
Como era de esperarse, no obstante, el titular no era más que una distorsión, a la que los medios seculares nos tienen acostumbrados pero que uno no esperaría de personas tan piadosas y temerosas de Dios como los buenos chicos de ACI. Lo que Hanks dijo fue lo que casi todos pensamos: si no les gusta el tema de la película, no vayan a verla. Vale decir, no protesten contra ella, no pidan que sea prohibida, no le pongan calificativos altisonantes y le lancen anatemas. Y sobre todo, ¡no creen una sección especial en su sitio web para denunciarla!
A fin de cuentas, la mala publicidad no existe: hablar de la película, incluso para criticarla, es darle difusión gratis. Alguna vez alguien con ánimo científico (no la Iglesia Católica, seguramente) encargará un estudio estadístico sobre el fenómeno de la censura como mecanismo de difusión (el Efecto Streisand), pero las ridículas controversias causadas por El Código Da Vinci y en menor medida por los libros de Harry Potter ya deberían haber hecho obvia esta idea.
Debo aclarar que no he leído los libros de Dan Brown ni he visto las películas inspiradas en ellos, pero unos pocos trailers y comentarios me han convencido de que toda esa opus es un gran bodrio que no merece mi atención, como así tampoco los furibundos ataques de la Iglesia Católica. Esta clase de "novela histórica" me resulta un género execrable; suele estar llena de clichés, apela a la ignorancia del público y su hambre de misterio mal entendido, parasita sobre estereotipos, es poco imaginativa (confunde complicación artificial con complejidad realista), y sobre todo no es honesta: no es historia pero se parece lo suficiente para engañar al incauto, y no es buena ficción porque no apela a la buena suspensión del descreimiento sino a la mera falta de escepticismo.
Lamentablemente, las producciones históricas y documentales a las que la Iglesia debería temer realmente son cada vez más escasas. Los libros no religiosos sobre la historia de la Biblia, los documentales sobre la formación de las comunidades cristianas, la divulgación seria sobre la religión, no encuentran lugar ni siquiera en donde deberían; las librerías están llenas de pseudociencia, ocultismo y teorías de conspiración, mientras que el History Channel, el Discovery Channel y demás dedican progresivamente más y más espacio a estupideces como las profecías de Nostradamus, el fin del mundo en 2012, los fantasmas, las abducciones por OVNIs, o dudosas teatralizaciones "alternativas" de la vida de Jesús.