental y físico. Una de las dos pericias debe estar equivocada, y uno de los dos grupos debe estar, por lo tanto, dando un veredicto que podría arruinar la vida de una niña para siempre. ¿A quién deberán rendirle cuenta por esto? O mejor dicho, a quién hubieran debido. Porque el debate se interrumpió, como dice el artículo, de la peor manera: la voz de una fe ciega, que no conoce sensibilidades ni matices, vino a acallar el debate (sesgado si se quiere, pero debate al fin) y a coronar una cadena de abusos de autoridad.
Todo esto y más se puede leer en el artículo Un debate que quedó interrumpido, publicado por Página/12 el sábado pasado. El caso del pedido de aborto quedó cerrado, ya que el Comité de Bioética que debía aconsejar sobre él (como se hace habitualmente), junto con un grupo de expertos independientes, decidieron que no tenía sentido expedirse ya que el pedido fue retirado. Esta niña de 12 años, por lo tanto, va a intentar llevar a término un embarazo para el cual ni su cuerpo ni su mente están preparados en absoluto, todo porque las creencias dogmáticas de un familiar en segundo grado y de la dirección de un hospital público en un país supuestamente laico pesan más que el sentido común y que el clamor de una madre a la cual le han dicho que no tiene derecho a cuidar de su hija en la peor de sus horas.
No sabemos qué hubiera dicho el Comité de Bioética, pero todo indica que hubieran votado en contra de la realización del aborto. Participando de este grupo hay un sacerdote católico, por razones que desconozco y que sospecho no deben tener en absoluto que ver con sus credenciales académicas o con su capacidad de análisis ético desapasionado. ¿Por qué hay un cura en un comité que debe decidir sobre abortos? Si hay que conformar un grupo de gente que pueda considerar opciones, ¿qué sentido tiene incluir a una persona que tiene un mandato de decir que no automáticamente?
Otra cosa más. Las pericias realizadas a la niña por distintos grupos de profesionales se contradicen. Una dice que la niña está bien. La otra dice que el trauma de la violación y el embarazo, más el "lavado de cerebro" al que fue sometida por los "pro-vida" (además de lo que podamos suponer de parte de su abuela y de los médicos) la ponen en serio riesgo mental y físico. Una de las dos pericias debe estar equivocada, y uno de los dos grupos debe estar, por lo tanto, dando un veredicto que podría arruinar la vida de una niña para siempre. ¿A quién deberán rendirle cuenta por esto? O mejor dicho, a quién hubieran debido. Porque el debate se interrumpió, como dice el artículo, de la peor manera: la voz de una fe ciega, que no conoce sensibilidades ni matices, vino a acallar el debate (sesgado si se quiere, pero debate al fin) y a coronar una cadena de abusos de autoridad.
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sábado, 13 de septiembre de 2008
Imagine No Religion, por Richard Dawkins
Lo que sigue es una traducción (apenas libre) de un artículo escrito por Richard Dawkins en abril de 2006; se titula Imagine No Religion, como la canción de John Lennon.
El lector pro-religión poco atento podría quejarse de que Dawkins divaga largamente sobre la evolución y la selección natural y que eso no tiene nada que ver con terroristas que estrellan aviones. Pero la línea de argumentación es clara: la teoría de la evolución demolió la última gran razón por la que muchos justificaban creer en Dios; así pues, antes de rendirse ante esta creencia y todo lo que implica, hay que considerar que Dios, como idea para explicar nuestra existencia, ya es innecesario.
Imagina, cantó John Lennon, un mundo sin religión. Imaginemos [un mundo] sin atacantes suicidas, sin un 11 de Septiembre, sin un 7 de Julio, sin Cruzadas, sin cazas de brujas, sin la Conspiración de la Pólvora, sin disputa sobre Cachemira, sin la partición India/Pakistán, sin guerras palestino-isralíes, sin masacres serbo-croata-musulmanas, sin los "Problemas" en Irlanda del Norte. Imaginemos que no existen talibanes que hacen volar estatuas antiguas, que dan latigazos a las mujeres por mostrar dos centímetros de piel desnuda, o que decapitan públicamente a blasfemos y apóstatas. Imaginemos [un mundo] sin persecuciones a los judíos; de hecho, sin judíos a quienes perseguir, puesto que sin religión hace tiempo que se hubieran fundido por vía de matrimonio con los pueblos que los rodean.Aquí termina la traducción, que espero no les resulte muy torpe (a veces ciertas referencias son difíciles de transmitir). El artículo no me parece demasiado bien escrito como un todo; va de aquí para allá sin redondear, pero Dawkins se las arregla para introducir y vincular varios asuntos que le interesan, especialmente el del abuso que se le hace a los niños al indoctrinarlos y asignarles una etiqueta étnico-religiosa que los separa de los demás.
Por supuesto que las matanzas y persecuciones religiosas de hoy no están motivadas por disputas teológicas. Los pistoleros del IRA no matan protestantes (o viceversa) por desacuerdos sobre la transustanciación. El motivo más probable es venganza tribal. Fue uno de "ellos" quien mató a uno de "nosotros". "Ellos" expulsarion a "nuestros" tatarabuelos de nuestras tierras ancestrales. Los resentimientos son económicos y políticos, no religiosos, y las vendettas vienen de largo tiempo atrás.
Pero aunque los desacuerdos tribales en sí no tienen nada que ver con la religión, el hecho mismo de que haya dos tribus tiene todo que ver. Hay indudablemente distinciones tribales de origen genético o lingüístico, pero en Irlanda del Norte, ¿qué es lo que hay, sino religión? Lo mismo se aplica a India y Pakistán, Serbia y Croacia, y variadas regiones de Indonesia y África. La religión es la etiqueta de identidad y hostilidad de grupo más divisiva del mundo. Si un ingeniero social se propusiera crear un sistema para perpetuar las más bárbaras enemistades de hoy, no podría lograr una mejor fórmula que la educación sectaria. Escuelas religiosas que enseñaran cursos comparados de todas las religiones podrían hacer algún bien. Pero la misma razón de las escuelas religiosas es que los niños de "nuestra" tribu deben ser educados en su "propia" religión. Dado que a los niños de la otra tribu les están simultáneamente enseñando la religión rival, junto con (por supuesto) la versión rival de la historia dividida por vendettas, el resultado final es fácil de predecir.
¿Qué puede significar hablar de la religión de un niño? Imaginemos un mundo en el cual fuera normal hablar de un niño keynesiano, un niño hayekiano o un niño marxista. O imaginemos una propuesta para que el gobierno dé fondos a escuelas primarias separadas para niños laboristas, niños del Partido Conservador Tory, niños liberal-demócratas y niños del Monster Raving Loony Party? Todo el mundo concuerda en que los niños pequeños son demasiado jóvenes para saber si son keynesianos o monetaristas, laboristas o Tory; demasiado jóvenes para soportar la carga de tales designaciones. ¿Por qué, entonces, nuestra sociedad entera parece feliz de estamparle a un niño pequeño una etiqueta como católico o protestante, musulmán o judío? ¿No es eso, pensándolo bien, una forma de abuso psicológico infantil?
Presenté una vez este preciso punto de vista en un debate televisado con una vocera de la Iglesia Católica Romana. Se me ha olvidado su nombre, pero era probablemente una especie de consejera de gente en problemas, una incondicional de Thought for the Day. Cuando yo dije que un niño de escuela primaria era demasiado joven para saber si era un niño católico o un niño protestante, ella reaccionó: "¡Venga y hable con algunos de los niños de nuestra escuela católica local! Le puedo asegurar que ellos saben muy bien que son niños católicos." Por supuesto que sí; no tengo más remedio que creerlo. El orgulloso lema de los Jesuitas ("Dame al niño durante sus siete primeros años, y yo te daré el hombre") no es menos siniestro por el hecho de haberse vuelto familiar hasta el punto de convertirse en cliché.
Aun así, puede Ud. preguntar, ¿qué pasa si la religión es verdadera? (¿Qué pasa si mi religión particular es verdadera, debería Ud. decir, porque creencias mutuamente contradictorias no pueden ser todas verdaderas.) Seguro que la indoctrinación sectaria no sería abuso infantil si salvara el alma inmortal del niño, ¿no? A pesar de la complaciente presuntuosidad de esta afirmación, puedo entender que Ud. la adopte si cree sinceramente que tiene la verdad revelada por Dios. Permítame, por lo tanto, ser ambicioso si no es que presuntuoso, e intentar convencerlo a Ud. de que no tiene la verdad. ¡Su confianza en Dios es simplemente incorrecta!
¿Por qué cree Ud. en su Dios? ¿Porque le habla dentro de su cabeza? No me diga que eso es un argumento confiable. Los asesinatos del Destripador de Yorkshire le fueron ordenados por la voz de Jesús percibida en su cabeza. El cerebro humano es un alucinador consumado, y las alucinaciones no son buena base para creencias sobre el mundo real. Quizá Ud. cree en Dios porque la vida le sería intolerable sin él. Ése es un argumento aún más débil. Quizá la vida sea intolerable. ¡Mala suerte! Toda clase de cosas son intolerables, pero eso no las hace falsas. Puede ser intolerable estar muriéndose de hambre, pero uno no puede hacer comestible una roca creyendo, por más apasionada y sinceramente que sea, que la roca está hecha de queso.
De lejos la razón favorita para creer en Dios es el argumento de la improbabilidad. Nuestros ojos y esqueletos, corazones y neuronas, son demasiado improbables para haber surgido por casualidad. Las máquinas hechas por el hombre también son improbables, y son diseñadas por ingenieros para un propósito. Seguramente cualquier tonto puede ver que los riñones y las alas, los oídos y las células sanguíneas, deben estar diseñados para un propósito, por un supremo Ingeniero, ¿no? Bien, quizá cualquier tonto pueda verlo, pero dejemos de jugar a los tontos y crezcamos. Hace 146 años desde que Charles Darwin nos dio lo que es quizá la idea más inteligente que se le ocurriera a una mente humana. Nos demostró que hay un proceso por el cual las fuerzas naturales, sin ninguna planificación previa, pueden generar por pasos lentos y graduales una elegante ilusión de diseño, hasta niveles casi ilimitados de complejidad.
He escrito libros sobre este tema y obviamente no puedo repetir toda la argumentación en un artículo corto. Permítanme ofrecer sólo dos guías para el entendimiento. Primero, la falacia más común sobre la selección natural es que es una teoría de la casualidad. Si la selección natural fuera realmente un proceso casual, es totalmente obvio que no podría explicar la ilusión de diseño. Pero la selección natural, bien entendida, es la antítesis de la casualidad. Segundo, se dice con frecuencia que la selección natural hace innecesario a Dios, pero deja completamente abierta la posibilidad de su existencia. Creo que podemos ir más lejos. El argumento de la improbabilidad, que tradicionalmente se utiliza en favor de Dios, resulta ser, cuando se lo considera con cuidado, el más fuerte argumento en su contra.
La belleza de la evolución darwiniana es que explica lo muy improbable por pasos graduales. Parte de una simplicidad primordial (relativamente fácil de entender) y trepa por escalones plausiblemente bajos hasta entidades complejas que, por procesos no graduales, serían demasiado improbables para ser consideradas. El diseño es una alternativa real, pero sólo si el diseñador es en sí mismo el producto de un proceso de escalamiento tal como la evolución por selección natural, en este planeta o en otro. Podría haber formas de vida extraterrestres tan avanzadas que las adoraríamos como a dioses. Pero ellas también deben ser en última instancia explicadas por un progreso gradual. Dioses existentes ab initio quedan excluidos en virtud del argumento de la improbabilidad, con más seguridad que la aparición espontánea de ojos o de articulaciones del codo.
La fe religiosa no es sólo una gran fuerza para el mal en el mundo. Sus mismos fundamentos son destruidos y negados por la lógica científica. Imaginemos un mundo donde nadie tiene miedo de seguir tales pensamientos, a dondequiera que puedan llevar.
El lector pro-religión poco atento podría quejarse de que Dawkins divaga largamente sobre la evolución y la selección natural y que eso no tiene nada que ver con terroristas que estrellan aviones. Pero la línea de argumentación es clara: la teoría de la evolución demolió la última gran razón por la que muchos justificaban creer en Dios; así pues, antes de rendirse ante esta creencia y todo lo que implica, hay que considerar que Dios, como idea para explicar nuestra existencia, ya es innecesario.
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jueves, 11 de septiembre de 2008
Especial: Las Torres Gemelas, siete años después
Hace hoy siete años que la expresión "11 de septiembre" dejó de ser una designación convencional en el calendario para transformarse en un símbolo. Por estos lares no solemos recordarlo ya; ni siquiera recordamos (la mayoría de nosotros) las fechas de los dos últimos grandes atentados que sufrimos, apenas menos recientes.
En Estados Unidos, donde la tragedia tuvo su culminación, el día es casi un feriado de luto. Año tras año sobrevivientes, voluntarios del rescate, autoridades locales y nacionales se acercan al Ground Zero en New York para conmemorarla. Sin embargo, nada queda de estas piadosas ceremonias salvo una patética falta de comprensión de sus causas, una ignorancia que ya es voluntaria.
Al momento de escribir esto no he visto por TV los rostros de los políticos, sus poses de condolencia, sus discursos de pena estandarizados, pero ya sé lo que voy a oír, y ya sé que no va a hablar de las causas reales, de lo que debemos hacer para que esto no ocurra, de lo que no debemos tolerar. No se va a hablar de religión, no se va a ofender a ninguna autoridad, no se va a voltear ningún prejuicio. El presidente, el alcalde, los rastreros candidatos, todos van a pedir que Dios ampare a las víctimas, y que el pueblo ore por la paz y la justicia, o algo similar.
Cuando ocurrieron los atentados, el pastor evangélico Jerry Falwell dijo públicamente que los paganos y abortistas, las feministas, los gays y las lesbianas, y todos los que quieren "secularizar a los Estados Unidos" eran en parte culpables, implicando que Dios había castigado a la nación por tolerarlos. Otros de su calaña estuvieron de acuerdo, y sin duda también muchos que los millones que lo escucharon por TV. Curiosamente, una explicación similar la dan los musulmanes fanáticos para apoyar el terrorismo hacia Occidente: ellos dicen que nuestra sociedad (democrática, liberal, secular) está enferma y es sucia, contraria a los deseos de su dios, y debe ser destruida. Y ellos son sus instrumentos.
Es comprensible que piensen esto; es más justificable que creer en el desleído "dios de paz y amor" que los moderados de las tres religiones monoteístas predican, y con cuya imagen se protegen de las críticas cuando se les muestra el fruto de la fe ciega. Los que estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas, al igual que los que casi diariamente se vuelan a sí mismos con explosivos en algún punto u otro de Medio Oriente, profesaban ser creyentes en un dios justo, estricto pero misericordioso; antes de matarse y matar a centenares de personas, seguramente rezaron con fervor, y estaban convencidos de que irían al Paraíso por su buena acción. Tenían fe, y por eso mataron. Una persona sin esa clase de fe puede ponerse en el camino de las balas por un ser amado, por su familia, incluso por desconocidos, puede sacrificarse por humanidad; pero sólo un verdadero creyente, una persona de fe inquebrantable, puede asesinar con alegría y seguridad en el triunfo a centenares de seres humanos y a sí mismo.
¿A qué Dios le rezará el Presidente Bush, los ministros, los candidatos, los rescatistas, los ciudadanos? ¿Cómo saben ellos que Dios está de su lado, si los "mártires" terroristas, con aun mayor convencimiento, saben que está del lado de ellos? Si Dios existiese, ya sabemos cuáles serían sus hijos dilectos, sus preferidos: aquéllos a los que, con fe sincera y determinación, les permite una y otra vez matar en su nombre.
En Estados Unidos, donde la tragedia tuvo su culminación, el día es casi un feriado de luto. Año tras año sobrevivientes, voluntarios del rescate, autoridades locales y nacionales se acercan al Ground Zero en New York para conmemorarla. Sin embargo, nada queda de estas piadosas ceremonias salvo una patética falta de comprensión de sus causas, una ignorancia que ya es voluntaria.
Al momento de escribir esto no he visto por TV los rostros de los políticos, sus poses de condolencia, sus discursos de pena estandarizados, pero ya sé lo que voy a oír, y ya sé que no va a hablar de las causas reales, de lo que debemos hacer para que esto no ocurra, de lo que no debemos tolerar. No se va a hablar de religión, no se va a ofender a ninguna autoridad, no se va a voltear ningún prejuicio. El presidente, el alcalde, los rastreros candidatos, todos van a pedir que Dios ampare a las víctimas, y que el pueblo ore por la paz y la justicia, o algo similar.
Cuando ocurrieron los atentados, el pastor evangélico Jerry Falwell dijo públicamente que los paganos y abortistas, las feministas, los gays y las lesbianas, y todos los que quieren "secularizar a los Estados Unidos" eran en parte culpables, implicando que Dios había castigado a la nación por tolerarlos. Otros de su calaña estuvieron de acuerdo, y sin duda también muchos que los millones que lo escucharon por TV. Curiosamente, una explicación similar la dan los musulmanes fanáticos para apoyar el terrorismo hacia Occidente: ellos dicen que nuestra sociedad (democrática, liberal, secular) está enferma y es sucia, contraria a los deseos de su dios, y debe ser destruida. Y ellos son sus instrumentos.
Es comprensible que piensen esto; es más justificable que creer en el desleído "dios de paz y amor" que los moderados de las tres religiones monoteístas predican, y con cuya imagen se protegen de las críticas cuando se les muestra el fruto de la fe ciega. Los que estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas, al igual que los que casi diariamente se vuelan a sí mismos con explosivos en algún punto u otro de Medio Oriente, profesaban ser creyentes en un dios justo, estricto pero misericordioso; antes de matarse y matar a centenares de personas, seguramente rezaron con fervor, y estaban convencidos de que irían al Paraíso por su buena acción. Tenían fe, y por eso mataron. Una persona sin esa clase de fe puede ponerse en el camino de las balas por un ser amado, por su familia, incluso por desconocidos, puede sacrificarse por humanidad; pero sólo un verdadero creyente, una persona de fe inquebrantable, puede asesinar con alegría y seguridad en el triunfo a centenares de seres humanos y a sí mismo.
¿A qué Dios le rezará el Presidente Bush, los ministros, los candidatos, los rescatistas, los ciudadanos? ¿Cómo saben ellos que Dios está de su lado, si los "mártires" terroristas, con aun mayor convencimiento, saben que está del lado de ellos? Si Dios existiese, ya sabemos cuáles serían sus hijos dilectos, sus preferidos: aquéllos a los que, con fe sincera y determinación, les permite una y otra vez matar en su nombre.
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martes, 9 de septiembre de 2008
De vuelta
Estoy de vuelta de mis vacaciones. Resulta que por problemas de acceso a Internet en casa (que continúan) y luego por falta de tiempo mientras estaba fuera, no pude ocuparme de los comentarios como hubiera querido, así que voy a chequear y responder lo que me ha quedado atrasado.
En particular hay un par de comentarios en el artículo "El Síndrome de Down es una bendición" que me llamaron la atención, así que voy para allá...
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sábado, 6 de septiembre de 2008
La Madre Teresa de Calcuta, por Christopher Hitchens (parte 5)
Ésta es la quinta y última parte de la entrevista a Christopher Hitchens sobre la Madre Teresa de Calcuta (ver la introducción). Fue publicada en la revista Free Inquiry con el título "Christopher Hitchens on Mother Teresa" y traducida al castellano por mí.
El resto de la entrevista concierne a otros temas, no a la Madre Teresa de Calcuta, por lo que no voy a publicar ahora bajo este título, aunque la tengo traducida también. Espero que les haya aprovechado enterarse de todas estas cosas.
Christopher Hitchens sobre la Madre Teresa (parte 5)
FI: El mito de la Madre Teresa requiere que los indios hagan el papel de víctimas patéticas. ¿Qué piensan los indios de la Madre Teresa y de la imagen que le da a la India?
HITCHENS: Tengo una enorme pila de cobertura de la India, donde mi libro fue publicado. Y las críticas parecen ser abrumadoramente favorables. Por supuesto esto llega en un momento donde hay una gran crisis en la India sobre el fundamentalismo y el secularismo.
Hay muchos indios que plantean objeciones a la imagen de su sociedad y de su gente tal como se la proyecta. De la Madre Teresa y su fans uno recibe la impresión de que en Calcuta no hay más que letargo, miseria y sufrimiento, y que la gente apenas si tiene fuerza para quitarse las moscas de los ojos mientras extienden un cuenco para mendigar. En verdad esto es injuriar a una ciudad que es fantásticamente interesante, con coraje, avanzada, culta, y que tiene universidades, escuelas de cine, teatros, librerías, cafés literarios y una política muy vibrante. Por supuesto hay un terrible problema de pobreza y superpoblación, pero a pesar de ello no hay tantos mendigos. La gente no le tira a uno de la manga para pedir. Se enorgullecen de no hacerlo.
La fuente de los problemas y miserias de Calcuta son la misma superpoblación que la Iglesia dice que no es un problema, y el influjo masivo de refugiados de regiones vecinas que han sido devastadas por guerras religiosas y sectarias en nombre de Dios. Así que los que son creyentes están en deuda con Calcuta; deberían estar trabajando para morigerar estas cosas de las que son responsables. Hacer creer que lo que están haciendo es un gran fraude.
FI: Ud. menciona en su libro que la Madre Teresa es usada por la derecha religiosa y por los protestantes fundamentalistas, que tradicionalmente son muy anticatólicos, como un símbolo de santidad religiosa con el cual luchan contra los humanistas seculares.
HITCHENS: Sí, ella es una mujer modelo [poster girl] para los militantes del "Derecho a la Vida" de Estados Unidos [ala radical del evangelismo cristiano conservador, que aboga por la criminalización del aborto, del suicidio asistido y de la eutanasia]. La usó como ejemplo de idealismo cristiano y valores familiares nada menos que Ralph Reed, el vocero de las fuerzas de Pat Robertson. Eso es un síntoma de un problema mayor que yo llamo "ecumenismo inverso", una alianza oportunista entre católicos extremos y protestantes extremos que solían excluirse y anatematizarse unos a los otros.
En privado Pat Robertson no tiene más que desprecio por otras denominaciones cristianos, incluidas muchas otras que son protestantes y extremas. Pero en público la Coalición Cristiana ha enfatizado que está muy, muy lista para formar una alianza con los católicos. Hay un ecumenismo superficial y oportunista entre los extremistas religiosos, y la Madre Teresa está bien dispuesta y feliz a su servicio. Sabe exactamente con quién y para quién está trabajando. Pero creo que es lo más feliz posible cuando hace cosas como ir a Irlanda e intervenir en el Referendum por el Divorcio, como hizo recientemente.
A propósito, hay una forma interesante de ver esto que todavía no ha aparecido en la prensa. Durante el Referendum por el Divorcio la Iglesia Católica irlandesa amenazó con negarle el sacramento a las mujeres que quisieran casarse de nuevo. Sin excepciones permitidas: no importaba si habías estado casada con un alcohólico que te golpeaba y que abusaba sexualmente a tus hijos, no iban a darte una segunda oportunidad en este mundo ni en el siguiente. Y ésa es la posición que la Madre Teresa intervino para apoyar.
Ahora cambiemos de escena: la Madre Teresa es una especie de confesora de la Princesa Diana [Diana, Princesa de Gales (1961–1997), conocida como Lady Di]. Se han reunido muchas veces. Se puede ver el interés mutuo; no estoy seguro de cuál de ellas necesita más a la otra. Pero la Madre Teresa fue entrevistada por el Ladies Home Journal, una revista leída por millones de mujeres estadounidenses, y en el curso de la entrevista dice que oyó que la Princesa Diana está por divorciarse y que espera realmente que lo haga, porque así será mucho más feliz.
Así que hay perdón después de todo, pero adivinen para quién. No podría estar más claro. A mí mismo me pareció chocante porque, aunque creo que hay muchas cosas fraudulentas en torno a la Madre Teresa, también pienso que hay muchas cosas auténticas. Bien, de cualquier manera ella se vio obligada a emitir un comunicado diciendo que el matrimonio es cosa de Dios y que no puede deshacerse y toda esa tontería habitual. Pero cuando hablaba desde el corazón, fue más indulgente con el divorcio.
FI: Una nota al pie en el libro de Ud. critica a la Madre Teresa por perdonarlo por su película.
HITCHENS: Yo dije que no le pedí perdón, y que no me constaba que ella pudiera concederlo en cualquier caso. De todas las cosas que hay en el libro, ésa es la que más comentarios hostiles ha provocado; incluso de amigos y personas que están de acuerdo conmigo. Me preguntan por qué pongo objeciones a eso, y qué me parece malo del perdón. Mi explicación es que estaría bien si ella perdonara a todos. Cuando fue a Bhopal luego de que el accidente industrial de la Union Carbide matara a miles, no paraba de decir "Perdonen, perdonen, perdonen". Está bien perdonar a Union Carbide por su negligencia, pero para una mujer en Irlanda casada con un alcohólico y abusador de menores y que tiene diez hijos y nadie que la cuide, no hay perdón en esta vida ni en la otra. Pero sí hay perdón para la Princesa Diana.
FI: Hay una doctrina en el catolicismo romano sobre la redención del alma a través del sufrimiento. Esto se puede ver en la obra de la Madre Teresa: piensa que el sufrimiento es bueno, no usa analgésicos en sus clínicas, y así. ¿Actúa de la misma manera con su propia salud? ¿Vive de acuerdo con lo que predica?
HITCHENS: Dudé en hablar de esto en el libro, pero decidí que tenía que publicar que ella ha dicho que el sufrimiento de los pobres es algo muy hermoso y que al mundo le está ayudando mucho la nobleza de este ejemplo de miseria y sufrimiento.
FI: Una cosa horrible.
HITCHENS: Sí, de hecho es algo malvado. Decir que es algo no cristiano no sería cierto, aunque mucha gente no se da cuenta de que eso es lo que los cristianos creen. En mi opinión es un comentario verdaderamente inmoral, y debería ser más ampliamente conocido.
Ella es vieja, ha tenido varios problemas con su salud, y por su parte se trata en algunas de las más caras y mejores clínicas de Occidente. Dudé en poner eso en el libro porque parecía que iba a ser ad hominem (o ad feminam) y yo trato de hacer eso nunca. Creo que la doctrina de odiar el pecado y amar al pecador es obviamente estúpida, porque es una falsa antítesis, pero una forma de ella es moralmente defendible. Con seguridad, en las discusiones uno sólo debe atacar los argumentos y no a la persona que los presenta. Pero el contraste en este caso me pareció tremendo.
No era tanto el hecho de que mostrara que sus instalaciones no fueran buenas, sino que demostró que no eran en absoluto instalaciones médicas. No había ningún lugar de los que ella maneja adonde pudiera ir; hasta donde sé, su propósito no es dar tratamiento médico. Siendo justo, ella nunca ha dicho realmente que el tratamiento sea su objetivo. Aunque sí que acepta donaciones de personas que se han autoengañado para creer eso, no he encontrado en ninguna ocasión que ella haya dado una falsa impresión de lo que es su obra. La única manera en la que se puede decir que es responsable por propagar esta impresión es que ella acepta, con conocimiento, lo que proviene de esa falsa impresión.
FI: Pero si la gente va a sus clínicas para los moribundos y necesitan atención médica, ¿ella los deriva a los lugares apropiados?
HITCHENS: Según el testimonio de un cierto número de testigos, no. Yo reproduje los relatos de varios testigos cuyos testimonios pude verificar, y he tenido muchas otras comunicaciones con ex voluntarios en Calcuta y en otras misiones. Todos ellos se sintieron muy impactados al descubrir, cuando llegaron allí, que habían pasado por alto algún punto crucial, y que muy frecuentemente personas que habían venido con la impresión equivocada de que recibirían cuidados médicos no son tratadas o no se las aconseja. En otras palabras, cualquiera que vaya allí con la esperanza de obtener alivio de un problema médico serio ha cometido un terrible error.
Tengo tantos testimonios de antiguos trabajadores que me contactaron después de escribir el libro que casi hay material suficiente para hacer una secuela.(fin de la traducción)
El resto de la entrevista concierne a otros temas, no a la Madre Teresa de Calcuta, por lo que no voy a publicar ahora bajo este título, aunque la tengo traducida también. Espero que les haya aprovechado enterarse de todas estas cosas.
lunes, 1 de septiembre de 2008
La Madre Teresa de Calcuta, por Christopher Hitchens (parte 4)
Ésta es la cuarta parte de la entrevista a Christopher Hitchens sobre la Madre Teresa de Calcuta (ver la introducción). Fue publicada en la revista Free Inquiry con el título "Christopher Hitchens on Mother Teresa" y traducida al castellano por mí.
Christopher Hitchens sobre la Madre Teresa (parte 4)
FI: ¿Por qué cree que ningún otro medio importante antes que Ud. había expuesto así a la Madre Teresa?
HITCHENS: Realmente me sorprende. Y también me sorprende que nadie en nuestra comunidad (la de los humanistas, racionalistas y ateos) haya pensado jamás en hacerlo tampoco.
Hay una cierta pereza en mi profesión, que tiende a cometer el error que acabo de identificar, el de juzgar a la gente por su reputación. En otras palabras, si uno llama a Arabia Saudita "un estado árabe moderado", eso es lo que se vuelve para propósitos reporteriles. No importa lo que haga, es "un estado moderado". [N. del T.: Arabia Saudita es una teocracia, regido por una versión extrema de la ley islámica, y donde se violan derechos humanos fundamentales. Hitchens se refiere a la forma en que el gobierno estadounidense presenta a este país.] De manera similar para la Madre Teresa: se transformó en un símbolo de virtud, así que incluso en caricaturas, bromas, películas y programas de televisión, si uno quiere un sinónimo de desprendimiento y santidad siempre se la menciona.
Es inconveniente que alguien te prive de una metáfora útil. Si finalmente imprimieras la verdad, significaría admitir que erraste la primera vez, la segunda y hasta la tercera. He notado una fuerte tendencia en mi profesión: a los periodistas no les gusta admitir que se han perdido de algo o que han captado mal algo.
Creo que ésa es en parte la razón por la que, aunque en Inglaterra mi libro resultó favorecido por la crítica gracias a la película, en los Estados Unidos parece haber la impresión de que el libro no merece evaluación. Y no puede ser por las razones usuales de que el tema sea muy arcano o de interés sólo para una minoría, o que no haya un reconocimiento del nombre del autor.
Creo que aquí también hay metida una versión de multiculturalismo. Es decir, ser católico en Estados Unidos es ser un miembro de dos clases de comunidad: la comunión de los creyentes y la comunidad católica, que se entiende en un sentido diferente, en otras palabras, grandes cantidades de irlandeses, italianos, croatas y otros grupos étnicos que dicen sentirse ofendidos si cualquiera de las creencias de su religión es cuestionada públicamente. De esa forma, uno entra en conflicto con una comunidad si elige cuestionar la religión. Bajo una cierta interpretación de las reglas del multiculturalismo eso no es permisible: uno no puede hacer eso, porque no puede ofender a la gente en su más cara identidad. Hay algunas personas seculares que son vulnerables a este mismo error.
Le daré un ejemplo interesante. Walter Goodman, el crítico de televisión del New York Times, vio mi película y luego escribió que no podía entender por qué no se la estaba pasando por TV en Estados Unidos. Le planteó a la TV el desafío de mostrar esta película. Luego hubo un largo silencio hasta que recibí una llamada de la gente de Connie Chung en New York. Me hicieron volar hasta allá y dijeron que les gustaría hacer un segmento largo sobre el programa, usando fragmentos de él, entrevistándome y hablando del conflicto que había resultado. Obviamente querían hacer caer la responsibilidad de la crítica a la Madre Teresa sobre mí antes que adoptarla ellos mismos: ya estaban planeando el control de daños.
Pero no hicieron ningún programa. Y la razón que me dieron fue que pensaron que si lo hacían serían acusados de ser judíos y atacados de la misma manera en que lo habían sido los distribuidores de "La última tentación de Cristo". Y esto crearía hostilidad entre católicos y judíos en New York. Fue muy honesto de su parte plantearlo así. Ya habían imaginado lo que podría decirse y la forma que podría tomar y se habían autoconvencido de que no valía la pena.
FI: ¿Así que su película no ha sido exhibida nunca en los Estados Unidos?
HITCHENS: No, y con seguridad nunca lo será. Uno puede hacer esa predicción con absoluta certeza, y luego ponderar qué sugiere eso.
FI: ¿Cuál fue la respuesta en Gran Bretaña a su desenmascaramiento de la Madre Teresa? ¿Tuvo muchas críticas por eso?
HITCHENS: Cuando se exhibió la película, provocó el mayor número de llamadas telefónicas que el canal hubiera registrado. Eso se esperaba. También se esperaba que hubiera cierta similitud en las llamadas. He leído el registro, y mucha de la gente llamó para decir exactamente la misma cosa, y con frecuencia usando las mismas palabras. Creo que hubo un elemento de organización en eso.
Pero lo que fue más sorprendente fue que también fue el mayor número de llamadas a favor la estación hubiera recibido. Eso no es habitual, porque generalmente la que levanta el tubo es la gente que quiere quejarse; aquéllos a los que les gustó el programa no llaman. Es un fenómeno bien conocido en los medios, y una razón por la cual nadie se impresiona mucho cuando la central telefónica se satura de llamadas de protesta. Saben que no es gente llamando para alabar al programa, y saben que es bastante fácil organizarse.
Un número realmente llamativo de personas llamaron para decir que ya era hora de que hubiese un programa así. Las bitácoras dejaron grabadas las llamadas palabra por palabra, y noté que el nivel del idioma y de los razonamientos en las llamadas a favor era lo suficientemente más alto como para hacerle sentir a uno que quizá no todo estaba perdido.
Además de la respuesta inicial de los televidentes, hubo un conflicto en la prensa. Pero en general ambos lados del caso se presentaron. No obstante, fue deprimente ver cuántas personas objetaban, no lo que se dijo, sino el hecho de que se lo dijera. Incluso entre la gente secular hubo un desconcierto, como si yo hubiera hecho realmente algo iconoclasta. La gente decía "Christopher Hitchens alega que la Madre Teresa acompaña a dictadores" y así, como si no se hubiera probado eso. Pero ninguno de los críticos han dicho nunca, ni los más hostiles, que cualquier cosa que yo haya dicho sobre ella fuese falsa. Nadie ha refutado nada de eso.
La crítica que fue probablemente la más inteligente apareció en el Tablet, un periódico inglés mensual católico. Había una larga y seria crítica que mostraba una visión bastante coincidente, escrita por alguien que obviamente había trabajado con la Iglesia en la India y conocía la Madre Teresa. El crítico decía que la obra y la ideología de la Madre Teresa presentaban ciertos problemas para la fe.
FI: ¿Pero en Estados Unidos la idea de que la Madre Teresa es una vaca sagrada que no debe ser criticada ganó, y el libro de Ud. y su crítica de la Madre Teresa nunca fueron al aire?
HITCHENS: Sí, así fue básicamente. En las críticas americanas todo depende la New York Times Book Review [Crítica Literaria del New York Times]. Mi libro fue sólo mencionado en el montón de notas cortas al final. Considerando que la Madre Teresa tenía en circulación un libro suyo al mismo tiempo, me pareció muy extraño. Cualquier editor de críticas literarias con sangre en las venas hubiera puesto ambos libros juntos, hubiera buscado un crítico interesado en la religión y le hubiera pedido que escribiera un ensayo comparándolos y contrastándolos. He sido crítico y he trabajado en una oficina de periódico, y eso es lo que hubiera esperado que ocurriera. Que no haya sido así es sugestivo, y bastante deprimente.
Continuará...
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