viernes, 26 de agosto de 2011

¿Quitamos los símbolos religiosos de los espacios públicos?

Quiero contarles sobre el proyecto de ley de la legisladora porteña K María José Lubertino, que reapareció el otro día en un artículo antilaicista en La Nación y que Página/12 menciona con un poco más de detalle. Es un proyecto de laicidad estatal con aspiraciones modestas: da un plazo de 18 meses para retirar la simbología religiosa de los edificios públicos (tiempo suficiente para que los abogados de Dios puedan trabarlo a base de amparos judiciales). Se exceptúan hospitales y cementerios, “en tanto dichos elementos religiosos se encuentren en un espacio reservado y se garantice la multiplicidad de credos”, aunque habría que ver qué se entiende por “reservado”, y lo otro me suena a excusa para decir “al judío ya le dejé poner su estrellita, ahora yo puedo poner mis cruces”. Los hospitales son un punto clave para la intrusión religiosa, al igual que las escuelas, los hogares para menores, los albergues para carenciados y similares: lugares donde hay personas con poca capacidad de crítica intelectual, en situación vulnerable o emocionalmente frágil.

Crucifijo en el salón de audiencias de la Corte Suprema
Desde luego, los apologistas religiosos agrandan estas cuestiones, que son laicidad de base, mínima, apenas simbólica, transformándolas en un ataque a los más caros sentimientos de las personas. Retirar un crucifijo de un tribunal pasa a ser algo parecido a la furia iconoclasta de los bizantinos del siglo VIII. Quitar la imagen de la Virgen de Luján de un nicho en una admisión hospitalaria es pretender borrar la identidad católica de Argentina a la manera del revisionismo estalinista. Etcétera. Los no creyentes simpatizantes de la religión (que los hay muchos; yo los llamo “ateos-pero”) no van tan lejos pero hablan de “respeto” y “tolerancia”.

Ningún símbolo existe sin una historia (como bien nos lo recuerdan los creyentes tremendistas), y así como un crucifijo (por poner el caso más común) representa una historia de fe cristiana enraizada en nuestra cultura, también representa una marca de conquista y sometimiento y (en un juzgado, sitio habitual donde se lo encuentra) un reflejo de cómo la doctrina moral judeocristiana informa o se da por sobreentendida en muchas de nuestras leyes. Ninguno de los aspectos de esa historia puede ser suprimido por el mero hecho de quitar el crucifijo de la pared del juzgado (por ejemplo); más bien, esa remoción completa una etapa más de la historia, la del establecimiento de un estado moderno laico, con leyes que no hacen referencia a determinadas abstracciones sobrenaturales, respetando el derecho de los ciudadanos a tener esos puntos de referencia, a tener otros, o a no tener ninguno.

6 comentarios:

  1. Gracias por esta nota. Coincido plenamente. El Estado debiera reparar en estas omisiones laicistas.Lo que me preocupa es que se asocie con esto a las minorías, siendo que es una razón laica. Si bien son las minorías las que dan cuenta de la intromisión, esa no es la causa. La razón es la que vos describís " Ningún símbolo existe sin una historia " y mas si en esa historia ha fijado un condicionamiento negativo que se activa cuando las distintas confesiones religiosas hacen política o marketing religioso.Un ejemplo claro de esto es la presencia de símbolos en el "cuarto oscuro", en donde ningún factor externo al voto debiera influir sobre nuestra voluntad y además ahí ya tenemos una ley y por ser ley el cod electoral, no es exclusiva de ningún grupo, debemos acatarla. Sin embargo no se repara en eso, se dejan los símbolos como si todos pensáramos igual.Entonces, por esto quiero remarcar que los grupos minoritarios no son la causa, la ausencia de símbolos no es exclusivo de los ateos, ni de los que se sienten discriminados (que quizás por ello dan cuenta de la diferencia), existe una causa que tiene razón de ser, y es que los símbolos actúan como activadores a un nivel no consciente sobre nuestra voluntad. Cris de Argatea

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  2. No quieran imponer a los otros su neutralidad. Nadie está obligado a veneral esos símbolos, pero la mayoría los quiere. Si a uds no les gusta, pues en donde dependa de uds no los pongan.
    Además sepan que a la mayoría de la gente no le importa, de hecho la diputada Lubertino estudió en la universidad catílica con todos los símbolos religiosos.

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  3. Supongamos, Pepito, que te acusaran de una agresión antisemita (digamos que golpeaste a un judío por la calle y lo insultaste por su religión/etnia) y te toca ir a declarar a un juzgado. En el despacho o la sala de audiencias o donde sea hay una Estrella de David gigante sobre la cabeza del juez. ¿No te entraría aunque sea un poco de duda sobre la imparcialidad del juez?

    No sé a quién te referís con "ustedes". Entre los que apoyan el proyecto de Lubertino hay de todo, hasta un pastor evangélico. El símbolo religioso de algunos impuesto a un lugar que es de todos es divisivo.

    En el mismo párrafo que decís que "la mayoría los quiere" a los símbolos, decís que "a la mayoría de la gente no le importa". Te estás contradiciendo y para ninguna de las dos cosas opuestas que afirmás aportás una prueba.

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  4. Excelente nota.
    Lamentablemente el fenómeno de la intrusión simbológica existe en todo el país:
    http://www.chacodiapordia.com/noticia.php?n=54614
    http://www.chacodiapordia.com/noticia.php?n=54629

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  5. Donde puedo obtener una copia de dicha propuesta de ley, esta interesante para promoverla también aquí en mi país El Salvador

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  6. Aquí hay datos sobre el proyecto y un link para bajárselo (es un archivo .DOC en un .ZIP).

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