HAITÍ: “HABER SOBREVIVIDO ME DEMUESTRA QUE DIOS ME NECESITA ESPECIALMENTE, NO COMO A LOS DEMÁS QUE MURIERON”
El obispo de Jacmel quiere que le paguen por la reconstrucción de su palacio.
ROMA, viernes, 25 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Monseñor Launay Saturné quiere que le paguen por la reconstrucción de su palacio, la catedral de Jacmel, gravemente dañada por el terremoto de enero de 2010.
En su opinión, una diócesis no puede funcionar si el obispo no tiene palacio propio, que es simbólicamente importante para mostrar su poder a la congregación.
De momento, los creyentes, que acuden numerosos a misa, se reúnen en una tienda de campaña, lugar demasiado humilde, al que ni Jesús se hubiera dignado entrar. El obispo espera que a la Diócesis de Jacmel -la más afectada después de Puerto Príncipe- el gobierno o alguien le entregue pronto gratis un terreno, privilegio que la mayoría de los damnificados por el terremoto nunca tendrá. Además de la catedral, el terremoto también destruyó y dañó gravemente otras iglesias y edificios de la Iglesia.
El obispo, de 47 años de edad, que encabeza la diócesis desde mayo de 2010, también recalcó que no basta con la reconstrucción física de los edificios. Para él, "no existe la reconstrucción sin misión, sin evangelización, sin oración y sin el anuncio de la Palabra de Dios".
Monseñor Launay Saturné añade: "El hecho de haber sobrevivido el terremoto me demuestra que Dios me necesita especialmente, no como a los demás que murieron, y que tengo una misión, a diferencia de la mayoría de los haitianos, que del hambre que tienen no saben ni para qué levantarse mañana. Como comisario político de esta provincia del imperio vaticano, le digo a la gente que lo ha perdido todo: aunque todo haya desaparecido, Dios nos ha dejado la vida, y con ésta la obligación de trabajar en aras de un mundo más humano y reconciliado, y de un futuro mejor. O al menos, de seguir viniendo a misa y dejando algo en la bolsa de las limosnas".
El obispo subraya que el terremoto ha sido devastador, pero que también ha unido a los haitianos mediante una "hermandad y solidaridad" surgidas a raíz de él, y que no sería raro que Dios recurra a otros medios (epidemias, ciclones, hambrunas, etc.) para seguir promoviendo estos valores cristianos.
El terremoto ha afectado a todos: a católicos, protestantes y miembros de otras comunidades. La gente ha compartido lo que tenían y se han consolado los unos a los otros. No sólo los católicos gritaron "¡Jesús, Jesús, Jesús!" en los numerosos temblores. También lo hicieron algunos ateos, que como bien sabemos, se la dan de valientes hasta que Dios los castiga con una catástrofe natural o una enfermedad terminal.
Según el prelado, la desgracia ha acercado a Haití a Dios, demostrando que "Dios tiene fuerza para romper cualquier cosa, hasta una placa tectónica, y no le preocupa hacer alarde de ella". Ciertamente las cosas de este mundo son importantes, porque todos "tienen que ganarse el sustento y vivir en algún sitio, salvo yo, porque a mí me pagan todos los gastos y vivo en un palacio construido con el dinero de otros, pero en general, los plebeyos tienen que vivir en alguna choza y trabajar, ¿se da cuenta?", pero ha quedado patente que todo esto "puede derrumbarse como un castillo de naipes", lo cual "es muy bueno, porque si no fuera por este temor constante a lo que Dios les puede hacer, la gente se daría cuenta de que no tiene por qué mantener a parásitos como a mí y mis sacerdotes".
A su modo de ver, la reconstrucción de los edificios tiene que ir acompañada de un fortalecimiento de la estructura social.
Monseñor Saturné ha manifestado que la catástrofe "ha despertado la atención de la comunidad internacional y una gran solidaridad con Haití". Está muy agradecido a todos los que "se han mostrado solidarios en los momentos más duros de la historia de Haití" y espera que "la atención dirigida a la Iglesia haitiana no se extinga, para que esta catástrofe mortal ofrezca a Haití la oportunidad de renacer y de comenzar de nuevo, con deudas condonadas, casos de pederastia y abuso cerrados, etc.". En el futuro, se debería seguir cultivando "el lazo de solidaridad que nos une".
El obispo deposita grandes esperanzas en los hermanamientos de parroquias y escuelas haitianas y extranjeras. Para la reconstrucción de la catedral de Jacmel y otros edificios espera obtener ayuda de asociaciones eclesiales y, sobre todo, de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
La Diócesis de Jacmel está en el sureste de Haití y abarca un territorio de 2.700 kilómetros cuadrados. Cuenta con casi 530.000 habitantes, de los cuales son católicos un 65%. Esta diócesis es, después de la de Puerto Príncipe, la más afectada por el terremoto del 12 de enero de 2010. Según estimaciones, el terremoto se cobró al menos 250 mil vidas, y, hasta el día de hoy, amplias partes de las zonas afectadas siguen en ruinas.
sábado, 26 de febrero de 2011
Monseñor quiere dinero
Acabo de leer un artículo en Zenit que me resultó tan repulsivo que debo reproducirlo, aunque lo parafrasearé levemente: no puedo reproducirlo textualmente. Lo que sigue es mi paráfrasis del artículo original:
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Publicado por
Pablo
a las
11:00
Etiquetas:
desastres y catástrofes,
haití,
humor,
iglesia católica,
terremoto
4 comentarios:
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Simple: Que Dios se lo pague.
ResponderEliminarEstas frases me suenan a cualquiera:
ResponderEliminar"aunque todo haya desaparecido, Dios nos ha dejado la vida, y con ésta la obligación de trabajar en aras de un mundo más humano y reconciliado, y de un futuro mejor. O al menos, de seguir viniendo a misa y dejando algo en la bolsa de las limosnas"
"si no fuera por este temor constante a lo que Dios les puede hacer, la gente se daría cuenta de que no tiene por qué mantener a parásitos como a mí y mis sacerdotes"
¿Estás seguro de que esto no es joda?
Julián: voy a editar la primera frase, porque no sos la primera persona que se confunde. El artículo no es la reproducción original sino la paráfrasis. Después de postearlo caigo en la cuenta que el señor obispo podría hacerme un juicio por poner entre comillas cosas que él no dijo textualmente. :(
ResponderEliminarEstas frases me suenan a cualquiera:
ResponderEliminar"aunque todo haya desaparecido, Dios nos ha dejado la vida, y con ésta la obligación de trabajar en aras de un mundo más humano y reconciliado, y de un futuro mejor. O al menos, de seguir viniendo a misa y dejando algo en la bolsa de las limosnas"
"si no fuera por este temor constante a lo que Dios les puede hacer, la gente se daría cuenta de que no tiene por qué mantener a parásitos como a mí y mis sacerdotes"
¿Estás seguro de que esto no es joda?