domingo, 27 de marzo de 2011

La burla no es intolerancia

El presente ensayo nació de un breve intercambio en Twitter con un “pensador libre” (así se describe él), @El_Cambumbo, o Ricky, que posteó lo siguiente:
#unsaludo a los #ateos q sienten la necesidad de burlarse de las creencia de los demas. No es lo mismo diferir q burlarse... #growup
Reconozco que algunas veces me he permitido burlarme de alguna creencia particularmente estúpida, aunque jamás he sentido la necesidad o compulsión de burlarme de las creencias de otra persona en su cara. Pero como sé muy bien de dónde viene esta clase de idea, decidí contestar.
@El_Cambumbo #ateos http://bit.ly/efnKa7 "Si no quieres que me burle de tus creencias, no creas cosas tan ridículas." O desagradables.
El vínculo al cual lo referí es una muy interesante nota en La tercera cultura, titulada “La perversión del respeto: las religiones a la búsqueda de la hegemonía cultural”, que había encontrado hacía unos días y que precisamente me proponía comentar aquí. Es la traducción de una charla dictada por Robert Rodeker, filósofo francés que en 2006, luego de una nota publicada por el diario conservador y secularista Le Figaro donde atacaba la figura de Mahoma, pasó a integrar el creciente contingente de críticos del islam amenazados de muerte por los fundamentalistas y abandonados cobardemente a su suerte por las autoridades, los medios y casi todos los autoproclamados amantes de la libertad de expresión por haber infringido los sagrados límites de la corrección política. Como a Salman Rushdie, se le reprochó haber insultado las sensibilidades de los musulmanes.

En este caso y muchos otros, la implicación parece ser que un acto verbal o escrito de crítica que apunte a un texto “sagrado” o a una figura reverenciada es equiparable a —y por tanto justifica— la amenaza cierta de violencia, incluso de muerte violenta. La crítica de Rodeker fue un ataque por vía de descripción: Mahoma, escribió, fue “un jefe guerrero sin misericordia, un saqueador, un asesino de judíos y un polígamo” (que se permitió incluir entre sus muchas esposas a una niña de nueve años). Esto, si uno cree en lo escrito en el Corán, es estrictamente cierto. La crítica de Rushdie ni siquiera fue concebida como tal, aunque es comprensible que así fuera entendida: se permitió mencionar la existencia de los versículos que según la tradición fueron suprimidos por el mismo Mahoma por considerar que eran un engaño, fruto de inspiración satánica. La mayoría de los que juraron vengarse de Rushdie por la ofensa nunca habían leído el libro, de la misma manera en que la mayoría de los que juraron matar a los dibujantes del diario danés Jyllands-Posten tampoco habían visto jamás los comics “blasfemos”.

En todos estos casos la opinión de los líderes religiosos, de los medios y (es de suponer) de gran parte de la opinión pública liberal, progresista, fue que ellos se lo habían buscado.

Ésta es exactamente la misma reacción de quienes, ante la violación de una mujer, justifican implícitamente al violador haciendo notar que la mujer vestía ropas demasiado reveladoras.

Decía Confucio que una de las condiciones para el correcto funcionamiento de la sociedad era la rectificación de los nombres, es decir, emplear las palabras de manera que se ajusten a lo que representan. La receta confuciana en realidad apuntaba a preservar los roles de una sociedad rígidamente jerárquica, en la cual cada uno supiera lo que era y lo que debía hacer, pero a un nivel superficial el principio es útil para nuestra discusión. ¿A qué vamos a llamar “intolerancia”? ¿Qué valor le vamos a dar a ese término tan cargado? ¿Puede una sociedad como la que queremos funcionar correctamente si “intolerancia” —la incapacidad de tolerarnos unos a otros, la incapacidad de aceptar lo diferente— se vuelve un sinónimo de la mera expresión del desacuerdo?

Cuando le respondí a Ricky, en Twitter, él me dijo que “los ateos que se mofan de las creencias de los demás son tan intolerantes como las religiones que critican”. Le dije que no me parecían comparables la burla, la ironía, el sarcasmo o incluso el ataque verbal con la persecución, la intimidación o el asesinato. La respuesta de Ricky fue: “La intolerancia es la causa de ambos casos. La diferencia es que ellos (religión) tienen el poder. Si el poder fuera del que se burla, lo más probable [es que éste] sería el perseguidor, intimidador y asesino”. Y luego:
@alertareligion ¿No apoyas la intolerancia y sin embargo le llamas ridiculo a las creencias de otr@s? La verdad; ¿Quién tiene la "verdad"? Ellos no, pero tampoco tu, entonces ¿Que te da el derecho de llamarle ridiculo? Por como te expresas, es obvio que eres inteligente, y sabes q con ataques no logras nada. Sólo satisfacer los deseos de venganza. "Si quieres cambio verdadero, pues camina distinto" @Calle13Oficial.
(Tengo una vaga idea de quiénes son Calle 13, pero dudo que sirva discutir con trozos de canciones. Ignoremos eso.) La noción de que llamar ridículas las opiniones ajenas es intolerante sigue ahí, al igual que el trillado recurso a la imposibilidad de tener la verdad. (Tengo la teoría de que la prédica religiosa constante contra el relativismo ha provocado una contrarreacción irracional, casi alérgica, de muchas personas que no adhieren al fanatismo religioso, volcándolas hacia un relativismo radical que se siente obligado a insistir en la equiparabilidad de todas las creencias. Que nadie tenga la verdad absoluta no implica que todos estemos igualmente lejos de ella. Si yo no creyera que estoy más cerca de la verdad que mi oponente, no me molestaría en debatir con él, ni en luchar contra la imposición de sus ideas, ni en buscar ningún tipo de cambio en la sociedad: todo me daría lo mismo. El relativismo radical es conformismo puro, es puro slogan, como “camina distinto”. No se puede caminar si no hay camino, el camino se hace convenciendo a otros de que cambien de ruta, lo cual requiere debate, confrontación, choque de ideas.) Enseguida, además del texto de Rodeker que cité, me vino a la mente la ya famosa exposición del astrónomo Phil Plait sobre el objetivo del escepticismo, cuyo título informal, Don’t Be a Dick, se ha transformado a su vez en un slogan.


El discurso de Plait tiene más que ver con la relación entre el pensamiento crítico y la pseudociencia, pero podemos extrapolar con facilidad a otros campos. Parece bastante claro que nadie va a decidir que su religión es falsa porque un ateo tras otro vaya y le grite (o le llene su muro de Facebook o su timeline de Twitter o lo que sea) que sus creencias son idiotas y que él es un retardado mental. Parece bastante claro que insultar o burlarse de las ideas del otro se puede interpretar como un insulto personal, y que como estrategia para “desconvertir” a un creyente, es generalmente inútil o incluso contraproducente. Está clarísimo, supongo, que nadie debería abogar por una prédica del ateísmo basada en ridiculizar al creyente. Don’t be a dick, es decir, no te comportes como un idiota, no seas un energúmeno asocial, no trates a los demás como si te las supieras todas y ellos fueran retrasados. No seas sobrador. No seas creído.

Todo esto no significa, no debe significar, que cada crítica a un pensamiento irracional debe ser una suave y pausada exposición marcada por el respeto a la exquisita sensibilidad del interlocutor. En muchos casos el interlocutor ni siquiera desea escucharnos. El interlocutor no tiene paciencia para nuestros argumentos razonados, porque no tiene ganas de razonar. En un mínimo de casos el interlocutor es realmente un idiota y está orgulloso de su ignorancia. En otros casos el interlocutor es una persona muy inteligente a su manera que cultiva la ignorancia en los demás para su beneficio. Los críticos del argumento de Plait (y hubo muchos apenas se conoció su exposición) señalaron, correctamente, que en los foros abiertos de hoy las discusiones suelen ser leídas y comentadas por muchas personas que no saben muy bien de qué lado están porque no tienen toda la información a mano, y que por eso no siempre (o casi nunca) discutimos para convencer al interlocutor: discutimos para que los expectadores conozcan las ideas del otro y vean cuán falsas o ridículas son en realidad; discutimos para exponer nuestras propias ideas con claridad a un público que quizá nunca las había escuchado, o sólo había tenido contacto con ellas a través de filtros o en forma distorsionada.

El ridículo, la ironía, el sarcasmo, incluso el lenguaje deliberamente fuerte, forman parte del arsenal retórico de la humanidad desde hace siglos. Los intentos de supresión de estos artificios argumentativos también tienen una larga historia. El carnaval fue prohibido y permitido intermitentemente en la cristiandad porque el espíritu del carnaval es la inversión de roles y la licencia para la burla a los superiores y los poderosos, carácter que conserva en algunos lugares (por ejemplo, en el caso latinoamericano, en Uruguay). El carnaval permite que personas comunes se disfracen de obispos o reyes, demostrando así por ostensión que los obispos y reyes no son más que personas comunes. La sátira, estrechamente unida al carnaval, también ha sido siempre un blanco del poder religioso y temporal, a pesar de lo cual surge y vuelve a surgir. Poner a los dueños autonombrados del poder y de la verdad en ridículo es un ejercicio sano de libertad de expresión.

Existe un límite al ridículo, difícil de trazar, que es la incitación a la violencia. Los poderosos suelen equiparar el desorden con la violencia. La burla trastoca las relaciones sociales, por lo tanto —así dicen— lleva al caos, a la sedición, a la desintegración. El castigo preventivo ante este improbable desenlace es la supresión de quien se burla, que las religiones (con apoyo del poder temporal) han practicado desde que existen: el exilio, la cárcel, el veneno, la lapidación o la horca. Todo esto parece bastante desproporcionado, y lo es. Cuando alguien me falta el respeto, se lo digo y me voy. Cuando a los intolerantes les faltan el respeto, suprimen a quien lo hizo, y eliminan también la oportunidad de otros de ver qué era aquello tan peligroso, tan subversivo, aquella burla tan desagradable que no podía ser tolerada.

La burla no es intolerancia. Intolerancia es obstruir los derechos del otro, es impedirle ser parte de la sociedad, es decidir que una idea no tiene derecho a existir. Ningún movimiento social progresista de nuestros tiempos se ha basado jamás en quitar derechos a una parte de la población: más bien al contrario, se trata de ampliar y equiparar los derechos de todos. La intolerancia de quien alega una creencia religiosa para imponer sus reglas a la sociedad no es comparable a la reacción de quien se burla de esas creencias, sea como forma oblicua de crítica o simplemente para desahogarse. El respeto absoluto a las creencias de todos, lo dije arriba y lo repito, es conformismo y es un abandono de nuestra responsabilidad social. La burla bien dirigida es, a veces, la única forma disponible para atacar creencias dañinas, venenosas, mortales.

Mi vecino, si sus creencias no hacen daño, no tiene que temer que me burle de ellas, por muy contrarias a las mías que sean. Y si lo hace, puede sentirse seguro, porque un sarcasmo demoledor es lo peor que puede esperar de mí. En manos de verdaderos intolerantes, no tendría esa suerte.

25 comentarios:

  1. Considero personalmente que este es uno de los mejor artículos que he leído en este blog.

    ResponderEliminar
  2. Pablo, que a mí me perdonen pero... yo no respeto creencias: http://bit.ly/9XPSYp

    Ya me he tenido que enfrentar al pernicioso relativismo cultural.

    ¡Felicitaciones por la entrada!

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Slay.

    David: precisamente, las ideas no se respetan. Se respeta a la gente (y si es que se lo han ganado). Saludos.

    ResponderEliminar
  4. "Calle 13" no se da cuenta que verdaderamente no solo caminamos distinto, si no que caminamos en medios más sólidos. ( Por cierto.. esos creo tienen rosarios en el cuello, no?)

    Prohibir la "burla" - para mí es humor , es el primer paso para después prohibir la crítica, el cuestionamiento, la reflexión,... que es lo que realmente tumba a los credos.

    Ok, por ahí pueden decir "pinches creyentes", "Papa estúpido", etc, etc.. Pero las diatribas, si bien no envían al infierno a nadie, tampoco ayudan a la reflexión crítica.

    También hay casos de humor inteligente y reflexivo - además fácil de asimilar - como es el de Tim Minchin, Andrés Diplotti, Alberto Montt, y otros que no recuerdo en este momento...

    ResponderEliminar
  5. Ahhhhhhh. Ahora el título de "libre pensador", lo toman hasta los magufos. Para mí son "libre fantaseadores".

    ResponderEliminar
  6. Aquellos que se quejan de la burla o el sarcasmo, lo hacen desde el atrio de una libertad peleada durante siglos y ganada precisamente a los intolerantes. Pueden expresar lo que que deseen (incluyendo su desprecio hacia los que consideran enemigos de la verdad, por no creer) porque sus menospreciados contendores intelectuales, de antaño y actuales, dejaron su sangre en la historia para que todos podamos expresarnos libremente. ¿Que sería de estos individuos si un gobierno contrario a sus creencias, y violento en su proceder, si hiciera cargo de la conducción de la sociedad? De seguro serían los primeros en pedir la libertad de culto y expresión, que de manera sutil quieren negárselas a otros.

    ResponderEliminar
  7. Coincido con Pablo: de principio, las ideas no tienen por qué ser respetables. Lo respetable son las personas, hasta que se demuestre que no merecen ese respeto.

    Lo que les pasa a los fanáticos religiosos, entre otras cosas, es que saben que una subida de tono en el debate hará que muchos pensemos en persecuciones, en asesinatos, en inquisiciones y en otras barbaridades cometidas en nombre de la religión. Y eso conseguirá que quienes defendemos la razón y el ateísmo levantemos el pie del acelerador, arriemos velas, nos achantemos.

    El pasado de la religión sigue siendo hoy una poderosa arma intimidatoria. Felicidades al autor del blog, una gran entrada.

    ResponderEliminar
  8. AAAAAAAAAAAAAAAAAH NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO PERO COMO VAS A ESCRIVIR ALGO TAN POSITIBISTA QUE TE CREES Q TENÉS LA VERDA ABSOLUTA DE TODO ATEO NAZI

    Era broma, lamento desilusionarlos :)

    ResponderEliminar
  9. Muy mal citado Calle 13. En sus canciones nunca defienden ni a la iglesia ni a las religiones, de hecho siempre son mencionados como culpables de la opresión y la miseria, y no son tratados precisamente con respeto. Le recomendaría a El_Cambumbo que preste más atención cuando escuche los discos de Calle 13.

    ResponderEliminar
  10. Muy de acuerdo con lo que dice @Maga.

    ResponderEliminar
  11. Recién hoy tuve la oportunidad de leer detenidamente este artículo, realmente coincido con el primer comentario, creo que es excelente. Un placer poder leer artículos viejos de tu blog, ya que son siempre actuales. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Un ateo militante no suele ser tolerante, e incluso pueden ser terroristas (véase anarquistas).

    ResponderEliminar
  13. Josell: el anarquismo y el ateísmo no están necesariamente conectados. Tampoco la violencia terrorista está necesariamente implicada en el anarquismo. Y de todas formas, no hablamos de terrorismo aquí, sino de intolerancia. Yo no considero intolerante decirle a otra persona, si me interpela de mala manera, que sus creencias son ridículas. Mucho menos puede ser llamado terrorismo.

    ResponderEliminar
  14. ya algunos ateos predican su ateismo como religion, y hacen exactamente lo mismo que hacen los religiosos, si no eres religioso iras al infierno y si no eres ateo no tienes inteligencia, vaya chorrada, pues la verdad a mi me vale verga la religion y tambien me vale verga el ateismo, y si no les gusta lo que pienso se pueden ir a la mierda

    ResponderEliminar
  15. Leo, ¿leíste algo de todo lo que escribí o simplemente vas dejando mala onda a tu paso por cada blog ateo que encontrás?

    ResponderEliminar
  16. Me gustaría tener una capacidad argumentativa como la tuya, yo en tu caso luego de la mención de Calle13 hubiera mandado un *nothing to do here*; con tipos así de "digas-lo-que-digas-YO-estoy-en-lo-correcto", más que una discusión se tiene un conflicto de ideas del que no sale nada bueno para ninguna parte.

    ResponderEliminar
  17. He dicho algunos ateos, jamas he dicho nada acerca de tu artículo (que en verdad no lei ni una sola linea) puesto que solo vi el video que dejaste, como dije, solo expreso mi opinión asi como expresas la tuya, si a ti te parece eso mala onda pues que se le va a hacer. No he dicho nada malo acerca de tu blog o tu artículo, ni siquiera de los ateos en general, lo unico que digo es que no me gusta que me intenten convencer de ser ateo o que me intenten convencer de practicar alguna religión.

    ResponderEliminar
  18. Leo: no, la mala onda es venir con lo de "ateísmo como religión" sin la más mínima prueba y con comparaciones ridículas, y mandarnos a todos los que no pensamos como vos a la mierda. Y eso comentando en un post cualquiera de un blog que ni siquiera leíste. Yo no fui a buscarte para convencerte, viniste vos solito a escribir aquí. 

    ResponderEliminar
  19. ¿Mandarlos a la mierda? Já, vaya idea mas erronea que tienes de mí, no se en que momento mandé a la mierda a los que no piensan como yo pero bueno, te repito, JAMAS me referí a ti en lo de intentar convencerme de nada (que te lo tomes personal sabiendo que el comentario no iva ni dirigido a ti ni a los ateos en general no es mi problema). ¿Por que tan solo dejar a la gente creer en lo que se le venga en gana?, y se por experiencia propia como es que te intenten convencer de algo en lo que no estas de acuerdo. Por otro lado me parece gracioso las similitudes del ateísmo con la religión, como la obsesión con este o la obsesión de convencer a la gente en que no hay nada que se le parezca a un dios (algunos, no todos, no malinterpretes lo que digo) y lo digo por que he tenido amigos que se pasan su vida intentando convencer a los demás de ser ateos

    ResponderEliminar
  20. Leo: aquí arriba dijiste "…y si no les gusta lo que pienso se pueden ir a la mierda".

    ResponderEliminar
  21. una cosa es mandar a la mierda a los que no les gusta como pienso y otra muy diferente es mandar a la mierda a los que piensan diferente a mí, cada quien puede pensar lo que se le de la gana y tener la creencia que quiera, pero eso no quiere decir que me tenga que importar, a los que no les gusta como pienso YO se pueden ir a la real cagada, pero respeto la opiniones de los demas aunque no me importen en lo mas mínimo

    ResponderEliminar
  22. Entre tanta cita se me perdió el punto de fondo. No sé si te importe, pero no valides tanto tu opinión en lo que algo más dijo, y menos confundas la lectura analizando sus frases. Me quedé con "
    La burla bien dirigida es, a veces, la única forma disponible para atacar creencias dañinas, venenosas, mortales". Esa es tu tesis. Lo demás es adorno.  

    ResponderEliminar
  23. Esta cuestión tiene mil años; pero igual plasmare mi opinión por acá. Siendo sincera no me burlo ni de ateos, ni católicos, ni evangélicos; de nadie. Yo creo en Dios y si alguien no cree; esta súper bien. Lo que si me enardece, es que me insulten y se mofen de mi creencia cuando en ningún momento yo he osado en hacer eso para con los demás. Resulta súper bien visto y aplaudido que te digan: crees en esa estupidez, eres estupido. Ya eso creo que mas que intolerante es hiriente. Si crees bien, sino también. Pero ni de un lado ni del otro deberíamos andar insultándonos; o al menos reservarse el derecho de decir: eres una estupida por tu creencia.

    ResponderEliminar

Dejá tu comentario sobre el tema de este post aquí. Por favor, utilizá un nombre o seudónimo. Si querés opinar o hablar de otro tema, usá el Buzón de sugerencias.