martes, 16 de junio de 2009

A108.1: Concordato Brasil-Vaticano (parte 1)

En noviembre de 2008 nos puso en alerta la posible inclusión de la educación católica en las escuelas públicas de Brasil, luego de la visita del presidente Lula da Silva a Roma, cuando empezaron a cobrar fuerza los rumores de un acuerdo entre la Santa Sede y el más grande país sudamericano. Un año y medio antes, durante la visita de Benedicto XVI a Brasil, Lula le habría dicho al monarca vaticano que no había chance de meter al catolicismo en las aulas estatales. Pero el asunto viró de rumbo y ahora los laicistas brasileños se encuentran con que un Concordato que privilegia al catolicismo está aguardando ser ratificado por el Congreso.

Lo que sigue son observaciones sobre el tema por parte de un estudioso, Luiz Antônio Cunha, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). En el siguiente post continuaré con los aportes de otro profesor de la misma universidad. Los artículos originales se pueden encontrar, en formato PDF y en portugués, en el sitio del Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos. Traduzco penosamente del portugués, recortando lo que me parece menos relevante:

Concordato: La educación pública en la mira del Vaticano (por Luiz Antônio Cunha, Coordinador del Observatorio de la Laicidad del Estado de la UFRJ)

Con el mayor sigilo, la Santa Sede arrancó del gobierno brasileño un concordato. […] La Santa Sede es la dirección mundial de la Iglesia Católica, adjunta al Estado del Vaticano, con el cual Brasil tiene relaciones diplomáticas desde su creación, en 1929, en virtud de la madre de todos los concordatos: el Tratado de Letrán, firmado por Pío XI y Mussolini. Dije arrancar, porque incluso después de las declaraciones del Presidente Lula, en ocasión de la visita del Papa Benedicto XVI a São Paulo, en mayo de 2007, de que Brasil es (¿era?) un estado laico, la insistencia vaticana venció: algo se suprimió, algo se mantuvo, pero en noviembre de 2007 el texto propuesto por el Vaticano fue firmado en Roma. Está en trámite ahora en el Congreso Nacional, donde presiones tan sigilosas como eficaces para ciertos sectores parlamentarios pretenden arrancarles (¡otra vez ese verbo!) la homologación de un documento inédito desde la proclamación de la República, que separó Estado e Iglesia. […]

La antigua amistad de Lula con el Cardenal Cláudio Hummes bien puede haber sido la herramienta para arrancar este concordato. En los años '70, cuando Lula presidía el Sindicato de Metalúrgicos, Hummes era obispo de São Bernardo. En esa ocasión, el prelado prestó importante apoyo a los movimientos huelguistas de trabajadores y protegió a líderes perseguidos por la policía política. Una vez cardenal, se transformó en ministro del Papa: fue nombrado por Benedicto XVI para el cargo de Prefecto de la Congregación para el Clero, un puesto estratégico en la política de "realineamiento doctrinario" de la Iglesia Católica. ¿Cómo negarle un pedido? Por razones del corazón, Lula debe haber creído lo que los diplomáticos de Itamaraty y los cardenales del Vaticano declararon al unísono a la prensa crédula (¿o cómplice?): que el acuerdo sólo consolidaba la legislación brasileña concerniente a la Iglesia Católica. Que se quedasen tranquilos los creyentes de las demás religiones, así como los no creyentes, porque nada cambiaría. Pero cambia, y mucho.

Lo que el concordato vaticano pretende es mezclar una vez más a la Iglesia, no cualquier Iglesia, sino la Iglesia Católica, con el Estado. Como no están dadas las condiciones para hacerla volver al útero estatal donde estuvo protegida durante siglos, el acuerdo, tratado o simplemente concordato pretende garantizarle privilegios inéditos.

Es inimaginable que la Iglesia Católica precise tener reglamentada su actuación en Brasil al punto de necesitar un concordato. Si fuese en China, quizá. […] Pero en Brasil, donde disfruta de privilegios históricos, ¿qué intereses estarían amenazados? […] Lo que amenaza a la Iglesia Católica es el rápido aumento del número de evangélicos, de agnósticos y de ateos, correlativo con la reducción del número de católicos. Intentar revertir ese cuadro es un derecho de la jefatura de la Iglesia Católica, pero no utilizando al Estado. […]

Los 20 artículos del concordato tratan de diferentes asuntos […]. Tres artículos tratan temas específicamente educativos: reconocimiento de títulos académicos, instituciones católicas de educación, y enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Los dos primeros son de hecho inocuos […], pero el tercero acarrea consecuencias deletéreas para la educación brasileña.

La Iglesia Católica es la única institución que siempre mantuvo una posición cerrada en torno a la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Las Iglesias Evangélicas han estado tradicionalmente en contra de la inclusión de esta materia en las currículas del sistema público de enseñanza. Las Iglesias Pentecostales, más recientes, no tienen posición tomada sobre el tema: algunas están decididamente en contra, otras se dividen.

Veamos qué dice el artículo 11 del acuerdo:
La República Federativa de Brasil, en observancia del derecho de libertad religiosa, de la diversidad cultural y de la pluralidad confesional del País, respeta la importancia de la enseñanza religiosa en la formación integral de la persona.

Párrafo 1º: La enseñanza religiosa, católica y de otras confesiones religiosas, de matrícula facultativa, constituye una asignatura de los horarios normales de las escuelas públicas de enseñanza primaria, asegurado el respeto a la diversidad cultural religiosa de Brasil, en conformidad con la Constitución y con las demás leyes vigentes, sin ninguna forma de discriminación.
El contenido de este artículo remite a algo que la Iglesia Católica ya tiene y quiere nuevamente. Pretende mantener una asignatura en la currícula de las escuelas públicas contra la cual hay un amplio movimiento, si bien (¿por ahora?) inorgánico. Se trata de la asignatura de enseñanza religiosa en las escuelas públicas, la única asignatura de la currícula escolar mencionada en la Constitución. El simple hecho de que tal obligatoriedad conste en la Carta Magna denota de la existencia de una fuerza contra la cual esta disposición fue insertada allí: la laicidad, aún difusa, predominante en el ámbito del profesorado y de la población en general, religiosa o no.

En tanto la Constitución no ha cambiado, veamos en qué contradice el concordato la legislación educativa en vigor.

El artículo 11 del concordato va en contra, esencialmente, al artículo 33 del texto reformado de la LDB [Ley de Directrices y Bases de la Educación Nacional], el cual determina que el contenido de la asignatura de enseñanza religiosa sea establecido por los sistemas de enseñanza (específicamente por los respectivos consejos de educación), luego de escuchar a entidades civiles constituidas por las diversas confesiones religiosas. De esta manera, no puede haber "enseñanza religiosa católica", ni de confesión específica alguna. […]

El texto del concordato toma partido en una lucha que divide al campo religioso en Brasil, lucha en la cual el Estado no puede involucrarse: la asignatura de enseñanza de la religión ¿debe ser confesional o interconfesional? La reforma de la LDB en 1997 tomó partido por la versión interconfesional, pero el Estado de Rio de Janeiro aprobó una ley, en 2000, que instituyó la versión confesional. La ley es frecuentemente atribuida a la iniciativa del gobernador Anthony Garotinho, por ser evangélico, pero el proyecto fue dirigido y presentado por un diputado vinculado a la arquidiócesis católica.

¿La presión o seducción vaticana habrán sido tan fuertes para hacer que el Presidente Lula haya autorizado la firma de un texto con tamaña ilegalidad? ¿Cómo puede el Ministerio de Educación, que opinó sobre los términos del concordato, haber consentido con tal formulación? ¿O no consintió, sino que perdió en las disputas palaciegas? ¿O será que la seducción vaticana fue irresistible hasta para el mismo ministro Haddad? […]

En contraste con el obsequioso silencio de la prensa, algunas manifestaciones valientes han llegado al Congreso contra el concordato. Organizaciones católicas, así como dirigentes presbiterianos y metodistas, ya se manifestaron contra el acuerdo, al igual que los masones. A ellos se les unieron seis abogados de Guarulhos (SP), que promovieron una acción civil contra el Presidente de la República y la Confederación de Obispos (Católicos) de Brasil, para suspender los efectos del concordato. Subyacente a estas manifestaciones está el argumento de que el gobierno brasileño no puede firmar un tratado exclusivo con un Estado que representa a una iglesia, ya que sólo la Iglesia Católica tiene un Estado propio. Cerca de un año electoral, cuando los acuerdos políticos se aceleran, ¿qué respuestas darán los legisladores? […] Ante el concordato, ¿habrá un retroceso o una consolidación del avance de la laicidad del Estado? […]
Continúa en el próximo post...

[Gracias megyps por alertarme sobre estos interesantes artículos.]

2 comentarios:

  1. Me salgo un poco del tema, para insistir en algo de lo que suelo alertar con poco éxito: Los progres tontean mucho con la idea de que la jerarquía de la iglesia está podrida, fanatizada y demás, pero hay muchos curas de a pie que están realmente comprometidos con los más desfavorecidos de la sociedad... ya saben, los curas obreros, la teologia de la liberación, el padre llanos y todo ese rollo.
    Este escándalo del cardenal Hummes en Brasil confirma mi teoría de que hay que huir de ellos más que de los otros. El cura que habla en latín, viste sotana y huele a incienso, está desactivado porque provoca repulsión, no está en condiciones de seducir a menores o imponer su criterio en nada, puede si acaso provocar males menores como hacerse con la herencia de alguna vieja viuda.
    La Iglesia lo sabe y por eso alienta la existencia de esos otros curas "progres" como el que fue condenado hace poco en Argentina, que se remangan y "ayudan" a huérfanos, inmigrantes, a drogadictos y demás. No seamos tan ingenuos de olvidar que en primerisimo lugar son curas y van a lo suyo, por mucho que se disfracen. En cuanto pueden van a intentar sembrar su semilla de fanatismo, ansia de poder y comportamiento irracional.

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  2. Alberto.

    Yo creo que hay gente buena y gente mala en todos los ámbitos. Debemos reconocer la labor social de muchos miembros de la iglesia. Reconocerlo, pero siendo consciente que proviene de su propia humanidad, de su propia voluntad de hacer el bien, y no a partir de un influjo celestial. No cae maná del cielo en las villas y ningún loco multiplica los panes.

    También hay mucha gente que hace lo mismo desde fuera de la iglesia, con bastante menos trascendencia.

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