El rector de la Universidad Nacional de Rosario, Darío Maiorana, ordenó este viernes que ya no se celebren más misas en las instalaciones de la Escuela Agrotécnica, en la ciudad de Casilda. La noticia no deja de ser buena, pero la razón ofrecida no es, como cabría suponer, una afirmación del carácter laico de la universidad pública.
Ocurre que el 24 de mayo es el Día de María Auxiliadora, Patrona del Campo Argentino, que tradicionalmente se celebra en la Agrotécnica. Y el pasado lunes 24 el párroco que acudió a celebrar la misa fue Eugenio Segundo Zitelli, ex capellán de la Policía de Rosario durante la última dictadura militar, colaborador en las torturas de prisioneros que se llevaban a cabo en la Jefatura de Policía bajo el comando de Augusto Feced, y aún impune.
¿Por qué Maiorana prohibió que se realizaran misas en la Agrotécnica? ¿Por qué no prohibió simplemente que Zitelli diera misa en las instalaciones de la facultad? ¿Fue para no crear un enfrentamiento personal, por el cual podría tener problemas con el arzobispo de la diócesis al “discriminar” a uno de sus sacerdotes? ¿O aprovechó la revulsión que causa Zitelli para hacer algo que quería hacer desde antes? Cabe aclarar que las fiestas religiosas en nombre de la universidad no se han cancelado, ya que el rector dispuso que “a partir de ahora las celebraciones religiosas se hagan en parroquias de la ciudad”.
La única forma de saber es preguntarle al rector de la UNR. Lamentablemente, no parece que haya muchos periodistas que tengan siquiera idea de lo que es la laicidad, o que la consideren importante como tema para una nota, y es muy probable que Maiorana mismo tampoco desee meterse en un brete. La gente de las zonas rurales y de las ciudades del interior de la Pampa Húmeda, fuertemente dependientes de la agricultura, suele ser muy religiosa y conservadora. Pero nadie, salvo por motivos políticos, podría protestar si la UNR terminara del todo con estas celebraciones y dejara que los alumnos y profesores fueran a misa por su cuenta cuando así lo deseen.
lunes, 31 de mayo de 2010
viernes, 28 de mayo de 2010
La “libertad religiosa” avanza (A190)
En septiembre del año pasado hablábamos del proyecto de ley de “libertad religiosa” de la diputada Cynthia Hotton, que con la excusa de la igualdad le da a todas las congregaciones religiosas los mismos privilegios que ya tiene la Iglesia Católica, y añade algunos más. El proyecto ingresó formalmente a la Cámara de Diputados en abril de este año y fue “presentado” unos días después. El gobierno nacional, a través de la Secretaría de Culto, apoyó la iniciativa; el oficialista Frente para la Victoria, que es primera minoría legislativa, tenía un proyecto rival, pero aparentemente lo ha desechado o lo ha fundido con éste.
Para advertirnos de esta iniciativa y seguir las novedades se ha creado un grupo en Facebook, No a la ley de privilegio a las religiones de Cynthia Hotton, que recomiendo (las noticias de Alerta Religión que tengan que ver con este tema serán reposteadas allí).
Las objeciones que desde aquí podemos hacer al proyecto de ley se resumen en dos puntos:
Además de estos privilegios y otros, hay modificaciones al Código Penal que crean penas especiales para los delitos contra la práctica religiosa y sus ministros, formuladas con un lenguaje que admite interpretaciones represivas. Está penado insultar o amenazar a un ministro de cualquier religión, o a los fieles, durante un acto de culto. ¿Quién determina qué es un insulto? ¿El pastor o sacerdote? Aparentemente sí. También es delito, y con pena mayor a las normales, profanar un templo o dañar objetos sagrados. ¿Qué es sagrado? Lo define la religión.
Con esta ley, puedo juntar unos cuantos fieles, comprar una casa, declararla mi templo, hipotecarla y olvidarme de pagarlo; y para más seguridad, declarar que según mi religión, son sagrados los automóviles y las joyas de oro que he comprado con los diezmos de los creyentes, como así también mis libros contables. Asimismo constituye un insulto referirse a mí de otra manera que no sea como “Su Excelencia”, y cada vez que esto se hace debe depositarse un billete de diez pesos en una urna (también sagrada) que está en el templo; de lo contrario el templo queda profanado.
Si lo anterior suena como una caricatura, recuérdese que estamos hablando de Argentina, país donde todo es posible, y de religiones, donde todo, absolutamente todo, no importa cuán ridículo, es posible. Más seriamente, estamos hablando de una ley que permite graves abusos (la ocasión hace al ladrón, etc.) y que no parece tener otro objetivo que beneficiar a unos pocos (los líderes religiosos), discriminando a todos los demás. En Argentina hay discriminación racial y étnica, pero prácticamente no tenemos conflictos interreligiosos. Lo que sí hay es una gran variedad de prácticas religiosas y de saludable disenso dentro de las grandes religiones, que es una de las tantas cosas que esta ley puede amenazar. Ésta no es una ley para la libertad: es una ley para el privilegio de los que controlan el poder religioso.
Para advertirnos de esta iniciativa y seguir las novedades se ha creado un grupo en Facebook, No a la ley de privilegio a las religiones de Cynthia Hotton, que recomiendo (las noticias de Alerta Religión que tengan que ver con este tema serán reposteadas allí).
Las objeciones que desde aquí podemos hacer al proyecto de ley se resumen en dos puntos:
- Todo lo bueno que hay en él, excepto la equiparación de la Iglesia Católica con las demás religiones, es innecesario, porque ya está contemplado por leyes más generales (por ejemplo, la agresión física, la intimidación, la disrupción de eventos y reuniones, etc.).
- Todo lo que no es redundante en el proyecto apunta a conceder a las religiones privilegios extraordinarios, adicionales a los que ya poseen.
Además de estos privilegios y otros, hay modificaciones al Código Penal que crean penas especiales para los delitos contra la práctica religiosa y sus ministros, formuladas con un lenguaje que admite interpretaciones represivas. Está penado insultar o amenazar a un ministro de cualquier religión, o a los fieles, durante un acto de culto. ¿Quién determina qué es un insulto? ¿El pastor o sacerdote? Aparentemente sí. También es delito, y con pena mayor a las normales, profanar un templo o dañar objetos sagrados. ¿Qué es sagrado? Lo define la religión.
Con esta ley, puedo juntar unos cuantos fieles, comprar una casa, declararla mi templo, hipotecarla y olvidarme de pagarlo; y para más seguridad, declarar que según mi religión, son sagrados los automóviles y las joyas de oro que he comprado con los diezmos de los creyentes, como así también mis libros contables. Asimismo constituye un insulto referirse a mí de otra manera que no sea como “Su Excelencia”, y cada vez que esto se hace debe depositarse un billete de diez pesos en una urna (también sagrada) que está en el templo; de lo contrario el templo queda profanado.
Si lo anterior suena como una caricatura, recuérdese que estamos hablando de Argentina, país donde todo es posible, y de religiones, donde todo, absolutamente todo, no importa cuán ridículo, es posible. Más seriamente, estamos hablando de una ley que permite graves abusos (la ocasión hace al ladrón, etc.) y que no parece tener otro objetivo que beneficiar a unos pocos (los líderes religiosos), discriminando a todos los demás. En Argentina hay discriminación racial y étnica, pero prácticamente no tenemos conflictos interreligiosos. Lo que sí hay es una gran variedad de prácticas religiosas y de saludable disenso dentro de las grandes religiones, que es una de las tantas cosas que esta ley puede amenazar. Ésta no es una ley para la libertad: es una ley para el privilegio de los que controlan el poder religioso.
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Pablo
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miércoles, 26 de mayo de 2010
Evangélicos anti-gays argentinos se organizan (A189)
La oposición al matrimonio homosexual, en Argentina, proviene casi siempre de creyentes, y casi siempre de justificaciones abiertamente religiosas. Es bueno saber que lo contrario no es cierto: este reclamo de derechos es apoyado por una franja transversal a toda la sociedad incluyendo a muchos creyentes comprometidos. Pese a las actitudes de los fundamentalistas y dogmáticos que aseguran que sólo hay una manera de interpretar la “palabra de Dios”, hoy tenemos a la Iglesia Católica de facto aliada con sus enemigas y principales competidoras, las iglesias evangélicas más “nuevas”, furiosamente reaccionarias y antiintelectuales, y la ortodoxia judía, mientras que otras iglesias protestantes más tradicionales, el sector liberal del judaísmo local, e incluso unos cuantos sacerdotes católicos disidentes, se ubican en la vereda de enfrente, rechazando la barbarie del Antiguo Testamento.
Para los ateos, agnósticos e indiferentes religiosos puede parecer que los fundamentalistas son más coherentes, más honestos y verdaderos, mientras que los moderados son hipócritas que miran para otro lado cuando la Biblia dice lo que no les gusta. Allá ellos, digo yo. Primero lo primero: es mucho más urgente para nuestra sociedad lograr la liberación de visiones arcaicas, exclusivistas, de temor y odio a lo diferente, discriminatorias y fanáticas, que llegar a la emancipación a través del abandono total de las creencias sobrenaturales. Mejor un cristiano moderado, progresista y educado, que de alguna manera logra reconciliar su creencia con la vida en una sociedad liberal moderna, que un indiferente religioso racista, xenófobo, homófobo y políticamente reaccionario (como la mayor parte de los argentinos); con el primero al menos puedo discutir civilizadamente, mientras que el segundo no me merece atención.
Esto viene a cuento de que estoy recibiendo informes de CEGLA (Cristianos Evangélicos Gays y Lesbianas de Argentina) sobre la movilización que planean los evangélicos anti-gays para el 31 de mayo, liderados por ACIERA y FECEP (los que se regocijaban por el fracaso de la primera sesión legislativa donde se iba a tratar el matrimonio gay, imaginando que su dios había confundido las mentes de los legisladores). Las barbaridades que denuncian estos fanáticos para azuzar a los fieles son de una idiotez tal que no queda más remedio que pensar en una táctica de sobrecarga desinformativa.
No todo está perdido en el cristianismo, de todas formas, como demuestra el comunicado que la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) emitió hace unos días:
Para los ateos, agnósticos e indiferentes religiosos puede parecer que los fundamentalistas son más coherentes, más honestos y verdaderos, mientras que los moderados son hipócritas que miran para otro lado cuando la Biblia dice lo que no les gusta. Allá ellos, digo yo. Primero lo primero: es mucho más urgente para nuestra sociedad lograr la liberación de visiones arcaicas, exclusivistas, de temor y odio a lo diferente, discriminatorias y fanáticas, que llegar a la emancipación a través del abandono total de las creencias sobrenaturales. Mejor un cristiano moderado, progresista y educado, que de alguna manera logra reconciliar su creencia con la vida en una sociedad liberal moderna, que un indiferente religioso racista, xenófobo, homófobo y políticamente reaccionario (como la mayor parte de los argentinos); con el primero al menos puedo discutir civilizadamente, mientras que el segundo no me merece atención.
Esto viene a cuento de que estoy recibiendo informes de CEGLA (Cristianos Evangélicos Gays y Lesbianas de Argentina) sobre la movilización que planean los evangélicos anti-gays para el 31 de mayo, liderados por ACIERA y FECEP (los que se regocijaban por el fracaso de la primera sesión legislativa donde se iba a tratar el matrimonio gay, imaginando que su dios había confundido las mentes de los legisladores). Las barbaridades que denuncian estos fanáticos para azuzar a los fieles son de una idiotez tal que no queda más remedio que pensar en una táctica de sobrecarga desinformativa.
Creemos y afirmamos que Dios es el Creador de todas las cosas. Él es el Creador del hombre, y él creó a cada ser humano varón o mujer. Esto lo confirma la genética, la biología, la fisiología y la anatomía de cada VARÓN y MUJER. No existe un gen para la homosexualidad, o se es varón o se es mujer.El mensaje también es para los legisladores:
Señores diputados que votaron a favor del matrimonio gay: Ustedes no se imaginan la tragedia social a la que están induciendo a la presente y a las futuras generaciones con la ley votada recientemente. Serán los responsables ante Dios y la posteridad de haber sido el punto de inflexión hacia la desintegración del fundamento ancestral del tejido social que es la familia.El autor de esta y otras tonterías es el pastor Jorge Himitian, actualmente líder de la Comunidad Cristiana de Buenos Aires, quien en su comunicado, además de negar la existencia del estado laico (porque “No se puede vivir en sociedad a partir… de un total vacío teológico o ideológico”), primero remarca que la mayoría cristiana argentina es la que tiene derecho a imponer las condiciones de vida de la sociedad (“no aceptamos que un grupo extremadamente minoritario, e híper activista, pretenda imponernos su ‘religión’ laica, o agnóstica o atea, como punto de partida para legislar sobre la vida, la familia, el matrimonio, la adopción, la educación de los hijos”), y después —por si fallaran los números— nos recuerda que nos guste o no, su dios dijo cómo deben ser las cosas y eso debe bastarnos. Éste no es un fanático desconocido; tiene trayectoria internacional, ha escrito libros, es respetado, es escuchado por mucha gente, y lo que dice es llanamente antidemocrático y antihumanista. Paradójicamente, sólo en una democracia como la nuestra puede decirlo; en una teocracia como la que desearía, sólo podría afirmar lo que concordara con la ortodoxia vigente, so pena de ser castigado por el más mínimo desvío.
La agenda de los homosexuales no termina aquí. Este es sólo el primer paso. Sigue con la poligamia, el incesto, la zoofilia, la pedofilia, la necrofilia y otras perversiones por el estilo.
No todo está perdido en el cristianismo, de todas formas, como demuestra el comunicado que la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) emitió hace unos días:
La Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) comunica a sus iglesias federadas y a la población en general que no organiza ni adhiere a la campaña “Un mensaje de los niños: queremos papá y mamá”, convocada por las organizaciones ACIERA y FECEP para el día lunes 31 de mayo de 2010 a las 19:00 h. con el fin de manifestar ante el Congreso Nacional su desacuerdo respecto del proyecto de ley de matrimonio homosexual.El solo hecho de que exista desacuerdo entre distintas denominaciones religiosas resalta lo que ya sabemos: que Dios o bien no existe, o bien no le importa quién se acuesta con quién, o bien no sabe comunicarlo a sus fieles con claridad…, y en todo caso, nos confirma que ninguna creencia o escritura sagrada son excusa para la discriminación hacia otros seres humanos. Cada cual debe asumir su propia responsabilidad, cosa que no puede hacerse señalando a un versículo escrito hace dos o tres milenios por un chamán.
Respetando profundamente la libertad de conciencia y de expresión, aclaramos que, tanto ACIERA como así también FECEP, hablan por sus propias iglesias federadas, pero no en nombre del "pueblo" evangélico argentino ni de las Iglesias Evangélicas o Protestantes en general.
domingo, 23 de mayo de 2010
Juguemos a ser Dios (A188)
En estos días ha habido un revuelo menor, de esos que los medios fabrican, por la creación de “vida sintética” en el laboratorio. En rigor, un grupo de científicos liderados por Craig Venter sintetizaron artificialmente una cadena de ADN, similar a la de la bacteria Mycoplasma mycoides, y la introdujeron en una célula de otra especie, Mycoplasma capricolum, a la cual se le había quitado su propio material genético. El ADN introducido tomó el control y empezó a reconfigurar la célula.
Introducir el ADN de una especie en una célula de otra es relativamente sencillo; hacer que la célula funcione de acuerdo a su nuevo “programa”, no tanto. Lo novedoso de esto es que el ADN no fue extraído de una bacteria, sino que fue fabricado por los científicos partiendo de sus componentes químicos básicos. Fue como si, en vez de sacar una fotocopia de un libro, consiguiéramos una caja de letras sueltas y, con el libro a un lado, fuéramos pegándolas en las páginas en blanco de un block, reescribiendo así el libro (con algunas alteraciones intencionales e inevitablemente algunos errores, también).
En opinión de algunos el equipo de Venter exageró su autopublicidad un poco. No se ha creado una “célula sintética”, sino sólo el ADN; se ha creado en cierto sentido una nueva especie, pero eso no es novedoso ni difícil.
Pero como el miedo (y la incitación al miedo) es el pan de cada día de cierta clase de personas, ya hemos visto las primeras “muestras de preocupación” y graves advertencias de los creyentes. Temerosos de que su frágil dios y sus doctrinas medievales pierdan terreno —otra vez— ante la mera tecnología, el médico italiano Carlo Bellini ha dicho a L’Osservatore Romano (órgano de info-propaganda de la Santa Sede) que “no se ha creado vida” y cita para respaldarlo a un Premio Nobel, David Baltimore, mientras que Federico Lombardi, el vocero oficial del Vaticano, habló de tener “cautela”.
(Esta clase de tecnofobia no sólo proviene de la Iglesia, claro está, sino de grupos pseudo-ambientalistas o de simpatías conspiranoicas/alarmistas como el ETC Group, al que le preocupa la posibilidad de que especies artificiales sean utilizadas como arma biológica o amenacen la biodiversidad natural y al parecer le molesta que este campo de investigación esté “motivado por la búsqueda de beneficios económicos”.)
El obispo italiano Domenico Mogavero, que obviamente no sabe absolutamente nada de génetica ni de bioética, ya sacó a relucir el terror a la eugenesia y se las arregló para publicitar el pro-natalismo de la Iglesia: “El hombre viene de Dios pero no es Dios: es humano y tiene la posibilidad de dar la vida procreando y no construyéndola artificialmente”. No contento con eso, y sin temor al cliché, soltó: “Jugar a ser Dios e imitar Su poder de creación es un enorme riesgo, que puede sumergir al hombre en la barbarie… [Los científicos] nunca deberían olvidar que sólo hay un creador.” No fue el único que se expresó en esos términos, dando crédito a Dios y quitándoselo al hombre. Este dios de los obispos parece necesitar constantemente, como decimos acá, mostrar quién la tiene más grande.
Pongamos las cosas en su justa medida. Esta bacteria artificial no es una amenaza para la biodiversidad ni puede ser usada como arma biológica; al contrario, es muy frágil. No tenemos la capacidad de fabricar una especie artificial mejor adaptada al medio ambiente salvaje que sus contrapartes naturales. No queremos hacerlo y ningún estereotipo de científico loco tiene los recursos para hacerlo por su cuenta. La nueva bacteria tampoco es un preludio a la creación de seres humanos artificiales; el ADN de Mycoplasma mycoides tiene un millón de bases y toma muchísimo tiempo y dinero sintetizarlo de a pedacitos y unir los mismos, mientras que el ADN de Homo sapiens tiene tres mil millones de bases. Así que los temores de los nuevaerianos, luditas, pseudo-ambientalistas, pachamameros y conspiranoicos, así como los de los ensotanados ignorantes y sus adláteres, son infundados. Por ahora al menos; el hombre nunca está a salvo del hombre, pero eso no es novedad.
Por otro lado tenemos la parte teológica del asunto. Ningún científico ha hablado de que se ha creado vida, por la sencilla razón de que vida no es una palabra del campo científico, y crear, la verdad, tampoco. Cada religión tiene sus propias concepciones sobre el poder divino de crear y sobre lo que significa la vida, pero esas concepciones son arbitrarias, sujetas a la fe; cuando miramos a través del microscopio no vemos diferencia cualitativa alguna entre lo que está vivo y lo que no lo está según las definiciones habituales. Las diferencias son de grado y de comportamiento: reconocemos lo que está vivo porque es químicamente complejo, porque tiene un metabolismo, porque se reproduce, pero la chispa de la vida no existe.
A veces no podemos distinguir esa diferencia. Ciertamente no sería posible, para un observador no informado, distinguir una célula bacteriana salvaje de la célula producida por el ADN sintético de Venter y su equipo. (La nueva bacteria tiene algunos genes insertados para producir una coloración azul marcadora, que son por lo demás completamente inútiles; un observador sospechoso podría plantearse, pero no asegurar, que quizá estos genes son artificiales.)
Lo que los voceros del Vaticano siguen proclamando es una postura antigua y perimida hace tiempo, el vitalismo, que sostiene que la vida es una esencia, un élan vital, una cualidad no material (que sólo Dios puede proveer). Lo hace desde una posición particular de esencialismo, uno de los grandes enemigos —hasta el día de hoy— de la teoría de la evolución, y causa última de muchos de los malentendidos y temores que motiva la ingeniería genética. Que gente sin conocimientos de nada —salvo de ese oscurantismo profesionalizado que es la teología católica— diga que “no se ha creado vida” o que el hombre “tiene la posibilidad de dar la vida procreando y no construyéndola artificialmente” indica claramente el origen de este temor, que es la ignorancia. No se ha creado una forma de vida nueva, pero casi, y es ridículo negarlo, por la simple razón de que, enfrentados con una bacteria sintética, ni uno solo de esos teólogos podría distinguirla de una natural.
El hombre puede, desde ahora, construir ADN, que es la plantilla de todas las formas de vida. Decir que el hombre no puede crear vida es una estupidez, porque para todos los fines prácticos, acaba de dar el primer paso hacia ello, y las dificultades que tendrá para los siguientes son meramente de orden técnico. Los opositores al progreso humano pueden gemir de fingido temor o tronar advertencias apocalípticas todo lo que quieran.
Introducir el ADN de una especie en una célula de otra es relativamente sencillo; hacer que la célula funcione de acuerdo a su nuevo “programa”, no tanto. Lo novedoso de esto es que el ADN no fue extraído de una bacteria, sino que fue fabricado por los científicos partiendo de sus componentes químicos básicos. Fue como si, en vez de sacar una fotocopia de un libro, consiguiéramos una caja de letras sueltas y, con el libro a un lado, fuéramos pegándolas en las páginas en blanco de un block, reescribiendo así el libro (con algunas alteraciones intencionales e inevitablemente algunos errores, también).
En opinión de algunos el equipo de Venter exageró su autopublicidad un poco. No se ha creado una “célula sintética”, sino sólo el ADN; se ha creado en cierto sentido una nueva especie, pero eso no es novedoso ni difícil.
Pero como el miedo (y la incitación al miedo) es el pan de cada día de cierta clase de personas, ya hemos visto las primeras “muestras de preocupación” y graves advertencias de los creyentes. Temerosos de que su frágil dios y sus doctrinas medievales pierdan terreno —otra vez— ante la mera tecnología, el médico italiano Carlo Bellini ha dicho a L’Osservatore Romano (órgano de info-propaganda de la Santa Sede) que “no se ha creado vida” y cita para respaldarlo a un Premio Nobel, David Baltimore, mientras que Federico Lombardi, el vocero oficial del Vaticano, habló de tener “cautela”.
(Esta clase de tecnofobia no sólo proviene de la Iglesia, claro está, sino de grupos pseudo-ambientalistas o de simpatías conspiranoicas/alarmistas como el ETC Group, al que le preocupa la posibilidad de que especies artificiales sean utilizadas como arma biológica o amenacen la biodiversidad natural y al parecer le molesta que este campo de investigación esté “motivado por la búsqueda de beneficios económicos”.)
El obispo italiano Domenico Mogavero, que obviamente no sabe absolutamente nada de génetica ni de bioética, ya sacó a relucir el terror a la eugenesia y se las arregló para publicitar el pro-natalismo de la Iglesia: “El hombre viene de Dios pero no es Dios: es humano y tiene la posibilidad de dar la vida procreando y no construyéndola artificialmente”. No contento con eso, y sin temor al cliché, soltó: “Jugar a ser Dios e imitar Su poder de creación es un enorme riesgo, que puede sumergir al hombre en la barbarie… [Los científicos] nunca deberían olvidar que sólo hay un creador.” No fue el único que se expresó en esos términos, dando crédito a Dios y quitándoselo al hombre. Este dios de los obispos parece necesitar constantemente, como decimos acá, mostrar quién la tiene más grande.
Pongamos las cosas en su justa medida. Esta bacteria artificial no es una amenaza para la biodiversidad ni puede ser usada como arma biológica; al contrario, es muy frágil. No tenemos la capacidad de fabricar una especie artificial mejor adaptada al medio ambiente salvaje que sus contrapartes naturales. No queremos hacerlo y ningún estereotipo de científico loco tiene los recursos para hacerlo por su cuenta. La nueva bacteria tampoco es un preludio a la creación de seres humanos artificiales; el ADN de Mycoplasma mycoides tiene un millón de bases y toma muchísimo tiempo y dinero sintetizarlo de a pedacitos y unir los mismos, mientras que el ADN de Homo sapiens tiene tres mil millones de bases. Así que los temores de los nuevaerianos, luditas, pseudo-ambientalistas, pachamameros y conspiranoicos, así como los de los ensotanados ignorantes y sus adláteres, son infundados. Por ahora al menos; el hombre nunca está a salvo del hombre, pero eso no es novedad.
Por otro lado tenemos la parte teológica del asunto. Ningún científico ha hablado de que se ha creado vida, por la sencilla razón de que vida no es una palabra del campo científico, y crear, la verdad, tampoco. Cada religión tiene sus propias concepciones sobre el poder divino de crear y sobre lo que significa la vida, pero esas concepciones son arbitrarias, sujetas a la fe; cuando miramos a través del microscopio no vemos diferencia cualitativa alguna entre lo que está vivo y lo que no lo está según las definiciones habituales. Las diferencias son de grado y de comportamiento: reconocemos lo que está vivo porque es químicamente complejo, porque tiene un metabolismo, porque se reproduce, pero la chispa de la vida no existe.
A veces no podemos distinguir esa diferencia. Ciertamente no sería posible, para un observador no informado, distinguir una célula bacteriana salvaje de la célula producida por el ADN sintético de Venter y su equipo. (La nueva bacteria tiene algunos genes insertados para producir una coloración azul marcadora, que son por lo demás completamente inútiles; un observador sospechoso podría plantearse, pero no asegurar, que quizá estos genes son artificiales.)
Lo que los voceros del Vaticano siguen proclamando es una postura antigua y perimida hace tiempo, el vitalismo, que sostiene que la vida es una esencia, un élan vital, una cualidad no material (que sólo Dios puede proveer). Lo hace desde una posición particular de esencialismo, uno de los grandes enemigos —hasta el día de hoy— de la teoría de la evolución, y causa última de muchos de los malentendidos y temores que motiva la ingeniería genética. Que gente sin conocimientos de nada —salvo de ese oscurantismo profesionalizado que es la teología católica— diga que “no se ha creado vida” o que el hombre “tiene la posibilidad de dar la vida procreando y no construyéndola artificialmente” indica claramente el origen de este temor, que es la ignorancia. No se ha creado una forma de vida nueva, pero casi, y es ridículo negarlo, por la simple razón de que, enfrentados con una bacteria sintética, ni uno solo de esos teólogos podría distinguirla de una natural.
El hombre puede, desde ahora, construir ADN, que es la plantilla de todas las formas de vida. Decir que el hombre no puede crear vida es una estupidez, porque para todos los fines prácticos, acaba de dar el primer paso hacia ello, y las dificultades que tendrá para los siguientes son meramente de orden técnico. Los opositores al progreso humano pueden gemir de fingido temor o tronar advertencias apocalípticas todo lo que quieran.
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Pablo
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jueves, 20 de mayo de 2010
Ciencia, religión y ley en el islam
¿Por qué la ley religiosa islámica es tan caótica y arbitraria? ¿Por qué el islam nunca desarrolló una ciencia y un sistema legal modernos? En este texto, titulado originalmente The Goat That Ate Islamic Science, el doctor en ética aplicada y filosofía social Austin Dacey relaciona estos temas. Los links son míos.
El chivo que se comió la ciencia islámica
El Ayatolá Jomeini notó una vez que no hay bromas en el islam. Si eso es cierto, no es por falta de material. Mi último favorito, que me hizo conocer Ibn Warraq, tiene que ver con la bastante poco divertida hadiz —uno de los supuestos dichos y obras del Profeta y sus compañeros— que requiere la pena de muerte por lapidación para los adúlteros. Una vez durante un debate en Londres, Warraq hizo honor a su carrera como apóstata más famoso del mundo al acuñar la broma de que él no quería vivir en una sociedad en la que uno es apedreado (gets stoned) por cometer adulterio, sino más bien en una sociedad en la que uno primero se droga (gets stoned) y luego comete el adulterio. Pero ésa no era la broma de la que hablábamos.
Parece ser que el mandamiento de apedrear a los adúlteros ha sido por largo tiempo objeto de controversia teológica porque, aunque lo manda la ley religiosa tradicional o shari’a, no aparece en el Corán. En cambio el Corán menciona los castigos mucho menos severos de azotes o quizá confinamiento. Algunos fornicadores en realidad hacen esas cosas, incluso combinadas. Presumiblemente una sentencia de muerte habría sido suficientemente importante como para ameritar su inclusión en la revelación. ¿Por qué Alá no la mencionó antes? Según otra hadiz, lo hizo. Mahoma había escrito el versículo revelado en un pedazo de papel y lo había puesto bajo su cama para resguardarlo. Un día, mientras Mahoma estaba enfermo y la gente de su hogar estaba ocupada cuidándolo, un chivo se metió y se comió el papel.
Los académicos islámicos no derivaron de esta historia la lección que es para mí obvia: que el chivo era un segundo Mensajero de Alá, que quería mostrarle a Mahoma la opinión que le merecía su loca idea de lapidar a los adúlteros. Por el contrario, la usaron para argumentar que si no hubiese sido por el chivo, el Corán habría (¿y por lo tanto debería haber?) incluido el versículo faltante, y que esto resuelve la aparente inconsistencia doctrinaria: una hermenéutica de la crianza de animales.
Lo siento; este cuento cómico no tiene un final gracioso. Pero sí revela algo acerca de la naturaleza del conocimiento y de la autoridad epistémica en el islam, y esto puede avanzarnos bastante hacia una explicación de por qué las sociedades árabe-islámicas nunca produjeron una revolución científica mientras las sociedades europeas sí lo hacían.
La religión del “él dijo, él dijo”
Una de las grandes preocupaciones de los académicos islámicos es verificar la “autenticidad” de variados hadices. Su método preferido es rastrear la transmisión de una fuente de estas historias a la siguiente, como por ejemplo:
Abu al-Ayman nos narró, diciendo: “Shu’yab narró, diciendo: ‘Abu al-Zynad nos dijo que Abd al-Rahman ibn Hurmuz al-A’raj . . . le narró a él que oyó de Abu Hurayrah, quien oyó que el Profeta dijo que...’ [1]Un texto es considerado digno de confianza cuando se puede establecer una cadena ininterrumpida de testimonios personales que retroceda hasta una persona que tuvo contacto directo con el Profeta. Islam es una religión del “él dijo, ella dijo”… menos la mayor parte de lo que ella dijo, por supuesto. (En el caso del cuento de “el chivo se comió mi surah”, sin embargo, se dice que la fuente original fue una mujer, o más bien una muchacha: Aisha, la esposa-niña de Mahoma.)
Esta epistemología como de eslabones encadenados de las hadices resultó reflejada en la estructura del academicismo legal. La instrucción en Derecho se realizaba a través de una relación individualizada maestro-aprendiz, antes que en programas institucionales de grado. La confirmación intelectual y profesional se daba en la forma de un certificado que transmitía la autorización de enseñar una determinada asignatura, el cual era otorgado por un maestro particular a un alumno que había dominado la asignatura a satisfacción del maestro.
El historiador de la ciencia Toby Huff argumenta que esta organización difusa del conocimiento coartó el desarrollo de la ciencia, la cual se sostiene sobre la crítica entre pares que apela a estándares objetivos y comunes a la totalidad de una disciplina.
Es debido a este factor personalista y particularista que uno encuentra literalmente cientos de escuelas legales a lo largo de los siglos, cada una fundada por un faqih que, a través del poder de su intelecto y la magia de su personalidad, estableció su propia escuela del derecho capaz de emitir sus propios decretos (fatwas), sin limitaciones provenientes de un cuerpo de precedentes y de principios legales universales. De esta manera la ley, la jurisprudencia, el cuerpo de conocimiento paradigmático de la civilización islámica, estableció un modelo de investigación antitético al requerido por la ciencia moderna, esto es, un sistema basado en la autoridad personal en vez de en estándares colectivos o impersonales. [2]El estudio de la filosofía natural y la proto-ciencia del mundo grecorromano, que había sido compilada y traducida por pensadores de habla árabe, tuvo que soportar un inconveniente adicional. No se lo permitía en los colegios o madrasas, que estaban dedicadas fundamentalmente al estudio de la ley islámica. En vez de eso, este conocimiento heterodoxo tuvo que ser cultivado por académicos individuales a título privado.
En Europa, en cambio, las innovaciones legales del siglo XI y XII hicieron posible la creación de entidades corporativas legalmente autónomas, incluyendo universidades y luego asociaciones científicas, en las cuales grupos de pensadores podían encontrarse en torno a proyectos compartidos y estándares compartidos con relativa libertad del poder de la Iglesia y del estado.
El problema del semi-totalitarismo
La historia que hemos narrado arriba debería servir como corrección de algunas de las narraciones comunes a nuestra cultura. Una de estas narraciones dice que Occidente debe agradecerle a las sociedades árabe-islámicas por “pasar la antorcha” de la civilización clásica. Lo que la sabiduría popular omite decir es que estas enseñanzas clásicas en general sobrevivieron no gracias a, sino a pesar de, la naturaleza del islam. Otra narración propone que el desarrollo intelectual bajo el islam fue retardado porque el islam es un sistema totalitario. Esto también es una media verdad. Islam era semi-totalitario, por decirlo así. Era doctrinalmente totalitario, en el sentido de que los asuntos de verdad y justicia eran completamente determinados por la tradición religiosa; de ahí la supresión del pensamiento subversivo en el sistema de madrasas. Pero socialmente, la enseñanza en el islam era considerablemente individualista en comparación con la enseñanza europea, elaboradamente institucionalizada. Incluso los mejores pensadores árabe-islámicos sufrían la falta de escepticismo organizado, que es el efecto de retroalimentación de la revisión por pares repetida. El testimonio personal no es confiable. La memoria falla. Nuestras ideas favoritas pueden ser devoradas por los chivos de la vida. Cuantos más ojos vigilantes haya, mayores serán las chances de que alguien alcance a ver al próximo chivo que se meta en la tienda buscando comida.
Notas
[1] De la colección de hadices Sahih Al-Bukhari.
[2] Toby E. Huff, The Rise of Early Modern Science: Islam, China and the West, 2nd ed., (Cambridge University Press, 2003), 228.
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lunes, 17 de mayo de 2010
Adultos y asustados, postdata (A186b)
En la página de Facebook de Alerta Religión me escribe Enrique Jay Renzo para darme detalles sobre la presentación Powerpoint titulada La nueva familia en Argentina de la que hablé en un post anterior, y que está circulando por e-mail entre los buenos cristianos de este país que se oponen al matrimonio homosexual y utilizan a los niños como excusa.
¡Muchas gracias, Enrique!
Esa repugnante presentación de Power Point fue elaborada a principios del año 2008 por un empresario del ultraderechista Partido Acción Nacional, Juan M. Dabdoub Giacoman, en respuesta al gobernador de Nuevo León (México), Natividad González Parás, por haber vetado la "Ley de la Familia" que el PAN había encargado elaborar a una organización católica llamada GIAM (ya se imaginarán que era lo que dicha ley tenía como contenido).A esto le puedo añadir como detalle interesante que la organización ultracatólica mencionada, GIAM (Grupo Interdisciplinario de Apoyo a las Mujeres), que elaboró la Ley de la Familia, plagió párrafos enteros de una encíclica papal de la década de 1980, y contó con la asesoría de la orden de los Legionarios de Cristo, fundada por el infame pederasta serial Marcial Maciel, amigo cercano del papa Juan Pablo II.
Nati la vetó el mero 24 de diciembre del 2007 por considerarla discriminatoria; los acción-nazionalistas carcatólicos se enojaron y luego ese empresario del mismo partido elaboró dicha presentación y la puso a circular entre los correos electrónicos.
Es casi exactamente la misma, salvo claro lo único que cambiaron fueron los nombres de los políticos a señalar y algunas que otras estupideces que fueron reemplazadas por otras estupideces (la original hablaba al final sobre más o menos esto: "si a usted le cortan un brazo usted seguirá siendo la misma persona, igual que la familia seguirá siendo lo que es").
Quién hizo pública la noticia fue la periodista Sanjuana Martínez en el periódico Milenio (también crítica de la pederastia católica), que "casualmente" un mes después fue despedida del periódico... era muy crítica con el clero y la derecha.
¡Muchas gracias, Enrique!
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domingo, 16 de mayo de 2010
El islam es cosa seria
“Alá no creó al hombre para que se divirtiera. El objetivo de la creación fue que la humanidad fuera puesta a prueba a través de las dificultades y la oración. Un régimen islámico debe ser serio en todos los aspectos. No hay bromas en el islam. No hay humor en el Islam. No hay diversión en el islam. No puede haber diversión ni alegría en lo que es serio.”— Ayatolá Ruhollah Musavi Jomeini
viernes, 14 de mayo de 2010
Cynthia Hotton, las creencias y los hechos (A187)
Cynthia Hotton |
Ha sido una experiencia interesante. El muro de Hotton está abierto, de todas formas, así que podré seguir leyéndolo. En realidad, me sorprende que la amistad no se haya cortado antes, en vista de mis ocasionales pero filosas observaciones. Entiendo que la gota que rebalsó el vaso debe haber estado en esta conversación (hacer click para ver la imagen original):
En general Hotton no se mete mucho en su propio muro, y sus amigos —casi todos ellos evangélicos fundamentalistas— charlan entre sí. Pero después de la aparición de Hotton hablando contra el matrimonio homosexual en dos programas de televisión en esta última semana hubo en el muro una inundación de comentarios aprobatorios (y alguno crítico o irónico), y Hotton, halagada, se puso a leerlos uno por uno. Como se ve, al final de la conversación donde intervine, dejó una frase de cierre definitiva, y que dice mucho de ella:
Hay unos cuantos temas sobre los cuales yo podría decir lo mismo, y cualquiera de mis lectores también, creo. Pero si uno lee con cuidado, queda claro que no se trata de convencer. Hotton y sus seguidores piensan en términos de creencias, y proyectan esa manera de pensar hacia todos. Convencer es usar la retórica y un cierto grado de influencia emocional para que el otro cambie de idea o —así lo entiende Hotton— descarte sus creencias.no trates de convencernos, estamos muy seguros de lo q creemos
Yo, por ejemplo, creo que debe existir un consenso, y respetarse como cosa casi sagrada, sobre los derechos humanos. No tengo argumentos objetivos que respalden la idea de que todos los seres humanos debemos ser iguales ante la ley; es una creencia mía, una de ésas de las que le diría a cualquiera “no trates de convencerme, porque estoy muy seguro de lo que creo”. Si quisiera que otro pensara como yo, tendría que buscar convencerlo. Podría usar argumentos racionales de toda clase pero en último término sería cuestión de cambiar creencias.
Por otra parte, yo creo que los homosexuales deben tener derecho a casarse y adoptar hijos, pero lo creo porque sé que los argumentos en contra basados en supuestos daños a la personalidad y desarrollo de los niños han sido desmentidos por la ciencia. Si alguien intenta hacerme cambiar de idea, lo que tiene que hacer es mostrarme evidencia científica, no convencerme. No es cuestión de creencias o de convencimiento si los homosexuales pueden o no criar niños sanos; es cuestión de hechos.
Ante el destino incierto del asunto de la adopción por parte de parejas gay, Hotton está promoviendo que se realice un plebiscito o consulta popular vinculante para que la población se exprese. Esta noción apela a la instintiva y bastante estúpida idea, común en nuestra Argentina progresista-sólo-en-teoría, de que “cuanto más democrático, mejor”, y encuentra adherentes incluso entre algunos progresistas verdaderos que apoyan personalmente el derecho a la adopción, pero no están seguros de que la sociedad esté lista para ello, o bien creen ingenuamente que la mayoría de los votantes esté a favor.
La realidad es que probablemente no es así, ya que muchos prejuicios y temores irracionales permanecen; pero en todo caso, y como ya dije incontables veces, los derechos civiles no se plebiscitan. Un derecho se reconoce o se niega, pero no se somete al capricho de las mayorías. El caso de la adopción por parte de parejas homosexuales es uno de ésos en que la ley debe ir por delante del consenso social.
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miércoles, 12 de mayo de 2010
Adultos y asustados (A186)
La media sanción legislativa del proyecto que permitirá el matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina causó, a nivel oficial, sorprendentemente pocas reacciones. Unos pocos líderes religiosos lo calificaron en términos duros pero con un lenguaje relativamente mesurado (a excepción de cierto rabino ortodoxo). Bajo esa aparentemente grave compostura, sin embargo, circula una corriente de prejuicio desnudo y de odio indisimulado.
La nueva familia en Argentina se llama una presentación Powerpoint que está circulando por e-mail, entre personas que no son evangélicos fundamentalistas ni numerarias del Opus Dei, sino probablemente las más típicas señoras de misa dominical. Apelo al autocontrol de los lectores.
Si llegaron hasta el final, verán que la única referencia religiosa es la palabra “Dios” en la última diapositiva. Sin embargo, esto me llegó a través de una persona católica (que estaba algo asqueada por el odio que transmite esta propaganda, y perpleja por la idiotez de los argumentos) que a su vez la recibió de otra con la siguiente nota:
No me detendré en las estúpidas preguntas que se hace la presentación salvo para hacer notar que todas, sin excepción, apelan al miedo: miedo a lo diferente, miedo a la sexualidad, y un terrible miedo —me parece— a que la próxima generación de argentinos sea más libre que la actual y le cuestione a sus padres y abuelos el oscurantismo que su religión les metió en la cabeza.
Soy heterosexual, nacido de un matrimonio casado en primeras nupcias por civil y por la Iglesia Católica; mis padres me bautizaron, me hicieron tomar la Comunión y la Confirmación, asisten a misa con regularidad, y nunca se divorciaron. Hace un siglo, la falta de cualquiera de esos ítems me hubiera hecho a mí o a ellos un paria.
Cuando yo nací, no ser bautizado todavía era una anormalidad (en familias de raíz católica). Y casi estaba en la pubertad cuando la ley de mi país permitió a las parejas infelizmente casadas divorciarse. Mis padres todavía creían que una madre soltera era una aberración, y una pareja no casada algo necesariamente frágil y vagamente inmoral. Si mi orientación sexual se hubiera revelado entonces como homosexual, hubiera sido una tragedia, como una enfermedad en la familia. Para cuando terminé la adolescencia el divorcio todavía era un leve estigma, y la idea del matrimonio entre personas del mismo sexo, una locura.
Hoy soy un adulto, y a mis padres no les importa un comino si estoy casado o en concubinato, o si voy a misa, y si me casara y me divorciara veinte veces, o les diera un nieto gay, sólo les preocuparíamos nosotros, las personas, y no lo que su religión piensa de nosotros. Y que dos hombres o dos mujeres se casen les tiene sin cuidado.
Hoy el matrimonio gay suena como una rareza, pero una rareza inofensiva, para una mayoría. Creo que ya somos adultos.
La nueva familia en Argentina se llama una presentación Powerpoint que está circulando por e-mail, entre personas que no son evangélicos fundamentalistas ni numerarias del Opus Dei, sino probablemente las más típicas señoras de misa dominical. Apelo al autocontrol de los lectores.
Si llegaron hasta el final, verán que la única referencia religiosa es la palabra “Dios” en la última diapositiva. Sin embargo, esto me llegó a través de una persona católica (que estaba algo asqueada por el odio que transmite esta propaganda, y perpleja por la idiotez de los argumentos) que a su vez la recibió de otra con la siguiente nota:
Sin comentarios, pero sería bueno difundirlo. Muchos cristianos (evangélicos, católicos, ortodoxos), parecen desconocer las sagradas escrituras, y más aún algo de Derecho Natural.No entiendo la referencia a las “sagradas escrituras”, a menos que se refiera a la ley que manda matar a los hombres que se acuestan con otros hombres, y que me atrevería a juzgar incompatible con “respetar a los homosexuales como seres humanos”, que la diapositiva nº 20 considera “indispensable”, aunque las precedentes hagan justamente lo contrario. En cuanto al “Derecho Natural”, quizá algún abogado o académico legal pueda ilustrarme, pero entiendo que esta forma de concebir las leyes y la ética no es necesariamente equivalente a la doctrina católica, antihumanista y represiva, de la cual se pretende hacerla sinónima.
No me detendré en las estúpidas preguntas que se hace la presentación salvo para hacer notar que todas, sin excepción, apelan al miedo: miedo a lo diferente, miedo a la sexualidad, y un terrible miedo —me parece— a que la próxima generación de argentinos sea más libre que la actual y le cuestione a sus padres y abuelos el oscurantismo que su religión les metió en la cabeza.
Soy heterosexual, nacido de un matrimonio casado en primeras nupcias por civil y por la Iglesia Católica; mis padres me bautizaron, me hicieron tomar la Comunión y la Confirmación, asisten a misa con regularidad, y nunca se divorciaron. Hace un siglo, la falta de cualquiera de esos ítems me hubiera hecho a mí o a ellos un paria.
Cuando yo nací, no ser bautizado todavía era una anormalidad (en familias de raíz católica). Y casi estaba en la pubertad cuando la ley de mi país permitió a las parejas infelizmente casadas divorciarse. Mis padres todavía creían que una madre soltera era una aberración, y una pareja no casada algo necesariamente frágil y vagamente inmoral. Si mi orientación sexual se hubiera revelado entonces como homosexual, hubiera sido una tragedia, como una enfermedad en la familia. Para cuando terminé la adolescencia el divorcio todavía era un leve estigma, y la idea del matrimonio entre personas del mismo sexo, una locura.
Hoy soy un adulto, y a mis padres no les importa un comino si estoy casado o en concubinato, o si voy a misa, y si me casara y me divorciara veinte veces, o les diera un nieto gay, sólo les preocuparíamos nosotros, las personas, y no lo que su religión piensa de nosotros. Y que dos hombres o dos mujeres se casen les tiene sin cuidado.
Hoy el matrimonio gay suena como una rareza, pero una rareza inofensiva, para una mayoría. Creo que ya somos adultos.
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domingo, 9 de mayo de 2010
Moral superficial (A185)
La revista Vanity Fair decidió hacer fotos de algunos de los grandes astros del fútbol mundial posando en ropa interior con los diseños de las banderas de sus países. Entre estas figuras mundialmente conocidas está Ricardo Izecson dos Santos Leite, más conocido como Kaká, que se convirtió al evangelismo a los 12 años y es uno de los niños mimados del cristianismo pedestre latinoamericano.
Como Kaká es cristiano, sólo se desnudó el torso y, con los pantalones un poco caídos, dejó que se viera lo suficiente del calzoncillo como para que se identificara la bandera de Brasil. Este gesto de incomparable grandeza moral y virtud cristiana, por el cual (hemos de suponer) no ganó ni un centavo menos que los centenares de miles de dólares que deben haber cobrado sus colegas, lo colocó casi a la altura de un santo. Como dice Protestante Digital,
Ahora en serio, ¿se dará cuenta alguna de estas personas de lo superficial, esquemática, estúpida que se oye su fe cuando la expresan de esta manera? No salir de noche, llegar virgen al matrimonio y no mostrarse en ropa interior en una sesión de fotos de ropa interior son tres ejemplos de los requerimientos “morales” más idiotas que pueden concebirse. Ni salir de noche, ni el sexo prematrimonial ni bajarse los pantalones pueden, en sí, dañar a nada ni a nadie. Las salidas nocturnas pueden presentar tentaciones difíciles de vencer para un joven famoso y que tiene tanto dinero que puede usar billetes como papel higiénico, así que concedamos que sí, son un peligro para la moral. El sexo… bueno, lo del sexo es la idea fija de las religiones abrahámicas, así que dejémoslo. Pero ¿la ropa interior? ¿Kaká es mejor persona porque sus genitales están cubiertos por dos capas de ropa en vez de una?
Cosas así son las que hacen que muchos ateos, que podríamos ser más comprensivos y respetuosos con ciertos creyentes que no nos hacen daño, perdamos el control y nos larguemos a reír hasta rodar llorando por el piso. El pudor no es moral, es un complejo de tabúes que aceptamos porque nos ordena la vida y no nos molesta demasiado (¡salvo cuando el clima es caluroso y tenemos que esperar a llegar a casa para quitarnos la ropa!). Negarse a mostrar ciertas partes del cuerpo porque un voyeur sobrenatural omnipresente está controlando no hace virtuoso a nadie; que nos digan tal cosa y con tanta solemnidad sólo merece una carcajada.
Como Kaká es cristiano, sólo se desnudó el torso y, con los pantalones un poco caídos, dejó que se viera lo suficiente del calzoncillo como para que se identificara la bandera de Brasil. Este gesto de incomparable grandeza moral y virtud cristiana, por el cual (hemos de suponer) no ganó ni un centavo menos que los centenares de miles de dólares que deben haber cobrado sus colegas, lo colocó casi a la altura de un santo. Como dice Protestante Digital,
[A]l parecer intentó la fotógrafa Annie Leibovitz que Kaká se pusiese al mismo nivel de desnudez de sus compañeros.Se deduce de esto que la moral cristiana es una línea horizontal que pasa aproximadamente por la altura de las crestas ilíacas (en el hombre, claro está), y que la utilización del atractivo sexual para ganar dinero es lícita siempre y cuando uno se deje puestos los pantalones.
Pero fue imposible; todo porque Kaká mantiene una moral acorde a su fe cristiana y su vocación de llegar a ser pastor cuando se retire del fútbol. No en vano lleva una vida ordenada, alejada de las salidas nocturnas tan habituales en jugadores de su edad y fama; e incluso llegó virgen al altar, para cumplir su compromiso como joven cristiano de no tener relaciones prematrimoniales.
Ahora en serio, ¿se dará cuenta alguna de estas personas de lo superficial, esquemática, estúpida que se oye su fe cuando la expresan de esta manera? No salir de noche, llegar virgen al matrimonio y no mostrarse en ropa interior en una sesión de fotos de ropa interior son tres ejemplos de los requerimientos “morales” más idiotas que pueden concebirse. Ni salir de noche, ni el sexo prematrimonial ni bajarse los pantalones pueden, en sí, dañar a nada ni a nadie. Las salidas nocturnas pueden presentar tentaciones difíciles de vencer para un joven famoso y que tiene tanto dinero que puede usar billetes como papel higiénico, así que concedamos que sí, son un peligro para la moral. El sexo… bueno, lo del sexo es la idea fija de las religiones abrahámicas, así que dejémoslo. Pero ¿la ropa interior? ¿Kaká es mejor persona porque sus genitales están cubiertos por dos capas de ropa en vez de una?
Cosas así son las que hacen que muchos ateos, que podríamos ser más comprensivos y respetuosos con ciertos creyentes que no nos hacen daño, perdamos el control y nos larguemos a reír hasta rodar llorando por el piso. El pudor no es moral, es un complejo de tabúes que aceptamos porque nos ordena la vida y no nos molesta demasiado (¡salvo cuando el clima es caluroso y tenemos que esperar a llegar a casa para quitarnos la ropa!). Negarse a mostrar ciertas partes del cuerpo porque un voyeur sobrenatural omnipresente está controlando no hace virtuoso a nadie; que nos digan tal cosa y con tanta solemnidad sólo merece una carcajada.
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viernes, 7 de mayo de 2010
Homosexualidad y pedofilia en la Iglesia: más todavía (A180b)
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miércoles, 5 de mayo de 2010
Matrimonio gay: media sanción (A184)
Ayer fue un mal día para el fundamentalismo religioso en Argentina. A pesar de cadenas de oración y renovado ayuno de los grupos evangélicos conservadores, a pesar de severas advertencias episcopales y de reuniones de lobby de la Iglesia con algunos legisladores, esta madrugada se dio media sanción en la Cámara de Diputados al proyecto de modificación del Código Civil que permitirá el matrimonio entre personas del mismo sexo, con 125 votos a favor, 109 en contra y 6 abstenciones.
Ahora falta el paso por el Senado, que promete ser más difícil debido a la correlación de fuerzas entre conservadores y progresistas, aunque es posible que la derrota numérica y moral de anoche hayan mellado las fuerzas de la homofobia organizada.
Escribo que el proyecto permitirá el matrimonio homosexual, en futuro y no en potencial, porque entiendo que —no mediando una catástrofe sociopolítica— este derecho será garantizado tarde o temprano, por la aprobación de este proyecto de ley o de uno idéntico, si es que la Corte Suprema no decide antes declarar la inconstitucionalidad de los artículos discriminatorios del Código Civil, tema con el que ya está tratando.
Y hablo de la derrota moral de la oposición homofóbica en el Congreso porque, a partir de los discursos que escuché, quedó claro que de ese lado no hay argumentos de sustancia.
El conservadurismo comenzó ya un paso atrás: casi todos los diputados que iban a votar contra el dictamen de mayoría (el de la eliminación total de las referencias a la heterosexualidad del matrimonio) se sintieron obligados a proclamar una y otra vez que no eran discriminadores, que los homosexuales tienen derecho a vivir en pareja y ser reconocidos, que nadie más que ellos querían la igualdad entre todos, etc. etc. La mayoría de estos diputados expresó su adhesión al dictamen de minoría, que era la alternativa de crear una unión o enlace civil para parejas, con menos derechos que el matrimonio.
El tema del derecho a la adopción de niños fue usado hasta el hartazgo, al igual que los remanidos asuntos del matrimonio como célula básica de la sociedad “con la cual no podemos ponernos a hacer experimentos”, y el matrimonio concebido como mecanismo de procreación para la supervivencia de la raza humana.
El debate comenzó a las dos de la tarde y terminó más de doce horas después, a la madrugada. Obviamente no pude seguirlo todo, ni seguirlo con atención; en distintos medios están siendo publicados resúmenes, transcripciones y videos de las intervenciones de distintos legisladores, que dejo al lector buscar por su cuenta.
El diputado Ledesma, con bastante mala dicción, comenzó su alocución citando la creación del hombre y la mujer en el Génesis, y afirmando su fe y el carácter católico de la sociedad argentina. La diputada Carrió solicitó una interrupción para pedirle, con su habitual tono mesurado pero demoledor, que hablase por su propia fe, porque otros que también leen la Biblia y son católicos consideran que “la primera Ley es el Amor”. Carrió, un misterio (o una esquizofrénica, según unos cuantos), argumentó luego —dicen— muy bien en favor del matrimonio homosexual, pero terminó absteniéndose en la votación final.
La diputada Hotton dio un discurso que versaba en primer lugar sobre sí misma, víctima (según dijo) de amenazas de muerte por los grupos pro-gay, y dijo que ella no iba a cambiar su voto negativo porque representaba a “millones y millones y millones” (sic) de personas que la votaron. Dijo que había habido “cierta presión” sobre el Congreso para tratar el tema, y después recitó, con dicción de maestra de escuela preocupada, la vieja retahíla sobre el derecho de los niños a tener papá y mamá. Fue con mucho el peor discurso de los que escuché, inarticulado, lleno de clichés y voluntarismo.
La diputada Castaldo aclaró que tenía amigos gays y que eran buenas personas, luego de dedicarle diez minutos a un argumento contra ellos (causa gracia porque al menos en Argentina la muletilla de “yo tengo amigos judíos” es el proverbial preámbulo de los antisemitas no asumidos; lo de los amigos gays va camino de convertirse en un tópico similar). Se detuvo en el tema de los niños, reflexionando que las familias con padres homosexuales siempre serán una minoría, y que como ocurre con las minorías, los niños adoptados por ellas serán discriminados; ergo, no debemos permitir que adopten. Lo obtuso de este argumento, construido a partir de una profecía autocumplida y de un conformismo incompatible con la función del legislador, se le escapó.
La falacia de la pendiente resbaladiza también asomó su fea cabeza, cuando un diputado cuyo nombre no recuerdo reclamó saber con qué fundamento, si dejamos que los homosexuales se casen, le íbamos a negar el matrimonio a grupos de personas, a hermanos entre sí, o a personas con animales. (La diputada Hotton también tocó ese fondo.) El diputado Carlotto denunció esta idiotez por lo que era.
Como cosa aparte y menor, o quizá no, debo decir que la mayoría de las intervenciones de los legisladores anti-MH resultaron de muy baja calidad discursiva y argumental. En particular, muchos de ellos parecían estar leyendo un guión escrito por alguien más y no ensayado, y unos cuantos hubieran merecido un aplazo en lectura. El diputado Fortuna, por ejemplo, perdió por el camino casi todas las eses de fin de sílaba, pronunció todas las equis como eses (¡lo matrimonio ’mosesuale!), y tardó cinco intentos en leer de corrido la palabra “complementariedad”. Lejos de mí discriminar a una persona común por no haber tenido una educación de calidad o por hablar con algún acento no estándar; pero Fortuna no tenía esas excusas.
Del otro lado, algunas intervenciones del bando positivo fueron brillantes; algunos, desde la sociología y la jurisprudencia, enhebraron argumentos abstractos muy buenos; otros, desde lo anecdótico, le dieron vida a un debate que los opositores trataban de despersonalizar. La sorpresa, para mí, fueron los cambios de última hora. Aunque no estoy seguro de cuántos fueron, y cuántos fueron fruto de una verdadera convicción, fui al menos testigo de uno de ellos, cuando la diputada Risko dijo en su alocución que, aunque su postura había sido de duda, escuchar a los que hablaban en contra del proyecto la había convencido de votar a favor. La abstención de Carrió, aunque desilusionó, fue también resonante, ya que al comienzo del debate todos contaban con que iba a votar negativamente, y terminó prometiendo que votaría a favor si su voto fuera crucial.
Éste es un blog sobre religión, tema que jugó muy fuerte tanto explícita como implícitamente en el debate, pero que no fue su objeto principal. Me encuentro de pronto disculpándome con ustedes por escribir tanto sobre un tema que no es el de Alerta Religión. No obstante, creo que tiene su justificación, y esta resistencia inconsciente mía a escribir más es un indicador certero: el matrimonio no se trata de religión, pero el matrimonio como lo hemos conocido hasta ahora giró siempre en torno a la religión en el imaginario social, y las facciones más retrógradas de cada religión han aprovechado el matrimonio, fruto del amor de las parejas y de la necesidad humana de vivir en compañía, para predicar un mensaje de exclusión, de sometimiento de la mujer al hombre y de los niños a los padres, de exaltación de la natalidad y degradación de la infertilidad. Es el Génesis el que en unas pocas frases nos separa en hombres y mujeres, culpa a la mujer de la lujuria del hombre, carga a la mujer con la obligación de parir y sufrir y al hombre con la de trabajar bajo el sol, y nos comanda a ambos a someter por la fuerza del número a las otras formas de vida.
Los derechos de los homosexuales no son el tema de este blog sobre religión, pero la religión ha invadido ese terreno, como una mala hierba de insidiosos rizomas subterráneos, desde siempre. Ella se ha buscado este lugar, de donde ahora hay que expulsarla. El matrimonio, en Argentina y a partir de anoche, ya no se trata tanto de todo esto; las cadenas de la vieja religión se han aflojado un poco.
Ahora falta el paso por el Senado, que promete ser más difícil debido a la correlación de fuerzas entre conservadores y progresistas, aunque es posible que la derrota numérica y moral de anoche hayan mellado las fuerzas de la homofobia organizada.
Escribo que el proyecto permitirá el matrimonio homosexual, en futuro y no en potencial, porque entiendo que —no mediando una catástrofe sociopolítica— este derecho será garantizado tarde o temprano, por la aprobación de este proyecto de ley o de uno idéntico, si es que la Corte Suprema no decide antes declarar la inconstitucionalidad de los artículos discriminatorios del Código Civil, tema con el que ya está tratando.
Y hablo de la derrota moral de la oposición homofóbica en el Congreso porque, a partir de los discursos que escuché, quedó claro que de ese lado no hay argumentos de sustancia.
El conservadurismo comenzó ya un paso atrás: casi todos los diputados que iban a votar contra el dictamen de mayoría (el de la eliminación total de las referencias a la heterosexualidad del matrimonio) se sintieron obligados a proclamar una y otra vez que no eran discriminadores, que los homosexuales tienen derecho a vivir en pareja y ser reconocidos, que nadie más que ellos querían la igualdad entre todos, etc. etc. La mayoría de estos diputados expresó su adhesión al dictamen de minoría, que era la alternativa de crear una unión o enlace civil para parejas, con menos derechos que el matrimonio.
El tema del derecho a la adopción de niños fue usado hasta el hartazgo, al igual que los remanidos asuntos del matrimonio como célula básica de la sociedad “con la cual no podemos ponernos a hacer experimentos”, y el matrimonio concebido como mecanismo de procreación para la supervivencia de la raza humana.
El debate comenzó a las dos de la tarde y terminó más de doce horas después, a la madrugada. Obviamente no pude seguirlo todo, ni seguirlo con atención; en distintos medios están siendo publicados resúmenes, transcripciones y videos de las intervenciones de distintos legisladores, que dejo al lector buscar por su cuenta.
El diputado Ledesma, con bastante mala dicción, comenzó su alocución citando la creación del hombre y la mujer en el Génesis, y afirmando su fe y el carácter católico de la sociedad argentina. La diputada Carrió solicitó una interrupción para pedirle, con su habitual tono mesurado pero demoledor, que hablase por su propia fe, porque otros que también leen la Biblia y son católicos consideran que “la primera Ley es el Amor”. Carrió, un misterio (o una esquizofrénica, según unos cuantos), argumentó luego —dicen— muy bien en favor del matrimonio homosexual, pero terminó absteniéndose en la votación final.
La diputada Hotton dio un discurso que versaba en primer lugar sobre sí misma, víctima (según dijo) de amenazas de muerte por los grupos pro-gay, y dijo que ella no iba a cambiar su voto negativo porque representaba a “millones y millones y millones” (sic) de personas que la votaron. Dijo que había habido “cierta presión” sobre el Congreso para tratar el tema, y después recitó, con dicción de maestra de escuela preocupada, la vieja retahíla sobre el derecho de los niños a tener papá y mamá. Fue con mucho el peor discurso de los que escuché, inarticulado, lleno de clichés y voluntarismo.
La diputada Castaldo aclaró que tenía amigos gays y que eran buenas personas, luego de dedicarle diez minutos a un argumento contra ellos (causa gracia porque al menos en Argentina la muletilla de “yo tengo amigos judíos” es el proverbial preámbulo de los antisemitas no asumidos; lo de los amigos gays va camino de convertirse en un tópico similar). Se detuvo en el tema de los niños, reflexionando que las familias con padres homosexuales siempre serán una minoría, y que como ocurre con las minorías, los niños adoptados por ellas serán discriminados; ergo, no debemos permitir que adopten. Lo obtuso de este argumento, construido a partir de una profecía autocumplida y de un conformismo incompatible con la función del legislador, se le escapó.
La falacia de la pendiente resbaladiza también asomó su fea cabeza, cuando un diputado cuyo nombre no recuerdo reclamó saber con qué fundamento, si dejamos que los homosexuales se casen, le íbamos a negar el matrimonio a grupos de personas, a hermanos entre sí, o a personas con animales. (La diputada Hotton también tocó ese fondo.) El diputado Carlotto denunció esta idiotez por lo que era.
Como cosa aparte y menor, o quizá no, debo decir que la mayoría de las intervenciones de los legisladores anti-MH resultaron de muy baja calidad discursiva y argumental. En particular, muchos de ellos parecían estar leyendo un guión escrito por alguien más y no ensayado, y unos cuantos hubieran merecido un aplazo en lectura. El diputado Fortuna, por ejemplo, perdió por el camino casi todas las eses de fin de sílaba, pronunció todas las equis como eses (¡lo matrimonio ’mosesuale!), y tardó cinco intentos en leer de corrido la palabra “complementariedad”. Lejos de mí discriminar a una persona común por no haber tenido una educación de calidad o por hablar con algún acento no estándar; pero Fortuna no tenía esas excusas.
Del otro lado, algunas intervenciones del bando positivo fueron brillantes; algunos, desde la sociología y la jurisprudencia, enhebraron argumentos abstractos muy buenos; otros, desde lo anecdótico, le dieron vida a un debate que los opositores trataban de despersonalizar. La sorpresa, para mí, fueron los cambios de última hora. Aunque no estoy seguro de cuántos fueron, y cuántos fueron fruto de una verdadera convicción, fui al menos testigo de uno de ellos, cuando la diputada Risko dijo en su alocución que, aunque su postura había sido de duda, escuchar a los que hablaban en contra del proyecto la había convencido de votar a favor. La abstención de Carrió, aunque desilusionó, fue también resonante, ya que al comienzo del debate todos contaban con que iba a votar negativamente, y terminó prometiendo que votaría a favor si su voto fuera crucial.
Éste es un blog sobre religión, tema que jugó muy fuerte tanto explícita como implícitamente en el debate, pero que no fue su objeto principal. Me encuentro de pronto disculpándome con ustedes por escribir tanto sobre un tema que no es el de Alerta Religión. No obstante, creo que tiene su justificación, y esta resistencia inconsciente mía a escribir más es un indicador certero: el matrimonio no se trata de religión, pero el matrimonio como lo hemos conocido hasta ahora giró siempre en torno a la religión en el imaginario social, y las facciones más retrógradas de cada religión han aprovechado el matrimonio, fruto del amor de las parejas y de la necesidad humana de vivir en compañía, para predicar un mensaje de exclusión, de sometimiento de la mujer al hombre y de los niños a los padres, de exaltación de la natalidad y degradación de la infertilidad. Es el Génesis el que en unas pocas frases nos separa en hombres y mujeres, culpa a la mujer de la lujuria del hombre, carga a la mujer con la obligación de parir y sufrir y al hombre con la de trabajar bajo el sol, y nos comanda a ambos a someter por la fuerza del número a las otras formas de vida.
Los derechos de los homosexuales no son el tema de este blog sobre religión, pero la religión ha invadido ese terreno, como una mala hierba de insidiosos rizomas subterráneos, desde siempre. Ella se ha buscado este lugar, de donde ahora hay que expulsarla. El matrimonio, en Argentina y a partir de anoche, ya no se trata tanto de todo esto; las cadenas de la vieja religión se han aflojado un poco.
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martes, 4 de mayo de 2010
Legisladores argentinos confundidos por Dios (A183)
La modificación del Código Civil argentino que permitiría el matrimonio homosexual no pudo votarse en la Cámara de Diputados el miércoles pasado por chicanas políticas de oficialismo y oposición —un fiasco de lo más usual—, pero los evangélicos fundamentalistas que venían haciendo fuerza para que la abominación no ganara creen que todo fue gracias a Dios, cuyo poder confundió las mentes de los malvados legisladores pro-gay, como respuesta al ayuno y la oración de los fieles.
Celebrando este triunfo, las agrupaciones evangélicas ACIERA y FECEP enviaron este mensaje a los suscriptos a su lista de correo. Leed y carcajearos.
Hay que tener en cuenta que estas personas no están locas, aunque lo parezcan. (Si lo estuvieran, serían mucho menos peligrosas.) Ocurre que viven imbuidos en un modo de pensar que pone los mitos bíblicos como centro y explicación de todos los sucesos. A diferencia de otros creyentes, ellos creen que cada palabra de la Biblia es cierta, que las epopeyas heroicas del pueblo de Israel son historia, y que cada cosa que sucede en el mundo tiene relación con alguna parte del texto bíblico. Se apuntan al Antiguo Testamento y encuentran paralelos entre ellos y el antiguo Israel. Las historias bíblicas atribuyen a Dios y a la voluble devoción de los israelitas las altas y bajas de la historia del reino de Israel, pero en realidad, como vimos al reseñar La Biblia desenterrada, son un intento de los sacerdotes de buscar un origen a las vicisitudes del Pueblo Elegido, que a su vez suelen ser ficticias.
Así pues, los fanáticos de ACIERA y FECEP aparentemente interpretan lo ocurrido en el Congreso como una mezcla entre una intervención directa pero sutil de su dios, como en el mito de la Torre de Babel (en que Dios confundió las lenguas de los que construían la torre, de manera que no pudieron entenderse y su blasfema empresa de llegar al cielo quedó truncada), y una intervención mediada por el ritual, similar a la historia fictica del derribo de las murallas de Jericó (en que Dios ordenó a los israelitas dar vueltas alrededor de la ciudad con el Arca de la Alianza, tocando trompetas y gritando).
Lo que falla en este esquema es que de hecho todos entendemos perfectamente qué ocurrió (políticos mezquinos intentaron engañarse unos a los otros y la sesión fracasó); y el Congreso no se derrumbó sobre los perversos legisladores dispuestos a permitir que los homosexuales se casen entre sí, cosa que sin duda hubiera ocurrido —si no algo peor, involucrando fuego y azufre— si el sangriento Jehová del Antiguo Testamento, Señor de los Ejércitos y primer genocida de la ficción universal, hubiera estado realmente presente.
Además, los partidosya acordaron tratar el proyecto están tratando el proyecto en este mismo momento. Y salvo sorpresas de última hora, el mismo debería ser aprobado y girado al Senado sin más.
Para quien le interese, FECEP tiene una página en Facebook (de la cual es fan nuestra vieja amiga la diputada Cynthia Hotton) y el usuario de YouTube PulsoCristiano tiene un canal donde ha publicado videos de la manifestación del 20 de abril.
El texto del comunicado me fue enviado por un lector de este blog y cristiano luterano, miembro de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), que tiene una postura positiva sobre este tema. Entiendo que lo hizo porque le pareció terrible y gracioso a la vez, como a mí, y porque debe molestarle un poco que metamos a todos los evangélicos en la misma bolsa que estos cavernícolas. Es justo mencionarlo porque aquí criticamos no la religión en sí sino sus efectos dañinos. ¡Muchas gracias!
Celebrando este triunfo, las agrupaciones evangélicas ACIERA y FECEP enviaron este mensaje a los suscriptos a su lista de correo. Leed y carcajearos.
El texto está disponible (sin restricciones) en el hosting de la lista de correo, y probablemente salga publicado pronto en el blog de ACIERA, donde en este momento el último post es la convocatoria que hicieron el lunes 26.ALELUYA, HERMANOS, ¡¡¡DIOS HA MANIFESTADO UNA VEZ MÁS SU SOBERANO PODER!!!Hemos experimentado una vez más CON PLENO GOZO cómo Dios demuestra ser soberano y estar en control de todo lo que pasa. Hemos comprobado una vez más EL PODER DE LA IGLESIA EN AYUNO Y ORACIÓN.
¡DEBEMOS SEGUIR ASÍ!
Sabiendo que nuestra guerra no es contra sangre ni carne, sino contra potestades en las regiones celestes (Ef. 6:12), deseamos enumerar los hechos, tal como se han ido desencadenando:
El jueves 15 fuimos testigos de una jornada aberrante en las Comisiones de la Cámara de Diputados de Familia y Legislación General, que tuvo como protagonistas a los honorables diputados elegidos por el pueblo. Allí literalmente sufrimos (sin poder decir ni una sola palabra) la aprobación por amplia mayoría del DICTAMEN FAVORABLE para tratar en el recinto el proyecto de ley para habilitar el casamiento de personas del mismo sexo CON ADOPCIÓN, modificando así el Código Civil de la Nación. Esa actitud de impotencia fue el disparador para lo que consideramos un hecho histórico: LA IGLESIA DE CRISTO ESTUVO PRESENTE EN MEDIO DE ESOS ACONTECIMIENTOS.
Con urgencia, el Cuerpo de Cristo se movilizó para organizarse y manifestarse públicamente. Los pastores, las iglesias y sus miembros reaccionaron con valentía, convicción y compromiso frente a los hechos.
El martes 20, una multitud de personas DIJO PRESENTE en la plaza del Congreso. Se oró. Se dio la palabra profética. Se concretó una manifestación CÍVICO-ESPIRITUAL. Quizás POR PRIMERA VEZ, la iglesia de Cristo se manifestó en la Argentina, en forma pública y masiva a favor de una idea básica de Dios: EL MATRIMONIO ES ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER.
Por la noche, en el programa “Otro tema” de Santo Biassatti, los cristianos pudimos dar nuestro parecer de un modo contundente ante la teleaudiencia. En ese mismo sentido, la manifestación del martes tuvo una buena repercusión en los legisladores nacionales, haciéndoles notar que MILLONES DE ARGENTINOS ENCARNAMOS EL MENSAJE DE LOS NIÑOS: "QUEREMOS UN PAPÁ Y UNA MAMÁ".Lo acontecido EL DÍA MIÉRCOLES 28 nos permitió una vez más ver claramente el actuar de Dios ampliamente manifestado en el relato bíblico: JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS desplegó todo su poder y soberanía. LITERALMENTE, nuestro Dios CONFUNDIÓ LA MENTE de los individuos.La amplia cobertura periodística DIO CUENTA CONTUNDENTE del modo en que la mayoría de los diputados NO PODÍAN ENTENDER CÓMO SE HABÍA FRUSTRADO EL DESARROLLO DE LA SESIÓN. No lograban explicarse cómo EL QUÓRUM QUE ESTABA GARANTIZADO, no se alcanzó. CÓMO LA COYUNTURA POLÍTICA sirvió de excusa para cerrar las puertas al tratamiento de la Ley de casamiento homosexual con adopción de menores. Vimos cómo, CONFUNDIDOS, UNOS SE ENFRENTABAN A OTROS, abiertamente, ante toda la nación.¡¡HABÍAMOS ESTADO EN AYUNO Y ORACIÓN!! ¡¡Y ES ASÍ COMO SE OBTIENE LA VICTORIA EN EL REINO DE DIOS!!De modo, amados hermanos, QUE DEBEMOS CONTINUAR POR EL MISMO CAMINO: AYUNO - ORACIÓN - PARTICIPACIÓN CIUDADANA.Somos la Iglesia de Cristo, columna y baluarte de LA VERDAD. Si persistimos en el ayuno, la oración y la participacion sabemos que sobre nosotros descansa LA MANO PODEROSA DE DIOS.SIGAMOS LUCHANDO ESPIRITUALMENTE POR LA CAUSA DE CRISTO Y, COMO HEMOS PROCLAMADO CON FE, VEREMOS DÍAS PODEROSOS DE LA MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA DE DIOS.¡A ÉL SEA TODA LA GLORIA, LA HONRA Y LA ALABANZA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS!
Consejos Directivos de ACIERA y FECEP.
Hay que tener en cuenta que estas personas no están locas, aunque lo parezcan. (Si lo estuvieran, serían mucho menos peligrosas.) Ocurre que viven imbuidos en un modo de pensar que pone los mitos bíblicos como centro y explicación de todos los sucesos. A diferencia de otros creyentes, ellos creen que cada palabra de la Biblia es cierta, que las epopeyas heroicas del pueblo de Israel son historia, y que cada cosa que sucede en el mundo tiene relación con alguna parte del texto bíblico. Se apuntan al Antiguo Testamento y encuentran paralelos entre ellos y el antiguo Israel. Las historias bíblicas atribuyen a Dios y a la voluble devoción de los israelitas las altas y bajas de la historia del reino de Israel, pero en realidad, como vimos al reseñar La Biblia desenterrada, son un intento de los sacerdotes de buscar un origen a las vicisitudes del Pueblo Elegido, que a su vez suelen ser ficticias.
Así pues, los fanáticos de ACIERA y FECEP aparentemente interpretan lo ocurrido en el Congreso como una mezcla entre una intervención directa pero sutil de su dios, como en el mito de la Torre de Babel (en que Dios confundió las lenguas de los que construían la torre, de manera que no pudieron entenderse y su blasfema empresa de llegar al cielo quedó truncada), y una intervención mediada por el ritual, similar a la historia fictica del derribo de las murallas de Jericó (en que Dios ordenó a los israelitas dar vueltas alrededor de la ciudad con el Arca de la Alianza, tocando trompetas y gritando).
Lo que falla en este esquema es que de hecho todos entendemos perfectamente qué ocurrió (políticos mezquinos intentaron engañarse unos a los otros y la sesión fracasó); y el Congreso no se derrumbó sobre los perversos legisladores dispuestos a permitir que los homosexuales se casen entre sí, cosa que sin duda hubiera ocurrido —si no algo peor, involucrando fuego y azufre— si el sangriento Jehová del Antiguo Testamento, Señor de los Ejércitos y primer genocida de la ficción universal, hubiera estado realmente presente.
Además, los partidos
Para quien le interese, FECEP tiene una página en Facebook (de la cual es fan nuestra vieja amiga la diputada Cynthia Hotton) y el usuario de YouTube PulsoCristiano tiene un canal donde ha publicado videos de la manifestación del 20 de abril.
El texto del comunicado me fue enviado por un lector de este blog y cristiano luterano, miembro de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), que tiene una postura positiva sobre este tema. Entiendo que lo hizo porque le pareció terrible y gracioso a la vez, como a mí, y porque debe molestarle un poco que metamos a todos los evangélicos en la misma bolsa que estos cavernícolas. Es justo mencionarlo porque aquí criticamos no la religión en sí sino sus efectos dañinos. ¡Muchas gracias!
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domingo, 2 de mayo de 2010
Aguer sobre la laicidad en los liceos militares (A179b)
El Ministerio de Defensa eliminó la asignatura de religión católica del programa de enseñanza de los liceos militares, como habíamos mencionado hace casi un mes, pero aparentemente la decisión se ha hecho oficial recién en estos días, y como era de esperarse, nuestro viejo amigo el obispo antilaicista Héctor Aguer ha tenido palabras poco amables.
En algo se parecen los países, no obstante, y es que ni aquí ni en Estados Unidos la ley considera las creencias de los padres de la Patria como obligatorias o siquiera indicativas de lo más recomendable para la nación, y eso está muy bien.
La Constitución argentina, aunque incluye una desafortunada adhesión del Estado a la Iglesia Católica, está copiada del modelo liberal de la de Estados Unidos, del cual proviene también la mención de Dios como “fuente de toda razón y justicia” que aparece en el Preámbulo, y que responde a un trasfondo deísta —la Divinidad como estructura de orden—. Si vamos a debatir usando la tradición, podemos soslayar a los próceres, que lucharon por la emancipación de un territorio colonial amplísimo y no por una nación o por una democracia pluralista, y deberíamos también descontar a los gobiernos fraudulentos de la Década Infame y a los gobiernos ilegales militares (todos ellos muy católicos y mimados por la Iglesia).
Los gobiernos que siguieron a la proclamación de la Constitución y que formaron el país fueron de raíz liberal y laica, al igual que el gobierno surgido de la restauración democrática en 1983. El actual gobierno kirchnerista, que no es en absoluto liberal, se ha inclinado de a poco hacia una laicidad pragmática, como resultado de sus pujas de poder con la Iglesia Católica.
El diario derechista La Nueva Provincia reproduce una noticia de la agencia DyN sobre el tema y cita a Aguer hablando de “un laicismo ancestral” que “impide incluir la dimensión religiosa y una visión trascendente en los contenidos de la educación que se enseñan en las aulas”. Dejemos de lado el enigmático adjetivo ancestral. El sutil cambio de laicidad por laicismo sirve al fin de los sofistas como Aguer de relacionar la educación laica con una supuesta ideología atea o marxista. En realidad la “dimensión religiosa” de la que habla Aguer es la doctrina católica tradicional, que en el caso del Ejército ha servido de maravillas para formar soldados y oficiales unidos por un espíritu de grupo y una fe que considera torcidamente la defensa de la Patria —es decir, la buena gente del país, por oposición a marxistas, inmigrantes, masones o judíos— como superior a la ley y a los derechos humanos, y que no ha ganado una sola guerra pero que sí ha servido para justificar repetidos —más bien consuetudinarios— golpes de estado.
Las exhortaciones de Aguer y otros jerarcas eclesiásticos nunca apuntan al pluralismo religioso. La educación laica no plantea objeción alguna contra la idea de una clase de religiones comparadas o una clase de estudio de la historia y mitología de una religión particular. De hecho, en el caso de los liceos militares, una asignatura de este tipo podría servir para contrarrestar décadas de formación exclusivista católica. Pero tal asignatura requeriría primero de maestros formados adecuadamente y dispuestos…
La cantinela sobre la “educación integral” también es una distracción. Por “integral” los obispos entienden una educación que les diga a los alumnos cómo comportarse moralmente, instrucción que por fuerza no puede dar sino un catequista. Atentos a su proclamado principio de primacía de la familia sobre la educación de los niños, los proponentes de la clase de religión en la escuela aclaran que los padres no católicos podrían pedir que sus hijos sean exceptuados de la asignatura. Así se hizo en muchas ocasiones en la escuela pública argentina, creando una división donde no debería haberla, etiquetando a los niños por religión en un espacio donde no debería haber tales diferencias, y transformando a los niños exentos de la clase en niños educados deficientemente. Salvo por esta concesión, los obispos jamás pidieron respeto para el derecho de los padres a educar a sus hijos en su propia religión: ese derecho sólo lo invocan para el catolicismo. Y no cualquier catolicismo: no vaya a ser que algún fan trasnochado de la teología de la liberación o de una corriente progresista se aproveche del título de catequista para meterle ideas revolucionarias en la cabeza a los hijos de los católicos, como que Jesús era un rebelde o que los pobres heredarán la tierra.
Educación “integral” para Aguer y Cía. es también, paradójicamente, una educación a la cual se le han cercenado los contenidos referidos a la sexualidad y a las variadísimas formas en que los seres humanos encaramos esta parte de nuestra existencia. Estos contenidos también serían muy útiles para terminar con la tradición machista y homofóbica del Ejército Argentino. Por desgracia, la Ley de Educación Sexual Integral (sin comillas) formalmente aprobada en 2006 es en casi todo el país letra muerta, en gran medida gracias a la resistencia de la Iglesia y de sus fieles con poder político.
De todas formas, hay motivos para alegrarse. Sin caer en simplificaciones peligrosas, es casi seguro que si Héctor Aguer llama “lamentable retroceso” a algo, estaremos ante un indudable progreso.
Para el presidente de la comisión de Educación del Episcopado, el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, la decisión "implica un lamentable retroceso, ya que la ley de Educación Nacional -que fue sancionada en 2007- consagró el concepto de educación integral. Es evidente que no se debe excluir la dimensión espiritual y religiosa del currículo escolar", puntualizó Aguer ante una consulta de Clarín.Aguer también mentó a José de San Martín y a Manuel Belgrano, los dos próceres argentinos considerados más impolutos en su trayectoria, recordándome a los conservadores estadounidenses que citan a los Padres Fundadores. La diferencia entre nuestro caso y el norteamericano es que al menos Belgrano y San Martín sí eran creyentes y devotos católicos (San Martín era masón, pero no anticlerical ni laicista como algunos de sus compañeros de logia). San Martín instituyó rezos obligatorios en el Ejército y encargó a Belgrano pagarles sueldos a los capellanes castrenses, aunque seguramente no poco tuvo que ver en esto su necesidad de apoyo de parte de la Iglesia en medio de la guerra por la independencia.
En algo se parecen los países, no obstante, y es que ni aquí ni en Estados Unidos la ley considera las creencias de los padres de la Patria como obligatorias o siquiera indicativas de lo más recomendable para la nación, y eso está muy bien.
La Constitución argentina, aunque incluye una desafortunada adhesión del Estado a la Iglesia Católica, está copiada del modelo liberal de la de Estados Unidos, del cual proviene también la mención de Dios como “fuente de toda razón y justicia” que aparece en el Preámbulo, y que responde a un trasfondo deísta —la Divinidad como estructura de orden—. Si vamos a debatir usando la tradición, podemos soslayar a los próceres, que lucharon por la emancipación de un territorio colonial amplísimo y no por una nación o por una democracia pluralista, y deberíamos también descontar a los gobiernos fraudulentos de la Década Infame y a los gobiernos ilegales militares (todos ellos muy católicos y mimados por la Iglesia).
Los gobiernos que siguieron a la proclamación de la Constitución y que formaron el país fueron de raíz liberal y laica, al igual que el gobierno surgido de la restauración democrática en 1983. El actual gobierno kirchnerista, que no es en absoluto liberal, se ha inclinado de a poco hacia una laicidad pragmática, como resultado de sus pujas de poder con la Iglesia Católica.
El diario derechista La Nueva Provincia reproduce una noticia de la agencia DyN sobre el tema y cita a Aguer hablando de “un laicismo ancestral” que “impide incluir la dimensión religiosa y una visión trascendente en los contenidos de la educación que se enseñan en las aulas”. Dejemos de lado el enigmático adjetivo ancestral. El sutil cambio de laicidad por laicismo sirve al fin de los sofistas como Aguer de relacionar la educación laica con una supuesta ideología atea o marxista. En realidad la “dimensión religiosa” de la que habla Aguer es la doctrina católica tradicional, que en el caso del Ejército ha servido de maravillas para formar soldados y oficiales unidos por un espíritu de grupo y una fe que considera torcidamente la defensa de la Patria —es decir, la buena gente del país, por oposición a marxistas, inmigrantes, masones o judíos— como superior a la ley y a los derechos humanos, y que no ha ganado una sola guerra pero que sí ha servido para justificar repetidos —más bien consuetudinarios— golpes de estado.
Las exhortaciones de Aguer y otros jerarcas eclesiásticos nunca apuntan al pluralismo religioso. La educación laica no plantea objeción alguna contra la idea de una clase de religiones comparadas o una clase de estudio de la historia y mitología de una religión particular. De hecho, en el caso de los liceos militares, una asignatura de este tipo podría servir para contrarrestar décadas de formación exclusivista católica. Pero tal asignatura requeriría primero de maestros formados adecuadamente y dispuestos…
La cantinela sobre la “educación integral” también es una distracción. Por “integral” los obispos entienden una educación que les diga a los alumnos cómo comportarse moralmente, instrucción que por fuerza no puede dar sino un catequista. Atentos a su proclamado principio de primacía de la familia sobre la educación de los niños, los proponentes de la clase de religión en la escuela aclaran que los padres no católicos podrían pedir que sus hijos sean exceptuados de la asignatura. Así se hizo en muchas ocasiones en la escuela pública argentina, creando una división donde no debería haberla, etiquetando a los niños por religión en un espacio donde no debería haber tales diferencias, y transformando a los niños exentos de la clase en niños educados deficientemente. Salvo por esta concesión, los obispos jamás pidieron respeto para el derecho de los padres a educar a sus hijos en su propia religión: ese derecho sólo lo invocan para el catolicismo. Y no cualquier catolicismo: no vaya a ser que algún fan trasnochado de la teología de la liberación o de una corriente progresista se aproveche del título de catequista para meterle ideas revolucionarias en la cabeza a los hijos de los católicos, como que Jesús era un rebelde o que los pobres heredarán la tierra.
Educación “integral” para Aguer y Cía. es también, paradójicamente, una educación a la cual se le han cercenado los contenidos referidos a la sexualidad y a las variadísimas formas en que los seres humanos encaramos esta parte de nuestra existencia. Estos contenidos también serían muy útiles para terminar con la tradición machista y homofóbica del Ejército Argentino. Por desgracia, la Ley de Educación Sexual Integral (sin comillas) formalmente aprobada en 2006 es en casi todo el país letra muerta, en gran medida gracias a la resistencia de la Iglesia y de sus fieles con poder político.
De todas formas, hay motivos para alegrarse. Sin caer en simplificaciones peligrosas, es casi seguro que si Héctor Aguer llama “lamentable retroceso” a algo, estaremos ante un indudable progreso.
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