viernes, 30 de abril de 2010

Los Testigos de Jehová son mejores personas (A182)

El miércoles pasado salió en Valores Religiosos una denuncia (?) sobre un aviso de pedido de trabajadores publicado por una empresa de la ciudad de Rosario en el diario La Capital.
Una empresa rosarina busca sólo trabajadores Testigos de Jehová

Aduce que son "más confiables y honestos". Según el aviso, es una condición excluyente. La firma se dedica a la venta de materiales para la industria de la construcción.
(Como los links de VR suelen funcionar mal, a un lado encontrarán una captura de pantalla de la nota, por si no pueden leerla en el sitio web.) Como no compro la versión física de La Capital, no sé cómo estaba redactado el aviso, ni tampoco queda claro quién se acercó al gerente de la empresa a pedirle explicaciones sobre esta grosera discriminación.

Lo que sí es obvio es que al editor de este suplemento religioso no parece molestarle que se asuma que cierto tipo de religiosidad equivale a moral, y al encargado de publicar avisos en La Capital tampoco. Como los avisos de La Capital regularmente ofertan prostitución y falsa medicina, deducimos que la ilegalidad tampoco es una preocupación. Pero ¿a nadie más que al editor de un pequeño suplemento religioso mal escrito le interesa la burda falta de ética que implica considerar este aviso sin condenarlo?

Casi todas las personas hoy están, a nivel racional, de acuerdo en que las virtudes como la honestidad no dependen de tener una formación religiosa o de seguir una fe particular, pero muchos, a un nivel más instintivo o intuitivo, reaccionan con mayor confianza ante personas con “credenciales” como la pertenencia a un grupo religioso bien delimitado, sea una secta como los Testigos de Jehová, sea un estrato específico de una religión como los sacerdotes católicos. Una empresa quizá valore la costumbre de la obediencia servil que los Testigos de Jehová y otros grupos similares deben a sus superiores, y que se confunde con confiabilidad o predecibilidad.

Es posible que algunas personas justifiquen la oferta de empleo sólo a Testigos de Jehová como un derecho, dentro de nuestro sistema económico basado en la propiedad privada, de la empresa contratante. ¿Se animará alguien a desafiar esa idea?

miércoles, 28 de abril de 2010

Matrimonio gay, hoy en Diputados (A181)

Del suplemento Valores Religiosos no es factible esperar mucha objetividad, siendo como es dirigido por un sacerdote católico. Como además es suplemento del notoriamente mal escrito y groseramente antikirchnerista Clarín, la combinación entre política y religión no podía salir peor.


El ex presidente, diputado nacional y poder tras el trono Néstor Kirchner, al igual que su esposa, son católicos, aunque de una facción bastante pragmática. Como líder del partido oficialista, se espera que Kirchner apoye lo que se cree será la posición mayoritaria afirmativa de su bloque cuando se vote la modificación del Código Civil argentino que permitirá a dos personas cualesquiera, sin importar su sexo, contraer matrimonio. Plantearlo en términos de un desafío personal a la Iglesia por parte de un líder político es bastante burdo, aunque quizá a algunos de los seguidores de Kirchner —tanto como a sus detractores— les resulte atractiva esta lectura.

Valores Religiosos ejemplifica un fenómeno común: los más intolerantes siempre son los que tienen prensa. Conozco personas creyentes que no tienen ningún problema con el matrimonio entre personas del mismo sexo, y hasta lo apoyan. Valores Religiosos no los representa; esos valores resultan ser siempre negativos, por más que sus proponentes se esfuercen en disimularlos con eufemismos: “defensa de la familia” es oposición a los derechos de los homosexuales, el “derecho de los niños a tener papá y mamá” es el bloqueo explícito de la posibilidad de adoptar niños para toda una categoría de seres humanos, además de una ridiculez desde lo legal y lo sociológico.

Desde aquí deseamos buena suerte a los que creen en la igualdad de derechos, y que el debate de hoy sea el primer paso en el camino hacia ella.

domingo, 25 de abril de 2010

Revisionismo histórico vaticano (por Thomas P. Doyle)

Thomas P. Doyle
El sacerdote católico Thomas P. Doyle es uno de los primeros, dentro de la Iglesia, que denunciaron la práctica habitual de abusos sexuales a menores seguidos por su encubrimiento. Despedido de su puesto como capellán de la Fuerza Aérea estadounidense en 2004, siguió sirviendo a las víctimas y sus familias, dándoles apoyo moral y profesional como terapista, además de consejo legal como abogado canónico. Fue uno de los protagonistas del documental Deliver Us From Evil. Lo que sigue es traducción de un artículo escrito por él con el título Revising history Vatican style (“Revisando la historia al estilo del Vaticano”) para el National Catholic Reporter, un periódico católico progresista independiente de la jerarquía eclesiástica.
El último intento vaticano de “control de daños” es realmente un ejemplo de revisionismo histórico. El Vaticano ha subido a su sitio web una corta explicación del motu proprio de 2001 Sacramentorum sancitatis tutela. Este decreto no estaba oculto por el secreto oficial y es bastante conocido en todo el mundo. El corto artículo brinda un resumen de los principales pasos a tomar en casos de abuso sexual de menores por parte de clérigos. Esto no es nada nuevo. La sorpresa, no obstante, se encuentra en una oración: “La ley civil concerniente a la denuncia de crímenes a las autoridades apropiadas debe seguirse siempre.”

Ésta es la primera vez que el Vaticano ha acordado públicamente que el abuso sexual de menores no es sólo un crimen en el mundo secular, sino además un crimen que debería ser reportado a las autoridades civiles.

El escándalo que ha estado dando vueltas en torno a la iglesia institucional durante décadas ha sido causado por el hecho de que regularmente los obispos hicieron precisamente lo contrario de lo que el Vaticano ahora presenta como procedimiento operativo estándar. Pese a los esfuerzos de la jerarquía por controlar, primero, y luego —al fallar eso— contener el problema, éste ha alcanzado finalmente al Vaticano. Esto ha hecho olas en las filas de los creyentes, incluyendo los más cerrados defensores de la jerarquía. Están molestos y aun furiosos, no por la evidencia que se está revelando de que el papa y los burócratas vaticanos han tenido conexión directa con la horrenda plaga de abuso infantil, sino porque las víctimas y sus partidarios, asistidos por los “medios anticatólicos”, han tenido la audacia de atacar al Santo Padre.

Los habitantes del Vaticano, los burócratas de la Curia que realmente manejan la iglesia institucional, están comprensiblemente a la defensiva, y no están haciendo un muy buen trabajo. Si hubieran dejado en paz la frase sobre reportar los casos a las autoridades civiles y ningún vocero del Vaticano hubiera hecho comentarios sobre ella, el daño causado por el documento hubiera sido mínimo. Pero en vez de quedarse callados, salieron a la defensa del papa usando la bien probada pero no muy útil táctica del revisionismo histórico.

Nicole Winfield de The Associated Press reportó que “el Vaticano insiste en que por largo tiempo ha sido política de la Iglesia Católica que los obispos, como todo ciudadano, obedezcan las leyes civiles.” Jeff Lena, el abogado del Vaticano en los Estados Unidos, “argumentó que no había nada en la ley canónica que… prohibiera reportar [los casos de abuso].” También se refirió vagamente al documento del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes, que —afirmó— contiene un “entendimiento implícito de la necesidad de seguir las leyes civiles.” Un vocero vaticano, el P. Ciro Benedettini, dijo que un requerimiento de denuncia de casos de abuso había sido parte de la política interna de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 2003, un hecho que hubiera sido mejor que se guardara para sí. Si esta política ha estado enterrada en un profundo secreto, ¿de qué sirve?

El Vaticano y sus defensores tienen la memoria corta. Luego del tsunami que golpeó [la diócesis de] Boston en enero de 2002, el asunto de las denuncias de abusadores a las autoridades civiles se transformó en un tema saliente. La comunidad secular no lograba entender por qué no se entregaba a la policía a los sospechosos de delitos ni se los reportaba a los servicios de Bienestar Infantil. Algunos miembros de la jerarquía, por otro lado, no lograban comprender por qué la gente tenía la osadía de reclamar que fueran entregados a las autoridades. Esta resistencia encontró apoyo en varios eclesiásticos muy notables, que pontificaron ante los medios de todo el mundo. Aparentemente no les había llegado la noticia de que había una política de larga data que los urgía a reportar casos de abuso.

El Cardenal Óscar Maradiaga, de Honduras, que acusó a los abogados estadounidenses que derrocaron al Cardenal Bernard Law de utilizar tácticas “estalinistas”, dijo que los clérigos que han cometido graves errores deberían ser llevados ante la justicia en tribunales eclesiásticos. Revisionismo histórico, punto uno: violar niños es un error, no un crimen, y los tribunales eclesiásticos, tradicionalmente conocidos por su lentitud y no funcionalidad en lo que se refiere al debido proceso, son la vía hacia la justicia. El Padre Gianfranco Ghirlanda, un influyente abogado canónico de la Universidad Gregoriana en Roma, publicó un artículo en 2002 repleto de sabiduría convencional vaticana. Dijo que las autoridades civiles deberían involucrarse sólo luego de que todos los procedimientos eclesiásticos se hayan probado inútiles. Continuó diciendo que los obispos no son moral ni judicialmente responsables por los actos de los clérigos a su cargo. Y siguió con la ultrajante afirmación de que los actos pasados de abuso de un sacerdote no deben ser revelados a su congregación porque eso “lo desacreditaría totalmente frente a su comunidad parroquial.”

El Cardenal Julian Herrenz, líder (retirado) del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, expresó algunas opiniones igualmente sorprendentes en un artículo publicado por John Allen en 2002. Asumiendo conocimiento experto de las ciencias de la conducta, afirmó que la pedofilia es una forma de homosexualidad. Y volviendo a su papel de experto legal de nivel mundial, rechazó la idea de que a las autoridades eclesiásticas deba solicitárseles, mucho menos requerírseles, que reporten los casos de abuso a las autoridades de la ley civil. Su justificación parece ser la salvaguarda del “acuerdo mutuo de confianza y secreto” entre obispo y sacerdote.

El Cardenal Tarcisio Bertone, quien es ahora el Secretario de Estado del Vaticano, era secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 2002 cuando John Allen lo citó diciendo: “En mi opinión, el reclamo de que un obispo está obligado a contactar a la policía para denunciar a un sacerdote que ha admitido el delito de pedofilia no tiene fundamento.” También dijo que “… la sociedad civil debe además respetar el secreto profesional de los sacerdotes, como respeta el secreto profesional de otras categorías.” En ningún lugar de la tradición, el dogma o la ley canónica católica puede uno encontrar justificación alguna para estas opiniones.

En la práctica, la política ha sido tratar de evitar el contacto con las autoridades civiles y encubrir los crímenes y a los criminales. La tradición canónica de reciente creación que impone la denuncia a las autoridades civiles es resultado de una sola cosa: el escándalo público, la exposición mediática y la presión para que los clérigos estén sujetos a rendir cuentas en las cortes civiles. La apariencia de la “Guía para comprender los procedimientos…” es un intento fallido de control de daños a través del revisionismo histórico. No funcionará. El Vaticano nunca podrá “arreglar” el problema de los abusos sexuales en el clero porque el abuso no es el problema esencial que requiere ser arreglado. Es la cultura clerical completa la que necesita ser renovada de adentro hacia afuera.

jueves, 22 de abril de 2010

Víctimas

un ataque más en el marco de la campaña de desprestigio contra la Iglesia y contra quienes profesan la fe católica y defienden el Evangelio

Un hacker puso en jaque a AICA. Probablemente se trate de un ateo comunista y homosexual enojado porque nadie cree su absurda historia de que fue abusado sexualmente por un sacerdote cuando era niño. Oraremos por la salvación (casi imposible) de su alma.

miércoles, 21 de abril de 2010

Homosexualidad y pedofilia en la Iglesia: el estudio John Jay (A180)

Dr. Richard Fitzgibbons
Cardenal Bertone tiene razón al vincular pedofilia con homosexualidad, dice experto psiquiatra en EEUU”, según la agencia (des)informativa católica ACI, citando a Richard Fitzgibbons, terapista matrimonial, vendedor de autoayuda para parejas, miembro de la asociación pseudocientífica de conversión de homosexuales NARTH, y médico a sueldo de la Congregación para el Clero, en referencia a las palabras de Tarcisio Bertone, Secretario de Estado vaticano. Estrictamente el titular no miente: Fitzgibbons dice precisamente eso, y lo apoya con datos del llamado “estudio John Jay”, realizado por el Colegio John Jay de Justicia Criminal de la Universidad de la Ciudad de Nueva York a partir de 2004 a pedido de la Iglesia de Estados Unidos.

El problema es que, al buscar en Internet las conclusiones de dicho estudio, lo primero que uno encuentra —en sitios católicos incluso— es que el estudio John Jay demostró exactamente lo contrario. De hecho, este trabajo que lleva años (y que no estará completo hasta finales de 2010) es de un valor incalculable, porque muestra que los abusos sexuales a menores no son más ni menos prevalentes en la Iglesia que en el resto de la sociedad, y documenta patrones cambiantes de conducta y de manejos políticos del tema de los abusos sexuales, permitiendo solucionar —si hubiese interés— esos problemas a futuro (ya que lo que diferencia a la Iglesia de los otros ámbitos donde se registran abusos infantiles no es la cantidad de los mismos sino, precisamente, la forma en que se manejan los casos).

Está claro que tal interés no existe en aquéllos que están ciegamente orientados a la defensa de sus prejuicios. Para los devotos editores de ACI las palabras de Bertone y de Fitzgibbons sirven para matar dos pájaros de un solo tiro: por un lado se le quita responsabilidad al aparato encubridor eclesiástico, y por el otro se castiga a los homosexuales, uno de los cucos preferidos del fanatismo religioso actual. Es de suponer que si esto hubiera ocurrido hace un par de siglos, la culpa habría sido achacada a criptojudíos (o cripto-protestantes) infiltrados en el clero.

Ante los hallazgos del estudio John Jay ha habido una variedad de reacciones. Por un lado, a muchos católicos homofóbicos no les ha caído nada bien que su iglesia, ya golpeada por el escándalo y los astrónomicos desembolsos necesarios para acallar a las víctimas, pagase dos millones de dólares por un estudio que terminó mostrando que sus prejuicios no tenían asidero y por tener que escuchar a una experta (una de verdad) explicando que —como todos los psiquiatras saben— no es lo mismo un adulto sano que mantiene relaciones homosexuales de mutuo consentimiento con otros adultos, que un adulto perturbado o perverso que fuerza o induce al sexo a menores de edad de su mismo sexo. Por otro lado, otros hablan del tema como de un “pánico moral” inflado y alimentado por los medios y por el anticlericalismo en general, y aprovechan las conclusiones del estudio para relativizar la incidencia de abusos sexuales a menores en la Iglesia con las excusas usuales: que abusadores hay en las familias, en las escuelas, etc., que los curas abusadores son una minoría, que los abusos son cometidos mucho más sobre jóvenes púberes que sobre niños (efebofilia), y que (otra vez) el problema no es el sacrosanto celibato sino la homosexualidad, y en particular la tolerancia a la homosexualidad en los aspirantes del seminario.

Para poner las cosas en claro:
  • No hay más abusadores sexuales en el clero que en la sociedad en general (en porcentaje).
  • La mayoría de los abusos sexuales clericales a menores son sobre niños (masculinos). Esto no indica una orientación homosexual del abusador sino que es resultado de su acceso preferente a niños varones. Dentro y fuera de la Iglesia es común que un varón adulto abuse de niños varones y a la vez mantenga relaciones sexuales normales con mujeres.
  • Hasta ahora no se ha comprobado que el celibato sacerdotal sea causa o coadyuvante de los abusos sexuales. Sin embargo, el celibato y otras formas de aislamiento social y sexual típicas de las instituciones eclesiásticas pueden contribuir a problemas psicológicos.
  • No todos los abusadores sexuales de niños son “pedófilos” en el sentido estricto. Algunos lo son, y muestran un patrón de abusos seriales, que son incapaces de detener sin ayuda. Otros son personas con problemas temporales de personalidad y sus víctimas son episodios escasos o únicos.
  • La Iglesia evidentemente no tiene la capacidad de detectar, contener y tratar a los abusadores sexuales en su seno, más allá de la voluntad (poco clara) que está mostrando el Vaticano ahora. Que se acepte la consultoría de profesionales como Fitzgibbons, que ponen la doctrina eclesiástica por delante de los hechos médicos, es prueba suficiente de esta incapacidad.
Que un pretendido experto diga las barbaridades que dice Fitzgibbons en el artículo de ACI es terrible, pero que a nadie se le ocurra contradecirlo es lo peor. Existe ya una “Internet católica” donde estas afirmaciones circulan como en un circuito cerrado, sin contaminarse de visiones contrastantes, y es posible para un creyente elegir exactamente lo que quiere oír. Esto produce cegueras verdaderamente chocantes. En uno de los comentarios de la nota se puede leer: “Mas claro ni el agua. Solo queda una duda: Y por que no detectan en el seminario que tienen tendencias homosexuales? Acaso 10 años de formacion-en promedio- no son suficientes? Y los compañeros seminaristas tampoco se dan cuenta? Necesitamos mejoras en el proceso de seleccion de los candidatos al sacerdocio.” ¿Para qué serviría —en el contexto de los abusos— erradicar a los curas homosexuales? ¿Para que los curas sólo abusen de niñas?

Tomás de Aquino tenía razón en una cosa al menos, al advertir: “Teme al hombre de un solo libro”, es decir, a quien toma toda su visión del mundo de una sola ideología y excluye lo demás. Hoy podríamos decir: “No confíes en los que leen siempre el mismo portal web de noticias”, aunque obviamente la frase del Aquinate es más elegante.

domingo, 18 de abril de 2010

Justicia humana, justicia divina (A177b)

Hoy es noticia nuevamente el caso del sacerdote Reynaldo Narvais, de la parroquia de Nuestra Señora de Pompeya, en Rosario, Argentina, del que escribí hace mes y medio luego de que el diario La Capital revelara el secreto a voces de que el susodicho era un acosador y abusador sexual.

El diario publica hoy una nota titulada En Roma reniegan de la Justicia en el caso del cura rosarino acosador, que incluye en un apartado una carta del abad general de los Canónicos Regulares de Letrán, Bruno Giuliani (el jefe de la orden a la que pertenece Narvais) a una de sus víctimas, un ex profesor de la escuela parroquial conocido por su inicial “G”, a quien la orden pagó 200.000 pesos en 2008 a cambio de no denunciar al cura por acoso sexual en el lugar de trabajo. Esta misma carta y su evaluación fueron publicadas en el sitio católico de noticias Religión Digital.

La carta no es precisamente explosiva, pero reafirma lo que pensamos y percibimos de la jerarquía eclesiástica en relación a los crímenes de sus miembros:
En las dos visitas a Argentina que he realizado recientemente, y a continuación de las investigaciones realizadas para establecer la verdad de los hechos, no he constatado ningún elemento que pueda declararte culpable de corresponsabilidad. Es por esto que te escribo esta carta, antes de volver a Italia: para pedirte una vez más disculpas, y para exhortarte a superar con serenidad las consecuencias de este triste episodio. Como padre de familia, y como líder en la comunidad cristiana donde vives y actúas, debes mirar a Jesús, que se hizo pecado para rescatar a los pecadores. Quien nos juzga es Dios: no debemos tener miedo del juicio de los hombres, siempre limitado y, a veces, falso.
Este descarado, que ha tenido que desembolsar decenas de miles de euros para hacer callar a una víctima de acoso, primero insinúa que investigó a la víctima para ver si podía encontrarse “corresponsabilidad” —eufemismo por “te la buscaste”—, después le pide “serenidad”, es decir silencio, y al final se coloca, junto con su Iglesia, por encima del juicio humano.

Recordemos que éste es el caso menos grave: se trata de una persona adulta y parece ser que involucra acoso y presiones laborales, no abuso sexual. Las otras denuncias incluyen el abuso de un menor de edad con una discapacidad mental. El proceso canónico está en marcha pero la Iglesia nunca trasladó las denuncias, que el propio arzobispo de Rosario aseguró haber escuchado de boca de los feligreses, a la Justicia penal. Para que eso ocurriera tuvo que intervenir de oficio una fiscal.

En el mismo diario de hoy vemos publicada una carta de un lector que firma “Aníbal Cuevas”, y que es reproducción verbatim de un escrito del apologista católico español de ese nombre, titulado Tantos sacerdotes fieles, que reitera el cansadísimo —e irrelevante— argumento de que hay muchos más curas buenos que abusadores sexuales, con un prefacio repugnante:
Es lamentable pero muy humano no ser consciente de lo hermoso; convivimos entre cosas grandes pero no las apreciamos. Y sin embargo, ¡qué fácil resulta caer en el morbo y revolcarse en el barro! No voy a escribir hoy sobre los repugnantes hechos que ocurrieron en la Iglesia de Irlanda, sobre las culpas y silencios.
¿No va a escribir sobre el hecho más importante para la Iglesia de hoy? ¿No va a escribir sobre la espiral de desprestigio en que su amada Iglesia está cayendo sin control, no por culpa del morbo ajeno sino por su propia incapacidad de autocorrección y su cultura del ocultamiento? No, va a mencionar sólo a los sacerdotes buenos, que “han dejado todo para servir a los demás”, aunque ese servicio no incluye denunciar a sus colegas cuando abusan de niños, parece.

Este meloso texto no es un episodio aislado; Cuevas mismo escribió hace un par de días una carta sentimentaloide invitando a descansar sobre su hombro al pobre Joseph Ratzinger, que a los 83 años se ve obligado a “pasar un calvario” a causa del asalto de “una minoría de enfermos de odio, rencor y, en muchos casos, eso quiero creer, ignorancia”, vale decir, los que insistimos en que no puede escapar de su responsabilidad mediata o inmediata en el encubrimiento de miles de casos de abusos sexuales.

La impresión que todo esto deja es que la Iglesia, a un cierto nivel, no lo entiende. No entiende que ninguna sanción canónica es sustituto del castigo penal. No entiende que las buenas obras no cancelan las malas, y que la falibilidad humana no excusa los crímenes. No entiende que toda su autoasumida santidad no basta para impresionarnos. No entiende que la forma de contestar a sus detractores es limpiarse de verdad y con decisión de sus lacras más profundas. No entiende que nadie cree ya en su fingimiento.

A esta altura ya no esperamos honestidad del Papa ni de ninguno de sus subordinados inmediatos, pero de los que no cobran sueldo gracias al Vaticano, al menos, ¿es mucho pedir un mínimo de decencia, un poco de esa humildad que siempre tienen en la boca?

jueves, 15 de abril de 2010

Incompetentes

“Las autoridades eclesiásticas consideran que no es de su competencia hacer afirmaciones generales de carácter específicamente psicológico o médico.”

— Federico Lombardi, vocero del Papa, aludiendo a las palabras de Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, que vinculaban pedofilia y abuso sexual a menores con homosexualidad, contra toda evidencia científica seria.

martes, 13 de abril de 2010

Congreso de Ateísmo, día 3, parte 2

Continúo con la reseña de la tercera jornada del II Congreso Nacional de Ateísmo.

Teresa BungeTeresa Bunge, licenciada en psicología y parte de la organización del Congreso, presentó una ponencia titulada: “El sufrimiento siempre es malo, y además atenta contra la libertad”. Allí mostró que la ideología pro-sufrimiento, pro-sacrificio, está enraizada en nosotros, no sólo a través de la religión cristiana que forma nuestra base cultural, sino también en lugares menos sospechosos como la concepción freudiana del “principio del placer”.

En efecto, Freud plantea que buscamos el placer debido a una pulsión de nuestra parte más primitiva, más sujeta al instinto y a las emociones, y que sólo el contrapeso de nuestra experiencia y de las influencias exteriores evitan que esta búsqueda se desboque en algo desordenado, autodestructivo, irracional. El psicoanálisis freudiano y sus derivados no tienen correlación con la realidad, pero los diversos mitos freudianos (como la idea del Ello, el Yo y el Superyó) se han popularizado, y siguen señalando al placer como algo peligroso.

Tomando la posición contraria, Bunge citó a Onfray y su lema “Goza y haz gozar”, y el optimismo aprendido de Martin Seligman. Explicó además que muchas personas tienen problemas para aceptar el placer y el éxito sin sufrimiento: algunos no creen que algo valga si fue obtenido sin esfuerzo; otros se sienten culpables cuando no se sacrifican por otro, o cuando no trabajan. El valor que le damos al sufrimiento es desproporcionado: por ejemplo, decimos que hay cosas que se aprenden sólo a través del sufrimiento, pero la verdad es que eso es una excusa a posteriori y sería mejor simplemente no aprender tales cosas. Además, es claro que el sufrimiento no libera ni engrandece: el dolor engendra miedo, y el miedo engendra represión y pérdida de oportunidades.

La siguiente ponencia estuvo a cargo de Celso Aldao, físico e investigador del CONICET, y se llamó “Pensamiento científico vs. pensamiento mágico”. Fue una exposición bastante ordenada de datos que, en lo personal, ya conocía bastante bien: las posiciones en el debate sobre la compatibilidad entre ciencia y religión, la prevalencia del ateísmo entre los científicos de Estados Unidos (considerable entre el promedio de los científicos, altísima entre los más destacados, miembros de la Academia Nacional de Ciencias), y el argumento de los magisterios no superpuestos (NOMA).

Asociación Paraguaya RacionalistaMás tarde vinieron las presentaciones de grupos de ateos y librepensadores: ArgAtea, la Asociación Paraguaya Racionalista y Ateos Mar del Plata. La gente de ArgAtea mencionó que están trabajando en la provincia de Buenos Aires para lograr la reforma de la Constitución provincial, eliminando las groseras reverencias que esa ley fundamental hace al catolicismo. Los racionalistas paraguayos comentaron que tienen un programa de radio de contenido escéptico y librepensador, se mostraron felices de estar y sanamente envidiosos, dijeron, de que en Argentina se pudiera realizar un evento como el Congreso de Ateísmo, además de agradecer la invitación. Fernando Lozada, de Ateos Mar del Plata, a su vez les agradeció haber viajado treinta horas por tierra para llegar (!). A mí me pareció muy bueno lo del programa radial, cosa que aquí no se ha hecho, o no se ha hecho con suficiente difusión.

Antes de los paraguayos me tocó hablar a mí. Fernando me lo había propuesto un mes antes del Congreso, y le dije que sí, pero no sabía muy bien que podría decir. Más cerca de la fecha me dijo que iban a tener que ser un par de minutos, no más, y que podría presentar este blog. No hablamos más y yo fui al Congreso sin preparar nada. Finalmente subí al escenario con un par de notas en las manos y dije lo que pude. Estar allí, al mismo nivel que estas asociaciones bien constituidas, me dio un poco de vergüenza: al fin y al cabo esto es un blog, y ni siquiera una plataforma de activismo. Pero esas oportunidades no se rechazan. Mi novia me filmó (consumí cinco minutos y medio del tiempo del Congreso, ¡perdón!) y aquí está el video.


Y ése fue el final del Congreso. No pudimos quedarnos a la cena de camaradería que se hizo después, porque teníamos que partir de vuelta enseguida, de manera que apenas pudimos intercambiar algunos saludos con los conocidos.

Espero que les haya gustado la reseña. Por si les resulta más cómoda, los artículos en orden: 1, 2, 3, 4, 5, 6. A continuación retomamos la programación habitual…

lunes, 12 de abril de 2010

Congreso de Ateísmo, día 3, parte 1

El domingo 4 fue la tercera y última jornada del II Congreso Nacional de Ateísmo.

Comenzamos un poco más temprano que los días anteriores, con el documental Deliver Us From Evil (“Líbranos del mal”), sobre el encubrimiento del abuso sexual de niños en la Iglesia Católica. Su hilo conductor es un recorrido por la trayectoria criminal y psicológica de un sacerdote. Es muy duro de ver, por varias razones. Mientras el sacerdote narra sus crímenes uno no puede dejar de oscilar entre el odio y la lástima, entre la repulsión que causa ver a un hombre relatando sus crímenes con toda tranquilidad y la constatación de que se trata de una persona enferma, actuando bajo un sistema que ni siquiera logra proteger al perpetrador de sí mismo.

Además, Deliver Us From Evil muestra a las claras lo desgarrador que puede ser para un creyente devoto, confiado en sus pastores, recibir de ellos el tratamiento que sufrieron las víctimas: primero el abuso, pero después las excusas, el encubrimiento y el abandono. Quienes no tenemos fe sólo podemos compararlo con el descubrimiento de que nuestros padres o amigos más íntimos son todo lo opuesto de lo que creíamos que eran.

Después de esto se presentaron los miembros de Apostasía Colectiva (hablaron Andrés Miñones y Paola Raffetta). No voy a repetir lo que dijeron porque ya he hablado de la apostasía muchas veces, y la presentación fue un recuento de eso.

A continuación, Alberto de la Torre presentó su libro “Universo sin dioses. Física del Génesis”, que tras un paseo por las hipótesis filosóficas y teológicas sobre el origen del universo, nos lleva a los hallazgos de la cosmología moderna que nos permiten imaginar un universo increado. Aunque no hay una teoría única sobre los primeros instantes, tenemos suficientes datos para descartar, no la posibilidad, pero sí la necesidad, de un Creador. En particular, la aparición del universo “de la nada” no contradice la ley de conservación de la energía porque, si sumamos energías positivas (masa y radiación) y energías negativas (energía gravitatoria, entre otras), el resultado neto es ¡cero! (Yo conocía esto a partir de mi lectura previa de ensayos de Victor Stenger.) La charla fue, creo, didáctica y bastante entretenida, aunque supongo que para aquellos que no tienen conocimientos de física debe haber sido como un discurso en chino mandarín.

Alejandro BorgoSiguió una ponencia de Alejandro Borgo, presidente del Center for Inquiry Argentina: “¿Queremos ser libres? La religión oculta”, donde se trataron algunos de los temas relacionados con el adogmatismo de los que había hablando Fernando Lozada: las creencias supersticiosas o pseudocientíficas, no religiosas, que los ateos muchas veces conservamos; los dogmas ocultos; la persistencia de valores cristianos —como la virtuosidad del sacrificio— a pesar del ateísmo (aquí se hizo referencia a Onfray, como no podía ser de otra manera).

La idea de la charla era correcta pero temo decir que Borgo —como otros conferencistas antes— asumió una uniformidad de criterios filosóficos entre los presentes, y más aún, entre todos los ateos, del cual estamos muy lejos. Temas controvertidos, como el aborto, y temas absolutamente fuera del motivo principal del Congreso, fueron objeto de generalizaciones bastante imprudentes; entre otras cosas, me chocó la ligereza con que argumentó por una postura política antiestatista/libertaria como si fuese la única consistente con el ateísmo adogmático.

En la próxima entrega, la última parte del Congreso…

sábado, 10 de abril de 2010

Congreso de Ateísmo, día 2, parte 2

Continúo con la reseña del segundo día del II Congreso Nacional de Ateísmo.

Samuel WolpinLa siguiente ponencia estuvo a cargo de Samuel Wolpin, periodista y escritor rosarino, y se tituló “La libertad según las encíclicas”. Citó en primer lugar a Erich Fromm y el concepto de “miedo a la libertad”, y recordó que la raíz indoeuropea *dek, de la cual proviene la palabra dogma, es la misma que dio dócil. Luego hizo un recuento de las apreciaciones y dictámenes de varios papas católicos, en encíclicas, sobre las diversas libertades que hoy entendemos como derechos humanos, prologada por la terminante sentencia de León XIII en la encíclica Libertas:
La libertad es sometimiento a Dios.
Explicó que, para el cristianismo, el mal y el pecado son faltas o déficits, por lo cual el concepto de poder pecar (es decir, ser libre para pecar) no tiene sentido, y abogar por él es en sí mismo pernicioso. La doctrina católica no reconoce al hombre el derecho a profesar una doctrina “equivocada”, y de hecho, no tolera nada que considere mentiroso o moralmente inapropiado (la libertad de decir mentiras y la libertad de escribir cosas inmorales o potencialmente subversivas fueron condenadas explícitamente también).

Esta insistencia en la supresión del contrario le recordó a Thomas Bowdler y su censura de las obras de Shakespeare, tan infame que le dio al inglés el verbo bowdlerise, y le hizo traer a colación a Mario Vargas Llosa y su ensayo “La verdad de las mentiras”, cuyo autor reflexiona sobre la incapacidad de los censores de separar la calidad literaria de los contenidos ficcionales, citando el ejemplo de la quema masiva de los libros mayas ordenada por Fray Diego de Landa.

Marcelo GobelloEl siguiente fue Marcelo Gobello, periodista de rock, que planteó el tema como “El rock: ¿música del demonio o expresión de pasiones elementales?”. Antes de seguir explicó que con rock se refería al verdadero rock, el de la “cultura rock”, no la música popularizada y vendida actualmente como rock; y lo reforzó con un video de Bill Hicks. Siguió con un recorrido por cuatro personas y grupos de rock que pasaron de lo meramente contestario hacia la religión —cosa común y sencilla— a pensamientos ateos un poco más profundos:
  • Jethro Tull, que en su álbum Aqualung (cuya cubierta incluía una frase de L. Feuerbach, símbolo de las preocupaciones filosóficas del grupo: “Al principio, el Hombre creó a Dios; y lo creó a su imagen y semejanza. Y el Hombre dio a Dios multitud de nombres, y el poder de que fuera el Señor de toda la tierra cuando al Hombre le conviniere”) incluyó el ácido tema My God.
  • Frank Zappa, recordado por su crítica constante a la religión pero también por su oposición a la censura basada en el moralismo, expresada en un furibundo y acertado testimonio ante el Senado de los Estados Unidos.
  • John Lennon, no por las ideas expresadas en Imagine (que Gobello considera un tema tan vendido que ha perdido su poder —“¡Lo han tocado frente al Papa!”, le contestó a alguien que lo cuestionó) sino en el menos difundido God.
  • Jim Morrison, que expresó en la música de The Doors lo que resulta ser un gran nivel de ilustración (era un ávido lector de Nietzsche, Baudelaire, Swedenborg y muchos otros, y escribió cuatro libros propios).
Además vimos un video de la canción Dear God, de XTC.

El único problema con Gobello es que su (evidentemente) vasto conocimiento del tema se dispersó en incontables repeticiones, digresiones y salidas por diversas tangentes, por lo cual —entre otras cosas— no se habló del tema del satanismo, o supuesto satanismo visto por los moralistas cristianos, en el rock, y Gobello tuvo que cortar un poco abruptamente la charla luego de haberse excedido por lo menos veinte minutos de su tiempo asignado. Una lástima, porque personalmente la historia de la censura y los pánicos morales me resulta fascinante.

La última ponencia fue del sociólogo Mario Corbacho y se tituló “Hospedar a la muerte sin morir en el intento”. El tema fue la muerte y su aceptación en la sociedad, la forma en que se ha transformado en una cuestión mecanizada y fría gracias a las costumbres modernas y a la medicina y la economía, la tanatofobia y la cuestión de la eutanasia.

La tanatofobia actual, explicó, puede ser vista como un producto de la razón, que no le ve utilidad o motivo a la muerte: vale decir, sentimos repulsión a la muerte porque no creemos que sea necesario ni útil dejar de vivir. Pero mientras algunos, alentados por los progresos científicos, pretenden abolir la muerte, otros la buscan; y aquí citó a Montaigne: “La muerte, cuanto más voluntaria, más bella”.

Se dijo mucho más, pero lamentablemente gran parte se perdió en el formato. Corbacho leyó toda su ponencia de notas en papel, sin moverse de su asiento ni utilizar la pantalla dispuesta para proyectar; cada vez que citaba a algún autor “abría comillas” diciendo “cito”, y al terminar las cerraba diciendo “fin de la cita”, lo cual puede estar bien para un software de lectura pero no queda bien en un disertante. No quiero sonar injusto, pero cualquiera que haya estado allí podrá confirmarlo. Es posible soportar un estilo así durante diez o quince minutos, pero después la mente se va a otra parte.

Para finalizar la jornada hubo cine: un cortometraje compilado Pepe Kanavis en base a noticias y al corto documental Submission, de Theo van Gogh, asesinado por un islamista radical en 2004. Submission significa “sumisión” y es la traducción literal de la palabra islam. Trata del sometimiento y la violencia mental y física que sufren muchas mujeres musulmanas.

Continúa con la jornada tercera y final del Congreso…

viernes, 9 de abril de 2010

Congreso de Ateísmo, día 2, parte 1

El sábado 3 de abril fue la segunda jornada del II Congreso Nacional de Ateísmo.

Héctor PalmaComenzó hablando Héctor Palma, con una ponencia titulada “Metáforas religiosas y otros desvías en la comunicación pública de la ciencia”. El tema de arranque fue la evolución y el supuesto debate o controversia de la que los medios hablan cuando la confrontan con el creacionismo o la pseudo-teoría del diseño inteligente. Aquí en Argentina, explicó, no hay tal debate porque la evolución directamente no se enseña, o casi; los maestros no están preparados, y la Ley Federal de Educación deja los contenidos en manos de las provincias. Palma advirtió que no toda la oposición a la evolución proviene de fundamentalistas religiosos; en los colegios católicos se da una situación ambigua (se acepta la evolución pero al mismo tiempo se habla del hombre como una creación especial de Dios).

Entre otros artículos periodísticos mencionó uno del diario Clarín que llamaba “polémica” a la teoría de la evolución, y uno de Página/12 que hablaba de “Una evolución en la Iglesia”, utilizando la palabra como si significara “progreso”, el cual es uno de los errores más comunes y más graves en el tratamiento periodístico de la teoría. Otro problema son las metáforas equívocas como hablar de que estamos “adaptados para” alguna cosa (sugiriendo intencionalidad o diseño).

El infame mote de “Máquina de Dios” con el que se bautizó al Gran Colisionador de Hadrones también mereció una mención, junto con las especulaciones sobre las fallas del LHC, atribuidas (seriamente) a la idea de que “Dios” o alguna propiedad intrínseca del universo no “quiere” que se produzca un bosón de Higgs. Aunque esto suscitó risas en la audiencia, a mí enseguida me recordé la hipótesis de Roger Penrose sobre la censura cósmica.

La charla de Palma estuvo muy buena, con la única excepción de cierto abuso de la palabra “fundamentalista”, con la que etiquetó, por ejemplo, a los sociobiólogos y los psicólogos evolutivos. Entiendo que el término debe usarse con propiedad y que estas disciplinas científicas son parte de una variedad de opiniones legítimas.

A continuación hubo una mesa con tres panelistas. Inés Pérez, Andrea Torricella y Paola Rafetta. Torricella comenzó hablando de la Ley de Educación Sexual Integral, aprobada en 2006 pero nunca implementada como se debía, por desidia y por presión de la Iglesia Católica. En ese sentido recordó una presentación PowerPoint que el Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC) armó para difundir una serie de argumentos sofisticados que denostaban la perspectiva de género prevista en la ley. La versión final de la misma terminó conteniendo la semilla de su propia inutilidad: “Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros” (Art. 5). Vale decir, cada escuela puede adaptar su programa a los prejuicios y tabúes locales.

Pérez habló después de los argumentos en contra del derecho al matrimonio para los homosexuales. Aquí no había nada nuevo para los que habíamos seguido el debate, pero la recopilación fue correcta.

Raffetta fue, como explicó, una invitada imprevista en el panel, en representación del grupo de jóvenes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Improvisó con soltura una charla sobre la persistencia de los estereotipos de género en la cultura. Ya casi nadie cree, dijo, que Adán y Eva existieron realmente tal como lo narra la Biblia, pero la mayoría (ateos inclusive) sigue teniendo en la cabeza la idea de que fuimos hechos hombre y mujer y que de allí se derivan actitudes esperadas, roles típicos, y todo lo demás, siendo que la realidad es mucho más complicada.

El siguiente fue Jorge Fernández con su ponencia “El arte entre el dogma y la libertad”. Hablando de memoria y con ayuda de diapositivas, nos dio un panorama sumamente interesante de la relación entre el dogmatismo y la racionalidad con el arte religioso (incluyendo la arquitectura de los templos) en la esfera del imperio romano occidental, desde el inicio del cristianismo hasta el siglo XVII aproximadamente. Explicó que no se puede entender el arte de una cultura sin entender el Zeitgeist y su cosmovisión, y dio una sentencia impactante: “Occidente no da religiones”. En efecto, el cristianismo proviene de la síntesis del racionalismo occidental de la filosofía aristotélica con una religión oriental. El dogma, la teología, son estructuras filosóficas montadas a posteriori sobre el proto-cristianismo.

La charla fue larga y llena de conceptos que me costaría mucho transmitir en pocas palabras. Se habló de la alternancia entre teocentrismo y antropocentrismo, del simbolismo del arte religioso, del tratamiento más o menos realista de la figura humana, de las iglesias oscuras y macizas del románico vs. las amplias y gráciles del gótico, de la religión del guerrero y el campo vs. la religión de la virgen y la ciudad. La historia progresa por crisis y renovaciones: el románico hizo crisis porque el dogma, duro y racional, no llegaba al corazón de los fieles; el gótico trajo espacios llenos de luz, símbolo de la elevación espiritual y de la divinidad; su crisis —una época de herejías y guerras, la Reforma y la Contrarreforma— dio paso al Renacimiento, con un arte humanista y profano; su crisis a su vez llevó al manierismo, con su gusto por la muerte y el morbo, el pesimismo de una época que ha visto como la ciencia destrona al hombre de su posición central en el universo (Copérnico), etc.

En medio de la charla se empezaron a escuchar ruidos que venían de afuera: cantos, algo como percusión, y un cierto revuelo. El disertante siguió como si nada (lo cual me pareció muy bien) mientras algunos nos volvíamos en nuestros asientos, y otros, incluyendo los organizadores, salían a ver qué pasaba. Supimos que un rebaño de creyentes evangélicos (pentecostales, aparentemente), azuzados por su pastor, habían venido con pancartas, con bombos, y con un equipo de música portátil de gran potencia, a protestar por los ateos que habíamos osado demostrar nuestra existencia, y a proclamar a grandes voces que Dios sí existía y que ellos habían hablado con Él. La cosa no pasó a mayores pero le ganó al Congreso más cobertura periodística y una carta del pastor reafirmando que la culpa del disturbio la teníamos nosotros, por andar provocando a los fieles, para quienes la fe es también pasión: eufemismo para indicar que cuando a un creyente se le cruza algo que molesta a sus creencias, se vuelve irracional y violento. (El mismo uso de la palabra “pasión” es habitual cuando se habla de los barrabravas y el fútbol.)

La charla de Fernández fue una de las más buenas del Congreso, en mi opinión, y la que más cosas me enseñó; seguramente un estudiante de historia del arte le habría encontrado algún defecto, pero creo que en el escaso tiempo disponible logró meter en un formato accesible muchísima información.

Continuará con la segunda parte del día 2…

jueves, 8 de abril de 2010

Congreso de Ateísmo, día 1, parte 2

Continúo con la reseña del primer día del II Congreso Nacional de Ateísmo.

Después de un breve receso en el (algo estrecho) hall del teatro, volvimos a entrar para escuchar a Diego Golombek, biólogo, investigador en neurociencia y ganador del Premio Ig Nobel, hablando de “Las neuronas de Dios”. Golombek dio lo que todos a los que pregunté (y yo mismo) consideraron la mejor conferencia de todas. No tengo una sola foto de él porque se movió constantemente, yendo de un lado al otro del escenario, desde la notebook que guardaba las presentaciones hasta la pantalla del proyector, con el micrófono en una u otra mano. Su tema fue la anti-intuitividad de la realidad y de las percepciones del cerebro, y el estudio de los fenómenos religiosos desde la ciencia —no para desmentirlos o confirmarlos sino para saber dónde se originan las experiencias— o neuroteología.

Golombek comenzó la charla con una desconcertante referencia a la necesidad de evitar el dogmatismo ateo citando a Richard Dawkins y a los que como él se creen y se llaman illuminati (?), mención que me irritó bastante. Siguió diciendo que “ciencia vs. religión” es una tontería porque ambas cosas van por carriles distintos, adhiriendo así al principio NOMA (magisterios no superpuestos) de Stephen J. Gould. Quizá no entendí bien. Reconocer que los fenómenos religiosos no son “falsos” y que la misión de la ciencia no es eliminar la religión es perfectamente compatible con el examen científico —que puede ser destructivo— de ciertas afirmaciones de las religiones. Lo extraño es que toda la charla de Golombek se basó en demostrar, justamente, que una afirmación del tipo “Yo he visto a Dios” puede ser, aunque cierta, un simple producto de nuestra química cerebral.

Los puntos más importantes de la exposición fueron:
  • La existencia de fenómenos comprobados de empatía por la cual nos sincronizamos con las acciones o pensamientos de otras personas, base de ciertas experiencias religiosas compartidas.
  • Positivismo contra dualismo. No existe división entre mente y materia, por lo que la consciencia puede estudiarse y entenderse científicamente.
  • Nuestros sentidos filtran, bloquean o inventan percepciones. Lo sobrenatural existe en nuestra cabeza (aquí hubo una referencia a William Blake, Aldous Huxley y Jim Morrison, unidos por la frase “las puertas de la percepción”).
  • Nuestras decisiones no son nuestras; somos irracionales sin darnos cuenta; nuestro inconsciente es fácilmente manipulable, como bien saben los publicistas (aquí se habló del libro Predictably Irrational, de Dan Ariely, el descubridor de que la gente enferma no sólo mejora con placebos, sino que el efecto es mayor si el placebo es más caro).
  • Localizacionismo: la idea de que cada característica y capacidad de la personalidad tiene un lugar específico en el cerebro. La historia de Phineas Gage, lobotomizado por accidente.
  • La epilepsia como “enfermedad sagrada” y el rechazo de Hipócrates al origen sobrenatural de las enfermedades.
  • La “teoría de la mente”: la concepción, que desarrollamos a partir de los 3 o 4 años de edad, de que los demás tienen mentes e intenciones separadas y distintas de las nuestras.

Después de Golombek vinieron una mujer cuyo nombre no recuerdo, Mariana Carbajal, periodista, y Ruth Zurbriggen, profesora y militante feminista. El tema era el debate sobre el aborto. La mujer cuyo-nombre-no-recuerdo comenzó con una historia del matriarcado y referencias a Margaret Mead, y siguió comentando la demonización del conocimiento femenino que llevó a las acusaciones de brujería. También habló bastante del movimiento feminista, de una manera no muy ordenada ni atrapante. El feminismo no era el tema del Congreso, y no se hizo ningún esfuerzo por conectarlo con el tema del ateísmo y la libertad, salvo la crítica a la Iglesia Católica y a la sociedad patriarcal en que vivimos, tópicos que aunque verdaderos no eran en absoluto una noticia para ninguno de los asistentes.

Zurbriggen leyó lo que vendría a ser un discurso o manifiesto feminista, lleno de expresiones complicadas y términos propios de su movimiento pero no (necesariamente) de la audiencia, analizando todo el tema del aborto y la oposición a él como un conflicto entre el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y las relaciones de poder dominantes. Lo cual está muy bien pero claramente no agota todas las variantes del debate. Dentro de lo rescatable estuvo la definición, bastante dura pero al menos interesante para debatir, de que “un embarazo no deseado es una violación”, y la controvertida visión de que un ser vivo con ADN humano se hace persona y gana derechos sólo a través de la empatía de la madre. Esta idea la había encontrado antes pero no recuerdo dónde; me parece un punto de partida pero de ninguna manera algo que se pueda mantener solo, ya que reduce al ser humano a algo que no vale por sí sino como un nexo de relaciones. No obstante, tiene sentido planteada como umbral mínimo: implica que la simple empatía de la mujer hacia el embrión o feto en gestación es condición suficiente para considerarlo persona o al menos un ser separado con derecho a desarrollarse, mientras que la falta de tal empatía es necesaria —no suficiente— para considerar la interrupción del embarazo.

Carbajal, por su parte, nos dio un panorama general del estado de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos. Comentó que las posturas opuestas (de la Iglesia Católica, sobre todo) se están radicalizando, y que la Iglesia, viendo perdida la batalla en el mundo desarrollado, se está enfocando fuertemente en América Latina y África. Dio detalles, entre otras cosas, sobre los proyectos de ley  pasados y presentes relacionados con la educación sexual, la anticoncepción y el aborto. Con respecto a esto último, en Argentina hay uno en trámite legislativo; el apoyo político es transversal a los bloques partidarios, y es claro que si se vota en 2010 hay chances de que se apruebe la despenalización del aborto, pero en 2011, año electoral en que los proyectos polémicos son considerados peligrosos, las chances son casi nulas.

Gustavo Fernández AcevedoLa última ponencia del día viernes fue de Gustavo Fernández Acevedo, psicólogo y filósofo, y se tituló “Libertad o autoengaño. ¿O libertad y autoengaño?”. La premisa era mostrar que el autoengaño no es simplemente fruto de la irracionalidad o del dogmatismo. De hecho, existe la hipótesis de que la evolución podría seleccionar la capacidad de autoengaño para hacer más fácil la manipulación de otros; la capacidad de creernos nuestras propias mentiras es muy útil para mentirles satisfactoriamente a los demás.

Citó a Sartre: “Estamos condenados a ser libres”. A veces nos autoengañamos diciendo, por ejemplo, que no podríamos haber hecho algo distinto de lo que hicimos, para escapar de la responsabilidad que inevitablemente sentimos, ya que no somos capaces de vernos a nosotros mismos como a objetos complejos que siguen las leyes físicas. Mencionó también el sesgo de confirmación y la posibilidad de autoengaño colectivo (o contagioso), con las creencias religiosas como ejemplo. Se me escapan, desde luego, muchos otros detalles interesantes (sobre el libre albedrío, etc.) pero en resumen, fue una charla amena y nos abrió la cabeza un poco.

Para terminar la jornada vimos Religulous, que me resultó tan graciosa y tan terrible como la primera vez.

Continuará con el relato de la segunda jornada…

miércoles, 7 de abril de 2010

Congreso de Ateísmo, día 1, parte 1

Alberto de la Torre
La jornada inicial del II Congreso Nacional de Ateísmo fue el viernes 2 de abril. Esa mañana llegamos a Mar del Plata después de 9 horas de viaje nocturno desde Rosario y fuimos recibidos por Pedro y Ana María, que nos llevaron a su casa y nos dieron un rico desayuno. Salimos a dar una vuelta y después fuimos al Teatro Diagonal, donde nos habían pedido que estuviéramos a eso de las 13 hs. para no demorar el Congreso.

En la presentación habló primero Alberto de la Torre, vicepresidente de Ateos Mar del Plata, que organizaba el evento. Nos contó de cómo se había fundado, de cuáles eran sus objetivos, y del disenso que a veces encontraban entre ellos y que consideraban parte inevitable y necesaria de un movimiento como éste.

Después habló Fernando Lozada, presidente de AMDP, presentando propiamente el tema del Congreso, la libertad. El tema, dijo, fue elegido porque en 2010 se cumplen doscientos años de la emancipación argentina del dominio colonial español, y sin embargo todavía no estamos realmente emancipados: Argentina arrastra rémoras dogmáticas y a los ciudadanos nos falta debatir y aplicar el pensamiento crítico a todos los ámbitos, incluyendo la política.



En tercer lugar habló brevemente el director de la Escuela de Enseñanza Media Nº 19 de Mar del Plata, cuyo fundador fue un activista anarquista, y que fue elegida como destino para las donaciones recibidas durante el Congreso (una abanderada y sus escoltas, de corta edad, estaban paradas algo incómodas en un extremo del escenario, frente al teatro lleno).

Fernando Lozada abrió formalmente las ponencias hablando de ateísmo adogmático, con el subtítulo “¿Cómo evitar que la religión sea el opio de los ateos”, que me pareció genial. Fernando expuso con claridad algo que debería ser una obviedad pero que para un número sorprendente de personas (ateos y creyentes) no lo es: que el ateísmo no es una religión, que es sólo un punto de partida, y que cada ateo debería construir su sistema de creencias (ética, moral) personal, prescindiendo no sólo de dioses y religiones sino de todo tipo de dogma o superstición. El “Olimpo contemporáneo”, como lo llamó, incluye tanto a la New Age como a los postulados de la economía, además de muchos dogmas atávicos. La tolerancia, palabra algo devaluada y muy denostada, es un término útil para designar el respeto a las personas: no el respeto a las ideas, que no merecen más reconocimiento que el que puedan ganarse por sus méritos.

En la visión adogmática y constructiva del ateísmo, no cabe el viejo slogan “Conócete a ti mismo”, que tanto proponen hoy los gurúes de autoayuda, y que presupone un ser íntimo esencial y preexistente; el lema debería ser más bien “Constrúyete a ti mismo”.

En el apartado “La experiencia atea” Fernando notó que de ninguna manera los ateos estamos exentos de experiencias que los creyentes llaman religiosas o místicas. Yo diría así: somos todos seres humanos, con las mismas potencialidades a nivel corporal y mental, y por lo tanto no debemos cometer el error de pensar que los creyentes están locos o alucinados; en todo caso, nuestras percepciones son motivadas por experiencias similares, más aptas para nuestra forma de pensar. (Recordemos que muchos creyentes le niegan al ateo la capacidad de tener una espiritualidad o de experimentar lo numinoso.)

Continúa mañana…

martes, 6 de abril de 2010

II Congreso de Ateísmo: Prólogo

El II Congreso de Ateísmo de Argentina terminó este domingo, 4 de abril, luego de tres jornadas de ponencias sobre una variedad de temas y con una variedad de enfoques. Lo que sigue, la crónica del Congreso, tendrá por fuerza que ir por partes. Las ponencias tuvieron sus altas y bajas, y yo (por supuesto) tuve también mis preferidas.

Ante todo agradezco por este medio a Pedro y Ana María, fabulosos crotos libres que nos hospedaron, nos transportaron y nos alimentaron durante todo el fin de semana, además de brindarnos su calidez y su compañía, que fueron un plus inesperado. También agradezco a Fernando Lozada, el presidente de Ateos Mar del Plata y de la organización del Congreso, que fue quien nos puso en contacto con nuestros huéspedes, y que me permitió presentar este humilde blog al público del Congreso. Créanme que lo anterior no es una formalidad.

Pedro y Ana María Fernando Lozada presentando el Congreso

A modo de resumen, antes de pasar a la reseña de las ponencias, puedo comenzar diciendo que el Congreso sobrepasó mis expectativas, comenzando por la de variedad. No se trató, como pudiera pensarse, de un congreso de ateos dedicados a darse mutuamente la razón y a denostar a coro la religión (o a demostrarla falsa). Por lo pronto, el rechazo al pensamiento dogmático, que constaba en el lema, fue un hilo conductor a lo largo de casi todas las exposiciones. Es bastante fácil, para un ateo enfrentado a un mundo plagado de religiosidad insidiosa y dañina, volverse dogmático en su irreligión o transferir a su visión no-teísta del mundo dogmas o irracionalidades socioculturales heredadas. Es mucho más difícil construirse a uno mismo, como lo expresó Fernando Lozada, y ser auténticamente libre.

El nivel del Congreso fue bastante alto, aunque hubo una que otra expresión poco trabajada e incluso —digámoslo así— algunas ponencias interesantes pero aburridas. Algunos temas daban para mucho, pero los expositores no pudieron transmitirlo con dinamismo e incitar a los oyentes a preguntar y debatir; otras ponencias fueron más parecidas a manifiestos que a textos destinados a un público cercano y expectante. Y desde luego, a veces los miembros del público no acompañaron, o acompañaron como no debían, por ejemplo, lanzándose a “reflexiones” o pequeñas disertaciones propias cuando sólo estaban pautadas preguntas: gajes del oficio. Me alegra decir que todas estas cosas fueron cuestiones de detalle. No me perdí ni un minuto de todo los bloques del Congreso, y no lamento haber hecho ese esfuerzo.

En la próxima entrega, el día 1 la primera parte de mi reseña del día 1.

lunes, 5 de abril de 2010

Liceos sin religión (A179)

Que el gobierno argentino ha decidido quitar la clase de religión de los liceos militares ya no es noticia (lo recordé cuando vi una nota en De Legos a Logos) pero lo menciono porque se ha hablado poco y nada de ello en los medios, excepto en un par de lugares como Mendoza, donde algunos padres protestaron por los cambios.

Curiosamente (o no: el periodismo no es imparcial y siempre recorta los hechos) hay dos reportes contradictorios sobre lo que molesta a los padres de los inscriptos en los liceos: en un lugar se dice que los molestó que se quite la instrucción militar y con armas de casi todo el programa, pero que en general están de acuerdo con que la clase de religión católica no corresponde en una institución pública en un estado laico; en otro se dice que los padres están especialmente enojados por la imposición de la laicidad y “además” por algunas otras cosas. Quizá haya dos grupos de padres con distintos planteos, y quizá haya una mayoría silenciosa que está de acuerdo con ambas cosas (pero de ellos no oiremos hablar).

De quienes sí oímos es del usual colectivo militarista pro-dictadura nacionalcatólico conspiranoico antiizquierdista antikirchnerista (las proporciones de cada rasgo varían), que ve lo ocurrido como un paso más del gobierno hacia la destrucción de las Fuerzas Armadas y la imposición de un totalitarismo marxista judeoperonista, o algo así.

El anuncio de la ministra de Defensa, Nilda Garré, es una buena noticia, aunque algo hay que decir en favor de la opinión de algunos padres. El Estado argentino nunca fue verdaderamente laico, menos aún desde la restauración conservadora de los años 1930, ni mostró signos inequívocos de cambiar en este siglo. Era seguro que anunciar de pronto un cambio sustancial en la filosofía de una institución como el liceo militar iba a causar molestias a los padres que anotaron allí a sus hijos para que les dieran instrucción religiosa, y que nunca escucharon hablar de laicidad hasta ahora, especialmente en boca de este gobierno.

Como suele ocurrir en los últimos tiempos, la teoría es buena pero la práctica es difícil. Un cambio como ése debería anunciarse con dos o tres años de anticipación, e implementarse en etapas. Eso es imposible en Argentina porque ninguna política pública, y mucho menos una controvertida como la laicidad educativa —en una institución ranciamente católica—, se planea más allá del siguiente período electoral, si acaso. No se trata de pedir la opinión de los padres o de los educadores, sino de informarlos para que puedan decidir si desean enviar a sus hijos a escuelas privadas confesionales.

Otro asunto es el de la instrucción militar. Tantos los liceístas como sus padres parecen creer en muchos casos que la disciplina militar equivale a disciplina moral y a un orden mental, y que hace de quien la adopta una mejor persona y un mejor ciudadano. En vista de que las actividades más reconocidas de las Fuerzas Armadas argentinas desde el último tramo del siglo XIX han sido la masacre de indígenas, la represión de huelguistas, los golpes de estado y el secuestro, tortura y desaparición de personas, me permito dudar de esas supuestas virtudes. Si además de entrenar a los jóvenes para una lealtad verticalista y para la obediencia ciega, se les da instrucción religiosa, no sólo se viola el principio de laicidad del estado, sino que se asocia el patriotismo a una religión particular. La combinación de fe religiosa y lealtad ideológica es un arma terrible, que casi todos los dictadores del mundo han sabido utilizar, para sufrimiento y opresión de los demás.

En breve, noticias sobre el II Congreso de Ateísmo

Acabamos de volver de la bella ciudad de Mar de Plata y de tres jornadas intensas en el II Congreso Nacional de Ateísmo. En breve tendré aquí algunas fotos y una crónica de las ponencias presentadas. Por lo pronto, algo para que comprueben que estuve allí:

Viernes Santo Congreso de Ateísmo

(Lo que estoy comiendo es una empanada de carne. Lo que estoy bebiendo es vino. Era Viernes “Santo” y la leve blasfemia me tentó.)

jueves, 1 de abril de 2010

Rumbo al Congreso de Ateísmo

Si todo sale bien, al momento de salir publicada esta nota, mi compañera y yo estaremos partiendo de Rosario hacia Mar del Plata para asistir allí, a partir de mañana, al Segundo Congreso Nacional de Ateísmo en Argentina.

Como no tenemos una notebook o dispositivo móvil con acceso inalámbrico a Internet (si algún lector quiere remediar esta falta, ¡adelante!), les contaremos cómo nos fue y qué vimos cuando estemos de vuelta, el lunes que viene. ¡Hasta entonces!