jueves, 10 de mayo de 2012

Muertos, degollados y confundidos

El periodista y político italiano de origen egipcio Magdi Cristiano Allam, converso católico del islam, es un caso curioso. Hasta 2003, fecha en que dejó su trabajo en el diario de centroizquierda La Repubblica, defendía al islam como totalmente compatible con la democracia, una religión que no debía ser juzgada por sus extremistas, y ridiculizaba la idea de una “invasión” musulmana en Europa. En ese momento algo cambió; se convirtió, y en la Vigilia de Pascua de 2008 se hizo bautizar con gran alharaca por el Papa Benedicto XVI, en lo que fue sin duda un triunfo de relaciones públicas para la Iglesia Católica.

Ahora Allam defiende la idea de que el islam es intrínsecamente violento, descubrió que hay terroristas islámicos activos en las comunidades musulmanas de Italia, y afirma que los musulmanes están invadiendo el país de a poco. Eso al menos reporta con gran felicidad el blog cavernario-católico La buhardilla de San Jerónimo, alojado en el sitio web de la agencia de “noticias” InfoCatólica. Allam está especialmente preocupado por la retórica de los líderes musulmanes.
La reflexión se nos impone por las recientes declaraciones de Ezzedine Elzir, presidente de Ucoii (Unión de las Comunidades y de las Asociaciones Islámicas en Italia), expresadas a Klaus Davi, en las cuales afirma que en Italia hay “70.000 que han retornado al Islam”. ¿Por qué “retornados” y no “convertidos”? Nos explica Elzir: “Nosotros preferimos usar la palabra retorno porque es un redescubrimiento de la verdadera fe”. Quiere decir que, para los musulmanes, el Islam no es una religión “diversa” del judaísmo y del cristianismo, a la que por tanto se adhiere convirtiéndose, como ocurre en cualquier otra religión, sino que es una religión “superior” al judaísmo y al cristianismo, la única religión verdadera, el cumplimiento de la revelación y el sello de la profecía, en un contexto donde se considera que todas las personas nacen musulmanas aún si profesan una fe diversa, tienen dentro de sí el Islam aún si lo ignoran, que por lo tanto la adhesión al Islam en un “retorno” redescubriendo “la verdadera fe”.
Es de hecho preocupante que los musulmanes consideren que todos somos musulmanes, porque como todos sabemos, la pena por abandonar el islam (apostasía) es la muerte. ¿Quiere decir que cada vez que decimos ser ateos —o cristianos, judíos, hinduistas o lo que sea menos musulmanes— estamos aceptando merecer la pena capital? Pero a Allam no le preocupa esto sino que Elzir ha tomado la idea de que la gente puede seguir cualquier religión mientras en el fondo busque la espiritualidad (para Elzir, por supuesto, la búsqueda debe terminar en el islam).

No le preocupa que Elzir diga de forma exclusivista, propia de un fanático, que el islam es “la verdadera fe”, porque para Allam es natural y obvio que Elzir está equivocado, dado que la verdadera fe es el catolicismo. Al contrario. Le preocupa que Elzir diga que cualquier fe puede llevar a la verdadera fe, porque eso es “relativismo cultural”.
El mismo Benedicto XVI ha identificado varias veces en la “dictadura del relativismo” el mal profundo que debe combatirse porque nos impone, al dejar de lado la razón, considerar que todas las religiones, las culturas y los valores son iguales, independientemente de sus contenidos. El testimonio elocuente del relativismo religioso reside en la letanía de las “tres grandes religiones monoteístas reveladas, abramíticas, del Libro” que rezarían al mismo dios.
Que un católico pase por alto las obvias similitudes totalitarias entre su religión y la de un musulmán, vaya y pase (esa clase de ceguera autoinfligida es necesaria para creer). Pero que un católico o cualquier otra persona acuse a un fanático musulmán de relativismo cultural es simplemente surrealista. La única explicación que encuentro posible es que Allam, como perro faldero de Benedicto XVI, deseara hacer su crítica usando el ridículo concepto de la “dictadura del relativismo” que fue inventado precisamente por el papa actual.

El texto de Allam termina con un alegato que combina con maestría el nacionalismo católico barato, la visión conspirativa y el rechazo a la libertad religiosa que defendía pocas líneas antes:
¡Despertémonos! ¡El Islam está ya dentro de nuestra casa! ¡Son los mismos italianos quienes promueven la conquista islámica, incluidos los cardenales y los párrocos que se prodigan por la difusión de las mezquitas! ¡Liberémonos de la dictadura del relativismo! ¡Detengamos la invasión islámica! ¡Basta de mezquitas!
Cuidado con quien dice “nuestra casa” de esa manera: por ahí es por donde se va al fascismo.

1 comentario:

  1. Los fanáticos religiosos se parecen extraordinariamente (sólo que son peores y mucho más peligrosos) a los fanáticos de los equipos de fútbol. ¿No suena a traición inaceptable pasarse del Real Madrid al Barça o, para ponernos más sudamericanos, del Boca al River?

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